martes

EL EVANGELIO SEGÚN EL TRAIDOR (LA MALDITA COMEDIA) - HUGO GIOVANETTI VIOLA

primera edición WEB
primera edición 2007: Caracol al Galope / elMontevieano Laboratorio de Artes

SEGUNDA ENTREGA


2

Isabelino Pena se enjuagó divertidamente las manos en una gran tinaja de piedra y sacó un cuadrante del cinturón. El bolichero es un gordazo que se cree lindo y tiene la degeneración brillándole en las estalactitas de la caries: elijo un poso negro con miel y después de retener  casi hasta el atoramiento un trago-lagunón para quedar touché ipso facto contesto en arameo:
-Vengo de España.
Un soldado romano que lloraba medio derrumbado entre los tábanos del mostrador gelatinoso murmuró en latín:
-Vida. En España había vida
-Lo que quiere decir es que había buenas burras -se rasca la entrepierna el gordo. -Y además esta borracho desde el viernes porque lo meó el Mesías.
-Claro que era el Mesías -se señaló la manga roja que le asomaba de la armadura el soldado ya viejo. -Y yo perdí a los dados la túnica del hijo de Dios pero le di a tomar la posca.
-Pero él te meó.
-Con oro -se frota un lamparón el romano y yo termino de zamparme el querosén empalagoso que me costó un cuadrante y pido que me rellenen el cáliz y de golpe veo la belleza todavía juvenil de mi madre flotando abismalmente entre el burbujerío.
-Sí. Oro -se tiró un pedo y se volvió a rascar con alevosía el gordo.
-Los cristianos tienen que seguir brindando por la resurrección -ordena mi madre.

ALMÁ I: Tenías tres años y habías nacido ciega en Corozain y el archisinagogo te consideraba bastarda por tu concepción anterior a las nupcias que se siguieron postergando porque Amós viajaba mucho a Jerusalén y soñaba con sentarse a los pies de Gamaliel y estudiar la Halakhah y la Haggadah y al volver de la Pascua del 28 contó que Jesús de Nazaret le había reventado la oreja de un latigazo en pleno atrio del templo y los espías Elkder y Elkbio supieron que en Samaría perdió completamente la cabeza y confesó ser el Cristo: Sara te llevaba todos los días al mercado y enseguida aprendiste a sondear el corazón de la gente por las respiraciones y comías en el taller de un carpintero que se llamaba Rufo de Cirene y te enseñó a reconocer al tacto la belleza de los distintos árboles y una noche con truenos supiste que ibas a conocer al profeta de Nazaret que vivía en Cafarnaum y Él llegó a la hora sexta de un shabbath liviano y blanco y la gente se desesperaba tratando de tocarlo y Rufo te cargó a caballito hasta el atrio de la sinagoga donde no podías entrar por ser mamzer y apenas lo escuchaste levantaste los brazos y Jesús se acercó respirando igual que un amanecer: entonces le acariciaste los rulos cascarudos y dijiste Cedro del Líbano y después le cerraste los ojos y sentiste que volabas entre el espanto de los miserables y al final murmuraste Pino dorado y el hombre se rio fuerte y te besó los pies y gritó Los que no vean como ella no son hijos del cielo y se sacó la talita con borlas púrpuras y te pidió que se la llevaras a tu madre aunque cuando se la diste a Sara ella contestó que lo que precisaba eran milagros y no ropa sucia.

Isabelino Pena terminaba de acariciarle la mancha de orina al soldado cuando dos fariseos llenos de filacterias entraron insultando a José de Arimatea y a Nicodemo y a los discípulos del galileo y a la puta mentirosa que empezó a sacudir la lengua igual que en Magdala y a los siervos de Barrabás y a las gallinas mercenarias de Pilatos y del Templo. El hombre-rata se llamaba Elkder y el hombre-carancho Elkbio. Son obvios tiras profesionales disfrazados de doctores y dan mucho más asco que el esqueleterío que caga en los portales de la Babel sin fe.
-Y todavía no sabemos dónde están escondidos los cobardes que robaron el cuerpo -se lavó cuatro veces cada mano el hombrecito que chillaba y cabeceaba como si estuviera mordiendo basura en un baldío. -Habría que matarlos ya.
-¿No estarán en Betania? -les sirve un poso con olor a vino de verdad y se ríe de los ronquidos del soldado el gordazo.
-Solamente que hayan viajado a lomos de ángel -se le alfilera la envidia congénita al hombre picudo y sin barba que no atrae ni siquiera a los tábanos. -La única buena noticia es que tenemos uno menos para crucificar porque dicen que encontraron al Iscariote despanzurrado en el barranco de los perros.
-Primero devolvió los 30 siclos y después los juntó del suelo y salió a comprar un campo -eructó aflautadamente Elkder. -Pero parece que le dio vergüenza.

-Sí. Y se ve que siempre le gustó la sangre, porque se mató con una talita del mismo color que las que usaba el maestro.

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