Capítulo 19
Ponte a un lado, deja pasar la mente
Amado Osho,
A veces, cuando surgen los lados oscuros de mi mente, me dan mucho miedo. Me cuesta mucho aceptar que simplemente son el polo opuesto de los luminosos. Me siento sucio y culpable, y no me siento digno de sentarme contigo en Tu inmaculada presencia.
Quiero enfrentar todas las facetas de mi mente y aceptarlas porque suelo oírte decir que la aceptación es la condición para trascender la mente.
¿Puedes, por favor, hablar de la aceptación?
Lo fundamental que tienes que entender es que tú no eres la mente: ni la brillante ni la oscura. Si te identificas con la parte hermosa, entonces es imposible desindentificarse de la parte desagradable; son las dos caras de la misma moneda. Puedes quedarte con todo o puedes deshacerte de ello, pero no puedes dividirlo.
Y toda la ansiedad del ser humano surge porque quiere elegir lo que parece hermoso y brillante; quiere elegir todos los rebordes dorados y dejar atrás la nube oscura. Pero no sabe que los rebordes dorados no pueden existir sin la nube oscura. La nube oscura es el trasfondo, absolutamente necesario para que surjan los rebordes dorados.
Elegir es ansiedad.
Elegir es crearte problemas.
Permanecer sin elección significa que la mente está allí y tiene un lado oscuro y otro lado luminoso; ¿y qué? ¿Qué tiene eso que ver contigo? ¿Por qué preocuparte por ello?
En el momento en que no eliges, toda preocupación desaparece. Surge una gran aceptación, y así es como tiene que estar tu mente, esa es la naturaleza de la mente; y no es tu problema, porque tú no eres la mente. Si fueras la mente, no habría habido ningún problema en absoluto. ¿Entonces quién elegiría y pensaría en trascender? ¿Y quién intentaría aceptar y comprendería la aceptación?
Estás separado, totalmente separado. Sólo eres un testigo y nada más.
Pero estás siendo un observador que se identifica con cualquier cosa que le resulta agradable y se olvida de que lo desagradable vendrá detrás como una sombra. El lado agradable no te problematiza, sino que te alegra. El problema surge cuando su opuesto polar se afirma; entonces te sientes desgarrado.
Pero tú eres el que ha provocado todos los problemas. Cayendo de la posición del testigo, te identificas. La historia bíblica de la caída es sólo una ficción. Ésta es la caída real: la caída de ser un testigo a identificarse con algo y perder la observación.
Inténtalo de vez en cuando: deja que la mente sea lo que es. Recuerda que no eres ella. Y te vas a llevar una gran sorpresa. A medida que te identificas menos, la mente empieza a perder poder, porque su poder procede de tu identificación; te chupa la sangre. Pero cuando comienzas a sentirte alejado y desvinculado, la mente empieza a disminuir.
El día que dejas completamente de identificarte con la mente, incluso por un momento, hay una revelación: la mente simplemente muere; ya no está allí. Antes estaba tan llena, era tan continua -día tras día, dormido, despierto, siempre estaba allí- y de repente ya no está. Miras a tu alrededor y encuentras un vacío, una nada.
Y con la mente desaparece el yo. Entonces sólo queda cierta cualidad de consciencia que carece de un «yo» en ella. Como mucho puedes decir que es algo parecido a una cualidad de ser, una «soy-dad» [seidad], pero no es una «yo-idad». Para ser aún más preciso, es una «es-idad» porque incluso en la «soy-idad» queda alguna sombra del «yo». En el momento en que sabes que es una «es-idad», ya se ha hecho universal.
Con la desaparición de la mente, desaparece el yo. Y desaparecen muchas cosas que eran tan importantes para ti, que era tan problemáticas para ti. Intentabas resolverlas y se hacían cada vez más complicadas; todo se convertía en un problema, una ansiedad, no parecía haber ninguna salida.
Os voy a recordar la historia de «El ganso está fuera». Está relacionada con la mente y con la «es-idad».
El maestro le dice al discípulo que medite en un koan: un pequeño ganso se pone dentro de una botella y se le va alimentando y cuidando. El ganso va creciendo más y más, hasta que llena toda la botella. Ahora se ha hecho demasiado grande y no puede salir por el cuello de la botella porque es demasiado pequeña. El koan es que tienes que sacar al ganso sin romper la botella y sin matar al ganso.
Es verdaderamente confuso para la mente.
¿Qué puedes hacer? El ganso es demasiado grande; no puedes sacarlo a menos que rompas la botella, pero eso no está permitido. O puedes sacarlo matándolo, sin que te importe si sale vivo o muerto. Pero eso tampoco está permitido.
Día tras día el discípulo medita, no encuentra ningún camino, piensa en una solución tras otra; pero, de hecho, no hay forma de hacerlo. Cansado, completamente exhausto, una revelación repentina...; de repente entiende que el maestro no puede estar interesado en la botella ni el ganso; deben representar alguna otra cosa. La botella es la mente y él es el ganso... y por medio de la observación, es posible resolverlo. Sin estar dentro de la mente, puedes identificarte tanto con ella ¡que comiences a sentir que estás dentro!
Corre al maestro y le dice que el ganso está fuera. Y el maestro le dice: «Lo has entendido. Ahora mantenlo fuera. Nunca ha estado dentro.»
Si sigues luchando con el ganso y la botella, no hay forma de que lo resuelvas. La comprensión es que «debe representar otra cosa; de otro modo el maestro no me lo habría propuesto. ¿Y qué puede ser?» Porque toda la relación funcional entre el maestro y el discípulo, todo el asunto tiene que ver con la mente y la consciencia.
La consciencia es el ganso que no está dentro de la botella de la mente. Pero crees que está dentro y preguntas a todo el mundo cómo sacarlo. Y hay idiotas que están dispuestos a ayudarte, por medio de técnicas, a salir de ella. Les llamo idiotas porque no han entendido la cosa en absoluto.
El ganso está fuera, nunca ha estado dentro, por eso ni siquiera surge la cuestión de sacarlo.
La mente sólo es una procesión de pensamientos que pasan ante ti en la pantalla cerebral. Eres un observador. Pero empiezas a identificarte con las cosas hermosas: son los sobornos. Y una vez que te identificas con las cosas hermosas también estás atrapado en las cosas desagradables, porque la mente no puede existir sin dualidad.
