Por Miguel Ángel Olivera Prieto
Circe Maia recibió el pasado fin de semana el Premio Bartolomé Hidalgo por la publicación de su último poemario, Dualidades (Rebeca Linke Editoras, Montevideo, 2014). El Jurado estuvo compuesto por Jorge Arbeleche, Rafael Courtoisie y Hugo Achugar. El premio es otorgado por la Cámara Uruguaya del Libro y fue creado para reconocer a los escritores nacionales o extranjeros que publiquen en Uruguay.
Hacía ya trece años, desde Breve Sol, que Circe no publicaba poesía. Esta nota en realidad me afecta personalmente, pues en la página 34 de Dualidades, Circe le dedica un poema a un dibujo mío, al que le llamé Sicarios 4, y que ella me compró. Se trata de un buitre que está sentado en un escritorio haciendo cálculos (según Circe) y mira un espejo, en donde ve a un hombre gritando; ese dibujo representa, para mí, como autor, la compleja vida interior de las personas; es decir, la dualidad de los hombres. El poema se llama El cuadro del buitre escribiendo.
El lunes pasado, un día después que la poeta recibiera el premio, la llamé y concretamos la entrevista para ese día en la tarde. En su casa, aquí en Tacuarembó, Circe estaba radiante, y nos sentamos en su sala a conversar con un Martini cada uno, y el grabador apagado. Al final lo encendí, cuando creí que era ya necesario registrar nuestra conversación. En ese momento Circe me estaba diciendo algo que yo consideraba importante, así que la detuve, y le pedí que repitiera…
Estabas diciéndome algo sobre La Otra Voz…
Estaba diciéndote algo pero ocurre que ya no me acuerdo… ah… la poesía como forma de pensamiento… pero hay otras formas, hay un pensamiento musical, hay un pensamiento plástico, y por eso a mí me interesa muchísimo el dibujo, porque me doy cuenta que el que está dibujando está también, como el que está escribiendo, inconscientemente se le va el lápiz… ¿no es así?
Claro que es así… Mirá, pocas veces me sentí tan identificado con un libro de poesía como con Dualidades, porque toda la serie Sicarios es eso… el sicario como el otro lado del hombre, lo malo o lo distinto, que lo puede matar… aunque conviven.
Es una dualidad, fíjate ese buitre mirándose en ese espejo (se refiere a mi dibujo, que descansa como testigo de nuestro encuentro, encima de un piano).
Mirá Circe, vos lo decís en un poema: cuando un rayo de sol atraviesa y es tan potente que no se ve bien…
Y tampoco se ve la oscuridad…
Tampoco se ve la oscuridad… y ese es el hombre.
Ese es el hombre. Estamos totalmente de acuerdo, Miguel, y la condición humana no siempre se expresa en palabras. Una mirada, un gesto: a mí me interesa muchísimo lo no lingüístico, que a veces es bueno. Reconozco que un poeta pueda decir que está enamorado de las palabras, pero a mí nunca me pasó… en todo caso de la vida, de la realidad…
Las palabras apenas son un puente…
¡Puente! Siempre como puente… pero nunca las vi como objeto. No quiero ser dogmática, pero hay formas de hacer poesía muy variadas: hay que acordarse de que la poesía es muy vieja y apareció mucho antes de que existieran los libros. Durante muchos siglos fue sólo oral, y el cimiento de la cultura aparece con la música, y ahí aparece el poema… ¿no es así?
Sí, pero hay riesgos… Pará un momentito que voy a sacar tu libro, donde tengo algunas cosas marcadas…
Ah… mirá, mirá (se ríe)
Bueno, no voy a hacer el papel o el papelón de crítico literario… (risas)
Pero me interesa saber qué marcaste…
Para mí hay un quiebre en Dualidades y es este poema, “la pared mal encalada”…
Vos sabés que tengo una gran satisfacción de que les haya gustado ese poema…
Porque para mí va mucho más allá, y tiene que ver con este mundo nuevo. Cuando uno elucubra con las sombras de las paredes, cuando yo era niño veía caras, y siempre veía imágenes en las sombras, pero alguien viene y te dice: son sombras. Es como si los nuevos paradigmas se impusieran. No son imágenes, son sombras, ¡callate!
