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KEVIN SPACEY - “NO JUZGO A MIS PERSONAJES. SÓLO LOS INTERPRETO”


KEVIN SPACEY (Nueva Jersey, 1959) le irrita que lo encasillen, a él o a sus personajes. Frank Underwood, el protagonista de la serie House of cards, es un político despiadado, dispuesto a todo para destruir a sus rivales y llegar a lo más alto. En el final de la segunda temporada, la audiencia le dejó jurando su cargo como presidente de EE.UU. 

Es un ser escalofriante, pero 
SPACEY se niega a calificarlo de villano. "Es uno de los personajes más complejos que he interpretado nunca. No sé nada de él todavía, cada día que voy a trabajar descubro algo nuevo", afirma el actor en una entrevista concedida por conferencia telefónica a varios medios de todo el mundo en ocasión del estreno de la tercera temporada de House of cards

A Spacey le apasionan los personajes impredecibles y también a él le gusta serlo. En el 2003, recién ganado su segundo Oscar por Belleza Americana, sorprendió a Hollywood yéndose a Londres para dirigir el histórico teatro Old Vic, a cuyo frente sigue. "Muchos pensaron que estaba loco, pero fue una de las mejores decisiones de mi vida", dice.

Los 13 nuevos episodios podrán verse en formato maratón mañana a partir de las 11 h en Canal + Series en versión original subtitulada, sólo un día después de su emisión en Estados Unidos. Y a partir del miércoles 4 de marzo se emitirán semanalmente a las 22.30 h en versión doblada.


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¿Qué cree que busca Frank Underwood? Una vez que ha llegado a presidente de la nación más poderosa del mundo, ¿le queda algo más por conseguir?

Si miras la historia de cualquier político real verás que a menudo no lograron lo que se proponían, ya sea en términos de su legado, de conseguir cambios drásticos e importantes en las leyes o en la sociedad. Por ejemplo, Lyndon Johnson. Siempre fue visto como alguien muy ambicioso, implacable, que desde sus inicios como congresista nunca perdió de vista su objetivo. Cuando se convirtió en presidente, de un modo trágico, de repente se quedó sin objetivos por cumplir. Se dedicó entonces a perseguir objetivos que quizás nunca había pensado que podía lograr. Se dio cuenta de que la presidencia le daba la oportunidad de hacer cosas que no podía hacer desde ningún otro cargo. Aprobó tres leyes sobre derechos civiles en una presidencia muy corta, después de haber votado repetidamente en contra como congresista. Así que no creo que la ambición de nadie pueda ser reducida al deseo de alcanzar el poder sólo por el poder.

¿Encontrará por fin en esta temporada Underwood un enemigo que esté a su altura, a alguien que le ponga en apuros?

Es una crítica que alguna gente ha expresado: que el personaje de Frank es demasiado inteligente y ha sido demasiado fácil para él llegar donde está. Yo no lo veo así. Lo que será interesante en esta temporada es que Frank ya no está en la sombra y veremos cómo funciona bajo los focos.

Hasta ahora Frank y su esposa, Claire, han mantenido una relación indestructible. ¿Se romperá en esta temporada?

Casi todas las relaciones atraviesan cambios. Este par han pasado por momentos duros, pero en el núcleo de su relación hay un amor duradero, afecto y respeto. Están mejor juntos y lo saben. Una de las cosas apasionantes de trabajar en esta serie es que en cada temporada podemos experimentar nuevas cosas, pelar la cebolla un poco o añadir otra capa.

¿Qué atractivo tiene interpretar a un personaje tan maquiavélico y malvado?

Una de las cosas que siempre intento es no juzgar los personajes que interpreto, no clasificarlos, ni colgarles ninguna etiqueta. Si lo hiciera, me sería imposible interpretarlos. No pienso si estoy de acuerdo con sus acciones o sus ideas. No es mi trabajo. Mi papel es servir a la escritura, interpretar el personaje lo más abierta y honestamente que pueda.

¿Qué es lo que hace tan cautivador a Underwood, lo que engancha a la audiencia? ¿Nos fascina el mal, la ambición despiadada, o hay algo más?

No soy el más apropiado para responder, esto es para los críticos. Creo que la gente disfruta de la serie porque está bien escrita, es interesante, tiene personajes complejos y un cierto grado de humor. Y, por supuesto, Frank es un personaje con características muy únicas. No puedo decir más. Yo lo veo desde dentro y eso debe responderlo alguien de fuera.

¿Qué ha aprendido en la exploración del lado oscuro del ser humano?

No he aprendido sobre el lado oscuro, sino sobre el comportamiento humano. He aprendido que alguna gente hace cosas increíblemente generosas, otra hace cosas muy egoístas y terribles. No los juzgo, sólo los interpreto.

Su carrera siempre ha sido impredecible. ¿Qué podemos esperar de usted en el futuro?
Soy el mismo desde el instituto. Entonces ya hacía cosas que sorprendían, giraba a la izquierda cuando esperaban que fuera la derecha, me desafiaba. La última década ha sido emocionante, comenzando por la decisión de asumir la dirección del Old Vic. Vivimos un momento de enorme creatividad, con una tremenda cantidad de escritores, actores y directores extraordinarios. Surgen ideas, plataformas y empresas. Al mismo tiempo, el avance tecnológico permite que todas estas cosas lleguen a zonas donde no habían llegado antes. La próxima década será apasionante.

¿Cómo ha sido trabajar con David Fincher (productor ejecutivo de House of cards)?
Ha sido un placer increíble. Aunque David nos dejó para filmar Perdida, ha seguido muy implicado y marcó el tono de la serie, cómo se filma, se encuadra, etcétera. La marca Fincher lo empapa todo. Como actor, trabajar con él es... No importa cuán lejos creas que has llegado, cuán profundo creas que has excavado, él siempre halla la manera de demostrarte que sólo has arañado la superficie. Y te empuja a ir más, más profundo, más oscuro, en cada toma. Te hace repetir una toma tras otra hasta que te extrae a bofetadas la actuación limpia que quería. 

House of cards nace en una plataforma muy experimental como Netflix. ¿Le ha sorprendido lo rápido que ha calado la serie, su éxito e impacto?

No creo que sólo nosotros podamos ponernos la medalla. Cuatro o cinco años antes de House of cards, ya se veía un nuevo patrón en los hábitos de consumo televisivo. La gente descubría series muy interesantes que por un motivo u otro se había perdido cuando estaban en antena y se pasaba el fin de semana en casa devorando temporadas enteras de Dexter o de Breaking bad. El modelo Netflix
 sólo siguió ese camino. Aprendió la lección que la industria musical no ha aprendido: si das a la gente lo que quiere, cuando quiere y con un precio razonable, lo comprará y no lo robará.

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