LIBRO SEGUNDO
DE LA NOCHE OSCURA, TRÁTASE DE LA MÁS ÍNTIMA PURGACIÓN, QUE ES LA SEGUNDA NOCHE (PASIVA) DEL ESPÍRITU.
CAPÍTULO 23 (1)
Declárase el cuarto verso. – Dice el admirable escondrijo en que es puesta el alma en esta noche y cómo, aunque el demonio entrada en otros muy altos, no en este.
1 / En celada es tanto como decir en escondido o en cubierto. Y así, lo que aquí dice el alma, conviene sa ver, que
a oscuras y en celada
salió, es más cumplidamente dar a entender la gran seguridad que ha dicho en el primer verso de esta canción que lleva por medio de esta oscura contemplación en el camino de la unión de amor de Dios. Decir, pues, el alma
a oscuras y en celada
es decir que, por cuanto iba a oscuras de la manera dicha, iba encubierta y escondida del demonio y de sus cautelas y asechanzas.
2 / La causa por que el alma en la oscuridad de esta contemplación va libre y escondida de las asechanzas del demonio, es porque la contemplación infusa que aquí lleva se infunde pasiva y secretamente en el alma a excusa de los sentidos y potencias interiores y exteriores de la parte sensitiva. Y de aquí es que, no sólo del impedimento que con su natural flaqueza le pueden ser estas potencias va escondida y libre, sino también del demonio, el cual, si no es por medio de estas potencias de la parte sensitiva, no puede alcanzar ni conocer lo que hay en el alma ni lo que en ella pasa. De donde cuanto la comunicación es más espiritual, interior y remota de los sentidos, tanto menos el demonio alcanza a entenderla.
3 / Y así es mucho lo que importa para la seguridad del alma que el trato interior con Dios sea de manera que sus mismos sentidos de la parte interior queden a oscuras y ayunos de ello y no lo alcancen. Lo uno, porque haya lugar de que la comunicación espiritual sea más abundante, no impidiendo la flaqueza de la parte sensitiva la libertad del espíritu; lo otro, porque como decimos, va más segura, no alcanzando el demonio tan adentro. De donde podemos entender a este propósito aquella autoridad de nuestro Salvador, hablando espiritualmente, conviene a saber: No sepa tu siniestra lo que hace la diestra (Mt. 6,3), que es como si dijera: Lo que pasa en la parte diestra, que es la superior y espiritual del alma, no lo sepa, esto es, sea de la manera que la porción inferior de tu alma, que es la parte sensitiva, no lo alcance; sea sólo secreto entre el Espíritu y Dios.
4 / Bien es verdad que muchas veces, cuando hay en el alma y pasan estas comunicaciones espirituales muy interiores y secretas, aunque el demonio no alcance cuáles y cómo sean, por la gran pausa y silencio que causan algunas de ellas en los sentidos y potencias de la parte sensitiva, por aquí echa de ver que las hay y que recibe el alma algún bien; y entonces, como ve que no puede alcanzar a contradecirlas al fondo del alma, hace cuanto puede por alborotar y turbar la parte sensitiva, que es donde alcanza, ahora con dolores, ahora con horrores y miedos, con intento de desquietar y turbar por ese medio a la parte superior y espiritual del alma, acerca de aquel bien que entonces recibe y goza.
Pero muchas veces, cuando la comunicación de la tal contemplación tiene su puro embestimiento en el espíritu y hace fuerza en él, no le aprovecha al demonio su diligencia para desquietarle, antes el alma entonces recibe nuevo provecho y mayor y más segura paz; porque, en sintiendo la turbadora presencia del enemigo, ¡cosa admirable!, que, sin saber cómo es aquello y sin ella hacer nada de su parte, se entra ella más adentro del fondo interior, sintiendo ella muy bien que se pone en cierto refugio, donde se ve estar más alejada del enemigo y escondida, y allí aumentársele la paz y el gozo que el demonio le pretendía quitar. Y entonces todo aquel temor le cae por defuera, sintiendo ella claramente y holgándose de verse tan a lo seguro gozar de aquella quieta paz y sabor del Esposo escondido, que ni mundo ni demonio pueden dar ni quitar; sintiendo allí el alma la verdad de lo que la Esposa a este propósito dice en los Cantares, es a saber: Mirad que al lecho de Salomón cercan setenta fuertes, etc., por los temores de la noche (3,7-8). Y esta fortaleza y paz siente, aunque muchas veces siente atormentar la carne y los huesos por defuera.
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