UNA HISTORIA DE PAPEL Y TINTA
por Gerardo Carrasco / Montevideo Portal
(reportajes recuperados / 2008)
Con motivo del Día del Libro, el profesor Heber Raviolo, fundador de la editorial Banda Oriental, recibió un premio a su trayectoria por parte de la Academia Nacional de Letras. Raviolo conversó con Montevideo Portal acerca de los orígenes de su labor en el mundo de los libros, los momentos cruciales de su carrera y el rol actual del editor.
¿Cómo nace Banda Oriental?
Fue una idea que no tuvo inicialmente una intención comercial, en una época de gran efervescencia en la situación del Uruguay, años que marcaron el inicio de la crisis de la cual estamos todavía por salir. La editorial nació en1961, pero esta situación de crisis había empezado un poco antes.
Existía una gran preocupación, sobretodo por parte de los intelectuales, por tratar de conocer un poco más a fondo la historia y la sociedad del Uruguay, porque en verdad se disponía de muy poco material. Las grandes editoriales de principio de siglo, como Barreiro y Ramos, Claudio García, Maximinio García y otras, habían dejado atrás su período de esplendor, y casi no estaban funcionando.
La idea surgió entonces de un grupo de amigos, la mayoría de ellos vinculados a la Facultad de Arquitectura, donde yo trabajaba como administrativo. Algunos ya teníamos cierta experiencia, por haber trabajado en la revista Tribuna Universitaria, que publicaba la FEUU. De ese modo habíamos entrado en contacto con autores como Carlos Martínez Moreno, Enrique Iglesias, Alberto Methol y Vivian Trías, destacados ensayistas. Yo además había tenido una experiencia previa en la revista Asir, dirigida por Domingo Bordoli y Washington Lockhart, que eran amigos míos.
¿Y esa fue la primera "banda" de Banda?"
Se conformó un grupo de doce personas, una enormidad (ríe). Las primeras reuniones las hacíamos en una de las logias de la Facultad de Arquitectura, porque no teníamos todavía un local. Durante varios meses evaluamos la posibilidad de publicar algunos libros y nos comunicamos con diferentes autores. También discutimos mucho el nombre de la editorial. Eso fue una especie de parto, del cual salió el nombre, que tenemos hasta hoy. Finalmente, el 26 de setiembre de 1961, según el pie de imprenta, salió el primer libro: "Uruguay: Realidad y Reforma Agraria", de Eliseo Salvador Porta, más conocido como novelista y cuentista, pero que tiene también algunos ensayos interesantes.
¿Y qué tal resultó ese primer paso?
Ese primer libro anduvo bien, porque además teníamos un método de venta bastante particular. La primera obligación de cada socio era vender él mismo veinte ejemplares. Siendo doce, ya teníamos un cierto ingreso asegurado, que más o menos cubría costos. También hubo muy buena recepción por parte de las librerías y los vendedores valijeros. Recuerdo a uno de ellos, amigo nuestro: el Coco Gonzalez Chiesa. Él solo debe haber vendido más de un centenar de ejemplares de cada libro que publicábamos, recorriendo con su maleta tantas oficinas. Además, por esa situación de escasez editorial, había muy poco libro uruguayo. Justo es decir que existían otros emprendimientos, como la editorial Alfa, de Benito Milla, un español exiliado en Uruguay. Esta editorial apareció un tiempo antes que nosotros, y en 1962 se creó Arca. Fuera de eso, había pequeños intentos esporádicos. Eso hizo que se nos recibiera con mucha expectativa.
Comenzamos lentamente, durante el primer año sacamos sólo dos libros, pero después fuimos incrementando la cantidad de publicaciones.
A pesar de que el panorama no era muy alentador, se habla de un boom editorial en la década de 1960 ¿Cómo se explica ese auge?
