INTRODUCCIÓN
SEGUNDA ENTREGA
Dentro de las muchas dificultades para conservar un Estado, Maquiavelo hace una clasificación de los principados: los gobernados por un príncipe y siervos y los gobernados por un príncipe y nobles, diciendo que los primeros son más difíciles de corromper puesto que ningún siervo reconocerá a nadie de mayor grado que el príncipe y aunque se corrompiera es muy difícil que un siervo arrastre al resto de población, por lo que es poco útil, pudiendo encontrar siempre a algún noble descontento con el príncipe al que poder apegarse. Se hace una breve alusión alas repúblicas al explicar como éstas o vives en ellas o son destruidas, o te destruyen, pues acostumbradas a vivir libres siempre encontrarán modo alguno en su defensa de apelar a la libertad. Hablando de los principados adquiridos con armas, si son propias es con virtud, la cuál hace que llegue al principado experimentando grandes dificultades y peligros, pero una vez en el poder permanecen ya poderosos y, seguros honrados y dichosos; mientras que si son ajenas es con fortuna, la cuál convierte en príncipe con gran facilidad pero lo mantiene con dificultad pues quien no pone los cimientos primero los podrá poner después si es capaz de actuar con mucha virtud, aunque se haga con molestias para el arquitecto y con peligro para el edificio. A parte de la virtud, la fortuna y las armas, hace alusión a aquellos que llegaron al principado por medio de crímenes siendo imposible atribuir a estos la fortuna o la virtud porque no fue conseguido por ellas; puede ser debido a las acciones criminales y contra toda ley humana y divina o por el favor de los conciudadanos -principado civil-. Dentro del principado civil pueden distinguirse dos tipos: los que consiguen el poder con el favor del pueblo o con el favor de los grandes; los grandes quieren oprimir al pueblo y el príncipe conseguirá el poder con más dificultad porque éstos se creen más fuertes que él a pesar de que como enemigos sean mejores por ser menos número, pero contra el príncipe le abandonan y, además, van contra él; el pueblo no quiere ser por los grandes (por lo que es más honesto) y el príncipe lo tiene más fácil porque ninguno estará dispuesto a no obedecer, como enemigo es peor porque son muchos aunque éstos sólo lo abandonan; lo que siempre será imprescindible es llevarse el favor del pueblo.
El segundo bloque va desde los capítulos XII hasta el XIV, en ellos trata sobre el aparato militar abordando los riesgos inherentes a las tropas mercenarias y las obligaciones del príncipe. Según el autor, el cimiento de todo Estado son las buenas leyes y las buenas armar. En relación a las armas se encuentran las tropas, mercenarias -inútiles cuyo único incentivo es el sueldo y los jefes sólo aspiran a su poder-, auxiliares -buenas en sí pero no para quien las llama porque obedecen a otro peores que las mercenarias- y mixtas -mercenarias y propias, mejores que las auxiliares pero peores que las propias. El príncipe debe ejercer de capitán y jefe se las tropas, así un príncipe prudente prefiere perder con sus armas a vencer con las de otro, no es victoria la que se consigue con armas de otro, pero el verdadero prudente es el detecta los males cuando nacen. Para un príncipe los más importante es la organización y dirección de la guerra porque si la descuida perderá el Estado y entre estar armado y desarmado no hay proporción, por ello en tiempos de paz es donde más empleo hay que darle para prepararse ante cualquier acontecimiento.
Un tercer bloque va desde el capítulo XV hasta el XXIII, haciendo una reflexión entorno las cualidades que deben guiar las acciones de un príncipe, los recursos psicológicos que debe mantener para conservar el poder y sentar las bases de la dominación frente a sus súbditos. Un príncipe debe evitar ser tachado de aquellos vicios que puedan arrebatarle el Estado o incurrir en ellos sin muchos miramientos. El ser liberal para un príncipe es perjudicial pues no debe privarse de ningún componente suntuoso sacando dinero de todo recurso pues sino será tachado de tacaño, aunque esto es mejor porque a la larga se le amará más por mantener las rentas de sus súbditos dada su parsimonia, sólo es beneficioso acercarse a la liberalidad si se está en vías de adquirir un Estado. Se pregunta también si es mejor ser amada que temido o viceversa diciendo que ambos son necesarios de tal modo que si le es imposible ser amado no llegue a ser odiado, a no ser que se tengan ejércitos es su poder. Debe, a su vez, mantener su palabra más que ser astuto siendo importante ser gran simulador y disimulador pues los hombres simulan lo que no son y disimulan lo que son en realidad. Cinco cualidades básicas: clemente, leal, humano, íntegro y devoto y serlo. Siempre se ha de tener al pueblo contento ya sea odiado o no por los extranjeros, a si como tenerlo contento, además de saber elegir buenos ministros aunque esto depende de la prudencia del príncipe puesto que sin ella es imposible deshacerse de los aduladores que invaden las cortes. Acciones que un príncipe debe llevar a cabo: no desarmar a sus súbditos, no dividir los Estados conquistados, alimentar alguna oposición, ganarse a los que en un principio le eran sospechosos, construir fortalezas o destruirlas porque en esto solo serán censurados a quienes, fiándose de ello, da poca importancia a que el pueblo les odie. Un príncipe no ha de ser neutral, sino un verdadero amigo o enemigo, debe tener una buenísima administración de asuntos interiores…
EL cuarto y último bloque, serían los capítulos XXIV a XXVI, la traducción de la crisis italiana de todos los aspectos descritos a lo largo de esta obra y como último la exhortación a gobernar por parte de la casa de los Medicis Italia, foco de ejemplos en esta obra, pues se encuentra sin gobernar y en la mejor forma para ello.
Esta obra tuvo y tiene un gran interés político, y no se debe tratar como crueldad la concepción amoral que sostiene del hombre pues, esto, resume la capacidad de aprovechar situaciones que debe tener un príncipe para quedarse en el poder.
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