¡Cómo podremos olvidar aquella centella!
En un instante los 30,000 en las calles desaparecieron
En el fondo de las tinieblas, aplastados
los gritos de los 50,000 cesaron.
En un instante los 30,000 en las calles desaparecieron
En el fondo de las tinieblas, aplastados
los gritos de los 50,000 cesaron.
Cuando el humo huracanado y amarillo se desvaneció
los edificios estaban rajados, los puentes derretidos
los trenes llenos de gente quedaron chamuscados
vasto páramo de escombros Hiroshima.
Con pieles colgando como tiras viejas
con las manos en su pecho
pisando líquido encefálico
vistiendo pedazos de tela quemada en sus caderas
lloraban hombres y mujeres desnudos caminando en procesión.
Cadáveres como budas de piedra, dispersos en el jardín de una
escuela.
los edificios estaban rajados, los puentes derretidos
los trenes llenos de gente quedaron chamuscados
vasto páramo de escombros Hiroshima.
Con pieles colgando como tiras viejas
con las manos en su pecho
pisando líquido encefálico
vistiendo pedazos de tela quemada en sus caderas
lloraban hombres y mujeres desnudos caminando en procesión.
Cadáveres como budas de piedra, dispersos en el jardín de una
escuela.
La muchedumbre se agolpó en la orilla del río,
luego trepó a las balsas,
y se convirtió en una pila de cadáveres bajo el sol abrasador.
En medio de las llamas que se levantaban en el cielo crepuscular
los barrios donde vivían mi madre y mis hermanos, aplastados
vivos,
fueron cubiertos por el fuego
en un lugar lleno de excrementos
muchachas escolares estaban tiradas;
los vientres hinchados, los ojos arrancados, las cabezas sin pelo,
los cuerpos descuartizados.
El sol matutino alumbró a una masa anónima apiñada.
Nadie se movía.
En el estancamiento del hedor
se oía sólo el zumbido de las moscas.
¡Cómo podremos olvidar aquel silencio
que caía en la ciudad de 300,000 habitantes!
¡Cómo podremos olvidar
aquella plegaria nunca pronunciada por las cuencas blancas y
vacías de nuestras mujeres y nuestros hijos!
luego trepó a las balsas,
y se convirtió en una pila de cadáveres bajo el sol abrasador.
En medio de las llamas que se levantaban en el cielo crepuscular
los barrios donde vivían mi madre y mis hermanos, aplastados
vivos,
fueron cubiertos por el fuego
en un lugar lleno de excrementos
muchachas escolares estaban tiradas;
los vientres hinchados, los ojos arrancados, las cabezas sin pelo,
los cuerpos descuartizados.
El sol matutino alumbró a una masa anónima apiñada.
Nadie se movía.
En el estancamiento del hedor
se oía sólo el zumbido de las moscas.
¡Cómo podremos olvidar aquel silencio
que caía en la ciudad de 300,000 habitantes!
¡Cómo podremos olvidar
aquella plegaria nunca pronunciada por las cuencas blancas y
vacías de nuestras mujeres y nuestros hijos!
TARDE DE OTOÑO TEMPRANO / AZUMA KONDO
Así pues, yo
caminando por una calle tranquila de muchos templos.
Muros largos, las puertas de los templos alineados
Arboles enormes que sombreaban la calle.
El canto de las cigarras.
caminando por una calle tranquila de muchos templos.
Muros largos, las puertas de los templos alineados
Arboles enormes que sombreaban la calle.
El canto de las cigarras.
Repentinamente, de la puerta de un templo
salió un hombre.
Al tropezar conmigo me miró
con una cara como diciendo “¡Caray, ya me descubrieron!”.
Inmediatamente
desapareció en otro templo.
Ese hombre, ¿quién era?
Ese hombre con un descolorido gorro de soldado, camisa
verdeoscura, zapatos militares.
salió un hombre.
Al tropezar conmigo me miró
con una cara como diciendo “¡Caray, ya me descubrieron!”.
Inmediatamente
desapareció en otro templo.
Ese hombre, ¿quién era?
Ese hombre con un descolorido gorro de soldado, camisa
verdeoscura, zapatos militares.
¡Ah, aquí también fantasmas de la guerra!
¡En un callejón olvidado, habitación de otro fantasma de la
guerra!
¡En un callejón olvidado, habitación de otro fantasma de la
guerra!
HOMBRE MUERTE / NOBUO AYUKAWA
Por ejemplo, desde
los pasos en la niebla
o en todas las escaleras
surge la imagen opaca de un testamentario.
… Es el comienzo de todo…
Ayer lejano…
sentados en una cantina oscura
no sabíamos qué hacer con nuestras caras torcidas
mirando el sobre de una carta
“¿No habrá sombra ni forma?”
…Ya que fracasamos en morirnos, así estaban las cosas.
los pasos en la niebla
o en todas las escaleras
surge la imagen opaca de un testamentario.
… Es el comienzo de todo…
Ayer lejano…
sentados en una cantina oscura
no sabíamos qué hacer con nuestras caras torcidas
mirando el sobre de una carta
“¿No habrá sombra ni forma?”
…Ya que fracasamos en morirnos, así estaban las cosas.
Amigo, el cielo helado de ayer
permanece en el filo de la navaja.
Sin embargo, he olvidado dónde y cuándo
te perdí.
