domingo

MARTÍN SALABERRY - FLORES QUE NO SE VENDEN



Martín Saslaberry (Uruguay, 1977) empezó a incursionar en la poesía en 2010 y obtuvo una mención especial en el Concurso Ecos Regionales (Trinidad, Flores).

En 2013 su poema Aires de abril fue seleccionado para integrar un poemario colectivo en Cabimas Corazón, Venezuela.

Ese mismo año apareció su primer poemario, Estrellas libres (Grupo Editor Conjunto / Bandes), cuyo poema 39 fue seleccionado para integrar un antología dedicada a Charly García. El concurso fue organizado por Hanan Harawi Producciond, que viajó a Buenos Aires para entregarle el libro al legendario cantautor argentino.

Su segundo poemario, Las flores tienen su tiempo acaba de ser publicado por el Grupo Editor Conjuno en elmontevideanolaboratoriodeartes.com, y próximamente aparecerá también en formato libro.
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En tu segundo poemario, Las flores tienen su tiempo, insistís en el cultivo del mismo minimalismo milimétrico que tensaba a los textos de Estrellas libres, pero ahora se detecta otra tonalidad de hondura y abstracción que parece liberar a las imágenes de cualquier exégesis conceptual posible. ¿Cómo se fue produciendo ese viraje tan marcado hacia el reino abismal del misterio?

Se fue transformando durante la evolución de mi búsqueda interior, con trabajo, trabajo y mucho más trabajo. Y aprendiendo en cada instante de los silencios de la noche, sin dejar nunca de lado lo que me enseñan mi maestro y mis afectos. Uno va descubriendo, además, que los colores viven en lo oscuro de la misma forma que una luna naranja nada en el cielo nocturno y que cada flor tiene su tiempo.

¿Podríamos afirmar que este ahondamiento obsesivo en cuidar el crecimiento de las plantitas con hojas de poesías que emergen en tu inconsciente (para hablarlo en Felisberto Hernández) ha incidido en la completud de tu personalidad?

Sí, claro. Mi personalidad me hace vivir sumergido en los laberintos de la obsesión por encontrar la máxima belleza que puede desprenderse de cada verso. Porque la vida con amor es bella, y un poema tiene la obligación de regalar esa belleza.

¿Qué pensás del concepto de cultura que suele manejar -o más bien papagayear- el uruguayo medio?

Yo creo que acá una gran parte de la sociedad le llama cultura a la masturbación mental que deriva del consumo mediático de la chatarra, donde lo que más interesa es la exhibición comercial de desnudos. También hay grupos de amigos que se juntan a leerse poemas llenos de vulgaridad a los que le llaman literatura. Esa es otra forma del exhibicionismo supuestamente cultural.

¿Te sentís gratificado por ese boxeo interminable que vivís practicando contra las palabras con el único objetivo de regalar poesía enamorada de la vida?

¡Por supuesto que sí! Lo único que me importa es poder seguir regalándole poemas a la vida sin pedir nada a cambio. Y siempre tengo en la cabeza aquella frase de Tanguito que aparece en la escena final de la película: Todo no se compra, todo no se vende

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