domingo

CLARICE LISPECTOR ENTREVISTA A TOM JOBIM (1)


“LA MUERTE NO EXISTE, CLARICE”

(entrevista publicada en tres partes en el Jornal do Brasil / 3, 10 y 17 de julio de 1971)


3  de julio de 1971 


 Tom Jobim fue mi padrino en el Primer Festival de Escritores, no recuerdo en que año, en el lanzamiento de mi novela La manzana en la oscuridad (A maçã no escuro). Y en nuestro stand él hacía bromas: sostenía el libro en la mano y preguntaba:

-¿Quién lo compra? Quién quiere comprar?

No sé, pero el tema es que vendí todos los ejemplares.

Un día, hace algún tiempo, Tom vino a visitarme: hacía años que no nos veíamos. Era el mismo Tom: bonito, simpático, con el aire de pureza que él tiene, con los cabellos medios caídos en la frente. Un whisky Y una conversación que se fue volviendo más seria.

Reproduciré literalmente nuestros diálogos (tomé notas, él no se incomodó).

Tom, ¿cómo encaras el problema de la madurez?

Hay un verso de Drummond que dice: “La madurez, este horrible regalo…” No sé, Clarice, me siento más capaz, pero también más exigente.

No haces mal, exiges bien.

Con la madurez, tengo conciencia de una serie de cosas que antes no tenía, incluso los instintos, los más espontáneos pasan por ese filtro. La policía del espacio está presente, esa policía que es la verdadera policía de las personas. He notado que la música está cambiando con los medios de divulgación, con la pereza de ir al Teatro Municipal.  Quiero hacerte esa pregunta en relación con la lectura de libros, pues hoy en día se está escuchando televisión y radio a pilas, medios inadecuados. Toda la música erudita y más seria que escribí está en un cajón. Que no haya malos entendidos: a la música popular la considero súper seria. ¿Será que hoy en día las personas están leyendo como yo leía cuando era un muchacho, teniendo el hábito de ir a la cama con un libro antes de dormir? Porque siento una especie de falta de tiempo de la humanidad - lo que va a llegar es la lectura dinámica. ¿Qué es lo que tú crees?

Sufro si eso llega a pasar, que alguien lea mis libros con el método dinámico de pasar rápidamente las páginas. Los escribí con amor, atención, dolor e investigación y  quería de vuelta como mínimo una atención completa. Una atención y un interés como el tuyo, Tom. Y entretanto lo cómico es que yo no tengo más paciencia para leer ficción.

¡Pero eso es una negación de ti misma, Clarice!

No, mis libros, felizmente para mí, no están repletos de hechos, y sí de la repercusión de los hechos en el individuo. Hay quien dice que la música y la literatura van a acabarse. ¿Sabes quién dijo eso? Henry Miller.  No sé si él quería decir ahora o de aquí a 300 o 500 años. Pero yo pienso que nunca acabarán.

Risa feliz de Tom:

¡Pues yo también pienso  lo mismo que tú!

Creo que el sonido de la música es imprescindible para el ser humano y que el uso de la palabra hablada y escrita es como la música, dos de las cosas más altas que nos elevan del reino de los monos, del reino animal.

¡Y mineral también, y vegetal también! (Él se ríe)  Pienso que soy un músico que cree en palabras. Leí ayer tus textos “O búfalo” y “A imitação da rosa”.

Sí, pero a veces es la muerte.

La muerte no existe, Clarice. Tuve una experiencia que me reveló eso. Así como tampoco existe el yo ni el pequeño yo ni el grande yo. Aparte de esa experiencia que no voy a  contar, temo a la muerte las 24 horas del día. La muerte del yo, te lo juro, Clarice, porque yo la vi.

¿Tú crees en la reencarnación?

No sé. Dicen los hindúes que solamente puede entender la reencarnación quien tiene conciencia de las varias vidas que vivió. Evidentemente, este no es mi punto de vista: si la reencarnación existe, sólo puede ser por un despojamiento.

De ahí entonces el epígrafe de uno de mis libros: es una frase de Bernard Berenson, crítico de arte: “Una vida completa tal vez sea aquella que termina  en una identificación tan grande con el no-yo que no queda un yo para morir.”

Eso es muy bonito -dijo Tom:  es el despojamiento. Pero caí en una trampa porque sin el yo, yo me negué como persona. Y si nosotros negamos cualquier pasaje de un yo para el otro, y esto es lo que significa  la reencarnación, entonces la estamos negando.

No estoy entendiendo nada de lo que estamos hablando pero tiene sentido. ¡Cómo podemos hablar de lo que no entendemos! Vamos a ver si en la próxima reencarnación nosotros dos nos encontraremos.

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