Circe se ríe esplendorosamente y repite:
Callate, callate. También es una posible interpretación, porque en realidad no se me había ocurrido…
Bueno, yo soy un hombre más politizado que vos, quizás, y encuentro esta vuelta… (risas)
Claro. Pero qué notable, y buscás esas vueltas que se pueden dar…
Son los nuevos paradigmas que se dan cuando te dicen: “dejate de jorobar con eso”...
Qué genial, porque también se puede interpretar así. Te voy a contar el origen, que está en Goya, en “los sueños de la razón producen monstruos”, que yo cito en el libro. Pero, lo tengo acá… cortá que te lo voy a mostrar…
Circe me lleva a una sala que tiene después de su patio de baldosas, donde en medio de la pared cuelga un retrato de su padre pintado al óleo por un hijo de Torres García, Augusto, y entre libros e imágenes hay un dibujo de Goya, donde aparece quizás el propio Goya con medio cuerpo apoyado en una mesa, sentado, y le rodean aves monstruosas… El Martini a las 5 de la tarde me estaba haciendo efecto… ¿pero quién puede despreciar compartir un Martini con Circe en su casa?
Ahí está él, el propio Goya, o un hombre, en medio de esos monstruos que están volando, algunos pensaban que era la pesadilla de un hombre, pero él aclara que es el sueño de la razón. Cuando la razón se duerme, aparecen supersticiones, y Goya fue un activo combatiente de estas cosas…
Pero hay otra contradicción. El sueño de la razón…
Se puede interpretar de distintas maneras, como que la razón duerme y lo irracional aparece… y es el siglo XVIII…
O que los sueños son parte de la razón…
Ahí está… como que los sueños están dentro del campo de lo racional… puede ser (risas) Pero él luchaba y luchaba contra el poderío de la Iglesia tan irracional, el totalitarismo religioso y político, y los veía como seres sombríos. Él hacía a los clérigos oscuros… En esta otra interpretación, cuando te desviás… como tú decías que hacías de chico, de seres misteriosos que aparecen en las manchas, es como la aparición de lo irracional y puede producirte terrores, sobre todo cuando niño. Y de repente aparece otra voz dentro de vos mismo…
Sí, pero cuántas trampas tenemos. En uno de mis dibujos de los Sicarios, puse la sombra de un hombre en la vereda, un hombre bueno aparentemente, y detrás de una pared hay varios sicarios (buitres) con cuchillos que lo van a matar. Yo pienso, es la maldad que va a matar la bondad, o lo diferente que te va a matar… hay un juego…
Ahí está la dualidad…
Luego me muestra un taller de reparación, así le dice, pero me lleva a una habitación al fondo de su patio de baldosas donde hay una gran pared de vidrios, con una luz intensa que llega, y rastros de nietos y pinturas de niño, libros y espacios cálidos.
Su perra nos sigue… cuando volvemos a la gran sala, donde nos esperaban también los Martini, la perrita queda en el patio, pero luego abre otra puerta y entra. Me pregunta por mi hermana Stella y su gato, le cuento que mi hermana está bien, pero que perdió su gato. Queda triste, se nota que la quiere a mi hermana (Stella, profesora de literatura, quien presentó su libro Dualidades en Tacuarembó).
