María José Pedraja Colman
A PROPÓSITO DE JULIO
Nombre
que también llevaba un ser inmortal en
mí, mi padre.
Este
relato, surge y es necesario por la dura y fascinante tarea de sacar adelante un
monologo que sintetice, visualice y vivifique la realidad de lo que fue ese gran ser del 900.
En
los comienzos de mis ensayos/creación Julio no se había impregnado aun en mi
ser, en mi totalidad.
Apenas
si había acariciado mi piel en un intento de estremecimiento al solo nombrarlo,
pero sin saber siquiera porqué motivo me causaba eso.
Todo
vendría después.
En
mi búsqueda de algo, y motivada por la
insistencia pasionaria , viseral y emotiva del director que fue haciéndome
subir peldaños de su mano, sin soltarme, descubro y dejo asomar tímidamente, con miedo, pánico,
pero sin vacilar ante la ansiedad que me producía lo apasionantemente
desconocido, lo que será el Julio Herrera y Reissig que revivirá en el
2015, y en esta Sociedad.
En
esa búsqueda y descubrimiento comienza entonces a gestarse en mis entrañas un ser inmortal,
superior, un monstruo, casi inhumano,
que aún hoy sobrevive en el entorno al mencionarlo tan solo, tanta magia, tanto
secreto diabólico se diría, una mixtura calaberisticamente de un
ser, un alma contradictoriamente
rebelde e intelectualmente satírico, y en esa mezcla, y para ser aun mas
contradictorio con todo eso, una
burguesía que lo rodea a tal punto, de
que él mismo sobrevive y se asoma, desde la oscuridad del entorno, asoma su
mano, y luego su brazo y todo su ser al
fin, con una luz de luna opaca, pero
triunfante al final del camino.
Y
me pregunto entonces, con todo esto que es
tan solo el comienzo de lo que seguiré
relatando mas adelante, a quien se le ocurre pensar, que un ser como yo puedo percibir de entrada sin preámbulos y a
la ligera, en lo mas profundo de mi ser sencillo y rutinario a
tal grandeza monstruosa y superior, es obvio que para revivir a este ser era
necesario revivirse a uno mismo, destruirse y revivirse a uno mismo, era
necesario escavar en el interior para encontrar algo que se asemeje por lo
menos a lo que se representara.
Julio, entonces comenzaría a entrar en mí a través de esa sensación de caricia en la piel que apenas
estremece, porque todo lo demás se produjo a medida que todo eso iba impregnando no solo en mi memoria sino también en mi ser, en mis huesos, en mis sentidos y
en mis raíces.
Para ello por supuesto, llevó algún tiempo.
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