sábado

URUGUAY COMO PROBLEMA - ALBERTO METHOL FERRÉ



DECIMOSÉPTIMA ENTREGA

5. El Nuevo Uruguay Internacional (4)
En la reciente constitución de un Comité Intergubernamental Coordinador entre los cinco países de la Cuenca del Plata, el Uruguay acompañó un poco sin saber qué hacer. A pesar que la idea no es nueva. Ya en Montevideo, en 1941 se había realizado una Conferencia de los Países del Plata y a insistencia uruguaya hubo una declaración a favor de la zona. No pasó de allí. Había sido facilitada ocasionalmente por la ausencia europea de la Segunda Guerra Mundial –y luego se siguió en los mismos trillos. Una revista argentina comentaba así la pasividad uruguaya: “Uruguay, un pequeño país con muy escasa ‘vocación exterior’, se ve asediado por varias cancillerías y vacila ante las ofensivas de seducción. Acaso no por coquetería, menos aún por soberbia, nadie comprende en Montevideo las ventajas o desventajas de participar o no en la Cuenca del Plata”. Y agregaba que en círculos gubernamentales “reflexionaban calmosamente: ‘parece que somos una pieza importante en este ajedrez latinoamericano’”. Para terminar así: “¿Puede el Uruguay, país de estratégica ubicación en la Cuenca del Plata, dar la espalda a Paraguay, Bolivia, Brasil y Argentina? Los amantes de la democracia representativa piensan que sí, los de la geopolítica no” (Revista Confirmado, 16 de febrero de 1967). Podríamos acotar, para justificar nuestra situación, una invocación de fe: “Nada más difícil que soportar una sucesión de días felices”. Pues cuando acaban ¡qué perplejidad! Y el Nirvana una tentación, cuando todavía hay un resto de confort.
Si desde los tiempos de Imperio Hispánico, comenta un español “La red fluvial del Plata era el camino por excelencia para adentrarse en el corazón del continente” [25]ello sigue siendo cierto, y no es contradicho por las nuevas comunicaciones férreas, de carreteras o aéreas, que le serán complementarias. La colonización española descenderá desde el Alto Perú y Asunción, y el Río de la Plata nacerá políticamente para “abrirle puertas a la tierra”. El Uruguay vino para taponarla: como Estado “cuña” lo definen manuales de geopolítica.[26] Volvamos a abrirle pues sus puertas a la tierra americana, ya que el ciclo del mar inglés se ha cerrado y con él nuestra propia clausura americana. Hace un siglo Alberdi escribía luminosamente: “Montevideo tiene en su situación geográfica un doble pecado, y es el de ser necesario a la integridad de Brasil y a la integridad de la república Argentina. Los dos Estados lo necesitan para complementarse. ¿Por qué motivo? Porque las orillas de los afluentes del Plata, de que es llave principal el Estado Oriental, están situadas las más bellas provincias del Brasil y las más bellas provincias argentinas. El resultado de esto es que el Brasil no puede gobernar sus provincias fluviales sin poseer la Banda Oriental, ni Buenos Aires puede dominar las provincias litorales argentinas sin la posesión de esa Banda Oriental.”[27] Las razones de hoy son aún mayores: está en juego el más vasto complejo industrial en ciernes de América Latina. Convirtamos entonces nuestro “doble pecado” en “doble virtud”.
Nuestras posibilidades históricas fueron tres: Banda Oriental, solución argentina; Provincia Cisplatina, solución brasileña; Uruguay, solución inglesa. Paradójicamente, fue en esta última que formamos nuestra propia autonomía comunitaria, pero hoy, por la retirada de sus condiciones, estamos en el aire, como hoja al viento. Imantados por la aspiradora norteamericana por razones geopolíticas pero no económicas, faltos de funcionalidad estructural.
Hagamos que el nuevo Uruguay no sea la negación excluyente de las otras dos posibilidades, realicemos a la vez la síntesis de la Banda Oriental y la Provincia Cisplatina. Que seamos frontera que une y no que separa. Que el Uruguay sea no la anulación de la Banda Oriental y la Provincia Cisplatina, sino su conjugación. Nexo y no neutralización. Fue con esa idea central que allá por el '55 con Reyes Abadíe y Ares Pons fundamos una efímera revista que por ello denominamos “Nexo”. Hasta no quisimos traducir un artículo de Helio Jaguaribe y lo publicamos en portugués, porque sólo se traducen las lenguas extranjeras. Es, en nuestro concepto, el único camino nacional latinoamericano. La Patria Grande empieza para nosotros por la Cuenca del Plata ¡Y eso sí que es “nacionalizar” el destino!
Notas
[25]  Gil Munilla, op. cit., pág. XIX.
[26]  R. Henning y L. Köshola. “Introducción a la Geopolítica” (Ed. Escuela de Guerra Naval, Buenos Aires, 1941).
[27]  Juan Bautista Alberdi, op. cit., pág. 79.

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