domingo

HÉCTOR MOURE - ESPERANZA Y CAUTELA


HÉCTOR MOURE se inició como actor integrando la generación 2010 de la Escuela de Cineastas del Uruguay, y ese mismo año se integró al grupo autogestionario L’trapie, participando en la puesta de Sobreviviente de Mario Erramuspe, que se realizó en El Tinglado.

En los últimos cinco años, Moure ha desarrollado una intensa actividad también en el cine, rodando varios cortometrajes y el largometraje El techo y el deber (2014), dirigido por Adriana Clouzet Oscar Perna.

Actualmente integra el elenco de la Escuela Popular de Cine, que dirige Álvaro Moure Clouzet y auspicia elMontevideano Laboratorio de Artes, y el 31 de enero de este año participó en la primera fase del rodaje de La galante calavera (A propósito del entierro de Julio Herrera y Reissig).
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¿Podrías hacer un balance de tu evolución actoral en estos últimos cinco años, desde que comenzaste a trabajar en la Escuela de Cineastas del Uruguay en 2010?

Diría que fueron años de mucho estudio y también de mucho trabajo, tratando de ser lo más permeable posible a los nuevos conocimientos recibidos para que fructificaran en la práctica, intentando formarme como un actor integral, es decir capacitado para cine, tv y teatro.

Si he evolucionado o no, es la gente que ve mis trabajos la que lo debe decir. Yo lo que siento es que estos cinco años me han aportado mayor confianza para desempeñarme como actor, reconocer el respeto que hay que tener por el oficio y enfrentar a la cámara o al público con una entrega máxima.

Comprobé, por otra parte, de que si bien me interesan todos los géneros actorales, las mayores satisfacciones las he encontrado en la comedia.

¿Cómo viviste la construcción y concreción de tu reciente rol protagónico en el largometraje El techo y el deber, que contó con la dirección de Adriana Clouzet y el guión de Oscar Perna?

Lo primero que sentí fue un gran agradecimiento hacia Adriana y Oscar por haberme elegido para realizar este trabajo. Después, como siempre sucede, sufrí un poco de chucho por la responsabilidad que estaban depositando en mí, pero inmediatamente transformé todo esto en alegría y energía para comenzar a trabajar.

La construcción del particular héroe quiroguiano implicó el estudio de mucha bibliografía y a la vez muchas charlas con Oscar y Adriana, que aportaron su enfoque para impulsarme a crear un personaje que conservara la misma caracterología específica desde el primer hasta el último día de filmación.

Un largometraje es muy variable y se necesita mucho empuje para superar el agotamiento que van generando los ensayos y las filmaciones, pero gracias a la confianza que había adquirido en poder darle vida al personaje y a la compenetración con la que trabajó el equipo de productores, directores, actores y técnicos, el rodaje terminó por ser un disfrute total. 

Actualmente formás parte del colectivo estable de la Escuela Popular de Cine que trabaja a todo ritmo en Lagomar, dirigida por Álvaro Moure Clouzet y auspiciada por elMontevideano Laboratorio de Artes. ¿Cómo es la prospectiva de producción en una época donde ya contamos -por fin- con una Ley de Medios?

La Ley de Medios nos genera mucha esperanza para que de una vez por todas se les dé una oportunidad a la cantidad de técnicos, creativos y artistas de calidad que hay en este país, a acceder a esos medios que todavía permanecen cerrados y solamente disponibles para un pequeño círculo de elegidos, y elegidos no justamente por su capacidad. Ojalá esta apertura permita que los artistas nacionales puedan encontrar más fuentes de trabajo para dedicarse por entero a su vocación.

Y mientras esta Ley comienza su proceso de implementación, en la Escuela Popular de Cine continuamos trabajando para crear contenidos URUGUAYOS y con identidad URUGUAYA, que serán cada vez más necesarios en un panorama que necesita renovarse lo más pronto posible.

El 31 de enero participaste en la primera fase del rodaje de La galante calavera (A propósito del entierro de Julio Herrera y Reissig. ¿Cómo estás viviendo este revival del que puede considerarse el acto más revolucionariamente escandaloso que se vivió nunca -y ya hace más de un siglo- en la culturita tontovideana?

En primer lugar, dejo constancia de que esta producción me está brindando muchísima información sobre cosas que yo lamentablemente tampoco conocía, por lo que esta vez se trata de un desafío que me brinda el arte para seguir creciendo como persona.

Quisiera recalcar, además -y sin desmerecer la importancia que tuvo este acto vivido hace 105 años y mucho menos al valor de la poesía de Julio Herrera y Reissig- que la temática abordada continúa plenamente vigente.

¿O alguien puede decir que en estos 105 últimos años este menosprecio hipócrita a la audacia del arte nacional de calado profundo ha evolucionado? NADIE. En ese sentido, esta película concebida como un homenaje recordatorio al poeta de la Torre de Los Panoramas significa un también reclamo de reivindicación dirigido hacia nuestro todavía tan injusto presente histórico.

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