domingo

QUINO - MÁS VÍCTIMA QUE HÉROE



Joaquín Lavado, el creador de Mafalda, admite que su personaje es irrepetible. Él también: ama la sopa, no se lleva bien con Internet, a ratos le gana la depresión y en ocasiones sufre tanto de ver tragedias humanas como la de Yugoslavia que ni siquiera puede dibujarlas. La de Quino es una raza de genios en extinción.

Este tímido gigante crea y destruye mundos con arsenales de puntos y líneas. Al hacerlo se deprime con los diarios; se angustia; somatiza; discute con meseros y burócratas; se ríe del poder; va a diario al cine, ama la sopa Quaker y ve por la cerradura la de los corazones, para compartirla con el mundo. Editado, reproducido, plagiado y fotocopiado en todas las lenguas y por todo el mundo, por su técnica y temática el argentino Joaquín Lavado Tejón es el dibujante latinoamericano más importante de este siglo. En junio visitará por primera vez Costa Rica, firmando autógrafos para sus admiradores.

Era un éxito pero él tenía razón. Ya era Quino cuando ella nació pero, desde entonces, todos creyeron que había nacido con ella. Por eso la invoca a distancia, sólo por encargos en cuyos principios coinciden. Desde la ida de Mafalda publica sus no menos sobrecogedores personajes del "Mundo de Quino" en varios diarios del mundo. De diciembre a abril se lo pasa entre Milán y España y el resto en Argentina. Para celebrar su llegada al país los caricaturistas costarricenses Hugo Díaz, Fernando Zeledón, Oscar Sierra y Oswaldo Salas aceptaron hacerle un homenaje gráfico para ilustrar esta edición.
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¿Hay redención en esa búsqueda de crítica a la que el lector no siempre llega? 

El trabajo del dibujante es muy solitario. Uno trabaja solo, encerrado en su pieza y luego entrega al periódico. Quizá algún amigo le hace algún comentario, pero uno no conoce a quien lo lee.

¿Cómo se alimenta, temáticamente? 

Me alimento leyendo periódicos y libros, viendo qué ha preocupado a otros como yo, o a compositores y músicos. ¿Por qué Joan Manuel Serrat es una especie de santo? Me pongo a escuchar sus canciones para ver qué le dice a la gente que le interesa tanto. Sin saberlo los demás, uno trabaja con mucha gente.

¿El humor de quién lo inspira aparte de eso? 

He tenido mucha influencia de dibujantes franceses que hacían humor mudo. El mejor del momento se llama Sempe. Somos una raza en extinción los que hacemos este tipo de humor. Hoy se usa mucho la sátira política con caricaturas de personajes de la vida diaria y eso no me gusta, porque un año después uno no sabe qué pasaba. Me gusta hacer humor que perdure en el tiempo.

¿Palomo, Fontanarrosa, Ríus, Mordillo? 

Sí, sí, claro, siguen haciendo un humor que me gusta mucho.

¿Dilbert? 

Acá se publica sólo los domingos, pero me gusta mucho. Los norteamericanos tienen muchos buenos dibujantes. ¡Tienen tantos que por eso no nos publican a nosotros!

¿Cuánto le cuentan y cuánto ha vivido de lo que ha creado? 

Sin ánimo religioso ninguno, porque no soy creyente, leo muchísimo la Biblia. Para sacar temas es fantástica. Tengo muchas páginas con Dios, el diablo y los ángeles. Es una fantasía inagotable y tiene cosas, como el Apocalipsis, que sólo Spielberg podría representarlo con sus trucos. Me interesa mucho el cine para ver qué temas toca.

¿Ve también cine comercial, que es el que, se supone, le interesa más a la gente? 

¡Bueno, trato de evitarlo! Lamentablemente es imposible. Por suerte hay un renacer del cine independiente y uno puede ver películas hindúes, chinas, etcétera.

¿Cuál escena de película le es más recurrente? 

