lunes

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana)


VIGESIMOSÉPTIMA ENTREGA


6. EL DESCUBRIMIENTO DE LA SOMBRA EN LA VIDA COTIDIANA (2)


William A. Miller


Examinar nuestros “lapsus”


Un tercer método para explorar nuestra sombra personal consiste en examinar los “lapsus linguae”, los lapsus conductuales y las percepciones equivocadas. Los lapsus linguae son aquellas equivocaciones involuntarias que nos ponen en un aprieto. La sombra, que es en parte todo aquello que queremos ser -pero que no nos atrevemos a ser-, constituye el escenario más apropiado para la manifestación de este tipo ce fenómenos. Justificaciones tales como “esto es lo último que hubiera querido decir” o “no puedo creer que yo haya dicho esto” demuestran que si bien la conciencia es la que propone la sombra es la que suele terminar disponiendo.

Ann, por ejemplo, ha aprendido a tolerar todo lo que hacen los demás. Por consiguiente, cuando su amiga Chris decidió, a los dieciséis años, matricularse en una escuela de modelos, Ann la felicitó aunque internamente pensaba que era una ridiculez. Así, cuando felicitó a Chris por su decisión, su sombra tomo la palabra y dijo: “Estoy segura de que será una tontería (muddle) extraordinaria”. Obviamente, lo que Ann quería decir era “modelo” (model) pero -inconsciente de su desaprobación de la decisión de Chris- dijo “tontería”, que es lo que realmente pensaba sobre la situación.

Los lapsus de conducta son, si cabe, más reveladores todavía. En ocasiones parece que no exista explicación alguna para la conducta “aberrante” de una persona. En tales casos alguien podría perfectamente decir: “No sé qué le ha ocurrido. ¡Jamás le había visto actuar así!” Los lapsus conductuales suelen ser conductas que parecen completamente ajenas a la persona que las comete y que dejan atónitos a todo el mundo -incluida, claro está, a la persona en cuestión.

Existe también otro tipo de lapsus en los que nos presentamos de manera diferente a cómo pretendemos. Un conferenciante, por ejemplo, que intenta ofrecer un aspecto simpático ante su audiencia puede descubrir, sorprendido, que los demás le han visto como “alguien muy sarcástico”; una mujer recatada y tímida puede sentirse incómoda en una fiesta ante la conducta de los hombres y ser, al mismo tiempo, totalmente inconsciente de su propio coqueteo y un hombre que ha sido invitado a dar una breve charla de homenaje a un colega en una comida puede quedarse pasmado cuando su esposa le censura lo “amablemente despectivo” que han sido sus comentarios.

Tales situaciones -tan conocidas, por otra parte, por todos nosotros- nos ofrecen la oportunidad de bucear en nuestro interior y salir beneficiados de ese viaje. En nuestra mano está el hacerlo o no hacerlo. Podemos reírnos de esos lapsus, mantenernos a la defensiva, racionalizarlos o esconderlos bajo la alfombra pero sólo afrontarlos nos permitirá descubrir la oscuridad que se oculta en nuestra sombra, profundizar en nuestro propio autoconocimiento y poner fin a esos embarazosos, inoportunos y, en ocasiones, hasta destructivos “deslices”.

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