lunes

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana)


QUINCUAGESIMONOVENA ENTREGA


CUARTA PARTE: EL CUERPO ENAJENADO: ENFERMEDAD, SALUD Y SEXUALIDAD

(15): EL ASPECTO DEMONÍACO DE LA SEXUALIDAD (2)

En la Edad Media el masoquismo desempeñaba un papel muy importante y los flagelantes proliferaban en las aldeas y las ciudades. La rutina cotidiana de los monjes incluía prácticas autohumillantes y autoflagelatorias. Según la psiquiatría moderna este fenómeno colectivo  constituye una expresión clara de una perversión neurótica de la sexualidad. Pero esta explicación no resulta completamente satisfactoria. En mi opinión el sadoquismo está ligado al proceso de individuación. ¿No es acaso nuestro propio sufrimiento -y obviamente el sufrimiento en general- una de las cosas más difíciles de aceptar? Hay tanto sufrimiento en el mundo y nuestro sufrimiento corporal y espiritual es tan intenso que hasta los santos experimentan dificultades para comprenderlo. Una de las tareas más arduas del proceso de individuación consiste en aceptar la tristeza, el dolor y la ira de Dios con la misma facilidad con la que aceptamos la alegría, el placer y la gracia de Dios. En el masoquismo estos dos opuestos -sufrimiento y alegría, dolor y placer- se hallan simbólicamente unidos. Es como si el masoquismo lograra afrontar y resolver -a nivel simbólico- los grandes opuestos de nuestra existencia.

El sadismo, por su parte, puede ser considerado como una expresión del aspecto destructivo de la sombra, del asesino que se esconde dentro de cada uno de nosotros. Se trata de un rasgo específicamente humano que parece disfrutar con la destrucción. Este no es el lugar para discutir si la destructividad es un fenómeno natural o si es la consecuencia de algún problema en el desarrollo (aunque yo me inclino por la primera de las dos hipótesis). En cualquiera de los casos, cada uno de nosotros debe resolver por sí mismo el problema de la destructividad.

Otro elemento constitutivo del sadismo hay que buscarlo en el deseo de poder. Es por ello que hay sujetos que experimentan placer sexual en el hecho de someter a su pareja, de jugar con ella como lo hace un gato con un ratón.

Otro aspecto del sadismo consiste en el hecho de degradar a la pareja al estatus de puro objeto. En las fantasías sádicas atar a la pareja y  observar “fríamente” sus reacciones juega un papel muy importante. De este modo la pareja se convierte en una pura cosa con la que juega el sádico.

Durante mucho tiempo los teólogos cristianos sólo aceptaban la sexualidad con fines reproductivos. Consideraban que el erotismo era algo demoníaco y misterioso, algo contra lo que debía lucharse. Pero no debemos despachar de un plumazo este punto ya que estos teólogos eran personas inteligentes y diferenciadas que buscaban sinceramente la verdad y la comprensión.

Hoy en día la sexualidad sigue portando consigo el estigma del demonio. Todos los intentos realizados para convertirla en algo inofensivo y “natural” han terminado fracasando. Para el hombre moderno la sexualidad sigue siendo diabólica y siniestra.

Ciertos movimientos feministas de liberación consideran a la sexualidad como un arma política utilizada por los hombres para someter a las mujeres, convirtiendo entonces a la sexualidad en algo diabólico y exigiendo un intercambio de roles con los hombres para transformarla en algo inofensivo.

Citemos, como otro ejemplo de demonización causante de numerosas neurosis, el efecto de la denominada escena primordial. Los discípulos de Freud y gran parte de la opinión oficial educada bajo su influencia sostienen que la contemplación accidental de la denominada escena primordial -el contacto sexual entre los padres- puede causar serias perturbaciones psicológicas en el niño.

Desde este punto de vista, la contemplación de la actividad sexual de los padres estimula los deseos incestuosos y los celos de sus hijos intensificando la situación  edípica. Afortunadamente, sin embargo, el tabú del incesto dificulta la manifestación abierta y desinhibida de su sexualidad. De este modo, los padres se protegen instintivamente de la estimulación de sus fantasías y tendencias incestuosas. La represión de un tabú probablemente cree más daño psicológico que su correspondiente reconocimiento. No olvidemos, sin embargo, que algunos de los grandes tabús -como el tabú del incesto, por ejemplo- constituyen una ayuda antes que una dificultad.

El hecho de que la sexualidad se halle excluida de la vida cotidiana de la mayor parte de nuestros hospitales constituye otro ejemplo contemporáneo de la forma siniestra en la que experimentamos la sexualidad. ¿Por qué se considera que la vida sexual puede dañar a los pacientes? ¿De dónde surge esta creencia? ¿Por qué razón no se les permite a los pacientes de una institución mental, por ejemplo, mantener relaciones con otros internos?

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