Voy al cine solo, desde que tenía 8 años y, sin saber lo que veía, he visto películas de grandes directores como John Ford, Elia Kazan, después Bergman y otros. Me impresionaban los noticieros previos a la película, sobre la II Guerra Mundial. Quizá las escenas que más recuerdo fueron la liberación de París y cuando los norteamericanos entran a un campo de concentración y descubren sus horrores.

¿Esto explica sus pesadillas recurrentes con Hitler?

Sí, claro. La Guerra Civil Española y el fascismo fueron dramas de mi infancia que me marcaron.

¿A cuál actriz escogería para interpretar a Mafalda en el cine?

Soy contrario a interpretar en el cine cosas hechas para la gráfica o la literatura. Lo que  es gráfico debe quedarse gráfico y lo que es cine, cine, y la novela, pues novela.

Entonces ¿tampoco le gusta ver adaptaciones de novela en cine? 

No. No me gusta, no. Tienen el inconveniente de que le fijan a uno un personaje en la mente, mientras que al leer se lo imagina uno como le da la gana. Arruinan toda la fantasía del lector.

¿Cuál gran fantasía le ha arruinado el cine? 

¡Muchas! He visto películas sobre libros que no he leído y que después me quitan las ganas de leer. Eso me pasó mucho con Fantasía, de Walt Disney. Durante décadas me arruinó una serie de música clásica. ¡Cada vez que la escuchaba veía a los hipopotamitos bailando!

¿Cuál canción es su amuleto de inspiración? 

Ninguna en particular. A The Beatles los oigo más por nostalgia de la alegría de aquella época (que es irrepetible, como hacer Mafalda) que por inspiración. Además, me encanta la música y no puedo trabajar oyéndola. Tampoco puedo comer con música porque o la oigo o como. No puedo hacer las dos cosas al mismo tiempo. El mundo es un punto.

Bota muchos borradores ¿por usted o porque sabe que los ojos del mundo están sobre usted? 

No. Eso me lo inculcó mi amigo Oscar Conti (Osky). Él me decía que, aunque del último periódico, del último pueblito del mundo le encarguen a uno un dibujo, uno se lo tiene que tomar como si fuera para The New York Times. Cuando dibujo una escena del siglo XVII estudio para no hacer un peinado del siglo XV.

La mesa de dibujo es su calvario personal. ¿Qué lo redime del tormento? 

La satisfacción de que uno pudo expresar bien lo que quiso decir. Eso no sucede muy a menudo, porque uno siempre se imagina que va a quedar mejor de lo que queda, pero es lo único que sé hacer.

En su primera etapa hay ausencia casi absoluta de texto y otra con recargo de él. ¿Son dos Quinos? 

Mi ideal sería hacer siempre humor mudo, pero hay situaciones en las que no se entendería lo que uno quiere expresar si no recurre a la palabra.

¿Por qué oscila entre una línea limpia, casi a mano alzada, y el abigarramiento barroco? 

Me molesta mucho cuando me pongo barroco, pero no lo puedo evitar. No sé, es algo más fuerte que yo. Siempre quisiera hacer esa línea limpia, pero uno dibuja como puede, no como quiere. Nuestro trabajo se parece mucho al del director de cine; uno tiene que pensar dónde pone la cámara, qué pone en el primer cuadro, qué edad tienen los personajes, qué ropa usan. Por ejemplo, siempre dibujo los faroles del Central Park.

¿Por qué los ojos son simples líneas o puntos, cuando tienen la mayor fuerza expresiva de su obra? 

Me alegra que lo pregunte porque nadie se fija. ¡No logro entender cómo es posible que a veces tengo que borrar 15 veces un puntito hasta que sale con la expresión que quiero darle!

¿Recurrir a lo cotidiano es un molde para todos?

A veces siento que hago mi propia cotidianeidad y que no hago la del campo o el mar… pero bueno, es lo que uno conoce más.

