También
existimos las personas como vos o yo, que nos negamos todavía a ser apenas un
minuto más de cualquier vida que se consume sin brillar, aunque seamos
honestos. Toda vida brilla.
Nada
puede esperar ya más que tu propia insurrección y como nos fabricaron una selva
donde vivir, pensamos que cuando hablamos de tú, es yo, pero no nosotros y
entonces corremos aletargados, furiosos y como ciegos detrás de un invento, de
una ficción, de algo que en definitiva no sólo no dice nada, sino que no
existe. Fue un holograma de un oasis bíblico que fabricamos solitos nosotros.
¿Solitos?
Si, pero
no.
Detrás de
esa furibunda arremetida hacia un destino incierto, insatisfecho, individual,
en la puerta de al lado, en el otro escritorio, o en aquel otro casillero, está
el otro. Tú. Yo, y como bestias sin olfato nos estrellamos una y otra vez,
contra la drogodependencia consumista de nuestra propia destrucción.
Acompañados pero solos.
Zoombies
con la necesidad de morder al otro, para que sufra como yo. Como vos.
¿Es esa
acaso la actitud de la vida diaria que vemos reflejados en los informativos, en
el ómnibus, en las calles?
¿O será
la de este poeta, que siente saber que todo está muerto o con suerte acaso, en
proceso de transformación?
Vivir en
la desdicha no es felicidad y por eso nos venden los artilugios que nos dicen y
creemos por necesidad que nos conducirá hasta una cierta zona de confort,
vegetativa, siniestra y sola. Conectada con otra realidad esquizoidemente tergiversada
para que aún en ese paraíso de cómodas cuotas, sigamos siendo tan desdichados o
peor aún. Nada.
No, así
no. Así nosotros decimos que no, y salimos a luchar, a quemar televisores en la
avenida y a embanderarnos contra la “cabeza de turco” que dice que nos conduce,
aunque muriendo en el intento con suerte nos damos cuenta que esto tampoco
existe. Existiendo.
Es
curioso entonces, cómo la anormalidad de no ser nada se traduce en algo, que
tenemos ganas de decir, de hacer, de transmitir al otro, a los otros. Un gemido
descarriante, una necesidad para alguien que nos escuche, vea o lea. Una
comunicación diferente porque nace desde uno y no desde aquellos que dicen que
cuentan por uno.
Sencillo,
claro. Pero no.
Entonces,
no sólo somos seres de consumo, entregamos mucho más de que nuestro tiempo de
vida, para pagar ese confort, seguridad y si hilamos a fondo, hasta nos promete
una eterna y heroica libertad.
Y otra
vez. Nada.
Creo que
la opción es clara, si nos despertamos de estos narcóticos y ensayamos la
solidaridad, y si aprendemos a pedir y dar ayuda al otro que tiene la misma
necesidad de vivir que vos, o que yo.
Si
pudiéramos atar con un moño toda esta hipócrita realidad que nos conduce
inevitablemente a la guerra y sustituirla por el abrazo fraterno. Si pudiéramos
romper de una vez por todas con los arquetipos de Judas, estoy seguro, que no
sé si seríamos felices, pero que sin duda íbamos a estar mejor, no cabe ninguna
duda.
MOURE CLOUZET
(si tiene problemas para visualizar el video, recorte y pegue en el navegador el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=Gy-BStjarcg )
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