domingo

EMILIANO COTELO entrevista a JOSÉ ANTONIO FERRER BENIMELLI


CATÓLICOS Y MASONES:

ACTUALIDAD DE UN ENFRENTAMIENTO ENTRE FE Y LIBRE PENSAMIENTO

(reportaje recuperado del programa En Perspectiva, Radio el Espectador, 29 / 05 / 2012)

PRIMERA ENTREGA
  
La relación entre la Iglesia Católica y la masonería siempre ha estado cargada de tensión y hasta de cierto misterio. Durante siglos, los diferentes papas católicos consideraron negativamente a los masones. Llegaron a incluso a tratarlos de criminales. Esa oposición tan radical parece haberse moderado en algo en nuestro tiempo. Pero ¿qué tipo de relación hay, si es que hay alguna, entre estas dos instituciones tan arraigadas en el mundo, y particularmente aquí en Uruguay? ¿Se puede ser católico y masón? ¿Ha habido curas masones? Esta mañana recibimos en En Perspectiva a José Antonio Ferrer Benimeli, un especialista de larga trayectoria en los temas de Iglesia y masonería que esta semana se encuentra de visita en nuestro país para ofrecer dos conferencias, una hoy y otra el jueves de noche en el Ateneo de Montevideo. Ferrer Benimeli tiene 78 años, nació en 1934 en Huesca, España. Es licenciado en Filosofía y Letras con especialización en Historia por la Universidad de Zaragoza y desde fines de los años 60 es profesor en esa casa de estudios. En esa universidad, además, dirige el Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española. (*) Según la información disponible en internet, usted ha escrito 47 libros relativos a la masonería, pero además ha colaborado en otros 200 libros y lleva más de 400 artículos publicados. ¿Esos números son correctos?


Creo que quedan cortos.



¿Por qué ha encarado esta especialización, por qué se ha concentrado de esa forma en la masonería? ¿Qué es el Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española?


Empezando por la segunda parte, el Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española es una institución universitaria a la que pertenecemos 120 profesores de universidad y algunos profesores de enseñanza media o de centros de investigación, como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y se constituyó hace 25 años con la finalidad de estudiar una asociación de la que todo el mundo hablaba y de la que se sabía tan poco. Y estudiarla desde un punto de vista histórico, no desde un punto de vista polémico ni apologético, que es en lo que más se ha insistido a lo largo de la historia. Si analizamos la bibliografía, en concreto la última que publicamos, que consta de 20.000 títulos, veremos que hay una parte que es totalmente apologética y otra que es totalmente antimasónica, y lo que nos interesaba era, desde la óptica universitaria, intentar acercarnos a la verdad de esta institución que ha sido tan tergiversada, tan polémica y que sigue siendo tan desconocida y sigue suscitando tanto morbo en torno a ella.

Usted en particular, por lo visto, ha dedicado prácticamente su vida a este tema.


Toda la vida no, pero 50 años sí. Cuando empecé a hacer mi tesis doctoral sobre esta cuestión - y esto enlazaría con la primera pregunta del porqué me he dedicado más o menos, no de una forma monográfica, puesto que ha habido otras líneas de investigación a lo largo de mi vida-, en nuestra universidad se estaban estudiando los políticos aragoneses del siglo XVIII y en concreto me dije: “¿Y por qué no abordas la historia del conde de Landa?”, el primer ministro de Carlos III, del que se decía que había sido masón y fundado la masonería en España. Y empezamos, pero a los pocos meses llegué a la conclusión de que ni había fundado la masonería ni había sido masón, con lo cual me encontré un tanto desarbolado en mi tesis doctoral y tuve que buscar una deriva, y puesto que ya estaba introducido en el tema, me dediqué a trabajar sobre todo en el archivo secreto Vaticano y en otros 120 archivos de Europa cuáles fueron las motivaciones, las primeras condenas pontificias de esta institución. Entonces incidí hasta el siglo XVIII, cuando se agota se pasa al siglo XIX y del siglo XIX se pasa al XX y del XX al XXI, y aquí estoy, en ese cepo enganchado en esta investigación.


Aquí en Uruguay, a fines del siglo XIX, pero sobre todo a comienzos del XX, se dio un proceso de separación de la Iglesia Católica y el Estado. Un proceso que incluyó medidas como la obligatoriedad del matrimonio civil, la supresión de toda alusión religiosa en los actos de toma de posesión de las autoridades o, quizás la más importante, la instauración de la laicidad en la educación pública. Según el escritor Fernando Amado, que ha publicado dos libros muy exitosos sobre masonería en Uruguay hace poco, ese proceso de separación entre Iglesia y Estado fue el origen de los encontronazos más duros que ha habido entre Iglesia y masonería en nuestro país. De todos modos en el mundo el enfrentamiento es muy anterior a aquellas fechas, ¿no?