Primero completa la idea y después la dibuja. ¿Cuánto tiempo le toma? 

Hay ideas a las que le doy vuelta cuatro o cinco años y otras salen de inmediato. Tengo una carpeta con bocetos y, a veces, es curioso ver cómo al cambiar un detalle muy pequeño descubro dónde estaba la gracia de la cosa.

¿Qué dibuja casi en automático? 

Nada. Me cuesta muchísimo y borro muchísimo. Tengo temas recurrentes como la muerte, la vejez, la lucha entre débiles y poderosos, la contradicción humana, el histerismo femenino, la frustración burocrática, la demagogia, la represión, la soledad, los tabúes sexuales, la impotencia hacia el futuro... Pero el deporte, por ejemplo, casi no lo trato. No me gusta meterme en terrenos que no conozco bien. Me interesa mucho la medicina, porque conozco muy bien el ambiente. El dolor y la esperanza

¿Cuántas operaciones ha sufrido? 

Unas 10 u 11, pero no vale la pena hablar de ello.

¿Ha estado en alguno de esos horribles restaurantes que dibuja? 

Sí (ríe). En Barcelona encontré un gusano en una ensalada. En Holanda encontré una mosca frita bajo la última patata y he tenido que devolver más de una botella de vino picado.

En su obra, la muerte siempre se anuncia. ¿La suya la preferiría así o repentina? 

Prefiero una muerte que ni me entere de que me estoy muriendo.

Mafalda ha sido ideal ¿de hermana, novia o hija? 

Ideal de nada, fue un encargo. Salió bien, parece y se parece a mí, porque soy su autor. Ideal de hija no porque no hemos querido tener hijos.

¿Esos hijos de papel sustituyeron a los reales? 

No, la Mafalda es un dibujo como cualquier otro.

¿Por qué abundan en sus obras madres y esposas castrantes?

Yo como humorista no salí de la nada. Crecí leyendo revistas de humor donde la figura de la suegra era así. Es una cosa cultural que cuesta mucho sacársela.

¿Por qué sus personajes son niños sin esperanza o viejos con sólo recuerdos? 

Eso me sorprende. Manolito espera tener una cadena de supermercados, Felipe ser ingeniero, Susanita casarse y Mafalda que el mundo sea mejor. También están los viejos que están detrás de señoritas. Yo no quisiera volver a ser joven. ¡Otra vez andar con las dudas e interrogantes. ¡No, ya está! Internet y otras dudas.

¿Su mayor duda que se haya convertido en certeza? 

Es bastante trágica: El ser humano es el cáncer del planeta.

(Miguelito es su preferido y Manolito le hace gracia.)

¿Cuál de sus personajes será prototípico del XXI?

Ninguno, porque mis personajes están fuera de los cambios tecnológicos y del Internet. Lo que pasa es que mi historieta habla de temas inherentes al ser humano, pero el comunicarse de la gente está cambiando y creará dos tipos de hombre: los que tienen acceso a... y los que no lo tienen.

Pero la brecha abismal entre quienes tienen algo y quienes no, es tema obsesivo en su propia obra.

(Ríe) Sí, es cierto. Y, lamentablemente, esta brecha se hará cada vez más grande. Ya conozco gente que ha conocido a su novia por internet y eso no tiene nada que ver con mis personajes.

¿Establecería una amistad por Internet? 

No, no puedo leer nada de la pantalla. Me llevo muy mal con los aparatos nuevos.

¿Cuál prótesis tecnológica lo enoja más? 

Me irrita llamar a un sitio y que me atienda una cinta pidiéndome seleccionar opciones y después, más opciones. ¡Eso es horrible y ni hablar de la musiquita que ponen!

¿Cuánto lo condicionó para el arte ser el menor? 

