domingo

PABLO SILVA OLAZÁBAL - IRONÍAS URUGUAYAS: ESTAR PRESO EN LIBERTAD


por Leonardo Borges
(reportaje recuperado de Caras y Caretas / 7 – 11 -2014)

El Penal de Libertad fue inaugurado en 1972, después de varios años de construcción albergando desde el principio presos políticos en un Uruguay en medio de un proceso autoritario de cara a la dictadura. Había sido en 1934 que se votó su construcción, pero fue recién en 1937 se comenzó a construir. Su nombre lo debe a la cercanía a la ciudad homónima, pero en sus entrañas esconde la ironía. Una cárcel de LIBERTAD. Uruguay es un país de ironías, en donde el Estadio Charrúa se encuentra en el Parque Rivera (Fructuoso Rivera alma mater de la matanza de Salsipuedes), José Artigas descansa en la Plaza Independencia (quien siempre soñó con la unión), o más simple el Cerro Chato, entre otras ironías. Más allá de otras ironías uruguayas, ésta en particular reviste una mayor seriedad en tanto fue sitio de torturas y representa una época oscura de nuestro país.
A propósito de este tema, un grupo de intelectuales está juntando firmas para cambiarle el nombre a la cárcel, en tanto “en Uruguay todavía no lavan la palabra libertad”, según expresó el comunicador Pablo Silva Olazábal, citando al poeta Eduardo Milán y su último trabajo. Silva es quien lidera esta carta abierta juntando firmas entre los escritores, para llegar a instalar el debate en la opinión pública.
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¿Por qué surgió la idea de cambiar el nombre al Penal de Libertad?
Surgió a partir de una lectura, la del reciente libro Chajá para Todos, del poeta uruguayo que reside en México, Eduardo Milán. En una de sus prosas poéticas dice que “en Uruguay todavía no lavan la palabra Libertad” en alusión a la mayor cárcel del país. Me pareció un planteo original, es lo que tiene la poesía, y el Arte en general: te hace ver cosas que antes no viste porque estás, estamos automatizados y no vemos mucha de la fealdad que nos rodea. Lo conversé con varios escritores, a ellos les pareció lo mismo. Esta semana empezamos a recabar firmas y en 48 hs firmaron más de 50 escritores. Me parece que plantea que el espacio de la cultura -y de la escritura- es el campo simbólico, el de los sueños, la poesía, la imaginación, aquello que nos enriquece la vida. Creemos que los escritores, en tanto trabajadores de la palabra, cuentan con cierta idoneidad para opinar y sugerir cambios como este, de nombre, en algo que podría ser político- estético. Aclaro que todos pueden opinar y solicitar, no hay “coronita” alguna. Pero si 50 o 100 arquitectos plantean que, por poner un ejemplo, el monumento a la Bandera es de inspiración antidemocrática y además feo, bueno, los gobernantes podrían oírlos. No sé si es un buen ejemplo ese, pero bueno. El caso es que planteamos que se le cambie el nombre al Penal de Libertad (nombre absurdo para una cárcel, nombre que infama la palabra).
¿Pero eso no está en consonancia con ciertas ironías uruguayas, como tener el Estadio Charrúa en el parque Rivera? Deberíamos revisar otras…
Sí, eso plantearon algunos que no quisieron firmar, que les parecía poético, irónico (de la ironía uruguaya) o un absurdo que remitía a otro más grande, el de la tiranía militar, y que por eso habría que preservarlo. Pienso que no deberíamos caer en cierto automatismo uruguayo ante cambios que no se esperan. El primero sería precisamente este: y si cambian un nombre, que puede ser, cuántos otros cambiaríamos. ¿Hasta cuándo cambiar? En fin, es la idea, un poco administrativa, de que si cambio algo entonces debo empezar a cambiar y nunca se sabe hasta dónde. Una de las cosas que repetía ante cada uno de los reparos de escritores que dudaban era “este es una solicitud específica y precisa”, y se fundamenta en parte en la fealdad de la situación. Una situación denunciada o puesta en evidencia en una poesía. Solo eso. Nada menos que eso.
¿Quiénes ha firmado el documento hasta ahora?
Hay que aclarar que en 48 hs no fue posible pedirle la firma a todos los escritores, ni siquiera a la mayoría. Te paso la lista:

Mercedes Rosende / Hebert Abimorad / Roberto Appratto / Laura Alonso / Mario Delgado Aparaín / Eduardo Milán / Pablo Silva Olazábal / Fernando Aínsa / Miguel Angel Olivera / Clemente Padín / Elena Vázquez Guerrero / Eduardo Nogareda
Marcos Ibarra / Mariana Casares / Ricardo Pallares / Gustavo Lespada / Jorge Chagas
Sylvia Lago / Henry Trujillo / Matías Mateus / Jorge Arbeleche / Lauro Marauda / Carlos Anández / Mariella Huelmo Guerra / Laura Martínez Coronel / Javier Dos Santos / Gabriela Onetto / Paola Gericke “Maga” / Juan de Marsilio / Alejandra Correa
Silvia Carrero Parris / Carlos Borelli / Juan Antonio Correa / Andrés Stagnaro
Luis Pereira / Tatiana Oroño / Alberto Tarigo / Nancy Banchero / Héctor Vasconcelos
Teresita Costa / “Cholo” Gómez / Sergio López Suárez / Julio Brum / Mariela Lindner Yaquinta / Rodolfo Porley / Manuel Maestro / Omar Mazzeo / Hugo Giovanetti Viola
Ricardo Capurro / Patricia Mariño / Renzo Rossello / Miguel Motta / Enrique Estrázulas
Pedro Peña

¿Pero si cambiamos el nombre, no debilitamos la cadena de la memoria?
Creo que esta idea, muy repetida, obedece a algo que es frecuente en estos tiempos, la concepción de la Historia como una “historia de anticuario”. Así la llama Gerardo Caetano -creo que el término es Nietzche- en el prólogo al libro Uruguay: Agenda 2020. Dice que no tocamos lo superficial, conservamos los objetos, nombres, etc y eso nos tranquiliza de que ya cumplimos con nuestra conciencia histórica. Pero esta conciencia se profundiza en la educación, en el debate social, no depende de una fetichización de los hechos.
¿Cuáles son los próximos pasos?
Ya está hecho lo principal. Sería interesante que se debatiera la idea y más interesante que el próximo gobierno cambiara el nombre del Penal: una acción poética tendría un efecto político. Nada menos, es algo que no sucede a menudo en ninguna parte del mundo. La carta ya fue enviada a los dos candidatos. Ese fue otro motivo para que algunos no firmaran, pero la idea es que sea en esta etapa, cuando son candidatos y escuchan con mayor atención lo que tiene que decirles la sociedad.
Pero más allá del irónico nombre, la cárcel es en sí misma un símbolo de una época oscura, ¿la cosa va más allá del nombre?
Sí, claro y seguirá siendo símbolo y seguirá siendo el Penal de Libertad en los libros de Historia que se refieran a ella (del mismo modo que el Penal de Punta Carretas no desapareció en la Historia con la creación del shopping). También hay que pensar que en estos 30 años la cárcel sigue funcionando como cárcel de presos comunes: la práctica social, tarde o temprano, yo creo que ya ocurrió, resemantiza los edificios, lugares, etc. Para miles -o decenas de miles- de uruguayos el Penal de Libertad es igual que el Comcar. Pero insisto en una cosa: la idea del cambio es respetar a la palabra Libertad. Es hermoso que exista una ciudad con ese nombre, es aberrante que exista una cárcel llamada así.

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