Data del año 1738.


Muy cerca del nacimiento de la masonería.


Sí, que fue en 1717. Ese fue el punto de partida del estudio de mi tesis doctoral que versó sobre esta cuestión.


Cuando usted alude a 1738…


Es la bula de Clemente XII, la primera condena pontificia.


Instituye la excomunión de todos los católicos que pertenecían o pretendían ingresar a la sociedad secreta conocida como masonería. Así dice textualmente.


La bula no dice eso, eso es posterior o es una interpretación histórico-periodística de ella. El contexto es un poco más complejo. Ya en 1735 las autoridades protestantes de Ámsterdam y de La Haya prohíben las reuniones de masones. En 1737 lo hacen las autoridades protestantes de Berna y de Ginebra, o el jefe de la  Policía de París, el cardenal […], que era el primer ministro de Estado. Pero podríamos seguir año por año, 1738 las ciudades hanseáticas, 1742 la emperatriz María Teresa de Austria, 1748 el […] de Constantinopla, el rey Carlos III de Nápoles en el 51, su hermano Fernando en España… Podríamos llegar hasta 1798 con el zar Pablo II.


No prohíben la institución, sino las reuniones de masones, porque en aquella época los gobiernos eran absolutistas y una institución -y este fue el problema fundamental- que se creó al margen de la autoridad según la legislación de la época, que era el derecho romano, incurría inmediatamente en ser sospechosa de ir contra la tranquilidad pública. Porque entonces el monarca, el rey tenía los tres poderes, era legislador, era prácticamente todo; incluso imponía la religión de sus súbditos […], los reyes luteranos imponían el luteranismo, los anglicanos el anglicanismo, los católicos el catolicismo.


Esta asociación, la masonería, nace en un contexto inmediatamente posterior a las guerras de religión. En nombre de Dios se había matado tanto gente, y esto lo podemos comprender hoy día quizás mejor con la experiencia fundamentalista de tantos países, y nace con una idea de tolerancia, de búsqueda, de fraternidad, de libertad entre personas que piensan de forma diferente no solamente en el terreno político, sino en el terreno religioso, en el terreno cultural. Este fue el origen y esto es lo que les crea complicaciones, porque se crean al margen de la autoridad.

Tengo aquí expresiones del papa Pío VIII, alrededor del año 1820: Son asociaciones secretas de hombres facciosos, enemigos declarados de Dios y de los príncipes, que emplean todo su esfuerzo en desolar la Iglesia, en trastornar los Estados, en perturbar todo el universo, y que, rompiendo el freno de la verdadera fe, abren el camino a todos los crímenes.


Sí, hay muchas expresiones, pero estamos hablando ya del siglo XIX. Hay un salto entre el siglo XVIII y el siglo XIX, en el siglo XIX después de la Revolución francesa la masonería va a ser identificada, falsamente, con las sociedades que luchan y maquinan contra los poderes civiles legítimamente establecidos. Y en concreto en Roma el poder civil legítimamente establecido era el rey de Roma, era el papa, que al mismo tiempo era el jefe de la Iglesia. Por eso hay aquí hoy una vinculación, de la misma forma que en el XVIII el papa empieza su prohibición siguiendo el ejemplo de los otros gobiernos: “yo también prohíbo las reuniones de masones”. Después de la Revolución francesa ya no se prohíben las reuniones de masones sino que se prohíbe la institución que se identifica con las ideas del liberalismo, con las ideas de libertad, con las ideas de democracia, de constitucionalismo, que son opuestas al absolutismo que se mantiene en la Europa, por revolucionaria. En la Europa absolutista del Congreso de Viena, el zar de Rusia, el emperador de Austria-Hungría, los principados de Italia, el rey de España, es decir, los países absolutistas, frente a los que han descubierto ya la libertad como es el caso de Francia, como va a ser muy pronto el caso de todas las repúblicas hispanoamericanas.


Y el masón defiende la libertad, la libertad individual, entonces es muy fácil en este caso dar el paso, y así fue, la masonería no solamente defiende la libertad, sino que defiende también la libertad de los pueblos, y por eso liderará los movimientos no solamente de insurgencia sino de independencia de los pueblos o estará muy identificada. La pregunta aquí sería si la masonería se introduce antes o después de la independencia. Cuándo se constituyen las grandes logias, 1862, 1856 aquí en Uruguay. Creo que la respuesta está clara, aunque hubiera algunos personajes que pudieran colaborar antes en esa política.


