miércoles

PAULO FREIRE / EDUCACIÓN Y ACCIÓN CULTURAL


EDUCACIÓN Y ACCIÓN CULTURAL
(Antología de 5 artículos del pedagogo brasileño)
QUINTA ENTREGA

INVESTIGACIÓN Y METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN DEL “TEMA GENERADOR” – REDUCCIÓN Y CODIFICACIÓN TEMÁTICAS (I)
PRESENTACIÓN
Este texto, que será discutido por los especialistas que constituirán el equipo de investigación temática significativa o del tema generador de los campesinos, forma parte de un trabajo todavía inédito del autor.

El texto es, en todos sus pasos, una permanente defensa del diálogo, como exigencia existencial. Del diálogo como concretización de la dialogicidad, esencia de la educación.

De ahí que él presente a los miembros del equipo, no como un sistema rígido de ideas y principios, sino como un desafío en búsqueda de respuestas.

El mundo no es, para el autor, un laboratorio de anatomía, en el cual algunos hombres “vivos” tratan a los demás como cadáveres. Laboratorio en que estos hombres “vivos” tuvieran en los “cadáveres” objetos pasivos de sus análisis, de su dominio, como cosas poseídas. El mundo, por el contrario, que no existiría sin el hombre, como éste sin aquel, es el lugar donde los hombres, por su actuación transformadora, se hacen hombres.

Esta acción de transformación del mundo sólo es posible porque el hombre es una conciencia intencionada del mundo, reflexiva y trascendental. Porque el hombre es un cuerpo consciente. Y si el hombre es esta conciencia intencionada al mundo, reflexiva, trascendental (conciencia del allá límite) es proyecto y es comunicación.

No podría ser proyecto si no fuera histórico y sólo es histórico porque no puede existir fuera del tiempo. Tiempo de acontecimientos exclusivamente humanos. Porque es histórico el hombre es y está siendo, en la historia que él hace y que lo marca. Su condición de hombre se expresa en estos opuestos que se implican dialécticamente: ser y estar siendo, que lo caracterizan como un ente inconcluso que se sabe inconcluso.

Solamente un ser más allá de los determinismos, un ser absoluto es sin estar siendo. De ahí su carácter ahistórico.

Por otro lado, solamente un ser que viva en un tiempo que no sea el suyo tampoco está siendo.

Si el estar siendo del hombre del hombre se encuentra en relación directa con el tiempo, que no es estático y con la realidad histórico-cultural cambiante, es un absurdo considerar la educación como un quehacer para la adaptación del hombre; es decir, la educación como un proceso cuyo sujeto sea el educador y cuyo objeto sea el educando, quien debe ser conducido para ajustarse a la realidad. Y a una realidad que no es estática…

La adaptación del hombre constituye una doble contradicción: al hombre en cuanto es, en cuanto a su vocación ontológica de ser sujeto; al hombre en cuanto está siendo, como un ser histórico transformando la realidad y siendo transformado por ella.

La defensa de la adaptación del hombre sólo puede ser hecha por quienes, sádicamente, les gusta “reificar” a los demás y por quienes, masoquistamente, les gusta ser poseídos por aquellos.

Los humanistas, los biófilos, los que se reconocen a sí mismos y a los otros como una vocación de ser más, estos no aceptan la adaptación. Y aunque sientan, en torno suyo, la presión de las fuerzas deshumanizantes, luchan contra ellas a favor del hombre-persona. (1)

La concepción antidialógica de la educación, la que no acepta la participación del educando, la que impone un programa cuyo contenido es la exclusiva elección del educador, lo que hace es “domesticar” al hombre, es adaptarlo, cuando su papel es otro.

En este estudio pretendemos plantear y defender una posición completamente opuesta. La de una educación humanista y liberadora, por ello mismo, que encarna el diálogo educador-educando en la búsqueda de su contenido programático.

Y como para el autor la búsqueda de este contenido programático (que implica una investigación, y esta una metodología) no puede ser hecha fuera del diálogo, la primera parte del texto se detiene en el análisis del diálogo y de sus elementos constitutivos.

De esta manera, sólo aparentemente, la primera parte del texto no tendría nada que ver con su objetivo fundamental: la investigación del tema generador y su metodología.

Sin embargo, sin ella, quedaría ininteligible el enfoque dado a la metodología de la investigación del “tema generador” aquí presentada.
* * *

Al iniciar este estudio sobre la investigación y la metodología de la investigación del “tema generador”, sin el cual no nos parece posible la organización del programa educativo, se nos plantea una exigencia primordial: discutir el diálogo, manifestación concreta de la dialogicidad, esencia de la educación.