La consciencia no puede existir con dualidad, y la mente no puede existir sin dualidad.
La conciencia es no dual y la mente es dual.
Así pues, simplemente observa. No te estoy dando cualquier solución, te estoy dando la solución:
Simplemente retírate un poco hacia atrás y observa.
Crea una distancia entre tú y tu mente.
Sea algo bueno, hermoso, delicioso, algo de lo que te gustaría disfrutar más de cerca, o sea algo feo, quédate tan lejos como puedas. Míralo de la misma forma que miras una película. Pero la gente se identifica incluso con las películas.
Yo he visto, cuando era joven... Hace tiempo que no he visto ninguna película. Pero veía a la gente llorar, veía lágrimas rodando por sus mejillas, iY no estaba pasando nada! Es bueno que los cines estén a oscuras, así la gente no siente vergüenza. Yo solía decirle a mi padre: «¿Has visto? ¡El tipo que estaba a tu lado estaba llorando!».
Él decía: «Toda la sala está llorando. La escena era tan...» «Pero», decía yo, «no es más que una pantalla. Nadie se está muriendo, no está ocurriendo ninguna tragedia; sólo se está proyectando una película, sólo son imágenes en la pantalla. Y la gente ríe, y la gente llora, y durante tres horas están casi perdidos. Se hacen parte de la película, se identifican con algún personaje...».
Mi padre me decía: «Si te estás planteando preguntas sobre las reacciones de la gente entonces no puedes disfrutar de la película.»
Yo decía: “Puedo disfrutar de la película, pero no quiero llorar; no disfruto con ello. Puedo verlo como una película, pero no quiero ser parte de ello. Esta gente se está convirtiendo en parte de ello.»
Mi abuelo iba a un viejo barbero que era adicto al opio. Tardaba dos horas en hacer algo que costaba cinco minutos, y no paraba de hablar. Pero eran amigos desde la infancia. Aún puedo ver a mi abuelo sentado en la silla del viejo barbero... Y tenía una conversación encantadora. Los adictos al opio tienen cierta cualidad, una belleza cuando hablan, cuando cuentan historias sobre sí mismos y lo que pasa cada día; es cierto.
Mi abuelo simplemente decía: «Sí, correcto, eso es genial.»
Un día le dije: «A todo le dices que "si, correcto, genial". A veces dice tonterías, ¡cosas irrelevantes.»
Él dijo: «¿'Qué quieres? Este hombre es adicto al opio...».
En India no se usan navajas de afeitar, sino cuchillos que tienen casi veinte centímetros de hoja. «¿Qué quieres que diga?, ese hombre tiene un cuchillo, un cuchillo afilado en la mano, justo, sobre mi garganta. Si le digo que no… ¡me mataría! Y lo sabe. A veces me dice: "Nunca me dices que no. Siempre: dices que sí. Siempre dices genial." Y yo le digo: "Debes entender que siempre está bajo la influencia del opio. Es imposible hablar contigo, discutir o estar en desacuerdo. Me pones un cuchillo en la garganta, ¿cómo quieres que diga no a algo?"».
Yo le dije: «¿Entonces por qué no cambias de barbero? hay tantos barberos, y este hombre tarda dos horas en hacer algo que cuesta cinco minutos. A veces te afeita la mitad de la barba y te dice, "ahora vuelvo, quédate sentado." Y desaparece durante una hora porque empieza a discutir con alguien y se olvida completamente de que tiene un cliente sentado en su silla. Después vuelve y dice "Dios mío, ¿todavía sigues aquí?"»
Y mi abuelo le decía: «¿Qué puedo hacer? No puedo irme a casa con la mitad de la barba afeitada. Complétalo. ¿Dónde has estado?».
El barbero decía; «Me he enzarzado en una discusión tan interesante que me he olvidado completamente de ti. Menos mal que ese hombre se tuvo que ir, sino te habrías quedado aquí sentado todo el día. Y a veces ni siquiera cierro por la noche. Simplemente me voy a casa y me olvido de cerrar, y a veces un cliente se queda esperando en el silla mientras yo estoy durmiendo. Alguien tiene que decirle: "Puedes irte. El barbero no volverá a ser visto por aquí hasta mañana por la mañana. Está profundamente dormido en su casa. Se ha olvidado de cerrar su taller y se ha olvidado de ti."»
Y si estabas enfadado... A veces entraba gente nueva en su barbería y se enfadaban. Él les decía: «Cálmate. No tienes que pagarme nada. Te he afeitado la mitad de la barba; te puedes ir. No quiero discutir. No tienes que pagarme; no te pido ni la mitad del precio.»
Pero nadie podía irse de la silla con media barba afeitada, ¡o con media cabeza afeitada! Le pedías que te afeitara la barba y empezaba a afeitarte la cabeza, y para cuando te dabas cuenta, ya había hecho el trabajo. Por eso te preguntaba: «¿Ahora qué quieres?», porque una cuarta parte del trabajo ya está hecho. Si quieres que lo deje así, lo dejo; si no quieres dejarlo así, puedo terminarlo. Pero no te cobraré, porque si dices que no querías cortártelo, entonces es un error mío y debo asumir el castigo. No te cobraré.»
¡Aquel hombre era peligroso! Pero mi abuelo solía decir: «Es peligroso pero es tan amable, y me he identificado tanto con él que me resulta inconcebible que si muere antes que yo, tendré que ir a otra barbería. No puedo concebirlo...; él ha sido mi barbero toda la vida. La identificación se ha hecho tan profunda que puedo dejar de afeitarme la barba, pero no puedo cambiar de barbero.»
Pero afortunadamente mi abuelo murió antes que el barbero adicto al opio.
Puedes identificarte con cualquier cosa. La gente se identifica con otras personas y eso les crea dolor y miseria. Se identifican con cosas, y después se sienten miserables si esas cosas les faltan.
La identificación es la causa raíz de tu miseria.
Y cada identificación es una identificación con la mente. Quédate a un lado, deja pasar la mente.
Y pronto podrás ver que no hay ningún problema en absoluto: el ganso está fuera. No tienes que romper la botella y tampoco tienes que matar al ganso.
Amado Osho,
¿Cuál es la mejor forma de lidiar con el miedo? Me afecta de diversas formas..., desde una vaga incomodidad o un nudo en el estómago, hasta un pánico mareante, como si el mundo se estuviera acabando.
¿De dónde viene?
¿A dónde va?