A partir de su exposición está claro qué es lo que la Iglesia Católica rechazaba en la masonería. Pero ¿cómo era este enfrentamiento visto desde el otro lado? ¿Qué rechazaba la masonería en la Iglesia Católica, por dónde venía el enfrentamiento por el lado masón? En los hechos, efectivamente.


En sus orígenes, incluso hoy día en la mayor parte de las masonerías… Porque estamos hablando de masonería en singular y habría que hablar de masonerías en plural, porque no es lo mismo la masonería en Estados Unidos, en Gran Bretaña, que la masonería en Francia, en Italia o en España, ni en España es lo mismo la masonería del siglo XIX que la masonería del siglo XX. Entonces este es un matiz que conviene insistir.


En las constituciones de la masonería en el artículo 2 se exige para ser masón creer en Dios y en la inmortalidad del alma, y se insiste en que cada masón tiene que ser fiel a su religión. El que en la masonería o en las logias se admita a hombres de diferentes religiones no significa ni sincretismo ni nada que sea contrario a la propia religión. Haciendo una trasposición terminológica, en algunos sitios se le llama a eso ecumenismo. Pero en el siglo XVIII eso no se podía entender, porque los católicos no podían ni siquiera reunirse con los no católicos, incurrían en la pena de excomunión. ¿Y por qué los masones son condenados con la excomunión? Porque en la bula In Eminenti, siguiendo el ejemplo de otros gobiernos, motivación política, como los masones se reúnen o permiten en sus logias que haya no católicos, entonces incurren en la pena de excomunión porque los católicos no podían reunirse con no católicos.


Pero la masonería o algunas logias masónicas ¿nunca hicieron la guerra a la Iglesia Católica?


Sí, por supuesto. Por eso digo que hay que ir deslindando el panorama. En el siglo XVIII no hay problema, es más, yo he publicado el nombre de 5.000 sacerdotes católicos que pertenecieron a la masonería en el siglo XVIII, incluso después de las condenas pontificias, porque según su propia conciencia allí no había nada que atentara.


En Uruguay en particular se da como un hecho que el padre Dámaso Antonio Larrañaga, estrecho colaborador del general José Artigas, un cura, era masón.


Sí, pero ya estamos en el siglo XIX, y en el siglo XIX hay una serie de masonerías que en vez de involucrarse como las más tradicionales y herederas de la fundación inglesa de 1717, que se fundamentan sobre todo en lo ritual, en lo espiritual, en una espiritualidad masónica o una espiritualidad incluso de los ateos, de los no creyentes en Dios, como se ha dicho en varias publicaciones últimamente. Y hay otras masonerías en el siglo XIX, especialmente en los países europeos, en Francia, en España, en Italia, que se involucran más en los problemas sociopolíticos, y entonces sí que hay ahí una íntima unión con estas políticas laicistas o que dan una importancia mayor a lo que ocurre que a la propia formación, porque la masonería de hecho es una escuela de formación del hombre. Pero hay otros que dicen “no, pero salgamos de nuestro propio mundo personal, involucrémonos en el mundo que nos rodea”.


Yo eso lo experimenté hace unos años en una zona bastante pobre de Brasil donde había una logia centenaria y me comentaron: “Aquí ha habido una escisión porque un grupo de masones no entendían que nos reuniéramos vestidos de negro, con guantes, con todo el rito y que a nuestro alrededor estuvieran las favelas”. Entonces hubo un grupo que se marchó a una favela y ahí construyó su propia logia con unos ladrillos, con suelo de tierra, con unas sillas que cada una era diferente, crearon un dispensario, una escuela y se dedicaron a buscar agua porque ni siquiera había agua en esas favelas. Dos formas de concebir la masonería, como exclusivamente formación de sí mismo o como compromiso social con el entorno.

Entonces algunas masonerías del siglo XIX, del siglo XX e incluso de hoy día están más involucradas con estos problemas sociales y políticos, y por eso no es de extrañar que defendieran la separación de la Iglesia y el Estado en el siglo XIX. Pero es que luego en el siglo XX es el Concilio Vaticano II el que defiende la separación de la Iglesia y el Estado. Así que a veces por adelantarse a los tiempos uno sufre ciertos castigos, por ser pionero.


¿Y eso fue lo que entiende usted le pasó a la masonería?


A algunas masonerías sí que les pasó.

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