martes

ROBIN WILLIAMS (1953 – 2014)


“LA NATURALEZA SE VA A VENGAR AGARRÁNDONOS DE LAS PELOTAS”

Gustará más o menos, pero tenerle delante causa ternura: desde hace décadas, le hemos visto en algunos de los grandes éxitos de Hollywood. En persona es encantador: una máquina de dar titulares, poner voces, imitar acentos y hablar de su vida privada.

Ha cumplido 60 años, pero se le ve en buena forma.

¡Gracias! Pero depende del día en el que me pilles: dentro de cinco horas y no sé cuántas entrevistas, me desmayaría mientras estamos hablando, pero ahora mismo me siento animado. Así es el jetlag: una de las drogas más duras. Sin saber por qué, estás muy espabilado, eres una máquina imparable, y de pronto, te derrumbas.

¿Cuántas entrevistas ha llegado a hacer por una sola película?

No diré el título, porque alguien podría denunciar a la productora por fomentar la esclavitud, pero recuerdo haber llegado a hacer 80 en un solo día. Fue más duro que doblar una cuchara con la mente... Pero, a veces, es divertido: conoces gente, te hacen preguntas originales o te comentan cosas sobre tu papel que jamás se te habrían ocurrido.

Aquí les pone voz a dos pingüinos: ¿cómo es doblar a un dibujo animado?

Para un actor, la libertad absoluta. Sacas cosas de ti que desconocías: aquí, por ejemplo, pude explorar mi lado más seductor, amoroso e inseguro, y otro costado de tipo duro.

¿Con cuál se identificó más?

Soy una mezcla de ambos: una especie de bestia negra sexual, un superdotado tierno. Pero no quiero añadir más.

Más de 35 años actuando, ¿qué le sigue motivando?

Buscar retos, encontrar cosas que no haya hecho antes... Con el paso de los años, cada vez me tomo más tiempo para elegir: antes era más impulsivo al escoger un papel, pero ahora prefiero reflexionar. Creo que eso me ha hecho más libre: ya no tengo la sensación ansiosa de esperar personajes, sino que los busco. Y, a mi edad, me gustaría desarrollar mi faceta más oscura, diabólica, terrorífica.

¿Qué hace cuando no trabaja?

¡Montar en bicicleta! Es lo que más me gusta: rodar por una carretera, escalar una montaña... Sentir que estás tú, el viento y la velocidad: es cuando puedo sentirme más libre. Ir en bicicleta es lo que más me gusta, es cuando me siento más libre.

También le gustan las bodas: acaba de casarse otra vez.

Es verdad... Un amigo mío dice que casarse tres veces es como quemarse tres veces encendiendo una cerilla: algo que solo puede pasarle a un idiota. Pero créeme: tengo mucha suerte, porque es la mejor... Susan es alucinante: ¡Dios mío, gracias! Encontrar el amor es lo mejor de la vida.

¿Qué hace su esposa mientras usted da 80 entrevistas al día?

Ir a una tienda Apple. No, no va a una frutería o a un supermercado a comprar manzanas, sino a por cacharritos electrónicos... Dios te bendiga, Steve Jobs: ¿qué haría mi mujer sin tus maravillosas ideas?

Y usted, ¿qué hará después de promocionar Happy Feet 2?

Estrenar The Big Wedding, que protagonizo con Robert de Niro. Ha sido más duro que hacer Happy Feet 2: participar en una película de animación es lo mejor del mundo, algo así como unas vacaciones pagadas. Durante dos o tres semanas, unos amigos nos reunimos en Australia para ponerle voz a un montón de dibujos maravillosos. Es el sueño de un actor: ¡actuar sin maquillaje ni tener que afeitarte!

Hablaba de The Big Wedding: 20 años después de Despertares, vuelve a coincidir con De Niro... ¿Puedo decirte algo? Bob es mi mejor amigo en el mundo. Es muy bueno, es muy dulce... le adoro. En el rodaje de Despertares ocurrió algo que no sabe casi nadie: sin querer, le rompí la nariz en una escena. Bob se cayó al suelo y empezó a sangrar como un cerdo pero, como es un tipo muy duro, se levantó, se colocó la nariz él solo y quiso seguir rodando. Yo pensé: "Gracias, Dios mío, porque este hombre podría transformarse otra vez en Toro salvaje y hacerme una cara nueva". Pero no: es alguien muy especial y nos entendemos bien. Yo puedo estar trece horas haciendo chistes tontos, pero él es capaz de desconectar y permanecer a mi lado sin prestarme ninguna atención.

Tanto Happy Feet 2 como sus últimos trabajos de monologuista tocan el cambio climático.

Vivo en San Francisco y lo sufro en primera persona: el nivel del agua ha subido tanto que, dentro de poco, será como vivir en Venecia, y en lugar de ir a la compra en todoterreno la gente irá conduciendo una góndola... No es algo teórico, ni un titular en los periódicos: el calentamiento global es real, no es solo una buena excusa para hacer chistes. Viajas y lo ves: el mundo ha cambiado, y la madre naturaleza, como gesto de venganza, va a terminar agarrándonos a todos por los huevos.

Como actor de éxito, ¿se siente obligado a hablar de ello?

Como actor de éxito, no: como ser humano. Es responsabilidad de todos: hacer lo posible, sea mucho o poco, por revertir esta situación. Por suerte, en San Francisco se nota el problema, pero también hay cierta sensibilidad hacia el tema.

¿Es optimista o pesimista?

Las dos cosas. Mi madre era una enferma del optimismo, y mi padre, un pesimista radical. Así que... depende del momento. Hay días en los que pienso que todo se está yendo al carajo, y otros en los que estoy convencido de que, entre todos, lograremos salir adelante. ¿Sabes cuándo sale más a la luz esa división? Cuando veo los tsunamis, los terremotos, las grandes catástrofes que machacan a miles de personas inocentes. Primero, me quiero tirar por la ventana pero, después, veo los esfuerzos de mucha gente por reconstruir casas o ayudar a recomponer un poco la situación y me siento orgulloso del ser humano. Es algo bipolar, conflictivo y extremo... Pero así soy.

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