Cuando intentamos un adentramiento en el dialogo, como un fenómeno humano, se nos revela algo que podríamos decir que ya es él mismo: la palabra. Pero, al encontrar la palabra, en el análisis fenomenólogico del diálogo, como algo más que un medio para que él se realice, se nos impone buscar también los elementos constitutivos de la palabra. (2).

Esta búsqueda nos lleva a sorprender en ella dos dimensiones de tal forma solidarias, en una interacción tan radical que, sacrificada, aunque en parte, una de ellas, se resiente inmediatamente la otra. No hay palabra verdadera que no sea una unión inquebrantable de acción y reflexión. (3)

Pero como la acción y reflexión constituyen la praxis, palabra es praxis. De ahí que, decir la palabra auténtica, sea transformar el mundo. La palabra inauténtica, que es el resultado de la dicotomía que sufre en sus elementos constitutivos, no puede transformar la realidad. Así es que, vaciada la palabra de su dimensión de acción, sacrifica automáticamente también la reflexión y la palabra se transforma en palabrería, verbalismo, bla-bla-bla. Por todo esto, alienada y alienante. Es una palabra hueca, de la cual no puede uno esperar la denuncia del mundo, puesto que no hay denuncia sin transformación, ni transformación sin acción.

Si, por el contrario, se enfatiza o se exclusiviza la acción, con perjuicio de la reflexión, la palabra se convierte en activismo. Esto es la acción sin la vigilancia de la reflexión. Al minimizar la reflexión, el activismo también niega la praxis e imposibilita el diálogo.

De ahí que cualquiera de estas dicotomías, como cualquier dicotomía, resulta de un pensar inauténtico y genera un pensar inauténtico.

No hay una palabra verdadera disociada de la reflexión y de la acción sobre el mundo. Por eso mismo es que la existencia, porque es humana, no puede ser muda, silenciosa, sino llena de palabras, con las cuales el hombre transforma el mundo. Existir humanamente es pronunciar el mundo, lo que quiere decir, transformarlo. El mundo pronunciado, a su vez, se vuelve problematizado al sujeto o a los sujetos pronunciantes y exige de ellos un nuevo pronunciamiento. No es en el silencio que el hombre se hace, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción-reflexión.

Pero, si decir la palabra verdadera, que es trabajo, que es praxis, es transformar el mundo, decir la palabra no es privilegio de algunos hombres, sino el derecho de los hombres, de todos los hombres.

Precisamente por ello, nadie puede decir la palabra solo, o decirla para los otros en un acto de prescripción, con el cual roba la palabra a los demás.

De ahí que, decir la palabra, referida al mundo que debe ser transformado, implique un encuentro de los hombres para esta transformación. El diálogo es este encuentro de los hombres para la “pronunciación” del mundo. Por ello, es también que no puede haber diálogo entre quienes no quieren la “pronunciación” del mundo y quienes la quieren; entre los que roban la palabra y los que están robados de ella.

Es necesario, para que haya diálogo en este caso, que los robados en su palabra, primero la reconquisten y que además se esfuercen para que este asalto deshumanizante ya no siga. Solamente así ambos se humanizarán, unos porque ya no pueden prohibir la palabra ajena, los otros, porque la reconquistaron.

La solidaridad radical entre los elementos constitutivos de la palabra -acción y reflexión- es la que provoca, en los que no quieren actuar, el silencio. No un silencio auténtico, que en lugar de ser una forma mañosa de huir del mundo, es una manera de penetrar en él, con una apariencia, apenas, de quien salió de él.

El silencio de quienes no quieren actuar, por el contrario, está lleno de palabras vacías, por ello, silencio descomprometido con el mundo.

Tanto unos como otros, verbalistas y “silenciosos verbalistas”, al negar la palabra, niegan al hombre concreto, en su vocación de transformar el mundo.

El diálogo se opone a ambas formas de negar el mundo, en la medida en que también a él lo niegan. Verbalismo y “silencio” niegan el diálogo, que es la expresión de la forma de ser de la existencia humana, su exigencia fundamental.

Notas
1) Erich Fromm, en nuestros días, es una de las mayores expresiones de pensador y hombre de ciencia, comprometido con la incansable defensa del hombre concreto en la búsqueda de su humanización. Toda su obra está llena de una honda fe en este hombre concreto, que, para él, no puede ser cosa.
2) Algunas de las reflexiones aquí desarrolladas nos fueron estimuladas en conversaciones con el profesor brasileño Ernani María Fiori.


a ) acción a) de la acción. Palabrería, verbalismo, bla-bla-bla.
3) Palabra Praxis Sacrificio
b) reflexión b) de la reflexión. Activismo.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+