Es importante señalar que hubo algunos factores que favorecieron el llamado -de un modo algo pretencioso- boom editorial de ese momento. Por ejemplo, existían préstamos del Banco República para publicar libros. Esa fue una idea de Felipe Gil y Carlos Maggi, según recuerdo. Los préstamos se le concedían al autor, pero eran las editoriales quienes terminaban por reembolsarlos. El autor presentaba tres proyectos, y el banco le otorgaba el préstamo por la totalidad de lo que costaría el libro, a un interés muy bajo y a un plazo muy largo, de cinco años. En otro momento fue una medida muy importante el artículo 7, que preveía para las editoriales una rebaja de alrededor de un treinta por ciento en el precio del papel, con un crédito de noventa días. Esos beneficios ayudaron a sobrellevar los primeros años, hasta lograr finalmente asentarnos, bien entrados los años sesenta.
Cuando llega la dictadura militar, muchos proyectos culturales se ven seriamente perjudicados, desapareciendo no pocos ¿Cómo subsiste Banda Oriental durante esa etapa crítica?
Logramos superarla. Fue una época difícil, con una situación que se fue agravando cada vez más. Una clave fue la invención de algunas colecciones que funcionaron muy bien, como Historia Uruguaya, Los Hombres, o la colección Lectores de Banda Oriental, que está cumpliendo ya treinta años. Así logramos capear el temporal e incluso funcionar muy bien. Pero fueron muy bravos los últimos años de la dictadura, aunque no necesariamente por un recrudecimiento de la represión.
¿Quizá por la "tablita" de 1982?
Hubo sin duda un deterioro económico importante, pero además existía un gran desánimo en la gente, tanto por la represión como por la situación económica, lo cual hizo que poco a poco fueran disminuyendo los tirajes. Para colmo, se dio un problema tecnológico que complicó más el panorama. En ese momento se empezó a cambiar el viejo sistema de composición en linotipo, el trabajo con plomo fue sustituido por máquinas offset, y eso forzó a toda una serie de adaptaciones, tanto en los costos como en la calidad de presentación de los libros. Por suerte, a pesar de las dificultades, logramos llegar al final de la dictadura en una situación quizá no floreciente, pero al menos segura.
Usted tiene reputación de editor competente y trabajador, pero también severo ¿en que consiste esa "severidad", en caso de ser cierta?
(Ríe) Algunos dicen que no soy severo, sino demasiado permisivo, son puntos de vista. Hay algo que tuvimos siempre claro, y es que no podíamos publicar cualquier cosa, aun cuando el autor quisiera pagar su propio libro. Existió siempre un control de calidad, por llamarlo de una manera. Por lo tanto, hubo autores que decidimos no publicar. Eso pasa en cualquier editorial, salvo que se dedique a los llamados “best sellers”, en cual caso rechazará otras cosas.
Ciertamente, pero tratándose de un negocio, ¿no se trata justamente de vender mucho, de ser best seller?
Por supuesto que intentamos sacar títulos que nos permitan obtener un mínimo de retorno, lo cual no es fácil y a veces se le erra como a las peras. Otras veces uno publica un libro porque le gusta, o porque lo considera importante, aun sabiendo que a lo mejor no gana nada con él. En algunas ocasiones, ese libro da la sorpresa y vende muy bien.
Hoy día existen en Uruguay grupos editores multinacionales, que publican cada mes, infaltablemente, una buena cantidad de novedades. Eso puede hacer que el "filtro" de los editores sea menos estrecho ¿Cómo compite Banda Oriental?
Nosotros publicamos sólo para Uruguay, por tanto tenemos un techo señalado por la pequeñez de nuestro mercado. Actualmente no me ocupo demasiado del trabajo comercial, sino de lo intelectual (ríe), pero como te decía antes, tenemos la colección de Lectores de Banda Oriental, que saca unos tres mil ejemplares por mes, y también La Mochila, una revista escolar cuyo tiraje ronda los seis mil ejemplares mensuales. Por supuesto, esas son las excepciones. Lo normal es vender entre setecientos y mil ejemplares de un libro.
Más allá de las modas literarias, su editorial parece conservar siempre algunas características. ¿Cuál sería el perfil de Banda Oriental?
