lunes

NOCHE OSCURA (2) - SAN JUAN DE LA CRUZ


LIBRO PRIMERO

EN QUE SE TRATA DE LA NOCHE (PASIVA) DEL SENTIDO

Canción primera

En una Noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.


DECLARACIÓN

1. Cuenta el alma en esta primera canción el modo y manera que tuvo en salir, según el afección, de sí y de todas cosas, muriendo por verdadera mortificación a todas ellas y a sí misma, para venir a vivir vida de amor dulce y sabrosa con Dios. Y dice que este salir de sí y de todas las cosas fue (en) una Noche oscura, que aquí entiende por la contemplación purgativa (como después se dirá), la cual pasivamente causa en el alma la dicha negación de sí misma y de todas las cosas.

2. Y esta salida dice ella aquí que pudo hacer con la fuerza y calor que para ello le dio el amor de su Esposo en la dicha contemplación oscura. En lo cual encarece la buena dicha que tuvo en caminar a Dios por esta Noche con tan próspero suceso, que ninguno de los tres enemigos, que son el mundo, demonio y carne (que son los que siempre contrarían este camino), se lo pudiesen impedir, por cuando la dicha Noche de contemplación purificativa hizo adormecer y amortiguar en la casa de su sensualidad todas las pasiones y apetitos según sus apetitos y movimientos contrarios.

Dice, pues, el verso:

En una Noche oscura.


CAPÍTULO I

(Pone el primer verso y comienza a tratar de las imperfecciones de los principiantes)

1. En esta Noche oscura comienzan a entrar las almas cuando Dios las va sacando de estado de principiantes -que es de los que meditan en el camino espiritual- y las comienza a poner en el de los aprovechantes, que es ya el de los contemplativos, para que, pasando por aquí, lleguen al estado de los perfectos, que es el de la divina unión del alma con Dios.

Por tanto, para entender y declarar mejor qué Noche sea esta por que el alma pasa, y por qué causa la pone Dios en ella, primero convendrá tocar aquí algunas propiedades de los principiantes. Lo cual, aunque será con la brevedad que pudiere, no dejará también de servir a los mismos principiantes, para que, entendiendo la flaqueza del estado que llevan, se animen y deseen que los ponga Dios en esta Noche, donde se fortalece y confirma el alma en las virtudes para los inestimables deleites del amor de Dios.

2. Es, pues, de saber que el alma, después que determinadamente se convierte a servir a Dios, ordinariamente la va Dios criando en espíritu y regalando; al modo que la amorosa madre hace al niño tierno, al cual al calor de sus pechos calienta, y con leche sabrosa y manjar blando y dulce le cría, y en sus brazos le trae y le regala; pero, a la medida que va creciendo, le va la madre quitando el regalo y, escondiendo el tierno amor, pónele amargo acíbar en el dulce pecho y, abajándole de los brazos, le hace andar por su pie, por que, perdiendo las propiedades de niño, se dé a cosas más grandes y sustanciales.

La amorosa madre de la gracia de Dios, luego que por nuevo calor y hervor de servir a Dios reengendra el alma, eso mismo hace con ella: porque la hace hallar dulce y sabrosa leche espiritual sin algún trabajo suyo en todas las cosas de Dios, y en los ejercicios espirituales gran gusto, porque le da Dios aquí su pecho de amor tierno, bien así como al niño tierno.

3. Por tanto, su deleite halla pasarse grandes ratos en oración, y por ventura las noches enteras, sus gustos son las penitencias, sus contentos los ayunos, y sus consuelos usar de los sacramentos y comunicar en las cosas divinas; las cuales cosas -aunque con gran eficacia y porfía asisten a ellas y las usan y tratan con gran cuidado los espirituales-, hablando espiritualmente, comúnmente se han muy flaca e imperfectamente en ellas; porque, como son movidos a estas cosas y ejercicios espirituales por el consuelo y gusto que allí hallan, y, como también ellos no están habilitados por ejercicios de fuerte lucha en las virtudes, acerca de estas sus obras espirituales, tienen muchas faltas e imperfecciones; porque, al fin, cada uno obra conforme al hábito de perfección que tiene, y, como estos no ha tenido lugar de adquirir los dichos hábitos fuertes, de necesidad han de obrar, como flacos niños, flacamente.

Lo cual, para que más claramente se vea, y cuán faltos van estos principiantes en las virtudes acerca de lo que son el dicho gusto con facilidad obran, irémoslo notando por los siete vicios capitales, diciendo algunas de las muchas imperfecciones que cada uno de ellos tienen, en que se verá claro cuán de niños es el obrar que estos obran. Y verase también cuántos bienes trae consigo la Noche oscura de que luego habemos de tratar, pues de todas estas imperfecciones limpia el alma y la purifica.

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