Por Daniel Morales
El Marqués de Sade es uno de los personajes más entrañables de la literatura francesa, mundialmente conocido por las novelas Justine o los infortunios de la virtud y Las 120 jornadas de Sodoma; es considerado una de las personas más perversas de la historia. La palabra “sádico”, refiriéndose a la persona quien recibe placer al inducir dolor físico o psicológico a otro ser vivo, tiene una referencia lingüística ligada a él, y mientras su obra permanece en la historia como uno de los libros más controversiales de todos los tiempos, la vida de Donatien Alphonse François de Sade, mejor conocido como Marqués de Sade, también fue bastante tumultuosa, marcada por el hedonismo excesivo que caracteriza sus obras.
Sade nació en el seno de una familia adinerada y recibió una educación privilegiada, siempre fue una persona interesada por los viajes y los lugares exóticos gracias al trabajo de diplomático que su padre desempeñaba; eso lo llevó a tener dos materias favoritas de las cuales devoraba libros enteros: filosofía e historia. A la edad de 16 años entró al ejército, donde demostró aptitudes dignas de un líder, y gracias a su eficacia y desempeño se convirtió en un miembro indispensable para su régimen.
El Marqués de Sade se casó con Rénee Pelagie a los 23 años: ese matrimonio fue arreglado por los padres de los prometidos, quienes no tuvieron voto en la decisión, lo que afectó mucho a Sade, pues buscaba casarse con una mujer de la que en verdad estaba enamorado. Esto lo afectó profundamente y ese sentimiento se ver reflejado en Aline y Valcour, libro en el que menciona los infortunios del matrimonio arreglado. Aunque el Marques vivió gran parte de su vida con Rénee, quien se convirtió en el eje de su vida durante muchos años, él siempre resintió el no encontrar en su vida un amor romántico.
Es después de un matrimonio en el que el sexo jugó un papel importante, cuando los “escándalos” comenzaron; esos rumores y chismes convirtieron a Donatien Alphonse François de Sade en un mito que vive hasta nuestros tiempos. Su abierta vida sexual puede o no deberse a la falta del amor que no encontró en su matrimonio, y en su vida en general, pero fue después de la boda cuando es arrestado por motivos que aun no son claros; se sospecha que pagó a una mujer por tener sexo con ella, le pidió tener sexo anal y acciones que no se habían estipulado en el trato. Así era su estilo de vida, en el que entre orgías y prostitutas se desarrolló la idea opuesta ante sus profundos deseos de encontrar el amor verdadero.
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“Los días, que en un matrimonio por conveniencia sólo traen consigo espinas, hubieran dejado que se abrieran rosas de primavera. Cómo hubiese recogido esos días que ahora aborrezco. De la mano de la felicidad se hubieran desvanecido demasiado deprisa. Los años más largos de mi vida no tendrían suficiente para ponderar mi amor. En veneración continua me arrodillaría a los pies de mi mujer y las cadenas de la obligación, siempre recubiertas de amor, habrían significado para mi corazón arrebatado sólo grados de felicidad. ¡Vana ilusión! ¡Sueño demasiado sublime!”
El escándalo fue el sinónimo de Sade, a partir de entonces su vida corrió a cargo de las palabras que se transmitieron de boca en boca, sus perversiones se multiplicaban mientras viajaban más lejos y su inmunidad poco a poco perdió fuerza.
Cuando comenzó a trabajar en la corte, inició su vida promiscua seduciendo a mujeres jóvenes y casadas, huyó con una de ellas durante dos años, aun así su mujer permaneció a su lado y fue poco después, en 1768, cuando el “escándalo de Arcueil” lo mantuvo preso por siete meses por, supuestamente, engañar a una mujer para que entrase a su casa y después desnudarla, azotarla y realizar cortes sobre su piel con una navaja. Fue absuelto debido a falta de pruebas, sólo permaneció en prisión 15 días y nunca se supo si la mujer inventó la historia o fue por las amistades de Sade que este logró ser liberado.
