TRIGESIMOSEXTA ENTREGA
5 / SÍMBOLOS EN UN ANÁLISIS INDIVIDUAL (XII)
Jolande Jacobi
Afrontando lo irracional
La inmediata conducta de Henry demostró claramente que el sueño (y el hecho de que sus sueños y el libro de oráculos I Ching le hubieran puesto frente a profundas fuerzas irracionales dentro de sí mismo) tuvieron un hondo efecto sobre él. Desde entonces, escuchó con avidez los mensajes de su inconsciente y el análisis adquirió un carácter más y más agitado. La tensión que, hasta entonces, había amenazado a las profundidades de su psique con la rotura, subió a la superficie. No obstante, se aferró valientemente a la esperanza creciente de que se llegaría a una conclusión satisfactoria.
Apenas dos semanas después del oráculo (pero antes de que fuera analizado e interpretado), Henry tuvo otro sueño en el que volvió a enfrentarse con el molesto problema de lo irracional:
Estoy solo en mi cuarto. Un grupo de desagradables escarabajos negros van saliendo de un agujero y extendiéndose por mi tablero de dibujo. Trato de hacerlos retroceder a su agujero por medio de una especie de magia. Lo consigo excepto con cuatro o cinco escarabajos que se van del tablero y se esparcen por toda la habitación. Renuncio a la idea de perseguirlos; ya no me son tan desagradables. Prendo fuego al escondrijo. Se levanta una elevada columna de llamas. Temo que pueda prenderse fuego a mi habitación, pero este temor es infundado.
Por entonces, Henry se había hecho relativamente hábil en la interpretación de sus sueños, así es que trató de darles una explicación. Dijo: “Los escarabajos son mis cualidades oscuras. Fueron despertadas por el análisis y suben ahora a la superficie. Existe el peligro de que puedan anegar mi trabajo profesional (simbolizado por el tablero de dibujo). Pero no me atreví a aplastar con la mano a los escarabajos, que me recordaban una especie de escarabajos negros, tal como lo intenté primero; por tanto tuve que recurrir a la “magia”. Al prender fuego a su escondrijo invocaba, por así decir, la colaboración de algo divino, ya que la columna ascendente de llamas me hizo pensar en el fuego que asocio al Arca de la Alianza.”
Para profundizar en el simbolismo del sueño, ante todo, tenemos que notar que los escarabajos son negros, que es el color de las tinieblas, la depresión y la muerte. En el sueño, Henry está “solo” en su cuarto, situación que puede conducir a la introversión y los correspondientes estados de melancolía. En mitología, los escarabajos son de oro con frecuencia; en Egipto eran animales sagrados, símbolos del sol. Pero si son negros simbolizan el lado opuesto del sol, algo demoníaco. Por tanto, el instinto de Henry está acertado al desear combatir a los escarabajos por medio de la magia.
Aunque cuatro o cinco de los escarabajos continúan vivos, la disminución del número de escarabajos es suficiente para librar a Henry de su temor y desagrado. Entonces intenta destruir su nido por medio del fuego. Esto es un acto positivo, porque el fuego puede conducir simbólicamente a la transformación y el renacimiento (como, por ejemplo, lo hace en el antiguo mito del ave fénix).
En su vida despierta, Henry parece ahora lleno de espíritu emprendedor, pero es evidente que aun no ha aprendido a utilizarlo con eficacia. Por tanto, tengo que considerar otro sueño posterior que arroja luz más clara sobre su problema. Este sueño representa, en lenguaje simbólico, el miedo de Henry a una relación responsable con una mujer y su tendencia a retirarse del lado sentimental de la vida:
Un anciano está agonizando. Está rodeado de sus parientes, y yo estoy entre ellos. Más y más personas se van agrupando en la gran habitación, cada una caracterizándose con afirmaciones precisas. Hay unas cuarenta personas presentes. El anciano gime y musita algo sobre “vida no vivida”. Su hija, que desea facilitarle su confesión, le pregunta en qué sentido debe entenderse “no vivida”, si cultural o moralmente. El anciano no contestará. La hija me envía a una pequeña habitación contigua donde he de encontrar la respuesta echando las cartas. Un “nueve” que saque dará la respuesta, según el color.
