sábado

NIÑO CON LA ÑATA APOYADA EN EL SEXO DE LA DIOS (REINVENCIÓN DE UN ROMANCE JUVENIL DE JUAN CARLOS ONETTI)

HUGO GIOVANETTI VIOLA

FOLLETÍN SABATINO


EPISODIO 2: TORRENTE


Barbarie

Ángel Rama llegó del cine a medianoche y fue directamente hasta la mesa donde Paco Espínola estaba leyendo con una voz más empapada por el dolor que por la caña:

-Cuando lo sepultamos no querían abrir el cajón, para que no lo besara. ¡Avisen, canejo! ¿Porque estuviera así? ¿A m’hijo no lo voy a besar? Alcé la tapa… ¡Pobrecito!, estaba… estaba… ¡ah! Lo besé como nunca. Yo creo que si lo besé alguna vez fue cuando muy gurí… ¡Pucha, es que somos una manga’e bárbaros! Reservaos, secos con la mujer, con los hijos. Nos da como una vergüenza cuando sentimos que vamos a ser blandos… ¿no halla? A lo mejor se creen que no los queremos. Siempre con sequedá, sin mostrarles los dientes nunca… El pobre quién sabe qué se creería. ¡Pucha, qué bárbaros!

Esa noche el máximo juglar del café Metro tenía como único oyente al poeta Pedro Piccatto, que se hinchó de odio mientras el recién llegado estropeaba la lectura con el largo chirrido de una silla.

-Siga, maestro. Por favor -se animó a agarrarle el codo el futuro pope transnacional al hombre con corbata palomita que ya acababa de cerrar inapelablemente Raza ciega.

-Parece mentira lo que uno aprende al releerse -cabeceó Espínola, encajando otro cigarrillo en una de sus boquillas irisadas. -Yo recién me doy cuenta que con este cuentito hice un modesto aporte a la satinación del ser nacional.

-Lástima que el ala que le falta a nuestra barbarie ilustrada esté demorando tanto en crecer -vació su caña el hombrecito de facciones angélicas y una doble joroba tan monstruosa que parecía inventada para una película.

-Acabo de ver Casablanca y decidí inscribirme en los cursos de arte dramático -anunció el adolescente ya semicalvo, buscándose en el gran espejo empañado como si todavía no pudiese aceptar del todo su androginia condenada para siempre a la irradiación de una rimbombancia inocua.

-¿Vio, don Paco? -clavó un dedo Piccatto en el ejemplar de Raza ciega. -El pitirufo no nos da pelota. Tenía razón el Aguador cuando decía que a estos plumíferos de watercló ni siquiera les importa que haya cámaras de gas para cocinar judíos. -Mi madre apenas terminó la escuela pero siempre me dice: A vos te va a salvar la amargura, por lo menos.

Y cuando Rama alzó un perfil ofendidísimo para empezar a defenderse Espínola lo hizo callar con más piedad que rabia:

-Si querés aprender algo de verdad empezá por escuchar con respeto a los que sufren, charabón desplumado.



Guerras



La comitiva de los Torres fue traída en dos coches desde la Facultad de Humanidades, y Guido Castillo se quedó acompañando a Manolita y a Ifigenia mientras preparaban el café para llevar al taller donde se reunían hasta la madrugada a polemizar sobre la Segunda Guerra Mundial y el aquelarre criollo que provocó la aparición del Primer Manifiesto Constructivista en la península endémicamente traidora rebautizada como la toldería de Tontovideo por Julio Herrera y Reissig a principios de siglo.

-Hoy en la Facultad sentí como si fuéramos una patrulla de apóstoles acorralados en una catacumba y les puedo asegurar que cuando salga el Removedor mis insultos tronarán igual que bazookas -gruñó el futuro docente-faro que a los veinte años ya era capaz de citar a Dante en italiano y a Virgilio en latín.

-Es que hay que reconocer que Onetti tenía cierta razón aquella noche del 34 cuando nos aconsejó no vaciar los baúles y enfilar hacia tierras más hospitalarias -se puso a contemplar la hinchazón del filtro la muchacha ya poseída por un quemante rictus de solterona.

-¿Usted sabe quién era el periodista anónimo que le hizo este reportaje a mi marido en el primer número de Marcha, Castillo? -sacó una revista de la biblioteca pintada con colores puros la mujer de apacible invencibilidad. -Fue en el año 39, cuando la Asociación de Arte Constructivo se hundía entre los aplausos de los Yagos que echaron a correr el rumor de que Torres no sabía dibujar del natural y por eso inventaba laberintos geométricos.

-Es que yo a Marcha recién empecé a leerla el año pasado.

-Pues el periodista era Onetti -le rebrilló un enamoramiento divertido a Ifigenia. -La noche que se quedó sin comer jamón porque yo resulté la elegida para salir a comprárselo. ¿Quién iba a sospecharle esa caballerosidad?

-Y cuando le preguntó a mi marido si no pensaba que en otro sitio de más alto nivel cultural hubiese sido acogido con mayor comprensión Torres contesta esto -acercó un parpadeo titilante Manolita al fanzine de confección muy rústica: -Posiblemente. Pero eso no debe interesar. Es en América donde es necesario que el Arte Constructivo se comprenda y se realice. Por eso he venido. Y no crea que no tuve avisos, profecías de gente bien intencionada que quería ahorrarme el viaje y el fracaso que consideraban inevitable. Pero yo sentía necesario mi regreso. Y así vine, como un acto que la fe realiza, candorosamente si se quiere, sin pensarlo demasiado.

