LIBRO SEGUNDO
DE LA NOCHE OSCURA, TRÁTASE DE LA MÁS ÍNTIMA PURGACIÓN, QUE ES LA SEGUNDA NOCHE (PASIVA) DEL ESPÍRITU.
CAPÍTULO 21 (3)
9 / De esta librea de esperanza va disfrazada el alma por esta oscura y secreta Noche que habemos dicho, pues que va tan vacía de toda posesión y arrimo, que no lleva los ojos en otra cosa ni en el cuidado si no es en Dios, poniendo en el polvo su boca si por ventura hubiere esperanza (Thren. 3,29), como entonces alegamos de Jeremías.
10 / Sobre el blanco y verde, para el remate y perfección de este disfraz y librea, lleva el alma aquí el tercer color, que es una excelente toga colorada; por lo cual es denotada la tercera virtud, que es caridad, con la cual no solamente da gracia a las otras dos colores, pero hace levantar tanto al alma de punto, que la pone cerca de Dios tan hermosa y agradable, que se atreve ella a decir: Aunque soy morena, ¡oh hijas de Jerusalén!, soy hermosa; y por eso me ha amado el Rey y metídome en su lecho (Cant. 1,4).
Con esta librea de caridad, que es ya la del amor que en el Amado hace más amor, no sólo se ampara y encubre el alma del tercer enemigo, que es la carne (porque donde hay verdadero amor de Dios no entrará el amor de sí ni de sus cosas), pero aun hace válidas a las demás virtudes, dándoles vigor y fuerza para amparar al alma, y gracias y donaire para agradar al Amado con ellas, porque sin caridad y ninguna virtud es graciosa delante de Dios. Porque esta es la púrpura que se dice en los Cantares (3,10), sobre que se recuesta Dios, viéndose en el alma.
De esta librea colorada va el alma vestida cuando (como arriba queda declarado en la primera canción) en la Noche oscura sale de sí y de todas las cosas criadas: con ansias en amores inflamada, por esta secreta escala de contemplación, a la perfecta unión de amor de Dios, su amada salud.
11 / Este, pues, es el disfraz que el alma dice que lleva en la Noche de fe por esta secreta escala, y estas son las tres colores de él; las cuales son una acomodadísima disposición para unirse el alma con Dios según sus tres potencias, que son entendimiento, memoria y voluntad.
Porque la fe oscurece y vacía el entendimiento de toda su inteligencia natural, y en esto le dispone para unirle con la Sabiduría divina.
Y la esperanza vacía y aparta la memoria de toda posesión de criatura, porque, como dice San Pablo, la esperanza es de lo que no se posee (Rom. 8,24); y así, aparta la memoria de lo que se puede poseer y pónela en lo que espera. Y por esto la esperanza de Dios sola dispone la memoria puramente para unirla con Dios.
La caridad, ni más ni menos, vacía y aniquila las afecciones y apetitos de la voluntad de cualquiera cosa que no es Dios, y sólo se los pone en Él; y así esta virtud dispone a esta potencia y la une con Dios por amor.
Y así, porque estas virtudes tienen por oficio apartar al alma de todo lo que es menos que Dios, le tienen, consiguientemente, de juntarla con Dios.
12 / Y así, sin caminar a las veras con el traje de estas tres virtudes, es imposible llegar a la perfección de unión con Dios por amor puramente.
De donde, para alcanzar el alma lo que pretendía, que era esta deleitosa unión con su Amado, muy necesario y conveniente y necesario traje y disfraz fue este que tomó aquí el alma. Y también atínasele a vestir y perseverar con él hasta conseguir pretensión y fin tan deseado como era la unión de amor, fue gran ventura; y por eso nos lo dice este verso:
¡Oh dichosa ventura!
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