Espero sacar un nueve nada más comenzar, pero al principio, salen varios reyes y reinas. Me siento defraudado. Ahora no saco más que trozos de papel que nada tienen que ver con el juego. Finalmente, descubrí que no hay más cartas sino sólo sobres y trozos de papel. Junto con mi hermana, que también está presente, busco cartas por todas partes. Finalmente, descubro una bajo un libro de texto o cuaderno de apuntes. Es un nueve, un nueve de picas (spades). Me parece que eso sólo significa una cosa: que eran cadenas morales las que impidieron al anciano “vivir su vida”.
El mensaje especial de este extraño sueño era prevenir a Henry de lo que le esperaba si dejaba de “vivir su vida”. El “anciano” probablemente representa el agonizante “principio rector”, el principio que rige la consciencia de Henry, pero cuya naturaleza le es desconocida. Las cuarenta personas presentes simbolizan la totalidad de rasgos de la psique de Henry (40 es un número de totalidad, una forma elevada del número 4). Que el anciano esté agonizando podría ser un signo de que la parte masculina de la personalidad de Henry está al borde de una transformación final.
La averiguación de la hija acerca de la posible causa de la muerte es la cuestión inevitable y decisiva. Parece haber la implicación de que la “moralidad” del anciano le ha impedido vivir cabalmente sus sentimientos e impulsos. Sin embargo, el propio agonizante guarda silencio. Por tanto, su hija (personificación del principio femenino intermediario, el ánima) tiene que entrar en acción.
Envía a Henry a descubrir la respuesta en las cartas adivinadoras de la suerte, la respuesta que dará el color del primer nueve que salga. La adivinación de la suerte tiene que realizarse en una habitación alejada que no se utiliza (lo cual revela qué alejado está ese hecho de la actitud consciente de Henry).
Se desilusiona cuando, al principio, sólo saca reyes y reinas (quizá, imágenes colectivas de su veneración juvenil al poderío y la riqueza). Esa desilusión se intensifica cuando las cartas se acaban porque eso demuestra que los símbolos de su mundo interior también se han agotado. Sólo quedan “trozos de papel” con ninguna imagen. De ese modo se agota la fuente de pinturas en el sueño. Entonces Henry tiene que aceptar la ayuda de su lado femenino (esta vez representado por su hermana) para encontrar la última carta. Junto con ella, encuentra, al fin, una carta: el nueve de picas. Es esta carta la que tiene que servir para indicar, por su color, lo que significa en el sueño “vida no vivida”. Y es significativo que la carta esté escondida bajo un libro de texto o cuaderno de apuntes, que probablemente representa las áridas formas intelectuales de los intereses técnicos de Henry.
El nueve ha sido un “número mágico” durante siglos. Según el simbolismo tradicional de los números, representa la forma perfecta de la Trinidad perfecta en su triple elevación. Y hay otros innumerables significados asociados con el número nueve en diversos tiempos y culturas. El color del nueve de picas es el color de la muerte y de la falta de vida. También, la imagen de la “pica” sugiere la forma de una hoja y, por tanto, su negrura subraya que, en vez de estar verde, viva y natural, ahora está muerta. Además, la palabra spade (pique, de la baraja francesa) deriva de la palabra italiana spada, que significa “espada” o “pica”. Tales armas significan con frecuencia la función penetrante, “cortante” del intelecto.
Así el sueño aclara que eran las “cadenas morales” (más que “culturales”) las que no permitieron al anciano “vivir su vida”. En el caso de Henry, esas “cadenas” era probablemente su miedo de rendirse plenamente a la vida, a aceptar responsabilidades ante una mujer y, por tanto, convertirse en “infiel” con su madre. El sueño ha declarado que la “vida no vivida” es una enfermedad de la que se puede morir.
Henry ya no podría desentenderse del mensaje de este sueño. Se dio cuenta de que se necesita algo más que razón como ayuda orientadora en los atolladeros de la vida; es necesario buscar la guía de fuerzas inconscientes que surgen, como símbolos, de las profundidades de la psique. Con este reconocimiento, se alcanzó la meta de esta parte de su análisis. Henry supo entonces que, al fin, fue expulsado del paraíso de una vida sin compromisos y que jamás podría volver a él.
