ANNA RHOGIO
Llegó el invierno-invierno y
un sábado al levantarme, miré por la ventana. Abrí y cerré la boca varias veces
sin hablar al ver la extensión blanca que cubría la tierra. Corrí
tiritando a la cocina buscando su agradable tibieza. Abuela trajinaba entre
ollas y sartenes, me acurruqué en una silla observándola como un ratoncito
inquieto y friolento, esperando respuestas y el desayuno.
-¿Ya la viste?
-¿Es nieve?
-No, pero se le parece: es la
helada. Afuera tenemos cinco grados bajo cero pero en cuanto salga el sol
desaparecerá.
-¡Cuánta comida! ¿Viene gente
a almorzar?
-Mañana tendremos invitados:
es mi cumpleaños.
-¿Cuántos?
-Tantos como cincuenta.
-¡Paaaaah!
-No me gusta esa expresión.
¿Donde la escuchaste?
-Por ahí.-contesté
distraída-. “¡Ja! ¡Como si no supieras de quién se me pegó!” -pensé divertida.
Tomé la leche apurada y me
vestí. Quería conocer la helada, tocarla y hacer un muñeco.
Imposible.
Lucio venía hacia el tambo y
me vio:
-¿Qué hacés?
-Un muñeco de nieve como
vimos en la tele. ¿Te acordás?
-¡No se puede, chiflada! ¡Se
derrite en cuanto la tocás!
-¡Más chiflado serás vos!
-¡Andá, tilinga!
-¿Y tu madre cómo anda?
Abuela salió al escuchar mis
gritos de furia:
-¡Cuidadito! ¿Y esas palabras
sin respeto?
-Él empezó.
-¿Cómo? ¡Yo te oí a vos!
-¡Seguuuuuuuuro! ¡El muy
zorriiiiiiito! ¡Me dijo tilinga y chiflada en voz baja y no lo escuchaste!
Estaba enojadísima y la cara
me ardía de rabia. Ella miró para el otro lado respirando hondo, intentando
ocultar la risa:
-Me gusta que la gente que me
rodea, sepa vivir en paz.
-Por suerte, este no vive con
nosotras.
-Es como si viviera.
-¿Por qué no se lo decís a
él? ¡Se fue rapidito a esconderse con las vacas como una nenita!
-Lucio, vení.
Se acercó cachazudo,
arrastrando los talones, mirando para arriba y hasta se atrevió a silbar una
tonadita.
-¡Miralo cómo disimula! ¡Lo
voy a agarrar a patadas!
-¡Basta! -me sujetó del
brazo-. ¡Las damas no hacen esas cosas! ¡Te desconozco! ¡Mi nieta no tiene tan
mal genio!
-Perdonala abuela, yo ya la
perdoné.
-¿QUÉ DECÍS, GURÍ ATORRANTE? ¡LA
PELEA LA EMPEZASTE
VOS!
Se dio por vencido:
-Sí, doña, la niña de
la casa, tiene razón -dijo riendo-. Era una broma. ¿Me perdonan?
-¡No se hable más! ¡Dense un
apretón de manos y todos adentro a tomar algo caliente!
Escondí las mías en la
espalda, pero al ver sus ojos chispeantes derramando bondad, la ira le dio paso
a la amistad y le extendí mi derecha que él estrechó con su izquierda:
-Lo de chiflada y tilinga, no
fue en serio.
-Lo de tu mamá tampoco. ¿Sos
zurdo, vos?
-Sí. ¿Y QUÉ? -gritó agresivo
y medio entrompado viendo venir mis ironías.
-¡Ta, mijo, no se me
descontrole de nuevo! ¿Cómo te las arreglás en la escuela?
-Como todos los demás. ¿POR?
-¿Con qué mano escribís?
-¡Escribo con la izquierda
que es la que sabe más!
Mis carcajadas acompañaron el
momento justo en que salía el sol.
ANTONIO GARCÍA PINTOS
LOCOS
Y ESPEJOS Y FELIZ AÑO NUEVO (I)
1 /
Al delirio de la palabra se le llama locura.
La palabra nunca tiene delirios sin razón.
2 /
La razón de decir constituye la máscara de la locura cotidiana.
3 /
El grito pelado del loco es la mayor conciencia universal, por lo cual se
genera una sordera pública general.
4 /
El silencio del loco es el testimonio mudo negado por la infamia de lo
cotidiano.
5 /
El insomnio del loco nunca constituye el sueño vigilante de la corrección, por
lo cual el insomnio ofrece el espejo roto de los bienpensantes.
