miércoles

JOHN DONNE (1572 – 1631)




DEVOCIONES

(versión y prólogo de Alberto Girri)

DECIMONOVENA ENTREGA

XXI
Adque annuit Ille, Qui, per etos, clamant, Linquas jam, Lazare, lectum
Dios enriquece sus prácticas, y Él, por medio de ellas, llama a Lázaro de su tumba y a mí de mi cama

Si el hombre hubiese sido dejado solo en este mundo, en un principio, ¿podría yo pensar que no hubiera caído? Si no hubiera habido mujer, ¿no se habría encargado él de ser su propio tentador? Cuando lo veo ahora, sujeto a infinitas debilidades, caído en infinitos pecados, sin ninguna tentación extraña, ¿podría pensar que no habría tenido ninguna, de haber estado solo? Dios vio que el hombre necesitaba un asistente para estar bien; pero para hacer dañina a la mujer, el Diablo vio que no necesitaba de un tercero. Cuando Dios y nosotros estábamos solos, en Adán, no era bastante; cuando el Diablo y nosotros estábamos solos, en Eva, fue suficiente. ¡Oh qué gigante es el hombre cuando combate en contra de sí mismo, y qué enano cuando necesita o ejercita su propia ayuda para sí mismo! No puedo alzarme de mi lecho hasta que el médico me lo permita, ni puedo decir que soy capaz de levantarme hasta que él me lo diga. No hago nada, no sé nada de mí mismo; ¡qué pequeño, y qué impotente trozo del mundo es un hombre solo!; ¡y cuánto menos un trozo de sí mismo es ese hombre! Tan pequeño, que cuando sucede (como sucede en algunos casos) que más miseria, y más opresión, fueran un alivio para el hombre, él no puede darse a sí mismo esa miserable adición de más miseria; un hombre que es apretado hasta morir, y que podría ser aliviado mediante más pesos, no puede echarse esos pesos sobre sí mismo; puede pecar solo, y sufrir solo, pero no arrepentirse, no puede ser absuelto, sin otro. Otro me dice que puedo levantarme; y así lo hago. ¿Pero es cada levantarse una promoción?; ¿o es cada promoción actual una estación? Estoy más pronto para caer en tierra ahora, que me encuentro de pie, que cuando yacía en el lecho; ¡oh perversa manera, irregular movimiento del hombre!; aun su levantarse es camino hacia la ruina. ¿Cuántos hombres son levantados, y no llenan el lugar hacia el que son alzados? Ningún rincón de sitio alguno puede estar vacío; no puede haber vacío; si este hombre no ocupa el lugar, otros hombres lo harán; los lamentos por su incapacidad lo llenarán; más aun, hay tal horror de la naturaleza al vacío, que si tan sólo hubiera una imaginación en cualquier hombre de que no ocupa lugar, lo llenará lo que no es sino imaginación, esto es, los rumores y las voces, y se proclamará (sin más apoyo que la imaginación, y nadie sabe la imaginación de quién) que se ha corrompido en su cargo, o que es incapaz de su cargo, y habrá otro preparado para sucederlo en su cargo. Un hombre se levanta, algunas veces, y no permanece, porque no llena, o cree no llenar su lugar; y algunas veces no permanece porque llena con exceso su lugar; puede aportar tanta virtud, tanta justicia, tanta integridad en el cargo, que echará a perder el cargo, agobiará al cargo; su integridad puede ser una difamación para su predecesor, y arrojar infamia sobre él, y un peso sobre su sucesor, para obrar según su ejemplo, y podrá desvalorizar el cargo en sí mismo, y llevar incertidumbre al mercado. Estoy levantado, y parezco detenido, y doy vueltas; y soy un nuevo argumento de la nueva filosofía de que la tierra se mueve en círculo; ¿por qué no he de creer yo que toda la tierra se mueve en círculo, aunque a mí me parezca detenida, cuando parezco estar inmóvil a quienes me acompañan, y sin embargo soy arrastrado en un vertiginoso, y circular movimiento cuando me detengo? El hombre no tiene más centro que la miseria; allí y solamente allí se está fijo, y seguro de hallarse a sí mismo. Por poco que de allí se levante, se mueve, y se mueve en círculo, vertiginosamente; y así como en los cielos no hay sino unos pocos círculos, que giran por todo el mundo, pero muchos epiciclos, y otros círculos menores, pero sin embargo círculos, así de aquellos hombres que son elevados y puestos en círculos, pocos de ellos se mueven de un lugar a otro, y pasan a través de muchos y benéficos lugares, sino que caen en pequeños círculos, y luego de un paso o dos se encuentran con su fin, y no tan bien como cuando estaban en el centro, del que fueron elevados. Cada cosa sirve para ejemplificar, ilustrar la miseria del hombre. Pero no necesito ir más allá de mí mismo; por largo tiempo fui incapaz de levantarme; al cabo, debí ser alzado por otros; y ahora que estoy en pie, estoy listo para hundirme más abajo que antes.

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