TRIGRESIMONOVENA ENTREGA
2. Mercosur o muerte: nuestras tres ebulliciones totalizadoras (2)
Segunda ebullición general: La Independencia de América Latina
Siempre hay signos preparatorios. Pero la ebullición estalla desde 1808 y se prolonga hasta 1830. La dilatada América española entra toda ella en efervescencia, se vuelve a interpenetrar con intensidad inusitada en todos sus fragmentos, y Bolívar busca culminarla con un gran Congreso, que fracasa. En la medida en que se independiza, América Latina va separándose en múltiples "estados-ciudad" que encabezan espacios insólitos para cualquier europeo. Estados-ciudad como de una Grecia primitiva gigante; estados parroquiales, diría Toynbee. Ni siquiera una "Nación de Repúblicas" confederadas, como quiso Bolívar. Sólo Brasil, entonces mucho más pequeño y menos dilatado que la América española, mantuvo la unidad ¿quién podría controlar la Amazonia entonces, que descoyuntura toda América del Sur? El espectáculo final de la segunda efervescencia hizo exclamar a Bolívar: "¡Hemos perdido todo, menos la independencia!". Es decir, hemos perdido las condiciones de la independencia. América Latina fue formada por barcos y jinetes, entreveros. Lo que volvió desmesurada a América Latina para los latinoamericanos, que no pudieron controlar sus espacios. Nuestros marinos no eran criollos, sino irlandeses, ingleses y norteamericanos. Los barcos eran ingleses. Y nos volvimos periferia de la Revolución Industrial inglesa del siglo XIX. Cada estado parroquial perdió contacto con su vecindad, salvo en los casos de dos o tres conflictos vecinales graves, pero localizados. Cada país se fue volviendo un "en sí", hoy de 170 a 180 años: su afirmación era la exclusión del vecino y el éxtasis con los centros metropolitanos transoceánicos. Primero ingleses y franceses, luego norteamericanos.
Tercera ebullición general: desde el MERCOSUR
Desde comienzos del siglo XX los medios de comunicación latinoamericanos empiezan su paulatino acrecentamiento e intensificación. Por mar, tierra y aire. Aunque todavía en la Cumbre de Brasilia del 2000, donde los países de América del Sur (Comunidad Andina y Mercosur) proyectan su unión, se hace énfasis en la necesidad urgente de ampliar las conexiones mutuas de "infraestructuras". Es que estamos en plena ebullición general, que nos exige multiplicar las intercomunicaciones de personas, bienes y servicios. La globalización avanza, pero la cercanía vecinal y latinoamericana también. Está naciendo definitivamente la "política sudamericana", que antes sólo hubo en un fugaz momento de la Independencia. La política sudamericana, novedad de nuestros días, vino para quedarse definitivamente, nos guste o no. A nosotros -o a las grandes potencias. Es ya irreversible. Esta es la diferencia con las dos ebulliciones generales anteriores. La tercera ebullición general ha venido para quedarse y volverse normalidad -en relativamente poco tiempo más, a escala histórica. Desde la década del '90 en adelante, la ebullición general ya es y será normalidad. No hay más regreso a los "en sí" imaginarios de las patrias chicas. La conjugación latinoamericana de América del Sur ya es irreversible, es destino. ¿Cómo contribuiremos a acuñar ese destino?
¿Cuál será su signo? Una ojeada a sus preparaciones y eclosión. Es en el siglo XX. Este se abre con la ebullición general de los intelectuales, su "latinoamericanización". La generación del 900 con Rodó, Ugarte, García Calderón, Blanco Fombona, etcétera. Repone en el horizonte a la "Patria Grande", retoma la herencia de Bolívar, San Martín, Artigas. Luego serán los estudiantes universitarios. Luego los imperativos industrializadores -camino hacia adentro- de los nacionalpopulismos. Estos, todavía por separado, se sintetizan en tres consignas: democratización, industrialización (ciencia y tecnología), e integración. La primera no es sin la segunda; la segunda no será plena, eficaz, sin la tercera. En la tercera, es la vencida. En eso estamos.
Por eso, Carlos Quijano decía entonces que al latinoamericanismo no se llega por el "latinoamericanismo abstracto", sino a través de las "regionalizaciones" concretas. Y vino la primera oleada regionalista en los años '60, simbolizada en Prebisch y Felipe Herrera, en el Mercado Común Centroamericano, la ALALC (que incluía desmedidamente a México, Brasil y Argentina), el Mercado Común del '67, el Pacto Andino del '69. Luego el reflujo. Desde el '85 la segunda oleada se levanta desde el ensamble de Brasil y Argentina. América Latina hacía así su cortocircuito fundamental: la alianza de Argentina y Brasil. Ya la habían intentado Perón, Vargas e Ibáñez (1951-1954). Ese es el camino principal y decisivo para América del Sur: "el núcleo básico de aglutinación", al decir de Perón. Es como la alianza de Francia y Alemania para Europa.
Ese es el cortocircuito que pone todo en ebullición. Por eso el Mercosur es lo decisivo de la combustión y unión de los pueblos de América del Sur. El Mercosur no es una "regionalización" entre otras, es la "regionalización fundante" de América del Sur, y por tanto invencible, aunque por eso mismo amenazado siempre de muerte. Nadie más podrá apagar esta ebullición. Todo otro camino, que no sostenga o se enlace con esta avenida principal, es enemigo de nuestros pueblos. Son tiros al aire, apuestas erráticas, antinacionales. Esto lo iremos aprendiendo rápidamente todos, unos y otros.
Hoy América Latina tiende a separar sus dos regiones básicas. México, América Central y las Antillas caminan en o hacia el Nafta-ALCA. Es seguramente irreversible, salvo depresión mundial. En tanto que la gran isla de América del Sur, lo más importante de América Latina, su escenario fundamental, se vuelve inexorablemente el centro de ebullición de sí misma. El Mercosur es su avenida principal. Es la gran batalla de estos años, a todos los niveles. Anuncian y quieren muchos su muerte y desaparición. Y les renace al otro día, porque se asienta en lo principal de América del Sur. ¿Cuál es su opuesto? ¿Cuál es la verdad de las otras propuestas que lo excluyen y pretenden ser alternativas (no complementos)? Su opuesto, su contrario tiene un nombre ejemplar: el destino de Puerto Rico. ¿Cuál es el destino de las "patrias chicas" solas? O múltiples y pequeños Puerto Rico, o un gigantesco Puerto Rico latinoamericano, utopía histórica imposible. No otro es el contenido del fantasma del ALCA. Y si ésta vía llegara a ser, sería un multiplicador, a pesar suyo, de la ebullición latinoamericana. Sería la vía más larga y compleja. Impredecible. Podría hasta "portorriquizar" a los mismos norteamericanos, por más murallas eléctricas que levantaran. ¡La historia y sus ebulliciones no se manejan fácilmente!
Las "patrias chicas" se salvan en la Patria Grande latinoamericana de la Unión Sudamericana, por la difícil y necesaria avenida principal del MERCOSUR. Por fe cristiana y convicción, sabemos que la Vida puede más que la Muerte. Es la gran apuesta, lo que vale la pena.
Así me quiero despedir, sin despedirme, de Mercedes y Carlos, de Cuadernos de Marcha.
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