-Ahora habría que preguntarle al caballero del jamón si piensa que este nuevo Taller donde se hará pintura figurativa abstracta también es un delirio -se abrió paso con la bandeja muy humeante Ifigenia para meterse en la noche plateada y llena de ladridos.



Torrente



-Nosotros vamos a ser la generación aggiornadora del ser nacional que Periquito el Aguador llamaba a cerras filas desde Marcha -se envalentonó Rama. -Y desde ya les adelanto que considero a Juan Carlos Onetti como uno de los precursores de nuestra cruzada. Por supuesto que junto con usted y Felisberto Hernández, don Paco.

-La boca se te haga un charco -se las arregló Espínola para que una gran expiración de humo hediondo hiciera toser al adolescente seductoramente arremetedor sin llegar a afrentarlo.
Piccatto se rio fuerte.

-Acabo de devorar El contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, un ensayo del antrólopogo Fernando Ortiz que introduce el concepto de transculturación a propósito de la síntesis identitaria que la América moderna recién empieza a construir comme il faut -se le desmandó la ampulosidad al futuro Yo el Supremo de las páginas literarias de Marcha.

-¿Y pa qué hablás en gringo, charabón? Eso es mágica, nomás -pidió otra caña el hombre mandibular de genio, desbarrancándose hacia una borrachera que por lo menos ya empezaba a divertirlo un poco. -Así que a mí no me metás en ningún menjunje impresionista a lo Maupassant ni en manifiestos de la surrealidá. Yo satino como Andreiev y ya estoy cumplidísimo.

-Y lo bien que hace -alzó su vaso el jorobado, relamiéndose una gota que parecía haberle emergido desde la calavera.

-Mire: yo estoy seguro de que El pozo algún día va a ser considerado como el primer ejemplo continental de una prosa deculturadora y transculturadora al mismo tiempo, aunque ahora casi nadie lo comprenda -siguió escuchándose nada más que a sí mismo el muchacho que había entrado al café tarareando noveleramente As times goes by. -Y conste que estoy de acuerdo con quienes lo consideran un desahogo ingenuo y equivocado, pero es increíble que no se den cuenta que está lleno de vida y de arte.

-¿Pero cómo podés decir que algo que está lleno de vida y de arte es un desahogo ingenuo y equivocado -hizo retumbar la mesa con un cachetazo Espínola. -Mirá: ¿sabés lo que sos vos? Un pavorreal que no va a volar nunca: te faltan nada más que las lentejuelas pa ser un mascarita completo. Y además te aseguro que Juan Carlos nunca nos va volver a regalar un torrente de ternura tan grandioso como el que fluye de esa concha que parece el ojo de Dios temblando frente al fuego.

Y ahora Piccatto tuvo que sacar un pañuelo para aplastarse el brillo que lo transfiguraba.


Infidencia



-Así que a usted también lo ha entusiasmado El pozo -le ofreció un cigarrillo Manolita a Guido Castillo,

-Claro. Y Tierra de nadie me parece que debe ser la única digestión de la gran narrativa anglosajona moderna hecha en toda Hispanoamérica.

-Pues a Payró y a mí nos produjo un estragamiento peor que el de un cocido hecho con barro -se sacó una hebra de tabaco la mujer tintineante. -Y Torres no pudo sobrepasar las diez primeras páginas.

-Pero tengo entendido que El pozo le gustó.

-Bueno, recuerdo que en París Torres también elogió a Lautréamont después de haberse aterrado con un solo Chant. ¿Y usted leyó a Céline?

-Estoy luchando por descifrar el Voyage au bout de la nuit.

-Ah- Eso sí que es horrendo -tiritó Manolita envolviéndose con un chal antes de apagar la luz. -Y pensar que ese doctor Destouches lo tiene tan deslumbrado a Onetti como si fuera el Dante.

-¿Y su marido qué piensa de Céline?

-Por ahora no piensa nada -carcajeó ella, más piadosa que divertida. -Porque cuando le traen esa clase de libros yo le explico de qué van y él los guarda sin abrirlos y luego los devuelve comentando que le causaron una gran impresión.

-Bueno -comento el muchacho que empezaba a aprender a justificar el dogmatismo blindado de su ídolo. -Eso le compensará de tener que zamparse lo más tranquilamente las monstruosidades de Picasso.

-Es que Picasso destroza el arquetipo aunque condimentándolo con mucha paciencia se lo puede tragar.Es lo mismo que pasa con el decadentismo de Wagner. Y ahora que no está mi hija le voy a deslizar una infidencia sobre Onetti. Y mire que yo lo estimo bien, pobre hombre. Pero a nosotros con confió el manuscrito de Tiempo de abrazar, una novela que contiene una escena de amor que está a la altura de Romeo y Julieta y otra que supera en morbosidad al mismísimo Sade. Torres no la ha leído, por supuesto.

Y cuando ya cruzaban el viento nacarado de la calle se frenó para agregar:

-¿Usted se imagina a un hombre que contempla a una muchachita candorosa y piensa que ella es una cínica porque actúa como si no tuviera un sexo para parir como cualquiera de nosotras?

-Es que él no se conforma con menos de la inmaculación -jadeó Castillo contemplando el hundimiendo lunar en la bahía donde desembocaba el Pantanoso.

1 comentario:

Nelson Guerra dijo...

A veces tardo en reaccionar, deben ser los años, pero tengo que agradecer que me hayas reservado una silla en este café de la amargura ilustrada, ideal, y a la vez imposible. (Mi rebelde en situación de retiro sigue considerando lo imposible como la única aspiración digna. No está debidamente domesticado, y sigue pensando consignas para un mayo francés)
Te doy las gracias, y quiero que sepas que aunque guardo silencio las más de las veces, sigo por acá.
Nelson

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