Capítulo 5
No Tienes que ir a Ninguna Parte
Amado Osho,
Me siento dividido en dos partes, una mitad va hacia lo descono¬cido y la otra mitad hacia todo lo que es familiar del pasado. Cuando estoy cerca de soltar todo lo que creo que es mío, siento pánico; aun-que anhelo ir al lugar del que hablas.
Por favor dame coraje para emprender el paso siguiente.
En realidad no es una cuestión de coraje; la verdadera cuestión es que no comprendes que lo conocido está muerto y lo desconocido es lo que está vivo.
Aferrarse a lo conocido es aferrarse a un cadáver. No hace falta coraje para soltar el apego; de hecho, se necesita coraje para seguir aferrado al cadáver. Sólo tienes que ver... Lo que te es familiar, lo que has vivido... ¿Qué te ha dado? ¿Adónde has llegado? ¿No sigues sintiéndote vacío? ¿No hay aún un inmenso descontento, una profunda frustración y falta de sentido? De alguna forma te las apañas, ocultando la verdad y creando mentiras para seguir activo, implicado.
Esta es la cuestión: ver con claridad que todo lo que sabes es del pasado, ya se ha ido. Es parte de una tumba. ¿Quieres estar en una tumba o quieres estar vivo? Y ésta no es sólo la cuestión de hoy, también será la cuestión de mañana, y de pasado mañana. La cuestión seguirá siendo la misma hasta tu último aliento.
Todo lo que sabes, se acumula -información, conocimiento, experiencia-, pero en el momento en que lo has explorado, ya has acabado con ello. Arrastrar esas palabras vacías, esa carga muerta, es aplastar la vida, cargar la vida, lo que te impide acceder al ser vivo y alegre que te espera a cada momento.
La persona que comprende a cada momento muere al pasado y renace al futuro. Su presente siempre es una transformación, un renacimiento, una resurrección. No se trata de coraje en absoluto, esto es lo primero que tiene que entenderse. Es una cuestión de claridad, de ser claro sobre qué es qué.
Y en segundo lugar, si realmente se trata de una cuestión de coraje, nadie puede dártelo. No es algo que se te pueda ofrecer como un regalo. Es algo con lo que naces, simplemente no has permitido que creciera, no has permitido que se reafirme, porque toda la sociedad está en su contra.
La sociedad no quiere leones, quiere una multitud de ovejas. Entonces es fácil esclavizar a la gente, explotar a la gente, hacer lo que uno quiera con ellos.
No tienen alma; casi son robots. Ordenas y ellos obedecen. No son individuos libres.
Ninguna sociedad quiere que seas valiente. Todas las sociedades quieren que seas cobarde, pero nadie lo dice con tanta sinceridad; han encontrado palabras preciosas para expresarlo. No te dicen: «Sé cobarde», porque eso sería una ofensa para la persona, que empezaría a pensar: «¿Por qué debería ser cobarde?», un cobarde no es una persona respetable.
No, lo que dicen es: «Ten cuidado. Piensa dos veces antes de dar el salto. Recuerda tu tradición, tu religión tiene miles de años; tiene sabiduría. Eres un recién llegado, no puedes permitirte no creer en ella. No existe comparación posible tú acabas de llegar y tu religión ha estado acumulando experiencias y conocimientos durante diez mil años. Es un fenómeno tan grande como los Himalayas.
Tú eres como un pequeño guijarro. No puedes luchar contra la tradición, sería luchar contra ti mismo, sería autodestructivo. Sólo puedes someterte a ella; eso es lo sabio, lo inteligente.» Estando con la masa estás protegido, estás seguro, tienes la seguridad de que no puedes perderte. Te dirán lo mismo de muchas maneras: Sé un cobarde; ser cobarde compensa. Tener coraje es peligroso porque te va a llevar a un conflicto con todos los intereses creados, y tú sólo eres un pequeño ser humano.
No puedes luchar contra la totalidad del mundo.
Mi abuelo solía decirme: «Lo que dices es correcto. Aunque soy viejo puedo entender que dices la verdad. Pero te sugiero que no se lo digas a nadie. Te causará problemas. No puedes ir en contra de todo el mundo. Puede que tengas la verdad, pero la verdad no cuenta; lo que cuenta es la multitud, la masa. Alguien puede estar simplemente mintiendo -y todas las religiones lo han estado haciendo, mintiendo sobre Dios, mintiendo sobre el cielo, mintiendo sobre el infierno, mintiendo sobre mil y una cosas-, pero la masa está con ellos. Sus mentiras son apoyadas por la mayoría de la humanidad y su larga tradición. Tú no eres nadie.»
Era muy amigo de mi abuelo. Solía llevarme a ver a santos que visitaban la ciudad. Le gustaban mucho mis discusiones con los supuestos santos en las que se creaban situaciones muy vergonzosas para ellos porque no podían responderme. Pero cuando volvíamos, solía decirme: «Recuerda que esto está bien como juego, pero no hagas de ello tu vida, en otro caso te quedarás solo en contra de todo el mundo. Y no puedes vencer al mundo entero.»
Lo último que me dijo fue esto mismo. Antes de morir, me llamó a su lado y me dijo: «Recuerda, no luches contra el mundo. No puedes ganar.»
Yo respondí: «Ahora te estás muriendo. Tú has estado del lado del mundo: ¿Qué has ganado? ¿Cuál es tu victoria? No puedo prometerte lo que me pides. Quiero dejar muy claro contigo que, sea cual sea el coste..., puede que pierda la batalla, pero será mi batalla, y me sentiré muy satisfecho por haber estado a favor de la verdad. iNo importa si gano o pierdo, la derrota o la victoria son irrelevantes. Lo importante es defender lo que uno cree que es justo.»
Este coraje está presente en todo el mundo. No es una cualidad que haya de practicarse; es algo que forma parte de tu vida, de tu misma respiración. Lo que ocurre es que la sociedad ha creado tantas barreras contra el crecimiento natural que has empezado a pensar: ¿De dónde saco el coraje? ¿De dónde consigo la inteligencia? ¿De dónde obtengo la verdad?
No tienes que ir a ninguna parte. Contienes la semilla de todo lo que quieres ser. Date cuenta de esto y mira el otro lado... La gente que vive con la multitud, ¿qué consigue? Lo pierden todo. De hecho no viven en absoluto; sólo mueren.
Empiezan a morir desde el momento de su nacimiento y siguen muriendo hasta su último aliento. Toda su vida es una larga serie de muertes. Simplemente mira a la multitud de gente. Puedes estar de su lado, pero entonces correrás su misma suerte.
Si llegas a verlo es muy fácil: la única forma de vivir la vida es vivir por ti mismo. Es un fenómeno individual, es una independencia, es libertad.
Es descargarse constantemente de todo lo que está muerto, para que la vida pueda crecer y no se vea aplastada bajo el peso de lo muerto.
Amado Osho,
Eres mi inspiración.
Te he oído decir que nunca tuviste un maestro; pero ¿tuviste una fuente de inspiración cuando comenzaste Tu viaje?
La vida misma es suficiente. Ver a la gente que te rodea -cadáveres andantes- es suficiente inspiración para no moverte como ellos, para no seguir su camino sino encontrar un pequeño sendero pedestre en el que puedas estar vivo.
Nunca tuve un maestro y me siento afortunado de no haber tenido un maestro. En mis vidas pasadas he estado con varios maestros vivos. Eran personas muy bellas, dignas de amor, pero siempre he tenido una cosa clara: nadie puede ser mi fuente de inspiración, porque la palabra «inspiración» es peligrosa.
Primero es inspiración, luego se convierte en seguimiento, después en imitación, y acabas siendo una copia de calco. No hace falta que nadie te inspire. No sólo no hace falta, sino que es peligroso. Simplemente observando, he visto...; cada individuo es único. No puede seguir a nadie.
Puedes intentarlo, millones de personas lo han intentado durante miles de años. Hay millones de cristianos, millones de hindúes, millones de budistas. ¿Y qué están haciendo? La inspiración de Gautama Buda ha hecho que miles de personas sean budistas, y ahora ellos intentan seguir sus pasos. Pero no están llegando a ninguna parte, no pueden hacerlo.
No eres Gautama Buda, y sus huellas no te encajarán, como tampoco te encajarían sus zapatos; tendrás que encontrar el tamaño exacto de los zapatos que te encajen. Él es muy bello, pero eso no significa que tengas que ser como él. Y ese es el significado de la palabra «inspiración». Significa que estás tan influenciado por esa persona que se convierte en tu ideal, que te gustaría ser como él. Esto ha confundido a toda la humanidad.
La inspiración ha sido una maldición, no una bendición.
Me gustaría que aprendieras de todas las fuentes, que disfrutaras de cada ser único con el que te encuentres. Pero nunca sigas a nadie ni intentes ser exactamente como otra persona; la existencia no lo permite. Sólo puedes ser tú mismo.
Y es un fenómeno extraño: los individuos que han servido de inspiración a millones de personas nunca fueron inspirados por ningún otro. Pero nadie se da cuenta de este hecho. Gautama Buda nunca fue inspirado por nadie, y eso le convirtió en gran fuente de inspiración. Sócrates no fue inspirado por nadie, pero eso es lo que le hace tan extraordinario.
Todos aquellos que piensas que son fuente de inspiración no han sido nunca inspirados por algún otro. Esto es algo fundamental que tenemos que entender. Sí, aprendieron; intentaron comprender a todo tipo de gente. Amaban a individuos únicos, pero no tenían que seguir a nadie. Intentaban ser ellos mismos.
Por eso, por favor, no te sientas inspirado por mí; de otra forma nunca te convertirás en una fuente de inspiración. Sólo serás una copia de calco, no tendrás tu auténtico rostro original. Serás un hipócrita: dirás una cosa y harás otra. Mostrarás tu rostro en diferentes ocasiones con diferentes máscaras, y lentamente, lentamente, irás olvidando cuál es tu rostro real; tantas máscaras...
He oído hablar de un hombre... Cien años después de que Abraham Lincoln fuera asesinado de un disparo, se preparó una gran fiesta en su honor en toda América. Había un hombre que se parecía mucho a él, algunos toques aquí y allá y era casi su copia fotográfica.
Le adiestraron para que hablara como él, con grandes gestos, para que imitara su énfasis, su acento, todo, hasta los más pequeños detalles -incluso su forma de andar-, durante las veinticuatro horas del día... y tenía que representar un drama sobre la vida de Abraham Lincoln en todo el país, yendo de un lugar a otro durante todo el año.
Le dispararon muchas veces, cada noche que había representación; a veces incluso dos veces al día. Aquel año fue muy largo -había muerto tantas veces- y su papel teatral se convirtió casi en su segunda naturaleza. Por eso, cuando las celebraciones terminaron, la gente se quedó sorprendida: salió caminando del teatro de la misma forma que caminaba Abraham Lincoln, que solía cojear un poco. Salió cojeando.
Su esposa le dijo: «¡Recupera el sentido!», porque seguía hablando de la misma forma, con el acento de hacía cien años. Su esposa insistió: «No estires tanto la broma. Vuelve a ser tú mismo, vuelve a casa.»
El dijo: “Soy mi yo real, soy Abraham Lincoln.” Durante todo un año había estado viviendo como Abraham Lincoln, había muerto miles de veces como Abraham Lincoln; había olvidado completamente que alguna vez fuera otra persona.
Le llevaron al médico. El médico habló con él, pero seguía representando su papel dramático. El médico le dijo: «Simplemente olvídate de esa obra de teatro.»
Y el hombre le respondió: «¿De qué obra de teatro?».
El doctor, volviéndose hacia su mujer, le dijo: «¡Este hombre no va a escuchar ni aunque le peguen un tiro y le maten!».
La familia se estaba volviendo loca. Él perdió su trabajo; nadie quería tratarle porque no estaba enfermo. Simplemente llevaba una máscara pegada. Un año es mucho tiempo, y cada día, veinticuatro horas al día, él había sido Abraham Lincoln. Y, ¿a quién le gustaría ser Abraham Lincoln durante un año para volver a convertirse de repente en un ser humano ordinario? Había vivido días de gloria, días dorados, y se aferraba obstinadamente a ellos.
Aquel hombre vivió algunos años más como Abraham Lincoln, incluso firmaba «Abraham Lincoln», imitando perfectamente la firma. ¿Diríais que este hombre había conseguido algo o que había perdido algo? Él mismo estaba perdido y lo único que había ganado era un papel teatral. Se había vuelto absolutamente falso.
Y esta es la situación de casi todo el mundo: no tan dramática, no tan exagerada, pero todo el mundo está jugando cierto papel para el que ha sido educado, para el que sido criado.
Nace un niño -no es cristiano, ni judío, ni mahometano- y entonces le ponemos una máscara. Su rostro inocente desaparece. Y morirá creyendo que es cristiano. Por eso no te rías cuando pienses en el pobre hombre que murió creyendo que era Abraham Lincoln, porque todo el mundo está haciendo lo mismo. La gente muere siendo hindú, pero no nacieron hindúes.
Siempre solía tener problemas para rellenar los papeles del censo. Los funcionarios me pedían que rellenara el impreso y cuando llegaba el apartado de religión, yo decía: «No tengo ninguna religión.»
Se quedaban sorprendidos y decían: «Debes haber nacido dentro de alguna religión. Tus padres deben de haber sido hindúes, mahometanos, jainas.»
Yo dije: “Eso no supone diferencia alguna. Mi padre puede ser médico o ingeniero, pero eso no me convierte en médico ni en ingeniero. Él puede ser hindú o mahometano, eso tiene que ver con él. No puede transferirme su religión biológicamente. Si no puede transferirme sus conocimientos médicos, ¿cómo podría transferirme sus conocimientos espirituales? Sería un engaño y yo no quiero ser parte de ningún engaño.» A la gente se le adiestra para ser actores; en todo este gran mundo verás que toda la gente actúa. A todo el mundo se le educa para actuar...; nombres muy bellos -etiqueta, maneras-, pero detrás se oculta una psicología sutil para hacerte olvidar tu originalidad y para que te embebas del papel de actor que los intereses creados te tienen asignado.
Nunca te sientas inspirado por nadie. Permanece abierto.
Cuando veas un hermoso atardecer, disfruta de su belleza; cuando veas a un Buda, disfruta de su belleza, disfruta de su autenticidad, disfruta de su silencio. Disfruta la verdad que ha realizado, pero no te con¬viertas en su seguidor. Todos los seguidores se pierden.
Sigue siendo tú mismo, porque los hombres como Gautama Buda se encontraron por ser ellos mismos. Todos esos hermosos nombres: Lao Tse, Chuang Tzu, Lieh Tzu, Bodhidharma, Nagarjuna, Pitágoras, Sócrates, Heráclito, Epicuro, todos estos grandes nombres que han sido fuente de inspiración para tanta gente, eran ellos mismos y nunca se sentían inspirados por nadie. Así es como protegían su originalidad y seguían siendo ellos mismos.
Yo he estado con maestros y los he amado. Pero para mí, el deseo mismo de ser como ellos es feo. Con un hombre es suficiente; otro igual a él no enriquecerá la existencia, sólo será una carga.
Para mí, la unicidad de los individuos es la mayor verdad.
Ama a la gente que encuentres auténtica y verdadera en alguna dimensión, la gente que esté floreciendo. Pero recuerda que están floreciendo por su autenticidad y su originalidad; por eso no caigas en la trampa de seguirles. Sé tú mismo.
La famosa máxima de Sócrates es: «Conócete a ti mismo.» Pero debe completarse, no está completa. Antes de «Conócete a ti mismo» hace falta otra máxima: «Sé tú mismo»; de otro modo quizá llegues a conocer al actor que aparentas ser. Conocerte es lo segundo; lo primero es ser tú mismo.
Los maestros realmente grandes únicamente han sido amigos, alguien que echa una mano, dedos que señalan a la luna; nunca han creado esclavitud. Pero en el momento de su muerte dejaron tras de sí un impacto tan grande que la gente astuta -teólogos, sacerdotes, eruditos- comenzaron a predicar a la gente: «Seguid a Gautama Buda.»
Ahora que había muerto, no podía negar nada..., y estas personas comenzaron a explotar el gran impacto que Buda había causado. Ahora toda Asia, millones de personas de veinticinco países han seguido los pasos de Gautama Buda, pero no se ha creado ni un solo Gautama Buda. Esto es la prueba definitiva: en dos mil años no ha habido otro Jesucristo; en tres mil años no ha habido otro Moisés.
La existencia nunca se repite.
La historia se repite porque pertenece a las masas inconscientes.
La existencia nunca se repite. Es muy creativa e inventiva. Y eso es bueno; si no fuera así, aunque Gautama Buda era un hombre muy bello, si hubiera miles de Gautamas Budas -si nos encontráramos con Gautama Buda en cualquier lugar al que fuéramos, en cualquier restau¬rante- nos aburriríamos y nos cansaríamos. Se destruiría toda la belleza de ese hombre. Es bueno que la existencia no se repita. Sólo crea uno de cada clase y así ese ser siempre es especial, escaso.
Tú también eres el único de tu tipo. Sólo tienes que florecer, abrir tus pétalos y derramar tu fragancia.
Amado Osho,
He oído que algunos terapeutas sannyasins ahora se imaginan que están en el mismo plano que tú, haciendo el mismo tipo de trabajo, aunque quizá a menor escala. Ya ni siquiera mencionan Tu nombre, y parecen haber descartado el mala y la ropa roja completamente.
Lo han conseguido o ¿qué es lo que pasa realmente con Tus terapeutas?
Lo que está ocurriendo es para morirse de risa. Estas personas creen que se han vuelto individuos, que han alcanzado la libertad. Pero no ven nada. Yo les dije: «Podéis dejar los malas, podéis dejar vuestra ropa y ser libres.» ¡Y lo hicieron inmediatamente! Así probaron que son seguidores, ¡seguidores crónicos! Si yo no hubiera dicho nada, seguirían llevando el mala y la ropa roja. Su libertad no es un logro suyo, ¡sino un chiste mío!
Naturalmente, cuando digo: «Soy vuestro amigo», ellos empiezan a pensar que son mis amigos. ¡Son dos cosas muy diferentes! Cuando digo que soy tu amigo, eso no significa que tú seas mi amigo. Para que esto segundo sea verdad, tienes que avanzar mucho.
Yo digo que soy vuestro amigo por compasión y vosotros decís que sois amigos míos porque ese es el impulso de vuestro ego. Naturalmente, cuando eres amigo mío haces el mismo trabajo que yo. Y su humildad les hace decir: «Quizá él lo esté haciendo a una escala mayor y nosotros lo hacemos a una escala más pequeña.» Pero en lo profundo pueden pensar que lo están haciendo a una escala mayor, o a una escala más íntima y personal.
Han estado conmigo durante años, pero han estado menos conmigo que con sus pacientes. La gente que menos ha estado conmigo son los terapeutas.
Una vez declaré que algunas personas estaban iluminadas, iY se iluminaron! Y cuando les dije que sólo era un chiste, perdieron la iluminación de nuevo. Yo les dije: «Ahora sois libres.» iPor tanto eran libres! Al día siguiente podía volver a llamarles y decirles que se pusieran la ropa roja y el mala: «Esta cantidad de libertad es suficiente; más que eso es peligroso. ¡Volved a vuestros viejos yoes!».
Si me entendéis realmente, os daréis cuenta de cuál es la clave: Os doy la oportunidad de que veáis vuestro ego, os muestro vuestra realidad. Esto es lo que está ocurriendo y es muy divertido. Vi que uno de los terapeutas incluso se había afeitado la barba y el bigote. Quizá pen¬saba que afeitándose la barba y el bigote también se estaba afeitando espiritualmente. Y lo único que consigue es parecer un simio bien afeitado...; esto es simplemente estúpido.
Es una desgracia, pero es así: los terapeutas son los que menos me conocen, por la simple razón de que en la comuna ellos trabajaban con la psicología de la gente y comenzaron a desarrollar un ego sutil por estar ayudándome con mi trabajo. Se olvidaron completamente de que ni siquiera han empezado a trabajar consigo mismos.
Tenían ciertos conocimientos sobre terapia que fueron útiles y ayudaron a que otros se acercaran a mí. Sus pacientes pudieron conocerme más íntimamente, se abrieron más a mí, llegando a comprender mi trabajo mejor que los terapeutas. Como eran terapeutas, respondían a las preguntas de la gente y llevaban grupos, y no me planteaban preguntas sobre sí mismos.
Habían venido por propia iniciativa, pero se perdieron porque llevaban consigo una carga de conocimientos. Era útil para los demás, y yo les dije que debían ayudar a la gente. Pero todo su conocimiento no fue capaz de indicarles una cosa muy simple: «Hemos venido aquí para realizarnos. Podemos hacer terapias, pero esa no es la razón por la que hemos venido.»
Siguieron haciendo terapias, y cuando la comuna se dispersó, volvieron a sus países pensando que ahora hacen el mismo trabajo que yo, pero no conocen ni el ABC de mi trabajo. Eran los más ciegos y los más sordos, porque eran los que más sabían.
Han perdido la primera oportunidad. Ahora tienen una segunda oportunidad; todos esos terapeutas que se están comportando como bufones volverán a ser llamados y se les dará otro trabajo que no sea la terapia. Tienen que apartarse completamente de sus conocimientos, de otro modo es muy fácil acabar pensando así.
Temen mencionar mi nombre porque eso podría crear la sensación en la gente que les rodea de que aún no están libres de mí. Su 'miedo' muestra que aún no se sienten libres de mí. Si estuvieran realmente libres de mí, me mostrarían gratitud. Si fueran realmente libres, habrían llevado mi nombre a distintas partes del mundo con gran respeto y amor.
Pero saben que no lo son; de ahí su miedo. Si alguien descubre que han sido sannyasins, ¿qué ocurrirá con la repentina maestría que han alcanzado? Algunos de ellos se han «iluminado», algunos se han «liberado», y en realidad sólo están probando una cosa: que son completamente necios. iY cuanto antes se den cuenta de ello, mejor!
Amado Osho,
Me parece que quizá lo único que tiene que hacer el maestro es dar a cada discípulo una medida de cuerda. Con el tiempo, la usamos para saltar con ella o para ahorcamos. Por favor, comenta.
Es verdad. ¡No necesita comentario!
No Tienes que ir a Ninguna Parte
Amado Osho,
Me siento dividido en dos partes, una mitad va hacia lo descono¬cido y la otra mitad hacia todo lo que es familiar del pasado. Cuando estoy cerca de soltar todo lo que creo que es mío, siento pánico; aun-que anhelo ir al lugar del que hablas.
Por favor dame coraje para emprender el paso siguiente.
En realidad no es una cuestión de coraje; la verdadera cuestión es que no comprendes que lo conocido está muerto y lo desconocido es lo que está vivo.
Aferrarse a lo conocido es aferrarse a un cadáver. No hace falta coraje para soltar el apego; de hecho, se necesita coraje para seguir aferrado al cadáver. Sólo tienes que ver... Lo que te es familiar, lo que has vivido... ¿Qué te ha dado? ¿Adónde has llegado? ¿No sigues sintiéndote vacío? ¿No hay aún un inmenso descontento, una profunda frustración y falta de sentido? De alguna forma te las apañas, ocultando la verdad y creando mentiras para seguir activo, implicado.
Esta es la cuestión: ver con claridad que todo lo que sabes es del pasado, ya se ha ido. Es parte de una tumba. ¿Quieres estar en una tumba o quieres estar vivo? Y ésta no es sólo la cuestión de hoy, también será la cuestión de mañana, y de pasado mañana. La cuestión seguirá siendo la misma hasta tu último aliento.
Todo lo que sabes, se acumula -información, conocimiento, experiencia-, pero en el momento en que lo has explorado, ya has acabado con ello. Arrastrar esas palabras vacías, esa carga muerta, es aplastar la vida, cargar la vida, lo que te impide acceder al ser vivo y alegre que te espera a cada momento.
La persona que comprende a cada momento muere al pasado y renace al futuro. Su presente siempre es una transformación, un renacimiento, una resurrección. No se trata de coraje en absoluto, esto es lo primero que tiene que entenderse. Es una cuestión de claridad, de ser claro sobre qué es qué.
Y en segundo lugar, si realmente se trata de una cuestión de coraje, nadie puede dártelo. No es algo que se te pueda ofrecer como un regalo. Es algo con lo que naces, simplemente no has permitido que creciera, no has permitido que se reafirme, porque toda la sociedad está en su contra.
La sociedad no quiere leones, quiere una multitud de ovejas. Entonces es fácil esclavizar a la gente, explotar a la gente, hacer lo que uno quiera con ellos.
No tienen alma; casi son robots. Ordenas y ellos obedecen. No son individuos libres.
Ninguna sociedad quiere que seas valiente. Todas las sociedades quieren que seas cobarde, pero nadie lo dice con tanta sinceridad; han encontrado palabras preciosas para expresarlo. No te dicen: «Sé cobarde», porque eso sería una ofensa para la persona, que empezaría a pensar: «¿Por qué debería ser cobarde?», un cobarde no es una persona respetable.
No, lo que dicen es: «Ten cuidado. Piensa dos veces antes de dar el salto. Recuerda tu tradición, tu religión tiene miles de años; tiene sabiduría. Eres un recién llegado, no puedes permitirte no creer en ella. No existe comparación posible tú acabas de llegar y tu religión ha estado acumulando experiencias y conocimientos durante diez mil años. Es un fenómeno tan grande como los Himalayas.
Tú eres como un pequeño guijarro. No puedes luchar contra la tradición, sería luchar contra ti mismo, sería autodestructivo. Sólo puedes someterte a ella; eso es lo sabio, lo inteligente.» Estando con la masa estás protegido, estás seguro, tienes la seguridad de que no puedes perderte. Te dirán lo mismo de muchas maneras: Sé un cobarde; ser cobarde compensa. Tener coraje es peligroso porque te va a llevar a un conflicto con todos los intereses creados, y tú sólo eres un pequeño ser humano.
No puedes luchar contra la totalidad del mundo.
Mi abuelo solía decirme: «Lo que dices es correcto. Aunque soy viejo puedo entender que dices la verdad. Pero te sugiero que no se lo digas a nadie. Te causará problemas. No puedes ir en contra de todo el mundo. Puede que tengas la verdad, pero la verdad no cuenta; lo que cuenta es la multitud, la masa. Alguien puede estar simplemente mintiendo -y todas las religiones lo han estado haciendo, mintiendo sobre Dios, mintiendo sobre el cielo, mintiendo sobre el infierno, mintiendo sobre mil y una cosas-, pero la masa está con ellos. Sus mentiras son apoyadas por la mayoría de la humanidad y su larga tradición. Tú no eres nadie.»
Era muy amigo de mi abuelo. Solía llevarme a ver a santos que visitaban la ciudad. Le gustaban mucho mis discusiones con los supuestos santos en las que se creaban situaciones muy vergonzosas para ellos porque no podían responderme. Pero cuando volvíamos, solía decirme: «Recuerda que esto está bien como juego, pero no hagas de ello tu vida, en otro caso te quedarás solo en contra de todo el mundo. Y no puedes vencer al mundo entero.»
Lo último que me dijo fue esto mismo. Antes de morir, me llamó a su lado y me dijo: «Recuerda, no luches contra el mundo. No puedes ganar.»
Yo respondí: «Ahora te estás muriendo. Tú has estado del lado del mundo: ¿Qué has ganado? ¿Cuál es tu victoria? No puedo prometerte lo que me pides. Quiero dejar muy claro contigo que, sea cual sea el coste..., puede que pierda la batalla, pero será mi batalla, y me sentiré muy satisfecho por haber estado a favor de la verdad. iNo importa si gano o pierdo, la derrota o la victoria son irrelevantes. Lo importante es defender lo que uno cree que es justo.»
Este coraje está presente en todo el mundo. No es una cualidad que haya de practicarse; es algo que forma parte de tu vida, de tu misma respiración. Lo que ocurre es que la sociedad ha creado tantas barreras contra el crecimiento natural que has empezado a pensar: ¿De dónde saco el coraje? ¿De dónde consigo la inteligencia? ¿De dónde obtengo la verdad?
No tienes que ir a ninguna parte. Contienes la semilla de todo lo que quieres ser. Date cuenta de esto y mira el otro lado... La gente que vive con la multitud, ¿qué consigue? Lo pierden todo. De hecho no viven en absoluto; sólo mueren.
Empiezan a morir desde el momento de su nacimiento y siguen muriendo hasta su último aliento. Toda su vida es una larga serie de muertes. Simplemente mira a la multitud de gente. Puedes estar de su lado, pero entonces correrás su misma suerte.
Si llegas a verlo es muy fácil: la única forma de vivir la vida es vivir por ti mismo. Es un fenómeno individual, es una independencia, es libertad.
Es descargarse constantemente de todo lo que está muerto, para que la vida pueda crecer y no se vea aplastada bajo el peso de lo muerto.
Amado Osho,
Eres mi inspiración.
Te he oído decir que nunca tuviste un maestro; pero ¿tuviste una fuente de inspiración cuando comenzaste Tu viaje?
La vida misma es suficiente. Ver a la gente que te rodea -cadáveres andantes- es suficiente inspiración para no moverte como ellos, para no seguir su camino sino encontrar un pequeño sendero pedestre en el que puedas estar vivo.
Nunca tuve un maestro y me siento afortunado de no haber tenido un maestro. En mis vidas pasadas he estado con varios maestros vivos. Eran personas muy bellas, dignas de amor, pero siempre he tenido una cosa clara: nadie puede ser mi fuente de inspiración, porque la palabra «inspiración» es peligrosa.
Primero es inspiración, luego se convierte en seguimiento, después en imitación, y acabas siendo una copia de calco. No hace falta que nadie te inspire. No sólo no hace falta, sino que es peligroso. Simplemente observando, he visto...; cada individuo es único. No puede seguir a nadie.
Puedes intentarlo, millones de personas lo han intentado durante miles de años. Hay millones de cristianos, millones de hindúes, millones de budistas. ¿Y qué están haciendo? La inspiración de Gautama Buda ha hecho que miles de personas sean budistas, y ahora ellos intentan seguir sus pasos. Pero no están llegando a ninguna parte, no pueden hacerlo.
No eres Gautama Buda, y sus huellas no te encajarán, como tampoco te encajarían sus zapatos; tendrás que encontrar el tamaño exacto de los zapatos que te encajen. Él es muy bello, pero eso no significa que tengas que ser como él. Y ese es el significado de la palabra «inspiración». Significa que estás tan influenciado por esa persona que se convierte en tu ideal, que te gustaría ser como él. Esto ha confundido a toda la humanidad.
La inspiración ha sido una maldición, no una bendición.
Me gustaría que aprendieras de todas las fuentes, que disfrutaras de cada ser único con el que te encuentres. Pero nunca sigas a nadie ni intentes ser exactamente como otra persona; la existencia no lo permite. Sólo puedes ser tú mismo.
Y es un fenómeno extraño: los individuos que han servido de inspiración a millones de personas nunca fueron inspirados por ningún otro. Pero nadie se da cuenta de este hecho. Gautama Buda nunca fue inspirado por nadie, y eso le convirtió en gran fuente de inspiración. Sócrates no fue inspirado por nadie, pero eso es lo que le hace tan extraordinario.
Todos aquellos que piensas que son fuente de inspiración no han sido nunca inspirados por algún otro. Esto es algo fundamental que tenemos que entender. Sí, aprendieron; intentaron comprender a todo tipo de gente. Amaban a individuos únicos, pero no tenían que seguir a nadie. Intentaban ser ellos mismos.
Por eso, por favor, no te sientas inspirado por mí; de otra forma nunca te convertirás en una fuente de inspiración. Sólo serás una copia de calco, no tendrás tu auténtico rostro original. Serás un hipócrita: dirás una cosa y harás otra. Mostrarás tu rostro en diferentes ocasiones con diferentes máscaras, y lentamente, lentamente, irás olvidando cuál es tu rostro real; tantas máscaras...
He oído hablar de un hombre... Cien años después de que Abraham Lincoln fuera asesinado de un disparo, se preparó una gran fiesta en su honor en toda América. Había un hombre que se parecía mucho a él, algunos toques aquí y allá y era casi su copia fotográfica.
Le adiestraron para que hablara como él, con grandes gestos, para que imitara su énfasis, su acento, todo, hasta los más pequeños detalles -incluso su forma de andar-, durante las veinticuatro horas del día... y tenía que representar un drama sobre la vida de Abraham Lincoln en todo el país, yendo de un lugar a otro durante todo el año.
Le dispararon muchas veces, cada noche que había representación; a veces incluso dos veces al día. Aquel año fue muy largo -había muerto tantas veces- y su papel teatral se convirtió casi en su segunda naturaleza. Por eso, cuando las celebraciones terminaron, la gente se quedó sorprendida: salió caminando del teatro de la misma forma que caminaba Abraham Lincoln, que solía cojear un poco. Salió cojeando.
Su esposa le dijo: «¡Recupera el sentido!», porque seguía hablando de la misma forma, con el acento de hacía cien años. Su esposa insistió: «No estires tanto la broma. Vuelve a ser tú mismo, vuelve a casa.»
El dijo: “Soy mi yo real, soy Abraham Lincoln.” Durante todo un año había estado viviendo como Abraham Lincoln, había muerto miles de veces como Abraham Lincoln; había olvidado completamente que alguna vez fuera otra persona.
Le llevaron al médico. El médico habló con él, pero seguía representando su papel dramático. El médico le dijo: «Simplemente olvídate de esa obra de teatro.»
Y el hombre le respondió: «¿De qué obra de teatro?».
El doctor, volviéndose hacia su mujer, le dijo: «¡Este hombre no va a escuchar ni aunque le peguen un tiro y le maten!».
La familia se estaba volviendo loca. Él perdió su trabajo; nadie quería tratarle porque no estaba enfermo. Simplemente llevaba una máscara pegada. Un año es mucho tiempo, y cada día, veinticuatro horas al día, él había sido Abraham Lincoln. Y, ¿a quién le gustaría ser Abraham Lincoln durante un año para volver a convertirse de repente en un ser humano ordinario? Había vivido días de gloria, días dorados, y se aferraba obstinadamente a ellos.
Aquel hombre vivió algunos años más como Abraham Lincoln, incluso firmaba «Abraham Lincoln», imitando perfectamente la firma. ¿Diríais que este hombre había conseguido algo o que había perdido algo? Él mismo estaba perdido y lo único que había ganado era un papel teatral. Se había vuelto absolutamente falso.
Y esta es la situación de casi todo el mundo: no tan dramática, no tan exagerada, pero todo el mundo está jugando cierto papel para el que ha sido educado, para el que sido criado.
Nace un niño -no es cristiano, ni judío, ni mahometano- y entonces le ponemos una máscara. Su rostro inocente desaparece. Y morirá creyendo que es cristiano. Por eso no te rías cuando pienses en el pobre hombre que murió creyendo que era Abraham Lincoln, porque todo el mundo está haciendo lo mismo. La gente muere siendo hindú, pero no nacieron hindúes.
Siempre solía tener problemas para rellenar los papeles del censo. Los funcionarios me pedían que rellenara el impreso y cuando llegaba el apartado de religión, yo decía: «No tengo ninguna religión.»
Se quedaban sorprendidos y decían: «Debes haber nacido dentro de alguna religión. Tus padres deben de haber sido hindúes, mahometanos, jainas.»
Yo dije: “Eso no supone diferencia alguna. Mi padre puede ser médico o ingeniero, pero eso no me convierte en médico ni en ingeniero. Él puede ser hindú o mahometano, eso tiene que ver con él. No puede transferirme su religión biológicamente. Si no puede transferirme sus conocimientos médicos, ¿cómo podría transferirme sus conocimientos espirituales? Sería un engaño y yo no quiero ser parte de ningún engaño.» A la gente se le adiestra para ser actores; en todo este gran mundo verás que toda la gente actúa. A todo el mundo se le educa para actuar...; nombres muy bellos -etiqueta, maneras-, pero detrás se oculta una psicología sutil para hacerte olvidar tu originalidad y para que te embebas del papel de actor que los intereses creados te tienen asignado.
Nunca te sientas inspirado por nadie. Permanece abierto.
Cuando veas un hermoso atardecer, disfruta de su belleza; cuando veas a un Buda, disfruta de su belleza, disfruta de su autenticidad, disfruta de su silencio. Disfruta la verdad que ha realizado, pero no te con¬viertas en su seguidor. Todos los seguidores se pierden.
Sigue siendo tú mismo, porque los hombres como Gautama Buda se encontraron por ser ellos mismos. Todos esos hermosos nombres: Lao Tse, Chuang Tzu, Lieh Tzu, Bodhidharma, Nagarjuna, Pitágoras, Sócrates, Heráclito, Epicuro, todos estos grandes nombres que han sido fuente de inspiración para tanta gente, eran ellos mismos y nunca se sentían inspirados por nadie. Así es como protegían su originalidad y seguían siendo ellos mismos.
Yo he estado con maestros y los he amado. Pero para mí, el deseo mismo de ser como ellos es feo. Con un hombre es suficiente; otro igual a él no enriquecerá la existencia, sólo será una carga.
Para mí, la unicidad de los individuos es la mayor verdad.
Ama a la gente que encuentres auténtica y verdadera en alguna dimensión, la gente que esté floreciendo. Pero recuerda que están floreciendo por su autenticidad y su originalidad; por eso no caigas en la trampa de seguirles. Sé tú mismo.
La famosa máxima de Sócrates es: «Conócete a ti mismo.» Pero debe completarse, no está completa. Antes de «Conócete a ti mismo» hace falta otra máxima: «Sé tú mismo»; de otro modo quizá llegues a conocer al actor que aparentas ser. Conocerte es lo segundo; lo primero es ser tú mismo.
Los maestros realmente grandes únicamente han sido amigos, alguien que echa una mano, dedos que señalan a la luna; nunca han creado esclavitud. Pero en el momento de su muerte dejaron tras de sí un impacto tan grande que la gente astuta -teólogos, sacerdotes, eruditos- comenzaron a predicar a la gente: «Seguid a Gautama Buda.»
Ahora que había muerto, no podía negar nada..., y estas personas comenzaron a explotar el gran impacto que Buda había causado. Ahora toda Asia, millones de personas de veinticinco países han seguido los pasos de Gautama Buda, pero no se ha creado ni un solo Gautama Buda. Esto es la prueba definitiva: en dos mil años no ha habido otro Jesucristo; en tres mil años no ha habido otro Moisés.
La existencia nunca se repite.
La historia se repite porque pertenece a las masas inconscientes.
La existencia nunca se repite. Es muy creativa e inventiva. Y eso es bueno; si no fuera así, aunque Gautama Buda era un hombre muy bello, si hubiera miles de Gautamas Budas -si nos encontráramos con Gautama Buda en cualquier lugar al que fuéramos, en cualquier restau¬rante- nos aburriríamos y nos cansaríamos. Se destruiría toda la belleza de ese hombre. Es bueno que la existencia no se repita. Sólo crea uno de cada clase y así ese ser siempre es especial, escaso.
Tú también eres el único de tu tipo. Sólo tienes que florecer, abrir tus pétalos y derramar tu fragancia.
Amado Osho,
He oído que algunos terapeutas sannyasins ahora se imaginan que están en el mismo plano que tú, haciendo el mismo tipo de trabajo, aunque quizá a menor escala. Ya ni siquiera mencionan Tu nombre, y parecen haber descartado el mala y la ropa roja completamente.
Lo han conseguido o ¿qué es lo que pasa realmente con Tus terapeutas?
Lo que está ocurriendo es para morirse de risa. Estas personas creen que se han vuelto individuos, que han alcanzado la libertad. Pero no ven nada. Yo les dije: «Podéis dejar los malas, podéis dejar vuestra ropa y ser libres.» ¡Y lo hicieron inmediatamente! Así probaron que son seguidores, ¡seguidores crónicos! Si yo no hubiera dicho nada, seguirían llevando el mala y la ropa roja. Su libertad no es un logro suyo, ¡sino un chiste mío!
Naturalmente, cuando digo: «Soy vuestro amigo», ellos empiezan a pensar que son mis amigos. ¡Son dos cosas muy diferentes! Cuando digo que soy tu amigo, eso no significa que tú seas mi amigo. Para que esto segundo sea verdad, tienes que avanzar mucho.
Yo digo que soy vuestro amigo por compasión y vosotros decís que sois amigos míos porque ese es el impulso de vuestro ego. Naturalmente, cuando eres amigo mío haces el mismo trabajo que yo. Y su humildad les hace decir: «Quizá él lo esté haciendo a una escala mayor y nosotros lo hacemos a una escala más pequeña.» Pero en lo profundo pueden pensar que lo están haciendo a una escala mayor, o a una escala más íntima y personal.
Han estado conmigo durante años, pero han estado menos conmigo que con sus pacientes. La gente que menos ha estado conmigo son los terapeutas.
Una vez declaré que algunas personas estaban iluminadas, iY se iluminaron! Y cuando les dije que sólo era un chiste, perdieron la iluminación de nuevo. Yo les dije: «Ahora sois libres.» iPor tanto eran libres! Al día siguiente podía volver a llamarles y decirles que se pusieran la ropa roja y el mala: «Esta cantidad de libertad es suficiente; más que eso es peligroso. ¡Volved a vuestros viejos yoes!».
Si me entendéis realmente, os daréis cuenta de cuál es la clave: Os doy la oportunidad de que veáis vuestro ego, os muestro vuestra realidad. Esto es lo que está ocurriendo y es muy divertido. Vi que uno de los terapeutas incluso se había afeitado la barba y el bigote. Quizá pen¬saba que afeitándose la barba y el bigote también se estaba afeitando espiritualmente. Y lo único que consigue es parecer un simio bien afeitado...; esto es simplemente estúpido.
Es una desgracia, pero es así: los terapeutas son los que menos me conocen, por la simple razón de que en la comuna ellos trabajaban con la psicología de la gente y comenzaron a desarrollar un ego sutil por estar ayudándome con mi trabajo. Se olvidaron completamente de que ni siquiera han empezado a trabajar consigo mismos.
Tenían ciertos conocimientos sobre terapia que fueron útiles y ayudaron a que otros se acercaran a mí. Sus pacientes pudieron conocerme más íntimamente, se abrieron más a mí, llegando a comprender mi trabajo mejor que los terapeutas. Como eran terapeutas, respondían a las preguntas de la gente y llevaban grupos, y no me planteaban preguntas sobre sí mismos.
Habían venido por propia iniciativa, pero se perdieron porque llevaban consigo una carga de conocimientos. Era útil para los demás, y yo les dije que debían ayudar a la gente. Pero todo su conocimiento no fue capaz de indicarles una cosa muy simple: «Hemos venido aquí para realizarnos. Podemos hacer terapias, pero esa no es la razón por la que hemos venido.»
Siguieron haciendo terapias, y cuando la comuna se dispersó, volvieron a sus países pensando que ahora hacen el mismo trabajo que yo, pero no conocen ni el ABC de mi trabajo. Eran los más ciegos y los más sordos, porque eran los que más sabían.
Han perdido la primera oportunidad. Ahora tienen una segunda oportunidad; todos esos terapeutas que se están comportando como bufones volverán a ser llamados y se les dará otro trabajo que no sea la terapia. Tienen que apartarse completamente de sus conocimientos, de otro modo es muy fácil acabar pensando así.
Temen mencionar mi nombre porque eso podría crear la sensación en la gente que les rodea de que aún no están libres de mí. Su 'miedo' muestra que aún no se sienten libres de mí. Si estuvieran realmente libres de mí, me mostrarían gratitud. Si fueran realmente libres, habrían llevado mi nombre a distintas partes del mundo con gran respeto y amor.
Pero saben que no lo son; de ahí su miedo. Si alguien descubre que han sido sannyasins, ¿qué ocurrirá con la repentina maestría que han alcanzado? Algunos de ellos se han «iluminado», algunos se han «liberado», y en realidad sólo están probando una cosa: que son completamente necios. iY cuanto antes se den cuenta de ello, mejor!
Amado Osho,
Me parece que quizá lo único que tiene que hacer el maestro es dar a cada discípulo una medida de cuerda. Con el tiempo, la usamos para saltar con ella o para ahorcamos. Por favor, comenta.
Es verdad. ¡No necesita comentario!
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