sábado

GASTON BACHELARD - LAUTRÉAMONT (52)


VI. EL COMPLEJO DE LAUTRÉAMONT

Nous entrâmes au salón pour nous reposer. M. Lenoy marchait devant nous; il s’arrête tout d’un coup et recule. Tout inderdit; nous avançons… Une panthère énorme, accroupie au fond de l’appartement, fixait sur nous ses yeux brillants et féroces; sa queue se redessiat à l’entour de ses flancs tachetés et sa mâchoire entr’ouverte laissait voir de blanches et longues dents qui ne nous rassuraient pas. Cet animal était empaillé avec tant d’art qu’il était impossible de ne pas le croire vivant.

(“Entramos en el salon a reposar. El señor Lenoy iba delante de nosotros; de repente se detiene y retrocede, desconcertado; avanzamos… Una pantera enorme, acurrucada en el fondo del apartamento, fijaba en nosotros sus ojos brillantes y feroces; su cola se levantaba rodeando sus flancos moteados y su quijada entreabierta dejaba ver largos y blancos dientes que no nos tranquilizaban. Ese animal estaba disecado con tanto arte que era imposible no creerlo vivo.”

Lettre de Leconte de L’Isle citada por Estève

Leconte de L’Isle entendit hurler sur le grêve du Cap les chiens sauvages dont il devait, bien des années plus tard, interpréter les lamentables abolements. Il vit des babouins et des autruches. Il put même contempler de près deux lions, vivants cette fois, un mâle et un famelle. Il est vrai qu’ils étaient en cage. “Le mâle n’a que deux ans, il est déja magnifique, ses bonds sont effrayants et sublimes; quand il rugit, les murs de sa prison tremblent.” Mais plus qu’aux animaux féroces, empaillés ou non, il s’intéressa aux dames du pays…

(“Leconte de L’Isle escxuchó aullar en la arena del Cabo a los perros salvajes cuyos lastimeros aullidos interpretaría muchos años después, Vio babuinos y avestruces. Incluso pudo contemplar de cerca a dos leones, vivos esta vez, un macho y una hembra. Verdad es que estaban enjaulados. ‘El macho solo tiene dos años, es ya magnífico, sus saltos son terroríficos y sublimes; cuando ruge, tiemblan los muros de su prisión.’ Pero más que por los animales feroces, disecados o no, se interesó por las damas del país.

ESTEVE, Leconte de L’Isle


I (1)

Para medir bien toda la importancia de un complejo, para comprender los sentidos múltiples de la psicología de los complejos, es a menudo interesante ver en acción un complejo mal injertado, un complejo tironeado por contradicciones, frenado por escrúpulos. A veces el complejo también revela algunos de sus caracteres por el solo hecho de que es sublimado artificialmente, que es adoptado sin fe, como medio de expresión al que se considera barroco, y que sin embargo es comprensible para todos. En uno y otro caso -insuficiencia o desviación- el dinamismo del complejo se siente como falseado: pero ese error, esa suspensión de pronto hacen comprender un mecanismo psicológico que permanecía en secreto  mientras funcionaba normalmente.

Vamos a estudiar diferentes ejemplos del complejo de Lautréamont larvado o esclerotisado, en formas reducidas, en sus energías aminoradas: esos ejemplos nos parecerán repugnantes o ridículos. Entonces tal vez se nos acuse de aplicar a las obras, que por otra parte, siguen siendo hermosas y vivas, un cuadro que es deforme, un sistema de examen pedante. Ese es el reproche que se hace siempre a los que desean comparar almas diferentes, pues la comparación de almas diferentes siempre equivale más o menos a negarles a dichas almas una originalidad esencial. Evidentemente parece más seductor ir de inmediato al centro de las almas individuales, afirmar la unidad de ese centro; finalmente, vivir con una perfecta simpatía la intimidad y originalidad profundas del héroe espiritual que se estudia. Pero es precisamente allí donde se encuentra la paradoja; una originalidad necesariamente es un complejo y un complejo no es nunca muy original.

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