DECIMOSEXTA ENTREGA
16
Isabelino Pena se despertó fetalizado en la bodega-sheol y gruño flemosamente:
-Eloi me abandonó.
-Sara te dejó una jarra para las abluciones -informa Esteban, entusiasmado por la medición de mi resaca cósmica.
-¿Es muy tarde? -se tanteó el saq y el vendaje el viejo, que recién pareció darse cuenta que había dormido sin la túnica.
-Todavía no debe ser la sexta.
Me tomo media jarra de agua y me empapo la cabeza acordándome de la talita de Judas y de la bilis con gusto a querosén:
-¿Tuvieron que traerme?
-No. Y antes de rezar el Padrenuestro con los brazos levantados y dormirte me contaste lo de la patrulla romana y la hospedería. Nos van a matar a todos.
-A todos menos a Jesús. Y lo peor es que van a tratar es que van a tratar de volver a matarlo durante miles de años. Pero eso es imposible.
-No entiendo.
-No hay problema.
-Pero por lo menos explicame mejor a quién viste arrodillado delante de la cruz.
-A una llorona que se pasa todo el día e la Calavera.
-Dijiste que eran tu madre y Barrabás disfrazados de cuervos.
-Bueno, el vino es muy poético.
ALMÁ 8: Terminaste el mosaico durante la fiesta de la Dedicación y Rufo te ayudó a envolverlo con dos mantos porque diluviaba y encontraron a Jesús en el Pórtico de Salomón peleando a alarido limpio con la chusa ilustrada y supiste que lo podías ayudar y cuando quisieron lapidarlo y él contestó Si yo no hago las obras que hace mi Padre no me crean pero si las hago aunque no me crean a mí crean en las obras que hago para que sepan de una vez por todas que el Padre está en mí y que yo estoy en el Padre te abriste paso con la figura del Hijo del Hombre desenvuelta y levantada como un escudo y la gente se calló: habías trazado las líneas de las facciones geometrizadas frontalmente y el pelo y los hombros con pedacitos de ébano y rellenado la carne con un terebinto rosa que les consiguió el hermano de Rufo y el plano del rulerío con cedro rojo-miel pero lo que asombró al mismo Jesús fue la pinotea dorada del Hermón que elegiste para el aura y que el manto de sicomoro amarillo agrisado se triangulara sobre un pecho desnudo y de golpe sentiste que respiró como un cordero ya casi terminado de cebar para el Templo y que los fariseos soltaban las piedras y la lluvia rebotaba compacta contra la ciudad sucia: y esa tarde no hubo fogatas en el Getsemaní y después que los discípulos se acomodaron en carpas preparadas por las misioneras Jesús vino a la cabaña-taller y ahora olía a perro triste y cenaron pan y vino con Rufo y antes de despedirse te frotó con un dedo el perfil egipcio y mostró los colmillos muy sarrosos diciéndoles El Señor de la Paciencia va a llevar una túnica como la del mosaico y en la Pascua va a saberse de qué madera soy.
Isabelino Pena volvió a tomar mucha agua. Las curdas compulsivas me noquean desde que se suicidó mi madre y ya estoy acostumbrado a recuperar la felicidad pajarito por pajarito, pero lo único que se oye en la sheol es el miserere rasposo de las ratas.
-La leche de cabra es buena para la culpa -se le aceleró el tic que lo hacía contrapeinarse y amasarse las cerdas de la nuca a Esteban. -Aunque el estómago se adormece mejor con la conmemoración que nos enseñó el maestro.
-¿De mañana?
-Ya es la hora de rezar. Y nos queda un pan entero y el último poso del Garizim.
La verdad es que el agua de Siloé no es muy católica y capaz que una misa nos ayuda a endulzar las navajas, Georgette.
-Quiero y retruco -se miró con orgullo la mano agujereada en la Vía Dolorosa Isabelino Pena. -Pero es la última curda que me agarro en Jerusalén y en mis vidas.
-Muy fácil de decir.
-Es que acabo de ver al Iscariote y me di cuenta que la humanidad va a seguir traicionando a Dios mientras crea que los ángeles ayudan a los que no son santos. Serví. Serví, carajo.
-El problema es que yo no creo ni en los ángeles ni en los santos -hace chorrear la sangre perfumada el asesor con berretines de Tiberio César. -Los que vamos a morir sin fe sabemos que los sabios nunca entendieron nada.
-Porque creen que ser un sabio es ser un mandamás -partió el pan el detective.
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