domingo

CÁNTICO ESPIRITUAL (9) - SAN JUAN DE LA CRUZ


Canción 3ª

Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

DECLARACIÓN

1 / No sólo basta al alma orar y desear y ayudarse de terceros para hablar al Amado (como ha hecho en las precedentes canciones), sino que junto con eso ella misma se ponga por la obra a le buscar. Y eso dice que ha de hacer en esta canción, diciendo que, en busca de su Amado, ha de ir ejercitándose en las virtudes y las mortificaciones, en la vida contemplativa y activa; y que para esto no ha de admitir bienes ni regalos algunos, ni bastarán a detenerla e impedirla este camino todas las fuerzas y asechanzas de los tres enemigos: mundo, demonio y carne, diciendo:

Buscando mis amores.

2 / Es, a saber, a mi Amado,

iré por esos montes y riberas.

3 / A las virtudes llama “montes”: lo uno, por la alteza de ellas; lo otro, por la dificultad y trabajo que se pasa en subir a ellas, ejercitando la vida contemplativa. Y llama “riberas” a las mortificaciones y sujeciones y desprecio de sí, ejercitándose también acerca de esto en la vida activa; porque para adquirir las virtudes, la una y la otra es menester. Es, pues, tanto como decir: buscando a mi Amado, iré poniendo por obra las virtudes altas, y humillándome en las mortificaciones y cosas bajas. Esto dice, porque el camino de buscar a Dios es ir obrando en Dios el bien y mortificando en sí el mal de la manera que se sigue.

Ni cogeré las flores.

4 / Por cuanto para buscar a Dios se requiere de corazón desnudo y fuerte, libre de todos los males y bienes que puramente no son Dios, dice en el presente verso y en los siguientes el alma, la libertad y la fortaleza que ha de tener para buscarle. Y en este dice que no cogerá las flores que encontrase en este camino, por las cuales entiende todos los gustos y contentamientos y deleites que se le pueden ofrecer en esta vida, que le podrían impedir el camino si cogerlos o admitirlos quisiese; los cuales son, en tres maneras: temporales, sensuales y espirituales. Y porque los unos y los otros ocupan el corazón y le son impedimento para la desnudez espiritual, cual se requiere para el derecho camino de Cristo, si reparase o hiciese asiento en ellos, dice que, para buscarle, no cogerá todas estas flores dichas. Y así, es como si dijera: ni pondré mi corazón en las riquezas y bienes que ofrece el mundo, ni admitiré los contentamientos y deleites de mi carne, ni repararé en los gustos y consuelos de mi espíritu, de suerte que me detenga en buscar a mis amores por los montes y riberas de las vicisitudes y trabajos. Eso dice por tomar el consejo que da el profeta David, a los que van por este camino, diciendo: “Divitiae si affluant, nolite cor apponere”; esto es: “Si se ofrecieren abundantes riquezas, no queráis aplicar a ellas el corazón” (ps. 61,11). Lo cual entiende así de los gustos sensuales como de los más bienes temporales y consuelos espirituales. Donde es de notar que no sólo los bienes temporales y deleites corporales impiden y contradicen el camino de Dios, mas también los consuelos y deleites espirituales, si se tienen con propiedad o se buscan, impiden el camino de la Cruz de el Esposo Cristo. Por tanto, el que ha de ir adelante conviénele que no se ande a coger esas flores; y no sólo eso, sino que también tenga ánimo y fortaleza para decir:

ni temeré las fieras,


y pasaré los fuertes y fronteras.

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