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TRES POEMAS DE LEONARDO DE LEÓN




Leonardo de León (Uruguay, Minas, 1983) es profesor de lengua y literatura. Colaboró con las revistas culturales Iscariote (Maldonado), La letra breve (San José), y fue columnista de libros en la revista Megafón de Bs. As. Estudió cine y guionó y dirigió el cortometraje Pero la puta madre. Obtuvo Mención de Honor en el Concurso Paco Espínola de cuentos, el XVII Premio Nacional de Narrativa "Narradores de la Banda Oriental" (No vi la luna, Banda oriental, 2010), y el Primer Premio Pablo Neruda para jóvenes poetas. En 2012 publicó su poemario Confirmación del aliento (Paréntesis, colección Aedas). Participará como invitado, junto a Diego presa y Santiago Barcellos, en el tercer recital del ciclo “Rumor de hipnótico concierto”, a realizarse el viernes 20 de julio en Pocitos Libros.
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UNO
A veces las palabras
cuelgan como prendas del vacío
roídas por la ausencia
y de la piel sorda del papel
destila una clara tempestad.
Blanda
hueca anatomía
estático destello:
la página
se apropia del sonido como un cuello
envuelve la crudeza de su grito.
Se amolda a la tela del lenguaje
y deja bien tirantes las costuras.
El vacío se inflama
como una astilla por el río
que absorbe toda el agua y se vuelve
un río quieto de madera.
En esos días
la palabra cuenta la tormenta del vacío
sin decir una palabra.
Se dice
y se disipa.
Se impregna de la nada de su cuerpo.
Se anticipa a su final.
 DOS
Mirar con el ojo sereno del tornado
mientras el mundo gira y se deshace.
Ser el centro imperturbable del caos
que llora el espiral de los escombros.
Hacer de la vida un túnel que se tiñe de polvo
y equidista la pupila:
feroz calidoscopio de la nada.
Sentir por última vez
la arrogancia de mirar lo que te queda.
Prolongar la fiebre hasta que arda
y se ahogue en la inercia de su fuego.
Flotar como un recuerdo
y al final
cerrar el párpado redondo del tornado.
Dormirse para nunca haber nacido.
Morir enteramente:
sin un mundo al que volver
de tu sueño o pesadilla.
Ser el último testigo de tu aliento:
nombre sin objeto
aire sin lugar.



TRES
Nunca deja de llover
porque el arroyo no cesa de caerse.
Tropieza con el látigo del sol
y se derrama en el vapor
de los azotes.
Cae mientras asciende:
leve catarata que se encrespa por la altura
y en la sed de un luminoso paladar.
Más tarde o más temprano
el alma del arroyo no resiste otra caída.
Se enrosca al espiral de la tormenta
oprime y se libera
destroza los colmillos en la lluvia.
Escampa al otro día y sin embargo
el arroyo condesciende a los azotes
de una luz que se repite.
El lomo del agua se levanta
felino y sin temor
encrespado en el augurio de otra nube
y otro ataque.
El agua se resigna y se enaltece
en la caída.

1 comentario:

Unknown dijo...

hola, donde puedo ubicar a leonardo (algún correo electrónico o algo). nos conocimos el 2013 por una actividad de la fundación neruda en chile y necesito hablar con él. Gracias, saludos

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