Es la misma pregunta que acabo de contestar. Todos los miedos son subproductos de la identificación.
Amas a una mujer y con el amor, en el mismo paquete, viene el miedo: ella puede dejarte; ya ha dejado a alguien para venir a ti. Hay un precedente quizás haga lo mismo contigo. Hay un miedo, sientes un nudo en el estómago. Estás demasiado apegado.
No puedes entender un hecho simple: has venido al mundo solo; ayer ya estabas aquí, sin esa mujer, y estabas perfectamente bien, sin nudos en el estómago. Y mañana, si la mujer se va... ¿Para qué hacen falta los nudos? Sabes estar sin ella y serás perfectamente capaz de estar sin ella.
El miedo de que las cosas puedan cambiar mañana... Alguien puede morir, puedes caer en la bancarrota, puedes perder tu trabajo. Hay mil y una cosas que pueden cambiar. Estás cargado de muchos miedos, y ninguno de ellos es válido; porque ayer también estabas cargado de miedos innecesarios. Las cosas pueden haber cambiado, pero sigues vivo. Y el hombre tiene una inmensa capacidad para adaptarse a cualquier situación.
Dicen que sólo el hombre y las cucarachas tienen está inmensa capacidad de adaptación. Esa es la razón por la que allí donde encuentres a un ser humano, encontrarás cucarachas, y allí donde encuentres cucarachas, encontrarás al ser humano. Van juntos, son similares. Incluso en lugares muy alejados como el polo Norte y el polo Sur… Cuando el hombre viajó a esos lugares, de repente se dio cuenta de que había llevado las cucarachas consigo, y estaban perfectamente vivas, sanas y reproduciéndose.
Basta con mirar alrededor de la Tierra para verlo: el hombre habita en miles de climas, situaciones geográficas, situaciones políticas, situaciones sociológicas, situaciones religiosas, y se las arregla para sobrevivir. Y ha vivido durante siglos... las cosas van cambiando, y él se va ajustando.
No hay nada que temer. El mundo puede acabarse, ¿y qué? Tú acabarás con él. ¿Crees que te quedarás en una isla mientras el resto del mundo se acaba y te deja solo? No te preocupes. ¡Al menos tendrás unas cuantas cucarachas a tu lado!
¿Cuál es el problema si el mundo se acaba? Es algo que me han preguntado muchas veces. Pero, ¿cuál es el problema? Si se acaba, se acaba. Esto no crea ningún problema porque no estaremos aquí; acabaremos con él, y no quedará nadie de quien preocuparse. En realidad esta sería la mayor libertad del miedo.
El fin de mundo significa que todos los problemas se acaban, cada alteración, cada nudo en el estómago. No veo ningún problema. Pero sé que todo el mundo está lleno de miedos.
Es la misma pregunta: el miedo es parte de la mente. La mente es cobarde, y tiene que ser cobarde porque no tiene ninguna sustancia: está hueca y vacía, y tiene miedo de todo. Y básicamente tiene miedo de que algún día te des cuenta de ello. ¡Eso realmente sería el fin del mundo!
Su miedo básico no es el fin del mundo, sino el hecho de que te hagas consciente, que entres en un estado de meditación en el que la mente tenga que desaparecer. Debido a ese miedo, la mente mantiene a la gente alejada de la meditación, les hace enemigos de gente como yo que estamos intentando que se extienda la meditación, alguna forma de consciencia y observación. Se convierten en mis antagonistas, y no sin razón; su miedo está bien fundado.
Puede que no sean conscientes de ello, pero su mente realmente tiene miedo de acercarse a algo que pueda producir más consciencia. Eso sería el principio del fin para la mente. Eso sería su muerte.
Pero tú no debes tener miedo. La muerte de la mente será tu renacimiento, el principio de la verdadera vida. Deberías estar contento, deberías alegrarte de que la mente muera, porque nada puede darte más libertad. Ninguna otra cosa puede darte alas para volar en el cielo; ninguna otra cosa puede hacer que todo el cielo sea tuyo.
La mente es una prisión.
La consciencia es salir de la prisión, o darse cuenta de que uno nunca ha estado en prisión; sólo pensaba que era así. Todos los miedos desaparecen.
Yo también estoy viviendo en el mismo mundo que tú, pero no he sentido miedo ni por un momento, porque no se me puede quitar nada. Puedo morir, pero estaré viendo cómo ocurre y lo que muera no seré yo, no será mi consciencia.
El mayor descubrimiento de la vida, el tesoro más precioso, es la conciencia. Sin ella vas a estar en la oscuridad, vas a estar lleno de miedos. Y seguirás creando nuevos miedos, sin fin. Vivirás con miedo, morirás con miedo, y nunca podrás probar el sabor de la libertad. Y habrá sido tu potencial en todo momento; en cualquier momento lo podrías haber reclamado, pero nunca lo hiciste.
Es tu responsabilidad.
Amado Osho,
Cuando fuiste a decir adiós a Dadaji en el podio del Salón del Buda, de repente el área donde estabais tú y el cuerpo de Dadaji parecía una película. Ambos parecíais carecer de sustancia. La otra mitad del podio, donde se sentaba Mataji, y el resto del Salón del Buda, donde estábamos todos sentados, parecían normales. Sólo la parte donde vosotros estabais parecía diferente. ¿Qué ocurrió?
La muerte, si ocurre con iluminación, es una experiencia tremenda. Por un lado el hombre muere; por otro lado alcanza la totalidad de la vida.
Cuando toqué el séptimo chacra de mi padre, en la parte alta de su cabeza, los que estaban perceptivos, silenciosos, meditativos, pueden haber experimentado que estaba ocurriendo algo extraño. Según la ciencia secular de la realidad interna, la energía vital del hombre se libera desde el centro, el chacra, en el que vivía.
La mayoría de la gente muere desde el chacra más bajo, el centro sexual. Hay siete chacras en el cuerpo por los que puede salir la vida. El último está en la parte alta de la cabeza, y a menos que estés iluminado, la vida no puede salir por ese chacra.
Cuando toqué el séptimo chacra de mi padre, aún estaba caliente.
La vida lo había dejado, pero era como si la parte física del chacra aún siguiera latiendo debido al tremendo suceso acaecido.