6 /
La narración intermitente del loco señala la conciencia culposa de la mayoría.
7 /
El loco no mira a los ojos; los atraviesa brutal e inocentemente atrapando su
propia alma.
8 /
El loco domina el mundo desde el lugar perdido donde la metafísica olvida el
sentido.
9 /
El loco es el único que no olvida al mundo. Se lo come y lo digiere lentamente
como única forma capaz de racionalidad poética.
10
/ El loco siempre muere sin irse. Espera con gracia y alegría que los deudos
hablen de su vida ejemplar.
11
/ El loco piensa sin palabras. Cada vez que habla ofrece el espejo inconcebible
de sus semejantes.
JOSÉ LUIS MACHADO
1 TEXTO DE FUERA DEL TABLERO
Solo un par de peones se
salvaron de la masacre. Una negro, el otro blanco. La pareja tallada saltó de
la mesa y comenzó a huir; al poco rato se detuvo en mitad de la sala a
descansar.
Ambos estaban extenuados de
tanto paso. Se ocultaron debajo de una alfombra, al costado de un perchero, y
enseguida el peón negra sintió las primeras contracciones. Había sido una pausa
oportuna, el momento y el lugar exactos para que naciera la nueva pieza.
Esa noche, bajo la titilante
luz de un candelabro, la peón negro sufrió por primera vez los dolores agudos
del parto. La madrugada ya estaba desperezándose cuando, entre gemidos sordos,
se distinguió un profundo lamento, un llanto de madera y astillas.
Miraron fascinados la pequeña
pieza recién nacida: era mitad
blanca y mitad negra. Dudaron un buen rato. Pero eran lo suficientemente
sabios para no repetir la historia. Allí la abandonaron a su suerte y volvieron
a su caja, junto a los de su especie, quienes se reponían de las heridas de la
última partida, cosa que ellos jamás pudieron hacer.
SANTIAGO MANSSINO
NOCTURNO I
Porque he caminado borracho
en la noche,
Porque al filo del alba he
caminado;
porque la luz de la luna
desnudó mi espalda
y porque volé en estrechos
mares sin fondo,
conozco el secreto sin nombre
de la madrugada,
querido como la ardiente
marca del fuego.
FEDERICO COORE
EN ESA MAÑANA CON VIENTOS DE
AYER
Yo supe en tus tierras dejar
de llover.
Por esas persianas me quise
lejano
Secando las sierras del sol
sin verano.
La luna no habla y sabe
cantar,
Tus lunas de rabia salivan la
sal.
La sal olvidada de dulce
sesión
Que vela engripada mi no
detención,
Me aprieta la jeta y me dice
de suertes,
Me llora sin tretas
sonriéndome muertes,
Se pudre en el vaso de aire
caliente,
Y corre a los brazos del mar
sin poniente,
¡Me escupe la tripa, me
apunta con dientes!
Sí, vos, el que está parado
en la puerta de esa nube.
Vos, que sos tipo de algunas
costumbres,
Cantame la historia de aquel
hombre verde
Que rezaba noches de espejos
celestes,
Que hizo las calles de un Tontovideo,
Y anduvo por sitios de
alarmas y vientos,
Y estuvo escuchando tres mil
padres nuestros,
Y estuvo esquivando las
coplas de un muerto.
HAUGUSSTO BRAZZLLEIM
NIÑO CON CABEZA DE BISONTE
Sólo un
montón de
uñas
apiladas
sobre una
billetera
de cuero
marrón
definen la
decadencia
del lugar
con muecas
de
desgracia.
Toda
humedad
que
eyaculan las
paredes
abrillanta
el mármol
borrando
los dibujos
del niño
bisonte
un olor a
toallas
mojadas
queda
colgado del
gancho del
baño.
Donde ella
lloraba
Contemplando
los
agujeros de sus medias…
MARCELO
SOSA
EL OTRO
como una sombra
llevo a mis pies cosido el fantasma de
la ira
perfume del mal invade mi piel
como una brasa carmesí
besa mis ojos y apaga su luz
apocalíptico eclipse del alma
luego llega el otro
y yo su marioneta
apenas soporto sobre mi osamenta
el triste montaje de las putas furias
que saben caminar sin calzar mis
zapatos
también vendrán amigos
preocupados
honestos
pocos
brillando como el oro en el barro
el otro se retira
duerme silente en las uñas
la médula
en los más oscuros sueños
y espera
latente maldición
que pase la calma
No hay comentarios:
Publicar un comentario