En general la editorial se ha concentrado en literatura uruguaya, en historia nacional y también en ciencias sociales. En alguna época, con mayor o menor intensidad hemos trabajado literatura infantil, y pronto vamos a tener una nueva colección de libros para niños.
¿Hay algún autor que le haya sido especialmente placentero publicar?
Hubo varios. El paradigmático sería Morosoli. Fue una gran satisfacción publicarlo porque es un gran autor, que a mi entender aún está en proceso de revalorización. Además es un escritor que estaba en gran medida olvidado, y la editorial contribuyó a ponerlo de nuevo en primer plano. Por supuesto que no fue el único. Hemos publicado casi toda la obra de Barrán y de Nahum, en lo que a historia se refiere. Y en cuanto a los más recientes, publicamos las primeras obras de Tomás de Mattos, casi todo lo de Mario Delgado Aparaín y a Henry Trujillo. Ellos fueron en cierta forma, descubrimientos de la editorial.
¿Sucede que autores descubiertos por editores "de oficio" como usted, luego son captados por firmas con mayor poder económico?
Sí, claro. Con la irrupción de las multinacionales en el mercado, ha ocurrido un poco eso, pero hay muchos autores que no los perdimos, sino que publican tanto con esas multinacionales como con nosotros.
¿Cómo maneja una editorial local, cuyo presupuesto es acotado, el tema del marketing y la publicidad?
En honor a la verdad, nunca he sido un especialista en esa materia, y menos ahora que estoy un poco retirado de esos aspectos del negocio. Para una editorial que no posee un gran caudal económico, la cuestión pasa por intentar hacer la mayor cantidad de marketing posible con la menor erogación. Sacarle el jugo a las relaciones con los medios. Prácticamente no tenemos ninguna publicidad paga, lo que hacemos es un gran esfuerzo, trabajar mucho para que sean los medios quienes se fijen en nosotros.
En ocasiones, empresas con años de continuidad en una plaza, con cierto prestigio, adquieren un "valor sentimental" entre sus clientes ¿Usted percibe algo en ese sentido?
Sí, eso existe, yo lo noto en lo personal, y pude notarlo nuevamente durante el acto en la Academia Nacional de Letras, donde se me entregó un premio por mi trayectoria. Después de tantos años, hay un público que tiene algún tipo de adhesión hacia mi persona, así como una simpatía institucional por la editorial. En ese sentido, hay una confianza y un apoyo hacia la línea que se ha mantenido.
¿Cómo vivió la entrega de su premio?
Fue un momento muy emotivo, concurrió mucha gente, así que quedamos un poco apretados en el local de la Academia. Habló Wilfredo Penco, que es el presidente, después José María Obaldía y luego dije yo unas palabras. La verdad es que fue un momento muy lindo, y se notaba mucha alegría en la gente, tal vez por esa adhesión de que hablábamos recién.
Existe otro autor muy vinculado a Banda Oriental, que lo viene publicando, con prólogo suyo, desde hace muchos años: el poeta Líber Falco ¿tiene vigencia aún su obra?
En efecto, la de Líber Falco es una obra breve, que se publica reunida en un pequeño volumen, llamado "Tiempo y tiempo". Ya va por las quince ediciones, que para un libro de poesía es muchísimo. La primera edición fue publicada por la revista Asir, la segunda estuvo a cargo de la Universidad de la República, y las trece restantes han sido nuestras, y se vende siempre.
¿Qué proyectos tiene la editorial para el futuro?
La editorial sigue por supuesto con sus líneas habituales, y siempre atentos a la aparición de nuevos escritores. En lo personal, me estoy dedicando a tareas que realmente me gustan, como por ejemplo la preparación de los volúmenes de la colección Ciudad de Montevideo, en la que hemos publicado a Isidoro de María, a Sansón Carrasco, Memorias del '900. Se trata de escritores del siglo XIX que escriben acerca de Montevideo, en ediciones prologadas y anotadas. Ese tipo de tareas me divierten mucho. En vez de ir a la plaza a sentarme a disfrutar de una jubilación (ríe) disfruto con esos trabajos.
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