VIGESIMONOVENA ENTREGA
CURSO CIRCULAR DE LA LUZ Y RITMIFICACIÓN DE LA RESPIRACIÓN
El Maestro Lü Dsu dijo: Debe cumplirse con todo el corazón la resolución de no buscar el resultado; el resultado viene por sí mismo. En el primer período de liberación hay principalmente dos faltas: la pereza y la distracción. Sin embargo, eso se puede remediar: uno debe poner el corazón excesivamente en la respiración. La respiración viene del corazón. Lo que sale del corazón es respiración. Así que se excite el corazón, nace fuerza respiratoria. La fuerza respiratoria es originalmente actividad metamorfoseada del corazón. Cuando nuestras ideas van muy rápidamente, se tornan inopinadamente en fantasías, que siempre van acompañadas de una aspiración, pues esta respiración interna y externa tiene cohesión, como sonido y eco. Diariamente hacemos innumerables aspiraciones y tenemos, de igual manera, innumerables fantasías. Y así se escurre la claridad del espíritu, como se deseca la madera y muere la ceniza.
En consecuencia, ¿no debe uno tener ninguna idea? Uno no puede estar sin ideas. ¿No se ha de respirar? No se puede estar sin respiración. El medio mejor es hacer de la enfermedad una medicina. Puesto que, ahora, corazón y respiración dependen uno de otro, se debe aunar el curso circular de la Luz con el hacer rítmica la respiración. Para ello se tiene ante todo necesidad de la luz del oído. Hay una luz del ojo y una luz del oído. La luz del ojo es la luz aunada del Sol y la Luna de afuera.
La luz del oído es la luz aunada del Sol y la Luna de adentro. La simiente es, en consecuencia, la Luz en forma cristalizada. Ambas tienen el mismo origen y se diferencian sólo por el nombre. Por lo tanto, el entendimiento (oído) y la claridad (ojo) son, en común, una y la misma Luz efectiva.
Al sentarse, uno utiliza los ojos, después de bajar los párpados, para establecer una línea de conducta, y entonces traspone la Luz hacia abajo. Si, empero, la trasposición hacia abajo no resultara, dirige uno el corazón a oír la respiración. No se debe poder oír con el oído la salida y entrada de la respiración. Lo que uno oye es justamente que no tiene ningún sonido. Así que haya un sonido, la respiración es basta y superficial, y no penetra en lo libre. Entonces se debe hacer al corazón enteramente ligero y poco importante. Cuanto más suelto se lo deja tanto menos importante se torna, cuanto menos importante tanto más tranquilo. De golpe se torna tan quedo que cesa. Entonces entra en manifestación la respiración, y la figura del corazón se puede hacer consciente. Cuando el corazón es fino, la respiración es fina; pues cada movimiento del corazón produce fuerza respiratoria. Cuando la respiración es fina, el corazón es fino; pues cada movimiento de la fuerza respiratoria obra sobre el corazón. Para fijar el corazón, en primer término se comienza por cuidar de la fuerza respiratoria. Sobre el corazón no se puede obrar directamente. Por lo tanto, uno se toma a la fuerza respiratoria como empuñadura; eso es lo que se llama preservación de la fuerza respiratoria concentrada.
Niños, ¿no entendéis pues la esencia del movimiento? Se puede engendrar el movimiento por medios externos. Es solamente otro nombre para dominación. De modo que, si se puede simplemente mediante el correr poner el corazón en movimiento, ¿no habrá uno de poderlo poner en quietud también, mediante concentrado reposo? Los grandes santos, que han sabido cómo se influyen recíprocamente corazón y fuerza respiratoria, han imaginado un procedimiento más fácil, para servir a la posteridad. En el Libro del Elixir15 se dice: "La gallina puede empollar sus huevos porque su corazón siempre oye." Ésta es una importante fórmula mágica. La razón por la que la gallina puede incubar es la fuerza del calor. Pero la fuerza del calor puede calentar sólo las cáscaras, no penetrar en lo interior. A causa de esto, conduce ella esta fuerza hacia adentro con el corazón. Eso lo hace por el oído. Para ello concentra su corazón íntegro. Cuando el corazón penetra, penetra la fuerza y el hijuelo obtiene la fuerza del calor y se torna viviente. Por lo tanto tiene la gallina, aun cuando abandone sus huevos algunas veces, siempre el gesto de oír con oído dispuesto: la concentración del espíritu no experimenta así ninguna interrupción. Porque la concentración del espíritu no experimenta ninguna interrupción, tampoco sufre ninguna interrupción día y noche la fuerza del calor, y el espíritu despierta a la vida. El despertar del espíritu se cumple porque, en primer lugar, el corazón ha muerto. Cuando el hombre puede dejar morir su corazón, entonces despierta a la vida el espíritu primordial. Matar el corazón no significa su marchitez y desecación, sino que ha llegado a ser indiviso y concentradamente uno.
El Buda dijo: "Si fijas tu corazón sobre un punto, entonces ninguna cosa te es imposible." El corazón huye fácilmente, de modo que uno debe concentrarlo mediante la fuerza respiratoria. La fuerza respiratoria se torna basta fácilmente, por lo tanto uno debe refinarla con el corazón. Si se lo hace así, ¿podrá suceder que no sea fijado?
Se debe combatir ambas faltas, la pereza y la dispersión, mediante el Trabajo reposado, que se realice continuamente todos los días sin interrupción; entonces se presentará seguramente el resultado. Cuando uno no se sienta en la meditación, estará a menudo disperso sin notarlo.