Fue una época de oro, tan efímera…
jugábamos a ser dioses, a trastocar signos
murmurando:
“Ésta es nuestra antigua receta”.
permanece en el filo de la navaja.
Sin embargo, he olvidado dónde y cuándo
te perdí.
Fue una época de oro, tan efímera…
jugábamos a ser dioses, a trastocar signos
murmurando:
“Ésta es nuestra antigua receta”.
Siempre era otoño, ayer y hoy
“En la tristeza llueven hojas muertas”
Esa voz, entre las sombras de la gente o en las calles
ha seguido su camino de plomo negro.
“En la tristeza llueven hojas muertas”
Esa voz, entre las sombras de la gente o en las calles
ha seguido su camino de plomo negro.
El día del funeral no había palabras ni
asistentes.
No había lugar para la ira, ni para la tristeza, ni tampoco
quejas débiles.
Alzando la mirada al cielo
permanecías acostado tranquilo
con los pies metidos en tus pesados zapatos.
“Adiós, no vale la pena creer en el sol ni en el mar”.
Amigo que duermes bajo la tierra,
¿Aun duele la herida de tu pecho?
asistentes.
No había lugar para la ira, ni para la tristeza, ni tampoco
quejas débiles.
Alzando la mirada al cielo
permanecías acostado tranquilo
con los pies metidos en tus pesados zapatos.
“Adiós, no vale la pena creer en el sol ni en el mar”.
Amigo que duermes bajo la tierra,
¿Aun duele la herida de tu pecho?
MERCADO DE ESCLAVOS / MIYOSHI NAGASHIMI
¿Quién fue quien me compró, para empezar?
En el mercado de esclavos azotado por el viento del norte aquel
día, yo
con cadenas en pies y cuello
fui comprado solo
y luego llevado al confín de la tierra
donde ni siquiera florecían las dalias negras
comprado por esos hombres
cantores de cristianos himnos
que gobiernan este vasto mundo civilizado.
En el mercado de esclavos azotado por el viento del norte aquel
día, yo
con cadenas en pies y cuello
fui comprado solo
y luego llevado al confín de la tierra
donde ni siquiera florecían las dalias negras
comprado por esos hombres
cantores de cristianos himnos
que gobiernan este vasto mundo civilizado.
Soy un esclavo
y los huesos del esclavo vitalicio
tienen que moverse
como pesadas ruedas oxidadas
en esta alba civilización cristiana.
Sea perro o
buey
puede darle alimento para gallinas.
Era, para mí, una larga
larga ruptura con la humanidad.
Acostumbrada a habitar la tierra tenebrosa
mi cabeza
quedó seca como el trigo.
De noche me acosté en el heno
y conté las estrellas del mundo
una por una.
Eran más dulces que las cañas del azúcar
liberadas del dolor, del vocerío y los látigos de cuero.
Contemplé aquellas estrellitas
remotas piedras frías
hasta que se desvanecieron.
Oh, esclavos
para los hombres amarillos, tan diferentes
esta civilización cristiana
es demasiado cruel para nosotros.
Cuando me desperté
de repente un zapato enorme
pisoteó mi cara como si fuera grava.
“Ya está muerto…
Compra otro”.
Oh, amigos, oh cristianos himnos.
Oh, Merry Christmas.
Compra otro esclavo nuevo.
y los huesos del esclavo vitalicio
tienen que moverse
como pesadas ruedas oxidadas
en esta alba civilización cristiana.
Sea perro o
buey
puede darle alimento para gallinas.
Era, para mí, una larga
larga ruptura con la humanidad.
Acostumbrada a habitar la tierra tenebrosa
mi cabeza
quedó seca como el trigo.
De noche me acosté en el heno
y conté las estrellas del mundo
una por una.
Eran más dulces que las cañas del azúcar
liberadas del dolor, del vocerío y los látigos de cuero.
Contemplé aquellas estrellitas
remotas piedras frías
hasta que se desvanecieron.
Oh, esclavos
para los hombres amarillos, tan diferentes
esta civilización cristiana
es demasiado cruel para nosotros.
Cuando me desperté
de repente un zapato enorme
pisoteó mi cara como si fuera grava.
“Ya está muerto…
Compra otro”.
Oh, amigos, oh cristianos himnos.
Oh, Merry Christmas.
Compra otro esclavo nuevo.
JAPÓN TURÍSTICO / IKU TAKENAKA
Vendemos el Fujiyama
Vendemos Miyadyima
Vendemos Nikko
Vendemos todo el Japón
Naruto y Aso
Todo lo vendemos.
Vengan, vengan por favor.
Sabemos frotarnos las manos
y producir sonrisas artificiales.
Mucho, mucho dinero, ¡qué maravilla!
Todos los japoneses compramos car
Todos los japoneses gustamos de los encendedores
Todos los japoneses somos buenos jardineros
Todos los japoneses cantamos boogie-woogie
Todos hacemos caravanas
Todos somos honrados, ¡Sí señor!
Vendemos Miyadyima
Vendemos Nikko
Vendemos todo el Japón
Naruto y Aso
Todo lo vendemos.
Vengan, vengan por favor.
Sabemos frotarnos las manos
y producir sonrisas artificiales.
Mucho, mucho dinero, ¡qué maravilla!
Todos los japoneses compramos car
Todos los japoneses gustamos de los encendedores
Todos los japoneses somos buenos jardineros
Todos los japoneses cantamos boogie-woogie
Todos hacemos caravanas
Todos somos honrados, ¡Sí señor!
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