Yo te decía Miguel, todos los que escribimos lo hacemos diferente… vamos encontrando algo…
En Dualidades visitás el libro y salís, entrás y salís, entrás y salís, no es como un poema en sí mismo, es como un puente que te traslada a otro lado. Vos no sos sentenciosa (risas), vos abrís ventanas de pensamiento, preguntas que vos misma te hacés, las trasladás…
Sí, es así, ¿pero qué más? Viste que ahí aparece otra dualidad, el diálogo mismo, implícito. Machado decía que la poesía era respuesta, pregunta y respuesta es una dualidad, al contacto del mundo. A veces la poesía tiende a encerrarse en la subjetividad del autor… No me gustan los “ismos”, por eso le puse Dualidades, y no “dualidaismos”, porque en la dualidad hay matices también. Porque en los trozos que elijo… ¿te gustaron los de Kafka?
Si Circe, me gustaron. Además, Kafka me encanta.
Entre lo inerte total, y lo vivo, está ese ser intermedio llamado Odradek (cuento de Kafka), que es chiquitito y está hecho de hilos y pedacitos de alambre, como que se para, y algo habla y algo dice, pero el domicilio es desconocido y su risa parece el viento en las hojas secas, y termina ahí (su poema) Pero... ¡cómo la poesía visita la prosa!, como decías vos, narrativa, cuentos infantiles… el teatro, que me apasiona. El placer con la muchachada de hacer alguna piecita: no se daban cuenta, pero hacían un verdadero poema…
Ya lo hablamos otra vez, pero ese contacto de tu poesía con el dibujo quizás se explica por el lado de tu padre (amante de la obra de Goya)…
Bueno, pero tardíamente… él quería que pintáramos.
Pero este poema “Resurrección”, un cuadro de Remedios Varo…
Sabés que vi solo ese, y no sabía nada… pero vos la conocías, verdad?
No tanto… pero lo busqué, y me pareció fantástico. Ese cuadro es impresionante (sobre una mesa, la naturaleza muerta se eleva y giran las frutas encima de la mesa en un círculo de luz)… e hice un apunte por acá “basta un toque o un pensamiento para que algo viva, aun siendo aparente”…
Ah claro, basta un toque del pensamiento para que algo viva… qué bueno está eso…
Claro, pensando en este poema, en el cuadro además…
Estamos tan acostumbrados a las naturalezas muertas… ahí tenés una viva, y el arte está vivo en una manera especial. Fijate, cada poema queda fijo, y lo vivo es pasajero…
Pero el vínculo entre lo vivo y lo muerto, y lo ves acá en “La lección de anatomía” de Rembrandt… y vos contás que como sutiles tentáculos se irradian desde el muerto a los vivos…
Claro…
Pero hay uno que mira hacia otro lado… y ese podrías ser vos, que mira un poco más lejos.
Pero los tentáculos siempre te atrapan, y no estamos lejos, por ejemplo para mí que soy tan mayor… El hecho es que uno empieza a escribir y no sabe para dónde va, uno no sabe si va a tener éxito, porque uno cierra el poema y no sabe qué pasará, es como cuando vos das la última pincelada y terminás un cuadro… ¡qué parecido! -y queda pensando en una pregunta anterior- pero mirá que no es por papá…
Papá quería que nos inclináramos a la pintura, pero a nosotros nos gustaba oírlo hablar, pero no… dibujar siempre me gustó pero no era lo que queríamos.
Hay otro poema, “Cormoranes en la laguna”, y lo terminás con “cuando aún no es de noche / pero ya no es de día / esa hora borrosa y ambigua / son únicos dueños”…
Faltó un de… de esa hora borrosa, son dueños ellos, pero igual se entiende…
Claramente, pero ahí estamos todos nosotros, ahí está nuestra vida, como en esa hora ambigua…
De lo fugaces… Pero claro, y la experiencia de vida que tenemos es tan ambigua que el poema te saca un hilo, desenreda. En ese caso fueron los cormoranes, por eso me gusta que quede en la sugerencia…
Lo que pasa que vos hacés un libro con esa forma tuya de hacer las cosas que cada persona tiene mil disparadores…
Me asombraban los alumnos que me decía María Stella, y uno que se llama “a otra hora ambigua que es el amanecer”, no de este libro… que se llama “a esta hora blanca”, parece que todo podría ser otra cosa, una hoja podría ser un pájaro, la luz no se decide a alumbrar las cosas con nitidez, y parece que aquel que viene por la esquina no es el que creemos, pero la luz ambigua le da un aire. Y yo pensé en mi hijo que no podré volver a ver nunca, pensé en los chiquilines que interpretaban como que era el amor que se había perdido y no podía volver…y es lindo que cada uno lo interprete a su manera, verdad?