Hacerse consciente de la distracción, tal es el mecanismo que conduce a la supresión de la distracción. La pereza de la que no se es consciente y la pereza de la que se es consciente, están miles de millas aparte. La pereza inconsciente es realmente pereza, la pereza consciente no es pereza plena, pues aún hay en ella algo de claridad. La dispersión reposa sobre el vagabundear del espíritu, la pereza sobre que el espíritu todavía no es puro. La dispersión es mucho más fácil de mejorar que la pereza.
Es como en una enfermedad; cuando uno siente dolores y escozores, puede ser curado con remedios, pero la pereza es como una enfermedad que está combinada con insensibilidad. La dispersión se deja concentrar, la confusión se deja ordenar, pero la pereza y la absorción son obtusas y oscuras. La dispersión, y la confusión aún tienen al menos un lugar, pero en la pereza y la absorción se manifiesta solamente el anima. En la distracción todavía se halla el animus, pero en la pereza reina lo puramente oscuro. Cuando uno se torna soñoliento en la meditación, eso es un efecto de la pereza. Para la supresión de la pereza sirve únicamente la respiración. Si bien la respiración que entra y sale a través de nariz y boca no es la verdadera respiración, resulta no obstante, en combinación con ella, el entrar y salir de la verdadera respiración.
Mientras se está sentado, uno debe constantemente mantener reposado el corazón y concentrada la fuerza. ¿Cómo se puede lograr que el corazón repose? Mediante la respiración. Del salir y entrar de la respiración debe sólo ser consciente el corazón, uno no debe oírlo con los oídos. Cuando uno no la oye, la respiración es fina; si es fina, es pura. Cuando uno la oye, la fuerza respiratoria es basta; si es basta, es turbia; si es turbia, nacen pereza y absorción, y uno tiene propensión a dormir. Eso se comprende enteramente de por sí.
Ha de comprenderse cómo emplear correctamente el corazón en la respiración. Es un empleo sin empleo. Se debe solamente dejar caer, de manera enteramente queda, Luz sobre el oír. Esta frase contiene un sentido secreto. ¿Qué significa dejar caer Luz? Es el propio radiar de la luz del ojo. El ojo mira sólo hacia dentro, y no hacia fuera. Experimentar lucidez sin mirar hacia fuera, eso quiere decir mirar hacia dentro; no se trata de un real mirar hacia dentro. ¿Qué significa oír? Es el propio oír de la luz del oído. El oído escucha sólo hacia dentro, sin escuchar hacia fuera. Sentir lucidez sin escuchar hacia fuera, eso quiere decir escuchar hacia dentro; no se trata de un real escuchar hacia dentro. En este oír se oye solamente que no existe ningún sonido; en este ver se ve solamente que no existe ninguna figura. Cuando el ojo no mira hacia fuera y el oído no escucha hacia fuera, se cierran y están dispuestos a sumirse hacia dentro. Sólo cuando se mira hacia dentro y escucha hacia dentro, el órgano no va hacia fuera y tampoco se sume hacia dentro. De esa manera es puesta de lado la pereza y la absorción. Eso es la combinación de la simiente y de la Luz de Sol y Luna.
Cuando uno, de resultas de la pereza, se torne soñoliento, levántese y camine en torno. Cuando el espíritu se haya tornado claro siéntese de nuevo. Cuando se tiene tiempo por la mañana, uno puede sentarse durante la combustión de una bujia de incienso; esto es lo mejor. Por la tarde perturban los asuntos humanos, y por ese motivo se cae fácilmente en la pereza. Pero uno no necesita entregarse a una bujía de incienso.
Sólo se debe poner de lado todos los enredos, y sentarse enteramente calmo por un tiempo. Con el tiempo podrá lográrselo, sin caer en la pereza y dormirse.
El pensamiento capital de esa sección expresa que lo más importante para el curso circular de la Luz es el hacer rítmica la respiración. Cuanto más progresa el Trabajo, tanto más profundas se tornan las enseñanzas. El aprendiz debe poner en relación uno con otra, durante el curso circular de la Luz, corazón y respiración, para evitar las molestias de la pereza y la dispersión. El Maestro teme que los principiantes, durante la sesión, cuando justamente han bajado los párpados, obtengan confusas fantasías, a causa de las cuales el corazón comience a correr de manera que sea difícil de dirigir. Por lo tanto, enseña el Trabajo de contar la respiración, y de fijar los pensamientos del corazón para impedir que la fuerza del espíritu fluya hacia fuera.
Porque la respiración proviene del corazón, la respiración arrítmica proviene de la intranquilidad del corazón. Por lo tanto, se debe espirar e inspirar de modo muy suave, de manera que permanezca inaudible para el oído y sólo el corazón cuente, enteramente quieto, las aspiraciones. Cuando el corazón olvida el número de las aspiraciones, esto es un signo de que el corazón ha huido hacia fuera. Entonces se debe tener firme el corazón. Cuando el oído no oye atento o los ojos no miran el dorso de la nariz, también sucede que el corazón corre hacia fuera o viene el sueño. Esto es un signo de que el estado se torna confusión y absorción, y se debe poner en orden el espíritu-simiente. Cuando uno, al bajar los párpados y tomar dirección de acuerdo con la nariz, no cierra enteramente la boca y aprieta firmemente los dientes, también acontece fácilmente que el corazón se apresura hacia fuera; entonces, de prisa, se debe cerrar y apretar los dientes. Los cinco sentidos se dirigen de acuerdo al corazón, y el espíritu debe llamar en su ayuda la fuerza respiratoria, para que entren en concordancia corazón y respiración. De esta manera se tiene necesidad cuando más de un Trabajo diario de unos pocos cuartos de hora; entran así por sí mismos corazón y respiración en cooperación y concordancia correctas; entonces no se necesita ya contar y la respiración se torna rítmica por sí misma.
Cuando la respiración va rítmicamente desaparecen con el tiempo, enteramente por sí solas, la pereza y la distracción.
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