Gran aficionado por el teatro, la literatura, la política y la fascinación sexual, su obra literaria se convierte en un mensaje de un hombre a algo más que su época, se convierte en un legado filosófico de alguien quien vivió la Revolución Francesa de frente, que sufrió ataques por parte de la sociedad en la que vivía; de alguien cuyo nihilismo y ateísmo eran demostrados en sus convenciones sexuales, plasmando su concepción de instituciones a través de personaje que realizan actos inhumanos con sus juguetes sexuales, los que, muchas veces, representan al pueblo francés.
El “escándalo de Marsella” fue con el que comenzó la vida de Sade del otro lado de la Ley; durante esos años fue perseguido debido a que supuestamente había envenenado con caramelos a tres prostitutas, de 18, 20 y 22 años, durante una orgía en la que participaron el Marqués y su sirviente. Huyó a Italia con su cuñada y fue entonces cuando su suegra comenzó a perseguirlo acusándolo de perturbador de la paz y pervertido. Cuando Sade regresó a Francia para visitar a su moribundo padre, fue encarcelado, y así permaneció trece años.
El Marqués de Sade fue uno de los últimos prisioneros de la Bastilla, antes de la Revolución Francesa:
“Desde el instante terrible en que me arrancaron tan ignominiosamente de tu lado, mi querida amiga, he sido víctima del sufrimiento más cruel. Me han prohibido darte detalles sobre esto, y todo lo que puedo decirte es que es imposible ser más desgraciado de lo que soy. Ya he pasado diecisiete días en este horrible lugar. Pero las órdenes que han dado ahora deben ser muy diferentes de las de mi reclusión anterior, porque la manera de tratarme no se parece nada a la de entonces. Siento que me es totalmente imposible soportar más tiempo un estado tan cruel. La desesperación se apodera de mí. Hay momentos en que no me reconozco. Siento que estoy perdiendo la razón. La sangre me hierve demasiado para soportar una situación tan terrible. Quiero volver mi furor contra mí mismo, y si no estoy fuera dentro de cuatro días, estoy seguro de que me romperé la cabeza contra los muros”.
Es allí donde Sade escribió la mayoría de sus libros y donde su enclaustramiento lo llevó a un deterioro físico y mental. Fue esto, también, lo que lo indujo a autonombrarse misántropo y donde su vida se convirtió en un infierno personal. Es gracias a la Revolución Francesa que logró obtener su libertad, pero sin el apoyo de su esposa era libre en un mundo donde se encontraba solo; su divorcio fue de los primeros en ser registrados en Francia, gracias al triunfo de la Revolución. En sus últimos años Sade ganó y perdió el apoyo del nuevo régimen, incluso escribió el discurso para el funeral de Jean – Paul Marat y entre sus obras de teatro y su trabajo en la burocracia volvió a ser detenido y enviado a prisión por seis semanas sin un motivo real para encontrarse allí. Es esa época, la del Terror Francés, en la que la guillotina cortaba la cabeza de cualquiera que el Estado sospechara de traidor, Sade fue víctima del horror psicológico y poco antes de ser decapitado fue puesto en libertad sólo para terminar en una prisión por el resto de su vida, pues se descubrió que era el autor de la famosa y censurada obra: Justine.
El Marqués de Sade vivió los últimos años en el Charenton, donde su condición era deplorable. Se dice que mucha gente lo veía como un hombre agradable, hasta el momento en el que se enteraban de quién era. También se dice que durante esa época tuvo una amante de 13 años. Finalmente, el 2 de diciembre de 1814, a la edad de 74 años, con sobrepeso y ceguera, el tiempo se encargó de condenar su vida y obra, y fue el mismo tiempo el que convirtió aquellos textos uno de los registros de filosofía, sexualidad y libertad más importantes de la historia.
(2 / 6 / 2014)
(2 / 6 / 2014)
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