XII
En el bote iba remando Por el lago seductor, Con el sol que era oro puro Y en el alma más de un sol. Y a mis pies vi de repente, Ofendido del hedor Un pez muerto, un pez hediondo En el bote remador XIII Por donde abunda la malva Y da el camino un rodeo, Iba un ángel de paseo Con una cabeza calva. Del castañar por la zona La pareja se perdía; La calva resplandecía Lo mismo que una corona. Sonaba el hacha en lo espeso Y cruzó un ave volando; Pero no se sabe cuándo Se dieron el primer beso. Era rubio el ángel; era El de la calva radiosa, Como el tronco a que amorosa Se prende la enredadera. XIV Yo no puedo olvidar nunca La mañanita de otoño En que le salió un retoño A la pobre rama trunca. La mañanita en que, en vano, Junto a la estufa apagada, Una niña enamorada Le tendió al viejo la mano. XV Vino el médico amarillo A darme su medicina, Con una mano cetrina Y la otra mano al bolsillo: ¡Yo tengo allá en un rincón Un médico que no manca Con una mano muy blanca Y otra mano al corazón! Viene, de blusa y casquete, El grave del repostero, A preguntarme si quiero O Málaga o Pajarete: ¡Díganle a la repostera Que ha tanto tiempo no he visto, Que me tenga un beso listo Al entrar la primavera! XVI En el alféizar calado De la ventana moruna, Pálido como la luna, Medita un enamorado. Pálida, en su canapé De seda tórtola y roja, Eva, callada, deshoja Una violeta en el té. XVII Es rubia: el cabello suelto Da más luz al ojo moro: Voy, desde entonces, envuelto En un torbellino de oro. La abeja estival que zumba Más ágil por la flor nueva, No dice, como antes, "tumba"; "Eva" dice: todo es "Eva". Bajo, en lo oscuro, al temido Raudal de la catarata; ¡Y brilla el iris, tendido Sobre las hojas de plata! Miro, ceñudo, la agreste Pompa del monte irritado: ¡Y en el alma azul celeste Brota un jacinto rosado! Voy, por el bosque, a paseo A la laguna vecina; Y entre las ramas la veo, Y por el agua camina. La serpiente del jardín Silba, escupe, y se resbala Por su agujero: el clarín Me tiende, trinando, el ala. ¡Arpa soy, salterio soy Donde vibra el Universo; Vengo del sol, y al sol voy; Soy el amor: soy el verso! XVIII El alfiler de Eva loca Es hecho del oro oscuro Que lo sacó un hombre puro Del corazón de una roca. Un pájaro tentador Le trajo en el pico ayer Un relumbrante alfiler De pasta y de similor. Eva se prendió al oscuro Talle el diamante embustero: Y echó en el alfiletero El alfiler de oro puro. XIX Por tus ojos encendidos Y lo mal puesto de un broche, Pensé que estuviste anoche Jugando a juegos prohibidos. Te odié por vil y alevosa; Te odié con odio de muerte; Náusea me daba de verte Tan villana y tan hermosa. Y por la esquela que vi Sin saber cómo ni cuando, Sé que estuviste llorando Toda la noche por mí. XX Mi amor del aire se azora; Eva es rubia, falsa es Eva; Viene una nube, y se lleva Mi amor que gime y que llora. Se lleva mi amor que llora Esa nube que se va; Eva me ha sido traidora; ¡Eva me consolará! XXI Ayer la vi en el salón De los pintores, y ayer Detrás de aquella mujer Se me saltó el corazón. Sentada en el suelo rudo Está en el lienzo; dormido
Al pie, el esposo rendido;
Al seno el niño desnudo. Sobre unas briznas de paja Se ven mendrugos mondados; Le cuelga el manto a los lados, Lo mismo que una mortaja. No nace en el torvo suelo Ni una viola, ni una espiga: Muy lejos, la casa amiga, Muy triste y oscuro el cielo. ¡Esa es la hermosa mujer Que me robó el corazón En el soberbio salón De los pintores de ayer! XXII Estoy en el baile extraño De polaina y casaquín Que dan, del año hacia el fin, Los cazadores del año. Una duquesa violeta Va con un frac colorado; Marca un vizconde pintado El tiempo en la pandereta. Y pasan las chupas rojas Pasan los tules de fuego, Como delante de un ciego Pasan volando las hojas. |
viernes
JOSÉ MARTÍ - VERSOS SENCILLOS (II)
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