5 / SÍMBOLOS EN UN ANÁLISIS INDIVIDUAL (XII)
Jolande Jacobi
Afrontando lo irracional
La inmediata conducta de Henry demostró claramente que el sueño (y el hecho de que sus sueños y el libro de oráculos I Ching le hubieran puesto frente a profundas fuerzas irracionales dentro de sí mismo) tuvieron un hondo efecto sobre él. Desde entonces, escuchó con avidez los mensajes de su inconsciente y el análisis adquirió un carácter más y más agitado. La tensión que, hasta entonces, había amenazado a las profundidades de su psique con la rotura, subió a la superficie. No obstante, se aferró valientemente a la esperanza creciente de que se llegaría a una conclusión satisfactoria.
Apenas dos semanas después del oráculo (pero antes de que fuera analizado e interpretado), Henry tuvo otro sueño en el que volvió a enfrentarse con el molesto problema de lo irracional:
Estoy solo en mi cuarto. Un grupo de desagradables escarabajos negros van saliendo de un agujero y extendiéndose por mi tablero de dibujo. Trato de hacerlos retroceder a su agujero por medio de una especie de magia. Lo consigo excepto con cuatro o cinco escarabajos que se van del tablero y se esparcen por toda la habitación. Renuncio a la idea de perseguirlos; ya no me son tan desagradables. Prendo fuego al escondrijo. Se levanta una elevada columna de llamas. Temo que pueda prenderse fuego a mi habitación, pero este temor es infundado.
Por entonces, Henry se había hecho relativamente hábil en la interpretación de sus sueños, así es que trató de darles una explicación. Dijo: “Los escarabajos son mis cualidades oscuras. Fueron despertadas por el análisis y suben ahora a la superficie. Existe el peligro de que puedan anegar mi trabajo profesional (simbolizado por el tablero de dibujo). Pero no me atreví a aplastar con la mano a los escarabajos, que me recordaban una especie de escarabajos negros, tal como lo intenté primero; por tanto tuve que recurrir a la “magia”. Al prender fuego a su escondrijo invocaba, por así decir, la colaboración de algo divino, ya que la columna ascendente de llamas me hizo pensar en el fuego que asocio al Arca de la Alianza.”
Para profundizar en el simbolismo del sueño, ante todo, tenemos que notar que los escarabajos son negros, que es el color de las tinieblas, la depresión y la muerte. En el sueño, Henry está “solo” en su cuarto, situación que puede conducir a la introversión y los correspondientes estados de melancolía. En mitología, los escarabajos son de oro con frecuencia; en Egipto eran animales sagrados, símbolos del sol. Pero si son negros simbolizan el lado opuesto del sol, algo demoníaco. Por tanto, el instinto de Henry está acertado al desear combatir a los escarabajos por medio de la magia.
Aunque cuatro o cinco de los escarabajos continúan vivos, la disminución del número de escarabajos es suficiente para librar a Henry de su temor y desagrado. Entonces intenta destruir su nido por medio del fuego. Esto es un acto positivo, porque el fuego puede conducir simbólicamente a la transformación y el renacimiento (como, por ejemplo, lo hace en el antiguo mito del ave fénix).
En su vida despierta, Henry parece ahora lleno de espíritu emprendedor, pero es evidente que aun no ha aprendido a utilizarlo con eficacia. Por tanto, tengo que considerar otro sueño posterior que arroja luz más clara sobre su problema. Este sueño representa, en lenguaje simbólico, el miedo de Henry a una relación responsable con una mujer y su tendencia a retirarse del lado sentimental de la vida:
Un anciano está agonizando. Está rodeado de sus parientes, y yo estoy entre ellos. Más y más personas se van agrupando en la gran habitación, cada una caracterizándose con afirmaciones precisas. Hay unas cuarenta personas presentes. El anciano gime y musita algo sobre “vida no vivida”. Su hija, que desea facilitarle su confesión, le pregunta en qué sentido debe entenderse “no vivida”, si cultural o moralmente. El anciano no contestará. La hija me envía a una pequeña habitación contigua donde he de encontrar la respuesta echando las cartas. Un “nueve” que saque dará la respuesta, según el color.
Espero sacar un nueve nada más comenzar, pero al principio, salen varios reyes y reinas. Me siento defraudado. Ahora no saco más que trozos de papel que nada tienen que ver con el juego. Finalmente, descubrí que no hay más cartas sino sólo sobres y trozos de papel. Junto con mi hermana, que también está presente, busco cartas por todas partes. Finalmente, descubro una bajo un libro de texto o cuaderno de apuntes. Es un nueve, un nueve de picas (spades). Me parece que eso sólo significa una cosa: que eran cadenas morales las que impidieron al anciano “vivir su vida”.
El mensaje especial de este extraño sueño era prevenir a Henry de lo que le esperaba si dejaba de “vivir su vida”. El “anciano” probablemente representa el agonizante “principio rector”, el principio que rige la consciencia de Henry, pero cuya naturaleza le es desconocida. Las cuarenta personas presentes simbolizan la totalidad de rasgos de la psique de Henry (40 es un número de totalidad, una forma elevada del número 4). Que el anciano esté agonizando podría ser un signo de que la parte masculina de la personalidad de Henry está al borde de una transformación final.
La averiguación de la hija acerca de la posible causa de la muerte es la cuestión inevitable y decisiva. Parece haber la implicación de que la “moralidad” del anciano le ha impedido vivir cabalmente sus sentimientos e impulsos. Sin embargo, el propio agonizante guarda silencio. Por tanto, su hija (personificación del principio femenino intermediario, el ánima) tiene que entrar en acción.
Envía a Henry a descubrir la respuesta en las cartas adivinadoras de la suerte, la respuesta que dará el color del primer nueve que salga. La adivinación de la suerte tiene que realizarse en una habitación alejada que no se utiliza (lo cual revela qué alejado está ese hecho de la actitud consciente de Henry).
Se desilusiona cuando, al principio, sólo saca reyes y reinas (quizá, imágenes colectivas de su veneración juvenil al poderío y la riqueza). Esa desilusión se intensifica cuando las cartas se acaban porque eso demuestra que los símbolos de su mundo interior también se han agotado. Sólo quedan “trozos de papel” con ninguna imagen. De ese modo se agota la fuente de pinturas en el sueño. Entonces Henry tiene que aceptar la ayuda de su lado femenino (esta vez representado por su hermana) para encontrar la última carta. Junto con ella, encuentra, al fin, una carta: el nueve de picas. Es esta carta la que tiene que servir para indicar, por su color, lo que significa en el sueño “vida no vivida”. Y es significativo que la carta esté escondida bajo un libro de texto o cuaderno de apuntes, que probablemente representa las áridas formas intelectuales de los intereses técnicos de Henry.
El nueve ha sido un “número mágico” durante siglos. Según el simbolismo tradicional de los números, representa la forma perfecta de la Trinidad perfecta en su triple elevación. Y hay otros innumerables significados asociados con el número nueve en diversos tiempos y culturas. El color del nueve de picas es el color de la muerte y de la falta de vida. También, la imagen de la “pica” sugiere la forma de una hoja y, por tanto, su negrura subraya que, en vez de estar verde, viva y natural, ahora está muerta. Además, la palabra spade (pique, de la baraja francesa) deriva de la palabra italiana spada, que significa “espada” o “pica”. Tales armas significan con frecuencia la función penetrante, “cortante” del intelecto.
Así el sueño aclara que eran las “cadenas morales” (más que “culturales”) las que no permitieron al anciano “vivir su vida”. En el caso de Henry, esas “cadenas” era probablemente su miedo de rendirse plenamente a la vida, a aceptar responsabilidades ante una mujer y, por tanto, convertirse en “infiel” con su madre. El sueño ha declarado que la “vida no vivida” es una enfermedad de la que se puede morir.
Henry ya no podría desentenderse del mensaje de este sueño. Se dio cuenta de que se necesita algo más que razón como ayuda orientadora en los atolladeros de la vida; es necesario buscar la guía de fuerzas inconscientes que surgen, como símbolos, de las profundidades de la psique. Con este reconocimiento, se alcanzó la meta de esta parte de su análisis. Henry supo entonces que, al fin, fue expulsado del paraíso de una vida sin compromisos y que jamás podría volver a él.
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