jueves

ALBERTO METHOL FERRÉ - LOS ESTADOS CONTINENTALES Y EL MERCOSUR


CUADRAGESIMOPRIMERA ENTREGA


CAPÍTULO 6

Mercosur, significado y posibilidades (4)


b) El MERCOSUR en el nuevo escenario mundial


Aquí nos referimos a la posible inserción del Mercosur en el escenario mundial. Es la parte final y más breve, por tratarse más bien de futuribles. Con el futuro hay que ser siempre sobrios y escuetos, por más que sin aventurarnos en él, sin proyecto, nada es realizable. Pero, cuanto mayor la escala, mayor la sobriedad.

En su magnífica obra La Diplomacia, de 1994, como ya lo recordamos, Henry Kissinger preveía un Concierto posible de grandes potencias organizadoras de la globalización, o sea del “nuevo orden mundial” todavía pendiente y sólo en ciernes para el siglo xxi. En esas potencias, como ya vimos, considera al más poderoso Estado Continental actual, los Estados Unidos, junto con otros cuatro Estados Continentales modernos (Unión Europea, China, Rusia, India) y el más eficaz Estado Nación Industrial, el Japón. Esta perspectiva de Kissinger reafirmaría la visión de Ratzel de la era de los Estados Continentales. En realidad, sospecho que el mismo Kissinger, de origen austríaco y de formación centroeuropea, conozca bien a Ratzel, pero tampoco lo menciona. Parece fatal, dada la maldición, justa e injusta, que pesa sobre la geopolítica alemana. Pero no nos ocuparemos de esto.

Ese Concierto de potencias para el siglo xxi coincide parcialmente con el Grupo de los Siete actual, que tiene un cierto aire anacrónico, dada la presencia mayoritaria de viejos Estados-Nación Industriales (Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Japón). Al que se agrega un nuevo Estado-Nación Industrial: Canadá. Este, aunque tenga una extensión continental, tiene un poder de Estado-Nación Industrial, no más. No pasa ese umbral. En cuanto a los estados europeos del G-7, si no alcanzan con la Unión Europea —es decir, la confederación continental— una política exterior coherente, no serán verdaderamente un Estado Continental, a pesar de su extraordinaria potencia económica. Fuera del G-7 están China, Rusia e India, que por distintas razones alcanzarán (o volverán a ser, en el caso ruso), en una década o poco más, el umbral de Estados Continentales modernos.

Esta situación nos muestra que todavía no están dadas las condiciones de un Concierto mínimo de potencias mundiales en el sentido de Kissinger. Existe una multipolaridad civilizatoria que no ha accedido a configurar sus respectivos Estados Nucleares. Aquí vale siempre el criterio —antes evocado— de List sobre el requisito de un orden internacional: “El fin último de la política racional es la unión de las naciones bajo la ley, fin que únicamente puede alcanzarse mediante la mayor igualdad posible en cultura, bienestar, industria y poderío de las naciones más importantes del mundo”.[14] Se entiende, de igualdades relativas de los mayores poderes regionales civilizatorios.

Zbigniew Brzezinski [15] considera con razón a Estados Unidos la primera potencia global, en lo que consideramos el umbral de la tercera era de la globalización. Pero hace enfrentar a Estados Unidos con un gran dilema, que Kissinger resume así: Estados Unidos no puede retirarse del mundo ni tampoco dominarlo. Es el mayor poder mundial, imbricado de tal forma que ya no puede retroceder a ningún aislacionismo. Pero no tiene tanto poder mundial como para imponer o gestar por sí solo el nuevo orden mundial. Tiene hegemonía, pero no capacidad de gestar un Estado Nuclear Mundial, lejos de ello. ¿Y entonces? Para Kissinger Estados Unidos no tiene otra salida que preparar, ayudar a surgir, un Concierto mundial de potencias, pues este no está dado.

¿Cuándo se ha visto a una superpotencia preparar sus límites, promoviendo y no reprimiendo el surgimiento de un concierto de potencias? Pero si no lo hace, su hegemonía, al no poder por sí solo inventar el nuevo orden mundial, puede sí generar un largo interregno sin orden internacional, con desordenes crecientes. Tal el dilema que abre el siglo xxi.

El Mercosur es uno de los más humildes aspirantes, por su lógica íntima, a integrar el concierto del siglo xxi de un mundo plural. Ya explicamos por qué era el mayor acontecimiento latinoamericano de la oleada integracionista de los noventa. Esto se da conjuntamente con varios acontecimientos nuevos y convergentes.

En la visita del Presidente Clinton a Brasil y Argentina en octubre de 1997, haciendo un reconocimiento expreso al Mercosur, Kissinger, que entonces estaba en Río de Janeiro comentó: “Es una nueva experiencia para Estados Unidos negociar en el hemisferio con un bloque de países al que no pertenece, pues cuando alguien está acostumbrado a ser dominante debe realizar ajustes si otro país o países comienzan a tener un rol importante”. Y aconsejó: “Tienen que cuidar de no parecer que nos están excluyendo de una parte del mundo”. [16]

Y esto es cierto. Si la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría culminó con el desalojo de Europa Occidental de América Latina por parte de Estados Unidos, la década del noventa asiste también al regreso de Europa Occidental bajo dos formas: las Conferencias Iberoamericanas (con España y Portugal) y la propuesta de la Unión Europea de una zona de libre comercio entre su bloque y el bloque del Mercosur, que se realizará en 1999 en Río de Janeiro. Por otra parte, a partir de las mediaciones en los finales de la guerra fría en Centroamérica, en 1990 también se configuró el Grupo de Río con catorce países latinoamericanos, retomándose en forma más amplia, los intentos de los congresos hispanoamericanos del siglo xix, y de modo regular. Nunca había funcionado así América Latina en su conjunto. Todo esto muestra al Mercosur dentro de una constelación de acontecimientos nuevos en América Latina.

De tal modo, el Mercosur se asoma necesariamente al escenario mundial. Se vuelve así indispensable pensarnos congruentemente no solo en relación con América Latina sino también con el mundo. El esfuerzo más solvente en este sentido lo ha realizado el brasileño Helio Jaguaribe con su hondura característica. [17] Se plantea dos escenarios mundiales posibles: o la única potencia global, Estados Unidos, camina hacia un Imperio Mundial, o se genera lo que llama un “Directorio” mundial plural. Asunto de nombres, preferimos el de “Concierto”. Y piensa que el Mercosur debe contribuir al surgimiento del concierto plural.

Estamos concordes con Kissinger y Jaguaribe que la mejor y difícil alternativa es el Concierto. Al menos a corto plazo. Pero, a nuestro criterio, no con la antinomia del Imperio, sino con la del interregno, tiempos revueltos mundiales, por falta de capacidad de ningún Estado Continental nuclear de generar por sí solo el nuevo orden mundial. Ni siquiera los Estados Unidos. Y esto lo muestra la profunda crisis en la que ha entrado el proceso de globalización, a solo seis años de la disolución de la urss. En 1997, la crisis asiática. En 1998, la crisis de Japón y Rusia. En 1999, su apertura con la crisis del Brasil y por ende del Mercosur. ¿El nuevo orden es la desregulación financiera y la crisis permanente de la periferia de Estados Unidos?

Pero esta crisis no va a vulnerar al Mercosur. En él América Latina ha encontrado su “núcleo básico de aglutinación” y ya ha probado el fruto prohibido de una política real latinoamericana. No hay más regreso posible a la retórica y al “bulto”. Sólo queremos terminar reafirmando la perspectiva que enunciábamos en 1995: “El Mercosur es el gran desencadenante de la nueva Integración, que preside nuestra entrada en el siglo xxi. Eso no quiere decir que sea una entrada necesariamente serena, pues puede serlo muy turbulenta. Sería lo más normal. El Mercosur inaugura propiamente la nueva historia latinoamericana”.

Notas

[15] Zbigniew Brzezinski, The Grand Chessboard (1997). Nosotros disponemos de la traducción italiana: La grande Scacchiera. Il mondo e la politica nell'era della supremazia americana, Milán, Longanesi, 1998. Brzezinski solo atiende a la relación de Estados Unidos con los Estados euro-asiáticos de la Isla Mundial. El resto le es insignificante.
[16] En Sucesos de la Integración, 240, Montevideo, 1997.
[17] Helio Jaguaribe, “El Mercosur y las alternativas de ordenamiento mundial”. Capítulos del SELA, 53, enero-junio de 1998.
[18] Cuadernos de Marcha, 110, 1995, p. 24.

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