Bueno, el cierre del libro no lo quiero ni nombrar (es un poema que habla de su hijo muerto, el último del libro Dualidades).
Pero también hablo con él (con su hijo). El hecho de que el lenguaje retroceda, viste que ni título ni punto final tiene, retrocede frente a experiencias muy fuertes o muy tristes, prueba de que la vida no es lenguaje ni es la lucha con las palabras. No hay que contestar en un primer plano, no tenemos un mundo artístico propio, sino que tenemos un mundo de todos, y lo que noto es el peligro del artista de creerse de una cofradía especial.
Sí, de una elite…Como que es capaz de definir todo, y nunca definimos nada.
Claro, de una elite… Me parece que la posibilidad de la poesía es eso, vivificar cuando a veces el lenguaje se apaga, o se pone más opaco, y de pronto cuando te ponés en contacto con un poema que te atrapa. Sobre el lenguaje te voy a decir algo… mirá que lo leí, no soy yo, pero lo consideran como una especie de fiebre del lenguaje, y está lindo eso de que la poesía no sea algo concreto, sino un acontecimiento que le ocurre a las palabras. Vos estás leyendo y te das cuenta que se vuelven poesía. No precisa estar escrita en forma de verso para sentir que el hálito poético atraviesa la memoria, los recuerdos, la percepción… ¿No te parece también?
Sí. Hay personas que hacen poesía estudiando demasiado el lenguaje…
Sí, yo también creo que no se puede estudiar tanto el lenguaje para la poesía…
Y no sé si no es una limitante para la expresión artística…
No es un camino -asegura como corrigiendo-. No es el nuestro, no es el mío lo lúdico, de tomar palabras como centro de asociaciones significantes, que una palabra atrae a otra similar, que puede dar cierto placer, pero el juego con las palabras no es lo que me atrapó de la poesía. Yo lo veía como una forma de acceso al mundo. Y era una gran compañera. Mirá que cuando la gente estaba presa, el recuerdo de un poema lo reanimaba, era sostén también. Me pareció bueno eso que no existe en el libro, en realidad no está ahí, y yo no lo vinculo mucho al libro, a lo escrito, pero empieza a existir el libro cuando tú lo lees en voz alta, o baja, es oral. La hacés vivir como la partitura que tenés que tocar, y hay gente que lee muy bien, o lee muy mal. Te acordás que Neruda leía muy mal…
Lo escuché más de una vez, era horrible… Pero hay gente que lee poesía como antes lo hacían las maestras, con un “mi maestra”…
O “la primavera” (declamando los dos) (risas y risas).
¿Estás contenta?
Fue una oportunidad ayer (la entrega del Bartolomé Hidalgo). La vi, de ojos muy claros, una mujer que me parecía tan parecida a Estela Medina, la actriz, y resulta que lo era, que había sido compañera mía en el IAVA. Y me dice “Circe, después de 60 años”… y haberla visto a Estela Medina fue lindo.
Con respecto al acto, me dice: No fue una cosa fría, la Cámara quería mostrar la vitalidad de la poesía.
Hay mucha gente que escribe poesía, y hay algunos que acusan “hay demasiados poetas”… pero yo digo que está bien… ¿verdad?
Cómo no, cómo no… Bueno, pero te acordás aquello que dice “podrá no haber poesía, pero sí habrá poetas”… (risas, fuertes risas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario