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CÉSAR VALLEJO - AUTÓGRAFOS OLVIDADOS


CUADRAGESIMOTERCERA ENTREGA


STEPHEN M. HART / ALGUNOS APUNTES SOBRE LOS AUTÓGRAFOS DE POEMAS HUMANOS ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ (2)

Poemas humanos (20)


‘Viniere el malo, con un trono al hombro…’ (19 de noviembre, 1937) (29-30)

Este poema tiene cierta semejanza con los cuatro poemas mencionados en la introducción cuya estructura está basada en una lista de palabras escritas al margen del poema. (109) En efecto, ‘Viniere el malo, con un trono al hombro…’ parece ser un ejercicio verbal basado en el futuro del subjuntivo, de muy poco uso hoy en día (se conserva nada más en expresiones tales como ‘sea como fuere’). (110) La exploración de los varios usos del futuro del subjuntivo existe desde el primer borrador del poema. El primer verso, por ejemplo, antes de llegar a su forma definitiva de ‘Viniere el malo, con un trono al hombro’ (V3, v. 1; Silva-Santisteban III, 271) decía: ‘Viene el malo, en su cabeza un precio’ (V1, rev., v. 1). Este verso alude a un mundo al revés en que ocurre el contrario de lo que ordinariamente se espera. En este caso es Satanás, el malo, quien llega el mundo llevando en la cabeza el ‘precio’ que, según las Escrituras, Cristo ‘pagó’ por los pecados de la humanidad, o sea, que el poema vallejiano describe un mundo en que el Diablo podría desempeñar el rol que tradicionalmente se asocia con el Cristo. En el segundo verso Vallejo sigue con el mismo razonamiento poético. El primer estado del autógrafo aludía a cómo viniere ‘el bueno y Satanás a acompañar al malo’ (V1, v. 2), que luego se transformó en: ‘y el bueno, a acompañar al malo al andar’ (V2, v. 2; Silva-Santisteban, III, 270). La referencia a Satanás quedó suprimida por ser excesivamente trillada la alusión, quizás. Otra enmienda en la primera estrofa del poema indica cierta modestia de la parte de Vallejo. Antes de ser ‘por remo el tallo, por timón el cedro’ (V2, v. 6), por ejemplo, el verso decía: ‘por remo el tallo, por aplausos el sexo’ (V1, rev., v. 8); posteriormente sacó la referencia al sexo, posiblemente por recato. Sin embargo la mayoría de los cambios efectuados en el texto nacen del concepto de crear la imagen de un mundo al revés, un universo en donde el Diablo pudiera desempeñar el papel de Cristo y donde la causa pudiera ser el efecto, a saber, un mundo que no obedeciera a las leyes empíricas de la causalidad, donde ‘volviere la carne a sus tres títulos’ (V2, v. 8) y ‘se arquearen los gansos a ser aves…’ (V2, v. 12). Tal es el caso de ‘faltare uno al once para doce’ (V1, v. 17) que se corrigió a ‘faltare dos al once para trece’ (V1, rev., v. 17), probablemente para realzar el mal augurio asociado en la imaginación popular con el número trece. Un verso bastante sorprendente en su forma original es el v. 26 en que había un reto claro dirigido al lector: ‘Sucediere ello así, señores beatos’ (V1, v. 26); después de la revisión se transformó en ‘Sucediere ello así, y así pongámoslo’ (V1 rev., v. 26). Estos ‘señores beatos’ son quizás el equivalente para el poeta peruano de lo que fue el ‘hypocrite lecteur’ para el gran poeta francés, Charles Baudelaire. (111), escritor favorito, por lo demás, de Vallejo.

La segunda mitad del poema está caracterizada por una lista de preguntas amargas e irónicas (en el sentido de que no tienen respuesta). El autógrafo cae en una especie de abismo lingüístico en el cual desorden del mundo externo parece filtrarse en la estructura del poema mismo. La última pregunta con que se concluye la serie de preguntas, por ejemplo, raya en la agramaticalidad: ‘con cuánto qué cuánto herir…’ (V1, v. 32). El verso entero fue tachado, probablemente por su falta de elegancia retórica. El v. 35 del estado original del manuscrito aludía en términos muy claros al dolor que le agobiaba al sujeto lírico: ‘que he sido triste’ (V1, v. 35). Otra vez, quizás por su proyección excesivamente transparente, la referencia fue suprimida. También es de interés el que los dos últimos versos se tacharan. Difíciles de descifrar, una lectura provisional sería: ‘este día es la espera y no me rindo / otro día será más largo (…)’ (V1, vv. 37-38). Si el vocablo de verdad es ‘espera’ -que como repito- es una interpretación provisional, ¿a cuál espera se refiere? ¿La espera de la muerte? ¿La espera de noticias de la guerra civil española que, como sabemos, preocupaba bastante a Vallejo en aquellos meses? (113) Y, finalmente, si se trata se algo tan cotidiano como una ‘espera’ desesperada, ¿por qué tenía Vallejo que vestir sus emociones con tanto dramatismo? Responder adecuadamente a esta pregunta es difícil pero es importante aceptar que esa era la estrategia de Vallejo cuando componía sus poemas. Velar la fuente empírica del poema para luego crear algo más abstracto, más duro, más eterno. El sentido profundo de su obra ‘se ve y se palpa sólo después de siglos, y no al día siguiente, como acontece en la acción superficial del seudo-artista’ (114) La consulta del autógrafo también revela otra cosa: que Vallejo tuvo cierta dificultad en encontrar una conclusión satisfactoria para el poema. La manera, sin embargo, en que solucionó el problema fue genial puesto que primero tachó los dos últimos versos, sustituyéndolos por una frase ‘No exajero’ (sic) (V2, v. 32; Silva-Santisteban, III, 272). Luego esta frase también se suprimió, así que el poema termina ahora con el verso ‘y de tanto pensar, no tengo boca’ (V3, v. 30; Silva-Santisteban, III, 273). La conclusión del poema de esta manera subraya el motivo más importante del poema: la imposibilidad de expresar el dolor del mundo. Es un dolor que enmudece al yo lírico, y por eso se calla.


Notas

(109) Los poemas son ‘¡Oh botella sin vino! ¡Oh vino que enviudó de esta botella!...’, ‘Al fin, un monte…’, ‘Quiere y no quiere su color mi pecho…’ de Poemas humanos, ‘Terrestre y oceánica’ de España, aparte de mí este cáliz; véase 99-105, y 147-48.
(110) Véase Raph Penny, A History of the Spanish Lasnguage  (Cambridge: CUP, 1991), 144, y 178-79.
(111) Según reza el ultimo verso del famosísimo poema, ‘Au lecteur’, de Baudelaire: ‘Hypocrite lecteur, -mon semblable’, -mon frère; Les fleurs du Mal, edición de Raymond Decesse (Paris: Bordas, 1966), 33
(112) A Vallejo le encantaba recitar las poesías de Baudelaire en París, y visitaba frecuentemente la tumba de Baudelaire en el cementerio de Montparnasse. Esto queda claro en los apuntes de Vallejo; una larga y detallada descripción de la tumba de Baudelaire se inicia así: ‘El monumento a Baudelaire es una de las piedras sepulcrales más hermosas de París, una auténtica piedra de catedral’ (Contra el secreto profesional, 9). En su ensayo, ‘Aniversario de Baudelaire’, Vallejo habla con gran admiración del poeta francés, señalando que ‘el autor de Las flores del mal no fue el diabolismo, en el sentido católico de este vocablo, sin una elevada suma de dos grandes sumandos inseparables: la rebelión y la inocencia’; Artículos y Crónicas (1918-1939), 413 14 (413).
(113) Según Georgette, Vallejo iba frecuentemente a la estación Montparnasse para saber las noticias más recientes de la guerra civil española: ‘Consulta a cualquier hora del día o de la noche los cables, que llegan de España, y son publicados en la Estación de Ferrocarriles Montparnasse’; ¡Allá ellos!. 93.
(114) Las palabras son de Vallejo: ‘Los artistas ante la política’, Artículos y Crónicas (1918-1939), 363-65 (364).

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