domingo

RIMER CARDILLO - LAS CULTURAS PRIMITIVAS COMO REFERENTES BÁSICOS (2)


por Pincho Casanova

(reportaje recuperado de el monitor plástico / agosto de 2007)


Estos parecen pájaros disecados.

Tiene eso, sí. El hombre para estudiar la naturaleza la tiene que agredir. Estos son pájaros que los encuentro en el bosque, porque se mueren y a partir de allí empiezan a elaborar la obra. U otras experiencias con pájaros: yo he fotografiado dentro de la naturaleza y fijo muchas ideas. Es algo importante en el artista, fijar ideas.

Dibujo mucho, sigo dibujando la naturaleza porque me gusta. A veces los dibujos esos no aparecen en las obras, pero están como trasfondo de la obra.

Quiere decir que estamos ante la punta del iceberg, hay un proceso que está oculto en el taller o en tu cabeza.

Exacto. Estas obras a veces surgen porque hay un trabajo de elaboración en el dibujo o en la fotografía. Luego, después, en la obra está el trabajo técnico de la propia serigrafía que te hace llegar a resultados que no habías previsto.

Cada obra -de estas- tiene como veinte capas de color. Y a veces perdés a la obra y la seguís trabajando. Si la ves, dirías: la tiramos. Pero la sigo trabajando, imprimiendo, coloco un color claro, le agrego un color blanco y la empiezo a recuperar hasta que llega un momento que la dejo: es así como la quiero.

¿Eso es un proceso continuo o tiene interrupciones, dejás que decante?

A veces sí, en general las sesiones de trabajo de una obra son continuas. Pero hay necesidad de que pasen días, para re-encontrarte con la obra. Aun el propio artista necesita ese distanciamiento para poder juzgar: sigo por este lado, sigo por este otro.

Así es que mi vida se mueve entre la enseñanza y mi trabajo en el taller y la enseñanza es una prolongación de mi actividad artística. Todo lo que te expreso en cuanto a lo que ves en mi obra, lo vuelco con mis estudiantes y al mismo tiempo los estudiantes que están en continuo cambio y creación, también ellos influyen en mi obra. Acordate que yo hago proyectos grandes, que son instalaciones, tengo necesidad de trabajar en equipo; ahí tengo estudiantes que trabajan conmigo, que participan de todos esos proyectos.

¿Qué sentimiento tenés allá con respecto a Uruguay?

Yo retorno siempre a Uruguay. Hay una necesidad de venir, por un apego con el medio y no solamente el familiar o los amigos, también es el lugar, es el paisaje.

Estás vinculado a un paisaje. Estás vinculado al río, al mar. Y el mar y el río es otro río es otro río que el mar y el río que ves en el Norte, de la misma manera que la sierra y el paisaje nuestro del interior. Y eso está metido en todas mis obras, de manera que la vinculación con el Uruguay está en mí.

¿A qué edad te fuiste?

Me fui a los 36, 37 años. En un momento en que teníamos la dictadura en Uruguay. Yo tenía una gran actividad en mi taller, tenía 25, 30 estudiantes. Nos reuníamos dos veces por semana casi todo el día…

¿Cuál es tu referencia artística formativa?

En general fue del exterior, siempre me sentí muy tocado por todo lo que sucedió en Europa en la Edad Media. Me interesaron mucho las llamadas “culturas primitivas”, por ejemplo el Arte Africano, el Arte de Oceanía que conocí en mi primera beca a Alemania, el arte de las islas del Pacífico. Y viajes que he hecho por el interior de América Latina: Perú, Bolivia. La producción indígena de esos países han sido mis mayores influencias. También me han tocado los clásicos nuestros: Torres García, Cúneo, Figari, Barradas. Todo eso está detrás de ti también por lo que has estado viendo desde que empezaste a frecuentar los museos o las salas de exposiciones. Y luego artistas internacionales como Joseph Beuys, su alumno Anselm Kieffer y movimientos generales como la producción artística contemporánea japonesa a la cual admiro o la alemana…

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