LIBRO SEGUNDO
DE LA NOCHE OSCURA, TRÁTASE DE LA MÁS ÍNTIMA PURGACIÓN, QUE ES LA SEGUNDA NOCHE (PASIVA) DEL ESPÍRITU.
CAPÍTULO 21 (2)
5 / Esta blancura de fe llevaba el alma en la salida de esta Noche oscura cuando, caminando (como habemos dicho arriba) en tinieblas y aprietos interiores, no dándole su entendimiento algún alivio de luz, ni de arriba, pues le parecía el cielo cerrado y Dios escondido, ni de abajo, pues la que la enseñaban no le satisfacían, sufrió con constancia y perseveró, pasando por aquellos trabajos sin desfallecer y faltar al Amado; el cual en los trabajos y tribulaciones prueba la fe de su Esposa, de manera que pueda ella con verdad decir aquel dicho de David, es a saber: Por las palabras de tus labios, yo guardé caminos duros (Ps. 16,4).
6 / Luego, sobre esta túnica blanca de fe, se sobrepone aquí la alma el segundo color, que es un almilla de verde; por lo cual, como dijimos, es significada la virtud de la esperanza, con la cual, cuanto a lo primero, el alma se libra y ampara del segundo enemigo, que es el mundo.
Porque esta verdura de esperanza viva en Dios da al alma una tal viveza y animosidad y levantamiento a las cosas de la vida eterna, que, en comparación de lo que allí espera, todo lo del mundo le parece, como es la verdad, seco y lacio y muerto, y de ningún valor. Y aquí se despoja y desnuda de todas estas vestiduras y traje del mundo, no poniendo su corazón en nada, en esperando nada de lo que hay o ha de haber en él, viviendo solamente vestida de esperanza de vida eterna. Por lo cual, teniendo el corazón tan levantado del mundo, no sólo no le puede tocar y asir el corazón, pero ni alcanzarle de vista.
7 / Y así, con esta verde librea y disfraz va el alma muy segura de este segundo enemigo del mundo. Porque a la esperanza llama San Pablo yelmo de salud (1, Thess. 5,8), que es una arma que ampara toda la cabeza y la cubre de manera que no la queda descubierto sino una visera por donde ver. Y eso tiene la esperanza, que todos los sentidos de la cabeza del alma cubre, de manera que no se le engolfen en cosa ninguna del mundo ni les quede por donde les pueda herir alguna saeta del siglo; sólo le deja una visera para que el ojo pueda mirar hacia arriba, y no más; que es el oficio que de ordinario hace la esperanza en el alma, que es levantar los ojos sólo a mirar a Dios, como dice David que hacía en él cuando dijo: Oculi mei Semper ad Dominum (Ps. 24,15), no esperando bien ninguno de otra parte, sino, como él mismo en otro salmo dice que así como los ojos de la sierva están en las manos de su señor(a) puestos, así los nuestros en nuestro Señor, hasta que se apiade de nosotros, esperando en Él (Ps. 122,2).
8 / Por esta causa es esta librea verde; porque siempre está mirando a Dios y no pone los ojos en otra cosa ni se paga sino sólo de Él, se agrada tanto el Amado del alma, que es verdad decir que tanto alcanza de él cuando de ella de él espera. Que por eso el Esposo en los Cantares él dice a ella que en sólo el mirar de un ojo le llagó el corazón (4,9). Sin esta librea de verde de solo esperanza de Dios no le convenía al alma salir a esta pretensión de amor, porque no alcanzara nada, por cuanto lo que mueve y vence es la esperanza porfiada.
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