Fue un suceso extraño. Y en ese momento, a muchos os puede haber parecido que la pequeña sección del podio donde yo estaba junto al cuerpo de mi padre estaba en otro mundo. Y lo estaba, en cierto sentido, porque estaba en otro nivel. Justo a sus pies estaba mi madre... y diez mil sannyasins en el Salón del Buda: ese era el mundo normal.
Pero había ocurrido algo anormal. El chacra aún estaba caliente, el cuerpo parecía estar aún disfrutando del fenómeno. Si tienes ojos para ver, tenías que ver la diferencia.
Es bueno que tu visión haya percibido la diferencia. Es una diferencia de niveles. Todo el mundo vive en el nivel más bajo y aquí, en la escuela de misterios, el esfuerzo se centra en llevar a todo el mundo al más alto.
Poco a poco, avanzando de un centro al otro, tú también irás sintiendo algunas cosas en tu cuerpo. Por ejemplo, si estás existiendo en el centro sexual, descubrirás que hay una división sutil: debajo del centro inferior y encima del centro inferior.
Puedes sentir que hay una división entre la parte inferior del cuerpo y la superior, porque la parte inferior del cuerpo no tiene centros, no tiene chacras. Es así para todos. Donde quiera que esté la persona, la parte del cuerpo debajo del centro sexual se queda igual; son nuestras raíces en la tierra.
Pero si tu centro cambia y pasas a un nivel superior -por ejemplo si tu corazón se convierte en tu vida misma- volverás a ver que el cuerpo queda separado en dos partes: por encima y por debajo del corazón. Donde quiera que esté tu energía, habrá una línea de separación.
Cuando llegas al séptimo chacra, entonces todo el cuerpo queda por debajo de él y ya no hay división. El séptimo chacra sólo es parte del cuerpo en cierto sentido; está por encima del cuerpo, es como una línea pulsante que toca tu cabeza. Todo tu cuerpo se unificará y por primera vez verás que no hay divisiones; es algo que podrás observar.
Con cada chacra que entre en funcionamiento, tus acciones cambiarán, tus respuestas cambiarán, tus sueños cambiarán, tus aspiraciones cambiarán, toda tu personalidad experimentará un cambio. A medida que te traslades hacia arriba, empezarás a percibir nuevas dimensiones a las que antes no tenías acceso.
Por ejemplo, el centro corazón está casi en el medio; hay tres centros por encima de él y otros tres por debajo. El hombre del corazón será el hombre más equilibrado. Sus acciones, sus sentimientos, todo lo que haga estará sutilmente compensado, habrá un equilibrio, Nunca estará agitado; estará en armonía.
En otras palabras, ha encontrado el centro de su vida. Exactamente el camino del medio. No verás extremos en él y como todos los extremos han desaparecido de su vida, tendrá una visión equilibrada de todas las cosas. No será de derechas, no será de izquierdas; siempre será justo e imparcial.
Si el mundo funcionara según mi criterio, yo elegiría para magistrados y jueces sólo a personas que estuvieran en su centro cardíaco, porque sólo ellos pueden ser justos e imparciales. No se trata de una cuestión de cualificaciones intelectuales o de experiencia: es una cuestión de equilibrio interno.
La historia sufí dice... Mulla Nasruddin es elegido como magistrado honorario. Aparece el primer caso. Oye a una de las partes y declara al tribunal: «En cinco minutos vuelvo con el veredicto.»
El empleado de los juzgados no podía creérselo: ¡no había oído a la otra parte! El empleado le susurró a la oreja: «¿Qué haces? ¿Es que no ves nada? Sólo has oído a una de las partes, a un lado. El otro está esperando y sin oírlo no puedes emitir ningún veredicto.»
Mulla Nasruddin dijo: «No trates de confundirme. Ahora mismo estoy completamente claro. Si oigo también al otro bando, seguro que me quedo confuso.»
Estas historias sufíes no son historias ordinarias, son extraordinarias. Está diciendo que cada juez sólo escucha a una de las partes porque ya tiene prejuicios mentales; no es capaz de escuchar a los dos lados. Para eso se necesita un tipo de hombre completamente diferente, en el que ningún educador en leyes y jurisprudencia ha pensado siquiera.
Nadie piensa; pides al juez que sea justo, pero tiene prejuicios mentales. Ni siquiera puede escuchar las dos historias con la misma claridad; imposible. Sólo está aparentando. En todos los tribunales del mundo se aparenta.
Y ahora que he estado en los tribunales puedo ver, y decir con absoluta autoridad, que no escuchan a ambos bandos. ¡Simplemente no pueden hacerlo! No me estoy quejando: simplemente estoy afirmando un hecho. Su educación está equivocada.
A medida que empiezas a ascender por encima del centro corazón, comienzan a ocurrirte cosas que nunca antes habían sido parte de tu vida. El segundo chacra por encima del corazón es la garganta. Si ese chacra tiene energía de vida, entonces todo lo que dices tendrá una profunda autoridad. Sin esfuerzo por convertir a nadie, convierte porque convence.
El chacra que queda por encima de éste es el más famoso y conocido: el que está en la frente entre los ojos. El tipo de energía que se mueve a través de agnya chacra, el sexto, tiene una profunda influencia hipnótica. Es dirigida..., la persona no hace nada; simplemente ocurre, sus ojos se llenan de un magnetismo desconocido.
El hombre con el séptimo chacra abierto tiene la capacidad, el florecer intrínseco, y su presencia se vuelve contagiosa. Por debajo del séptimo, la presencia no es contagiosa; con la apertura del séptimo chacra, es como si la consciencia floreciera y hubiera una fragancia, un aura.
Quien esté disponible a esta presencia, a este aura, sentirá la frescura de una brisa, la frescura que sientes después de una ducha. Y muchas cosas podridas -basura con la que has estado mezclado, luchas- simplemente desaparecerán de tu vida. Un simple toque de esta clase de hombre será transformador.
Pero aquella tarde algo se estaba filtrando; y lo que notasteis fue un fenómeno energético; muchos otros deben haber notado lo mismo.
Respondo a este tipo de preguntas para que toméis consciencia de vuestra situación y comencéis a ascender.
Amado Osho,
¿Te sorprendes alguna vez? Y si es así, ¿quién sorprende a quién?
No hay nadie a quien sorprender ni que se sienta sorprendido. Estoy tan ausente como lo estaré cuando me muera, con una pequeña diferencia..., que ahora mismo mi ausencia tiene un cuerpo, y entonces, mi ausencia no tendrá cuerpo.
Ponte a un lado, deja pasar la mente
Amado Osho,
A veces, cuando surgen los lados oscuros de mi mente, me dan mucho miedo. Me cuesta mucho aceptar que simplemente son el polo opuesto de los luminosos. Me siento sucio y culpable, y no me siento digno de sentarme contigo en Tu inmaculada presencia.
Quiero enfrentar todas las facetas de mi mente y aceptarlas porque suelo oírte decir que la aceptación es la condición para trascender la mente.
¿Puedes, por favor, hablar de la aceptación?
Lo fundamental que tienes que entender es que tú no eres la mente: ni la brillante ni la oscura. Si te identificas con la parte hermosa, entonces es imposible desindentificarse de la parte desagradable; son las dos caras de la misma moneda. Puedes quedarte con todo o puedes deshacerte de ello, pero no puedes dividirlo.
Y toda la ansiedad del ser humano surge porque quiere elegir lo que parece hermoso y brillante; quiere elegir todos los rebordes dorados y dejar atrás la nube oscura. Pero no sabe que los rebordes dorados no pueden existir sin la nube oscura. La nube oscura es el trasfondo, absolutamente necesario para que surjan los rebordes dorados.
Elegir es ansiedad.
Elegir es crearte problemas.
Permanecer sin elección significa que la mente está allí y tiene un lado oscuro y otro lado luminoso; ¿y qué? ¿Qué tiene eso que ver contigo? ¿Por qué preocuparte por ello?
En el momento en que no eliges, toda preocupación desaparece. Surge una gran aceptación, y así es como tiene que estar tu mente, esa es la naturaleza de la mente; y no es tu problema, porque tú no eres la mente. Si fueras la mente, no habría habido ningún problema en absoluto. ¿Entonces quién elegiría y pensaría en trascender? ¿Y quién intentaría aceptar y comprendería la aceptación?
Estás separado, totalmente separado. Sólo eres un testigo y nada más.
Pero estás siendo un observador que se identifica con cualquier cosa que le resulta agradable y se olvida de que lo desagradable vendrá detrás como una sombra. El lado agradable no te problematiza, sino que te alegra. El problema surge cuando su opuesto polar se afirma; entonces te sientes desgarrado.
Pero tú eres el que ha provocado todos los problemas. Cayendo de la posición del testigo, te identificas. La historia bíblica de la caída es sólo una ficción. Ésta es la caída real: la caída de ser un testigo a identificarse con algo y perder la observación.
Inténtalo de vez en cuando: deja que la mente sea lo que es. Recuerda que no eres ella. Y te vas a llevar una gran sorpresa. A medida que te identificas menos, la mente empieza a perder poder, porque su poder procede de tu identificación; te chupa la sangre. Pero cuando comienzas a sentirte alejado y desvinculado, la mente empieza a disminuir.
El día que dejas completamente de identificarte con la mente, incluso por un momento, hay una revelación: la mente simplemente muere; ya no está allí. Antes estaba tan llena, era tan continua -día tras día, dormido, despierto, siempre estaba allí- y de repente ya no está. Miras a tu alrededor y encuentras un vacío, una nada.
Y con la mente desaparece el yo. Entonces sólo queda cierta cualidad de consciencia que carece de un «yo» en ella. Como mucho puedes decir que es algo parecido a una cualidad de ser, una «soy-dad» [seidad], pero no es una «yo-idad». Para ser aún más preciso, es una «es-idad» porque incluso en la «soy-idad» queda alguna sombra del «yo». En el momento en que sabes que es una «es-idad», ya se ha hecho universal.
Con la desaparición de la mente, desaparece el yo. Y desaparecen muchas cosas que eran tan importantes para ti, que era tan problemáticas para ti. Intentabas resolverlas y se hacían cada vez más complicadas; todo se convertía en un problema, una ansiedad, no parecía haber ninguna salida.
Os voy a recordar la historia de «El ganso está fuera». Está relacionada con la mente y con la «es-idad».
El maestro le dice al discípulo que medite en un koan: un pequeño ganso se pone dentro de una botella y se le va alimentando y cuidando. El ganso va creciendo más y más, hasta que llena toda la botella. Ahora se ha hecho demasiado grande y no puede salir por el cuello de la botella porque es demasiado pequeña. El koan es que tienes que sacar al ganso sin romper la botella y sin matar al ganso.
Es verdaderamente confuso para la mente.
¿Qué puedes hacer? El ganso es demasiado grande; no puedes sacarlo a menos que rompas la botella, pero eso no está permitido. O puedes sacarlo matándolo, sin que te importe si sale vivo o muerto. Pero eso tampoco está permitido.
Día tras día el discípulo medita, no encuentra ningún camino, piensa en una solución tras otra; pero, de hecho, no hay forma de hacerlo. Cansado, completamente exhausto, una revelación repentina...; de repente entiende que el maestro no puede estar interesado en la botella ni el ganso; deben representar alguna otra cosa. La botella es la mente y él es el ganso... y por medio de la observación, es posible resolverlo. Sin estar dentro de la mente, puedes identificarte tanto con ella ¡que comiences a sentir que estás dentro!
Corre al maestro y le dice que el ganso está fuera. Y el maestro le dice: «Lo has entendido. Ahora mantenlo fuera. Nunca ha estado dentro.»
Si sigues luchando con el ganso y la botella, no hay forma de que lo resuelvas. La comprensión es que «debe representar otra cosa; de otro modo el maestro no me lo habría propuesto. ¿Y qué puede ser?» Porque toda la relación funcional entre el maestro y el discípulo, todo el asunto tiene que ver con la mente y la consciencia.
La consciencia es el ganso que no está dentro de la botella de la mente. Pero crees que está dentro y preguntas a todo el mundo cómo sacarlo. Y hay idiotas que están dispuestos a ayudarte, por medio de técnicas, a salir de ella. Les llamo idiotas porque no han entendido la cosa en absoluto.
El ganso está fuera, nunca ha estado dentro, por eso ni siquiera surge la cuestión de sacarlo.
La mente sólo es una procesión de pensamientos que pasan ante ti en la pantalla cerebral. Eres un observador. Pero empiezas a identificarte con las cosas hermosas: son los sobornos. Y una vez que te identificas con las cosas hermosas también estás atrapado en las cosas desagradables, porque la mente no puede existir sin dualidad.
La consciencia no puede existir con dualidad, y la mente no puede existir sin dualidad.
La conciencia es no dual y la mente es dual.
Así pues, simplemente observa. No te estoy dando cualquier solución, te estoy dando la solución:
Simplemente retírate un poco hacia atrás y observa.
Crea una distancia entre tú y tu mente.
Sea algo bueno, hermoso, delicioso, algo de lo que te gustaría disfrutar más de cerca, o sea algo feo, quédate tan lejos como puedas. Míralo de la misma forma que miras una película. Pero la gente se identifica incluso con las películas.
Yo he visto, cuando era joven... Hace tiempo que no he visto ninguna película. Pero veía a la gente llorar, veía lágrimas rodando por sus mejillas, iY no estaba pasando nada! Es bueno que los cines estén a oscuras, así la gente no siente vergüenza. Yo solía decirle a mi padre: «¿Has visto? ¡El tipo que estaba a tu lado estaba llorando!».
Él decía: «Toda la sala está llorando. La escena era tan...» «Pero», decía yo, «no es más que una pantalla. Nadie se está muriendo, no está ocurriendo ninguna tragedia; sólo se está proyectando una película, sólo son imágenes en la pantalla. Y la gente ríe, y la gente llora, y durante tres horas están casi perdidos. Se hacen parte de la película, se identifican con algún personaje...».
Mi padre me decía: «Si te estás planteando preguntas sobre las reacciones de la gente entonces no puedes disfrutar de la película.»
Yo decía: “Puedo disfrutar de la película, pero no quiero llorar; no disfruto con ello. Puedo verlo como una película, pero no quiero ser parte de ello. Esta gente se está convirtiendo en parte de ello.»
Mi abuelo iba a un viejo barbero que era adicto al opio. Tardaba dos horas en hacer algo que costaba cinco minutos, y no paraba de hablar. Pero eran amigos desde la infancia. Aún puedo ver a mi abuelo sentado en la silla del viejo barbero... Y tenía una conversación encantadora. Los adictos al opio tienen cierta cualidad, una belleza cuando hablan, cuando cuentan historias sobre sí mismos y lo que pasa cada día; es cierto.
Mi abuelo simplemente decía: «Sí, correcto, eso es genial.»
Un día le dije: «A todo le dices que "si, correcto, genial". A veces dice tonterías, ¡cosas irrelevantes.»
Él dijo: «¿'Qué quieres? Este hombre es adicto al opio...».
En India no se usan navajas de afeitar, sino cuchillos que tienen casi veinte centímetros de hoja. «¿Qué quieres que diga?, ese hombre tiene un cuchillo, un cuchillo afilado en la mano, justo, sobre mi garganta. Si le digo que no… ¡me mataría! Y lo sabe. A veces me dice: "Nunca me dices que no. Siempre: dices que sí. Siempre dices genial." Y yo le digo: "Debes entender que siempre está bajo la influencia del opio. Es imposible hablar contigo, discutir o estar en desacuerdo. Me pones un cuchillo en la garganta, ¿cómo quieres que diga no a algo?"».
Yo le dije: «¿Entonces por qué no cambias de barbero? hay tantos barberos, y este hombre tarda dos horas en hacer algo que cuesta cinco minutos. A veces te afeita la mitad de la barba y te dice, "ahora vuelvo, quédate sentado." Y desaparece durante una hora porque empieza a discutir con alguien y se olvida completamente de que tiene un cliente sentado en su silla. Después vuelve y dice "Dios mío, ¿todavía sigues aquí?"»
Y mi abuelo le decía: «¿Qué puedo hacer? No puedo irme a casa con la mitad de la barba afeitada. Complétalo. ¿Dónde has estado?».
El barbero decía; «Me he enzarzado en una discusión tan interesante que me he olvidado completamente de ti. Menos mal que ese hombre se tuvo que ir, sino te habrías quedado aquí sentado todo el día. Y a veces ni siquiera cierro por la noche. Simplemente me voy a casa y me olvido de cerrar, y a veces un cliente se queda esperando en el silla mientras yo estoy durmiendo. Alguien tiene que decirle: "Puedes irte. El barbero no volverá a ser visto por aquí hasta mañana por la mañana. Está profundamente dormido en su casa. Se ha olvidado de cerrar su taller y se ha olvidado de ti."»
Y si estabas enfadado... A veces entraba gente nueva en su barbería y se enfadaban. Él les decía: «Cálmate. No tienes que pagarme nada. Te he afeitado la mitad de la barba; te puedes ir. No quiero discutir. No tienes que pagarme; no te pido ni la mitad del precio.»
Pero nadie podía irse de la silla con media barba afeitada, ¡o con media cabeza afeitada! Le pedías que te afeitara la barba y empezaba a afeitarte la cabeza, y para cuando te dabas cuenta, ya había hecho el trabajo. Por eso te preguntaba: «¿Ahora qué quieres?», porque una cuarta parte del trabajo ya está hecho. Si quieres que lo deje así, lo dejo; si no quieres dejarlo así, puedo terminarlo. Pero no te cobraré, porque si dices que no querías cortártelo, entonces es un error mío y debo asumir el castigo. No te cobraré.»
¡Aquel hombre era peligroso! Pero mi abuelo solía decir: «Es peligroso pero es tan amable, y me he identificado tanto con él que me resulta inconcebible que si muere antes que yo, tendré que ir a otra barbería. No puedo concebirlo...; él ha sido mi barbero toda la vida. La identificación se ha hecho tan profunda que puedo dejar de afeitarme la barba, pero no puedo cambiar de barbero.»
Pero afortunadamente mi abuelo murió antes que el barbero adicto al opio.
Puedes identificarte con cualquier cosa. La gente se identifica con otras personas y eso les crea dolor y miseria. Se identifican con cosas, y después se sienten miserables si esas cosas les faltan.
La identificación es la causa raíz de tu miseria.
Y cada identificación es una identificación con la mente. Quédate a un lado, deja pasar la mente.
Y pronto podrás ver que no hay ningún problema en absoluto: el ganso está fuera. No tienes que romper la botella y tampoco tienes que matar al ganso.
Amado Osho,
¿Cuál es la mejor forma de lidiar con el miedo? Me afecta de diversas formas..., desde una vaga incomodidad o un nudo en el estómago, hasta un pánico mareante, como si el mundo se estuviera acabando.
¿De dónde viene?
¿A dónde va?
Es la misma pregunta que acabo de contestar. Todos los miedos son subproductos de la identificación.
Amas a una mujer y con el amor, en el mismo paquete, viene el miedo: ella puede dejarte; ya ha dejado a alguien para venir a ti. Hay un precedente quizás haga lo mismo contigo. Hay un miedo, sientes un nudo en el estómago. Estás demasiado apegado.
No puedes entender un hecho simple: has venido al mundo solo; ayer ya estabas aquí, sin esa mujer, y estabas perfectamente bien, sin nudos en el estómago. Y mañana, si la mujer se va... ¿Para qué hacen falta los nudos? Sabes estar sin ella y serás perfectamente capaz de estar sin ella.
El miedo de que las cosas puedan cambiar mañana... Alguien puede morir, puedes caer en la bancarrota, puedes perder tu trabajo. Hay mil y una cosas que pueden cambiar. Estás cargado de muchos miedos, y ninguno de ellos es válido; porque ayer también estabas cargado de miedos innecesarios. Las cosas pueden haber cambiado, pero sigues vivo. Y el hombre tiene una inmensa capacidad para adaptarse a cualquier situación.
Dicen que sólo el hombre y las cucarachas tienen está inmensa capacidad de adaptación. Esa es la razón por la que allí donde encuentres a un ser humano, encontrarás cucarachas, y allí donde encuentres cucarachas, encontrarás al ser humano. Van juntos, son similares. Incluso en lugares muy alejados como el polo Norte y el polo Sur… Cuando el hombre viajó a esos lugares, de repente se dio cuenta de que había llevado las cucarachas consigo, y estaban perfectamente vivas, sanas y reproduciéndose.
Basta con mirar alrededor de la Tierra para verlo: el hombre habita en miles de climas, situaciones geográficas, situaciones políticas, situaciones sociológicas, situaciones religiosas, y se las arregla para sobrevivir. Y ha vivido durante siglos... las cosas van cambiando, y él se va ajustando.
No hay nada que temer. El mundo puede acabarse, ¿y qué? Tú acabarás con él. ¿Crees que te quedarás en una isla mientras el resto del mundo se acaba y te deja solo? No te preocupes. ¡Al menos tendrás unas cuantas cucarachas a tu lado!
¿Cuál es el problema si el mundo se acaba? Es algo que me han preguntado muchas veces. Pero, ¿cuál es el problema? Si se acaba, se acaba. Esto no crea ningún problema porque no estaremos aquí; acabaremos con él, y no quedará nadie de quien preocuparse. En realidad esta sería la mayor libertad del miedo.
El fin de mundo significa que todos los problemas se acaban, cada alteración, cada nudo en el estómago. No veo ningún problema. Pero sé que todo el mundo está lleno de miedos.
Es la misma pregunta: el miedo es parte de la mente. La mente es cobarde, y tiene que ser cobarde porque no tiene ninguna sustancia: está hueca y vacía, y tiene miedo de todo. Y básicamente tiene miedo de que algún día te des cuenta de ello. ¡Eso realmente sería el fin del mundo!
Su miedo básico no es el fin del mundo, sino el hecho de que te hagas consciente, que entres en un estado de meditación en el que la mente tenga que desaparecer. Debido a ese miedo, la mente mantiene a la gente alejada de la meditación, les hace enemigos de gente como yo que estamos intentando que se extienda la meditación, alguna forma de consciencia y observación. Se convierten en mis antagonistas, y no sin razón; su miedo está bien fundado.
Puede que no sean conscientes de ello, pero su mente realmente tiene miedo de acercarse a algo que pueda producir más consciencia. Eso sería el principio del fin para la mente. Eso sería su muerte.
Pero tú no debes tener miedo. La muerte de la mente será tu renacimiento, el principio de la verdadera vida. Deberías estar contento, deberías alegrarte de que la mente muera, porque nada puede darte más libertad. Ninguna otra cosa puede darte alas para volar en el cielo; ninguna otra cosa puede hacer que todo el cielo sea tuyo.
La mente es una prisión.
La consciencia es salir de la prisión, o darse cuenta de que uno nunca ha estado en prisión; sólo pensaba que era así. Todos los miedos desaparecen.
Yo también estoy viviendo en el mismo mundo que tú, pero no he sentido miedo ni por un momento, porque no se me puede quitar nada. Puedo morir, pero estaré viendo cómo ocurre y lo que muera no seré yo, no será mi consciencia.
El mayor descubrimiento de la vida, el tesoro más precioso, es la conciencia. Sin ella vas a estar en la oscuridad, vas a estar lleno de miedos. Y seguirás creando nuevos miedos, sin fin. Vivirás con miedo, morirás con miedo, y nunca podrás probar el sabor de la libertad. Y habrá sido tu potencial en todo momento; en cualquier momento lo podrías haber reclamado, pero nunca lo hiciste.
Es tu responsabilidad.
Amado Osho,
Cuando fuiste a decir adiós a Dadaji en el podio del Salón del Buda, de repente el área donde estabais tú y el cuerpo de Dadaji parecía una película. Ambos parecíais carecer de sustancia. La otra mitad del podio, donde se sentaba Mataji, y el resto del Salón del Buda, donde estábamos todos sentados, parecían normales. Sólo la parte donde vosotros estabais parecía diferente. ¿Qué ocurrió?
La muerte, si ocurre con iluminación, es una experiencia tremenda. Por un lado el hombre muere; por otro lado alcanza la totalidad de la vida.
Cuando toqué el séptimo chacra de mi padre, en la parte alta de su cabeza, los que estaban perceptivos, silenciosos, meditativos, pueden haber experimentado que estaba ocurriendo algo extraño. Según la ciencia secular de la realidad interna, la energía vital del hombre se libera desde el centro, el chacra, en el que vivía.
La mayoría de la gente muere desde el chacra más bajo, el centro sexual. Hay siete chacras en el cuerpo por los que puede salir la vida. El último está en la parte alta de la cabeza, y a menos que estés iluminado, la vida no puede salir por ese chacra.
Cuando toqué el séptimo chacra de mi padre, aún estaba caliente.
La vida lo había dejado, pero era como si la parte física del chacra aún siguiera latiendo debido al tremendo suceso acaecido.
Fue un suceso extraño. Y en ese momento, a muchos os puede haber parecido que la pequeña sección del podio donde yo estaba junto al cuerpo de mi padre estaba en otro mundo. Y lo estaba, en cierto sentido, porque estaba en otro nivel. Justo a sus pies estaba mi madre... y diez mil sannyasins en el Salón del Buda: ese era el mundo normal.
Pero había ocurrido algo anormal. El chacra aún estaba caliente, el cuerpo parecía estar aún disfrutando del fenómeno. Si tienes ojos para ver, tenías que ver la diferencia.
Es bueno que tu visión haya percibido la diferencia. Es una diferencia de niveles. Todo el mundo vive en el nivel más bajo y aquí, en la escuela de misterios, el esfuerzo se centra en llevar a todo el mundo al más alto.
Poco a poco, avanzando de un centro al otro, tú también irás sintiendo algunas cosas en tu cuerpo. Por ejemplo, si estás existiendo en el centro sexual, descubrirás que hay una división sutil: debajo del centro inferior y encima del centro inferior.
Puedes sentir que hay una división entre la parte inferior del cuerpo y la superior, porque la parte inferior del cuerpo no tiene centros, no tiene chacras. Es así para todos. Donde quiera que esté la persona, la parte del cuerpo debajo del centro sexual se queda igual; son nuestras raíces en la tierra.
Pero si tu centro cambia y pasas a un nivel superior -por ejemplo si tu corazón se convierte en tu vida misma- volverás a ver que el cuerpo queda separado en dos partes: por encima y por debajo del corazón. Donde quiera que esté tu energía, habrá una línea de separación.
Cuando llegas al séptimo chacra, entonces todo el cuerpo queda por debajo de él y ya no hay división. El séptimo chacra sólo es parte del cuerpo en cierto sentido; está por encima del cuerpo, es como una línea pulsante que toca tu cabeza. Todo tu cuerpo se unificará y por primera vez verás que no hay divisiones; es algo que podrás observar.
Con cada chacra que entre en funcionamiento, tus acciones cambiarán, tus respuestas cambiarán, tus sueños cambiarán, tus aspiraciones cambiarán, toda tu personalidad experimentará un cambio. A medida que te traslades hacia arriba, empezarás a percibir nuevas dimensiones a las que antes no tenías acceso.
Por ejemplo, el centro corazón está casi en el medio; hay tres centros por encima de él y otros tres por debajo. El hombre del corazón será el hombre más equilibrado. Sus acciones, sus sentimientos, todo lo que haga estará sutilmente compensado, habrá un equilibrio, Nunca estará agitado; estará en armonía.
En otras palabras, ha encontrado el centro de su vida. Exactamente el camino del medio. No verás extremos en él y como todos los extremos han desaparecido de su vida, tendrá una visión equilibrada de todas las cosas. No será de derechas, no será de izquierdas; siempre será justo e imparcial.
Si el mundo funcionara según mi criterio, yo elegiría para magistrados y jueces sólo a personas que estuvieran en su centro cardíaco, porque sólo ellos pueden ser justos e imparciales. No se trata de una cuestión de cualificaciones intelectuales o de experiencia: es una cuestión de equilibrio interno.
La historia sufí dice... Mulla Nasruddin es elegido como magistrado honorario. Aparece el primer caso. Oye a una de las partes y declara al tribunal: «En cinco minutos vuelvo con el veredicto.»
El empleado de los juzgados no podía creérselo: ¡no había oído a la otra parte! El empleado le susurró a la oreja: «¿Qué haces? ¿Es que no ves nada? Sólo has oído a una de las partes, a un lado. El otro está esperando y sin oírlo no puedes emitir ningún veredicto.»
Mulla Nasruddin dijo: «No trates de confundirme. Ahora mismo estoy completamente claro. Si oigo también al otro bando, seguro que me quedo confuso.»
Estas historias sufíes no son historias ordinarias, son extraordinarias. Está diciendo que cada juez sólo escucha a una de las partes porque ya tiene prejuicios mentales; no es capaz de escuchar a los dos lados. Para eso se necesita un tipo de hombre completamente diferente, en el que ningún educador en leyes y jurisprudencia ha pensado siquiera.
Nadie piensa; pides al juez que sea justo, pero tiene prejuicios mentales. Ni siquiera puede escuchar las dos historias con la misma claridad; imposible. Sólo está aparentando. En todos los tribunales del mundo se aparenta.
Y ahora que he estado en los tribunales puedo ver, y decir con absoluta autoridad, que no escuchan a ambos bandos. ¡Simplemente no pueden hacerlo! No me estoy quejando: simplemente estoy afirmando un hecho. Su educación está equivocada.
A medida que empiezas a ascender por encima del centro corazón, comienzan a ocurrirte cosas que nunca antes habían sido parte de tu vida. El segundo chacra por encima del corazón es la garganta. Si ese chacra tiene energía de vida, entonces todo lo que dices tendrá una profunda autoridad. Sin esfuerzo por convertir a nadie, convierte porque convence.
El chacra que queda por encima de éste es el más famoso y conocido: el que está en la frente entre los ojos. El tipo de energía que se mueve a través de agnya chacra, el sexto, tiene una profunda influencia hipnótica. Es dirigida..., la persona no hace nada; simplemente ocurre, sus ojos se llenan de un magnetismo desconocido.
El hombre con el séptimo chacra abierto tiene la capacidad, el florecer intrínseco, y su presencia se vuelve contagiosa. Por debajo del séptimo, la presencia no es contagiosa; con la apertura del séptimo chacra, es como si la consciencia floreciera y hubiera una fragancia, un aura.
Quien esté disponible a esta presencia, a este aura, sentirá la frescura de una brisa, la frescura que sientes después de una ducha. Y muchas cosas podridas -basura con la que has estado mezclado, luchas- simplemente desaparecerán de tu vida. Un simple toque de esta clase de hombre será transformador.
Pero aquella tarde algo se estaba filtrando; y lo que notasteis fue un fenómeno energético; muchos otros deben haber notado lo mismo.
Respondo a este tipo de preguntas para que toméis consciencia de vuestra situación y comencéis a ascender.
Amado Osho,
¿Te sorprendes alguna vez? Y si es así, ¿quién sorprende a quién?
No hay nadie a quien sorprender ni que se sienta sorprendido. Estoy tan ausente como lo estaré cuando me muera, con una pequeña diferencia..., que ahora mismo mi ausencia tiene un cuerpo, y entonces, mi ausencia no tendrá cuerpo.
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