Me indujo mi núcleo familiar. Siempre hubo quien tocara la guitarra, quien cantara, quien dibujara o pintara. Mi tío Joaquín Tejón, por ejemplo, hacía los avisos de los cines y yo lo veía dibujar a Humprey Bogart y demás actores y luego lo veía publicado en el diario. Ahora tiene 75 años y sigue pintando.

¿Le gustaría ser tan longevo como el tío Joaquín, por quien le dijeron Quino, para no confundirlo?

Sí, pero sé que no voy a llegar así tan lúcido y físicamente tan bien como él. Yo no llegaré.

¿La espiritualidad tiene espacio en su vida? 

La idea del monoteísmo no me gusta. Soy más animista en ese sentido. Estoy más cerca de las creencias primitivas en los gnomos y en que los árboles y el Sol tienen alma. Me gustan los dioses mitológicos que metían la pata, se enamoraban, tenían hijos, etcétera. Era muy simpático eso.

¿Su sopa preferida? 

La de Quaker, supongo. Luego he conocido sopas mexicanas extraordinarias, pero usan el epazote y en Argentina no hay.

En su obra se evidencia su amplio conocimiento culinario ¿Cocina? 

Me interesa mucho la cocina y sufro mucho de ver cómo se están perdiendo las recetas por estas cosas del Mc Donald y las patatas fritas. Lamentablemente soy un negado para la cocina. Me gusta comer y, por suerte, mi mujer cocina muy bien.

¿Héroe o víctima? ¿Cuál genio predomina en usted ¿el festivo, el iracundo o el depresivo? 

El depresivo, sin ninguna duda.

Ustedes, los artistas ven a través nuestro y eso causa dolor ¿Cómo somatiza el genio creador el sufrimiento universal que expresa en su obra? 

Esto que pasa en Yugoeslavia me golpea mucho, me tiene muy mal, me hace estar muy enfadado con el género humano. Hay cosas que me hacen sufrir tanto que no soy capaz de volcarlas sobre un dibujo. Eso me pasa con los desaparecidos. Me parece que si la gente ve que hay algo de humor en un tema tan trágico va a pensar que en realidad no lo es tanto.

¿Dibujaría el final de Videla y Pinochet? 

Espero que terminen lo peor que puedan (ríe).... Algo con mucho sufrimiento, no una muerte rápida. Quizá anunciada, no estaría mal.

Es bastante huraño ¿cómo se comporta festivo? 

Me cambia el carácter si voy a España, porque me siento muy contento, quizá por las raíces.

¿Cuando está atormentado en qué lugar seguro piensa y quiénes lo acompañan? 

¡¡¡¿Un lugar seguro?!!! No me animo a decir dónde, pero con mi esposa.

¿En sus sueños es héroe, víctima o mártir? 

Más víctima que héroe.

Cómo fue la chica ideal? 

He cambiado bastante mis gustos en ese sentido. Uno puede enamorarse de quien menos pensaba. Ese es uno de los misterios atrayentes del amor. Esto de la timidez de Felipe es bastante autobiográfico.

¿Alicia Colombo es su alter ego? 

Es el motor que me falta para la vida. El que no tengo yo, lo pone ella.

¿Quién lo hace reír? 

Hay muchos guionistas y dibujantes que me gustan.

¿Cómo se disfruta el mejor vino? 

Despaciosamente. Discuto mucho con los camareros porque lo sirven como si fuera Coca Cola. Tampoco me gustan estos restaurantes que se creen muy finos y se llevan la botella y a uno le sirven cuando a ellos les da la gana. Yo exijo la botella en mi mesa.

¿Es un voyeurista del poder? 

El poder no me gusta ni sabría ejercerlo... eso sí, me gusta criticarlo, pero también critico la solemnidad y el mal uso de la jerarquía.

¿La mayor ridiculez a siete meses del cambio de siglo?

Entiendo que Estados Unidos se meta en una guerra a miles de kilómetros de su país; lo han hecho siempre, pero que los europeos lo sigan.... no lo entiendo.


(Fuente: diario La nación de Costa Rica)

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