“EL MAPA MUSICAL DE SUDAMÉRICA DEBE VISUALIZARSE AL REVÉS, TAL COMO LO PLANTEÓ TORRES GARCÍA”
por Dani Martínez
Federico Miralles (Uruguay, 1975), cantautor y docente musical a nivel público y privado, comenzó sus actuaciones integrando el Esteban Gil Cuarteto, con quien editó el disco Música del alma (que contó con las participaciones especiales de Aníbal Sampayo y Rubén Olivera) en 1998.
Federico Miralles (Uruguay, 1975), cantautor y docente musical a nivel público y privado, comenzó sus actuaciones integrando el Esteban Gil Cuarteto, con quien editó el disco Música del alma (que contó con las participaciones especiales de Aníbal Sampayo y Rubén Olivera) en 1998.
Estudió guitarra con Eduardo Larbanois y obtuvo la Licenciatura en La Escuela Universitaria de Música bajo la dirección de Mario Paysée, realizando posteriormente cursos extracurriculares con Abel Carlevaro.
A partir de 2001, luego de un año de radicación en España, ha desarrollado una múltiple actividad como solista invitado en recitales y grabaciones, destacándose su inclusión en Cumple Eduardo Darnauchans (Espacio Guambia, 2010) junto a Shyra Panzardo, Alejandro Ferradás, Mauricio Ubal y Rossana Taddei.
Actualmente integra un dúo de solistas junto a Hugo Giovanetti Viola, con quien prepara el espectáculo Vitanova, que será registrado en CD y DVD y estrenado en diciembre en la Escuela de Cineastas del Uruguay en una muestra multimedia donde también se proyectarán trabajos fílmicos elaborados en el instituto y se expondrán obras plásticas de Horacio Herrera y Ricardo Arocena.
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Tus primeras producciones y actuaciones se sitúan en el vértice del cambio de milenio. ¿Cómo ves el panorama de la música popular uruguaya actual si la comparamos con la que consumiste en tu primera adolescencia, en la década de los ochenta?
Si bien es cierto lo que planteás en cuanto a mis actuaciones como cantautor, mí debut musical profesional fue en el año 1993 a los 18 años en un grupo de música instrumental latinoamericana dirigido por Esteban Gil. También en esa época integré un grupo de rock llamado El Viaje, y luego un grupo llamado La Urbana Candombe: con él compartimos escenario con Larbanois-Carrero, Darnauchans, Abuela Coca, Jorginho y Martha Gularte, etc...
Contestando concretamente a tu pregunta pienso que la salida de la dictadura fue de una efervescencia increíble, recuerdo recitales extraordinarios de retorno de artistas como Zitarrosa, Los Olimareños y Viglietti, pero también que nos visitaban Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, los hermanos Mejía-Godoy, Chico Buarque, una verdadera catarata de belleza, que para un niño de 9 o 10 años en ese entonces fue un nutriente esencial para posteriores orientaciones vocacionales. Mis primeras clases de guitarra, por ejemplo, arrancan en ese momento.
El panorama actual es bastante pobre en lo que resulta a los textos de las canciones. Salvo raras excepciones no noto una preocupación de los músicos, pero tampoco del público, ni de la crítica musical al respecto. Si uno piensa que Cabrera, Ubal y Mario Carrero son algunos de los mejores letristas de la actualidad, vemos que ya lo eran en los 80 junto a Darnauchans, Maslíah y Lazzaroff. Los fenómenos masivos del rock actual generan identificaciones desde lo musical, pero creo que presentan un menor cuidado en las letras.
De ahí mi interés temprano de musicar a Julio Herrera y Reissig y a Horacio Ferrer o recientemente al poeta Jorge Meretta, o mi interés por las “transcreaciones” (término de Benavides) de músicos como Cohen y de seguir de cerca el trabajo de poetas jóvenes como Juan Pablo Pedemonte, etc. Según Ezra Pound: "La gran poesía es sencillamente lenguaje que tiene significado en el máximo grado posible", de ahí la importancia de los textos de canciones que a veces pueden ser más poéticos que muchas poesías. Siento que es una preocupación que heredo de mi tío Eduardo Darnauchans, y que es un camino que viene de maestros como W. Benavides, Numa Moraes o Larbanois, integrantes del grupo de Tacuarembó.
¿En qué medida influyó tu estadía en España para decantar y digerir las variadas vertientes musicales que se entrelazan en tu producción actual?
Mi estadía de un año en Madrid (2000-2001) fue una apertura increíble a conocer mucha música no solo española (José Mercé, Duquende, Carmen Linares, Amparanoia, Xosé Ripiau, Perico Sambeat o Pedro Iturralde), sino de todo el mundo: la metrópoli es un imán que capta todo, es ridículo pensar que allí haya escuchado por primera vez a la peruana Susana Baca o al brasileño Zeca Baleiro, o visto en vivo a David Broza, Pedro Aznar, La Vieja Trova Santiaguera, Totó la Momposina, Oregón o a Gonzalo Rubalcaba. Pero de todos modos pienso que en el Uruguay de los últimos cinco años hubo cambios notorios y positivos en lo que respecta a la difusión de músicos latinoamericanos y del mundo. El Sodre en sus emisoras del Sur y Babel constituye un buen ejemplo de ello. Por otra parte, muchos de estos músicos que nombré están empezando a tocar en Uruguay.
Madrid también representó un aprendizaje permanente, al alternar en boliches para cantautores como “Tramoya”, “El Tesoro”, etc. y poder captar lo que pasaba con la música uruguaya, qué eco tenía eso a la distancia. Y llegué a la conclusión de que estamos parados en una zona geográfica (utilizando el concepto de Ayestarán) de una riqueza increíble, porque nuestra rica tradición poético-musical se imbrica con el abrazo imponente de Argentina y Brasil, lo que genera una síntesis única y reafirma la concepción torresgarciana de que el mapa de Sudamérica debe visualizarse al revés. En Argentina están pasando cosas de mucho nivel, a través de músicos como Carlos Aguirre, Liliana Herrero, Juan Falú o Acá Seca. Y si pensamos en Brasil no alcanzaría el espacio de esta nota para enumerar músicos geniales. Bastaría con citar el trabajo de Adriana Calcanhotto, por ejemplo.
A fines del 2008 pude volver a España, para participar como músico invitado representando a Uruguay en una feria que tuvo lugar en Tenerife y sentí con mucha más fuerza el cariño y reconocimiento del pueblo español por nuestra música.
¿Cuáles fueron las influencias más importantes en el desarrollo de tu proceso compositivo?
En primer lugar, esa particular la síntesis del siglo XX que a mi entender constituyeron Gardel, Louis Armstrong y The Beatles. Ningún músico puede escapar de ese triángulo.
Y te sigo citando trinidades: padre, hijo y espíritu santo, aunque sin duda van a quedar fuera muchos músicos que han sido importantes para mí como espejos o ídolos (que etimológicamente son lo mismo). De Uruguay Zitarrosa, Cabrera y Darnauchans, de Argentina Charly, Fito y Spinetta, de Brasil Joao Gilberto, Caetano Veloso y Milton Nascimento, de España Serrat, Sabina y Aute, de Cuba Silvio Rodriguez, Milanés y Leo Brouwer. Aparte de mis maestros de guitarra: Eduardo Larbanois, Abel Carlevaro y Mario Payseé, entre tantos otros.
¿Pensás que existe una vita nova latente -de prospectiva similar a la que tuvo el canto popu más depurado- esperando para entrar a la cancha y pintarle la cara al pueblo de celeste? ¿Es posible este fenómeno dentro del reino del consumismo salvaje?
Sí, las condiciones están dadas, venimos de una crisis muy intensa en 2002 y es en esos períodos terribles donde surgen grandes movimientos creativos (como respuesta a la incomodidad) que siguen floreciendo en nuestros días, si a esto se la suma la revolución de la democratización de la información, léase Internet, que se ha dado en la última década. Y la ecuación es exponencial no solo en cantidad sino en calidad.
Por otro lado hay un tema importante y es el de la actividad del Estado en el terreno de la cultura artística. Son temas realmente muy complejos y hasta contradictorios, lo que se puede apreciar en sectores como la murga joven, o el candombe por los barrios y otras políticas culturales estatales que alteran los procesos espontáneos de movimientos artísticos, generando una gran masa de espectadores o artistas unidireccionalmente orientados -como sucede con el carnaval, por ejemplo- que después terminan siendo fagocitados por grupos privados que se autodenominan MPU (recurriendo a una etiqueta de los 80). Claro que esto siempre va a ser algo mejor, por lo menos, que la "tinelización", o "wachiturrización" reinante que proponen los medios privados de comunicación, socios vitalicios del capitalismo feroz y el vaciamiento de contenido.
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Tus primeras producciones y actuaciones se sitúan en el vértice del cambio de milenio. ¿Cómo ves el panorama de la música popular uruguaya actual si la comparamos con la que consumiste en tu primera adolescencia, en la década de los ochenta?
Si bien es cierto lo que planteás en cuanto a mis actuaciones como cantautor, mí debut musical profesional fue en el año 1993 a los 18 años en un grupo de música instrumental latinoamericana dirigido por Esteban Gil. También en esa época integré un grupo de rock llamado El Viaje, y luego un grupo llamado La Urbana Candombe: con él compartimos escenario con Larbanois-Carrero, Darnauchans, Abuela Coca, Jorginho y Martha Gularte, etc...
Contestando concretamente a tu pregunta pienso que la salida de la dictadura fue de una efervescencia increíble, recuerdo recitales extraordinarios de retorno de artistas como Zitarrosa, Los Olimareños y Viglietti, pero también que nos visitaban Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, los hermanos Mejía-Godoy, Chico Buarque, una verdadera catarata de belleza, que para un niño de 9 o 10 años en ese entonces fue un nutriente esencial para posteriores orientaciones vocacionales. Mis primeras clases de guitarra, por ejemplo, arrancan en ese momento.
El panorama actual es bastante pobre en lo que resulta a los textos de las canciones. Salvo raras excepciones no noto una preocupación de los músicos, pero tampoco del público, ni de la crítica musical al respecto. Si uno piensa que Cabrera, Ubal y Mario Carrero son algunos de los mejores letristas de la actualidad, vemos que ya lo eran en los 80 junto a Darnauchans, Maslíah y Lazzaroff. Los fenómenos masivos del rock actual generan identificaciones desde lo musical, pero creo que presentan un menor cuidado en las letras.
De ahí mi interés temprano de musicar a Julio Herrera y Reissig y a Horacio Ferrer o recientemente al poeta Jorge Meretta, o mi interés por las “transcreaciones” (término de Benavides) de músicos como Cohen y de seguir de cerca el trabajo de poetas jóvenes como Juan Pablo Pedemonte, etc. Según Ezra Pound: "La gran poesía es sencillamente lenguaje que tiene significado en el máximo grado posible", de ahí la importancia de los textos de canciones que a veces pueden ser más poéticos que muchas poesías. Siento que es una preocupación que heredo de mi tío Eduardo Darnauchans, y que es un camino que viene de maestros como W. Benavides, Numa Moraes o Larbanois, integrantes del grupo de Tacuarembó.
¿En qué medida influyó tu estadía en España para decantar y digerir las variadas vertientes musicales que se entrelazan en tu producción actual?
Mi estadía de un año en Madrid (2000-2001) fue una apertura increíble a conocer mucha música no solo española (José Mercé, Duquende, Carmen Linares, Amparanoia, Xosé Ripiau, Perico Sambeat o Pedro Iturralde), sino de todo el mundo: la metrópoli es un imán que capta todo, es ridículo pensar que allí haya escuchado por primera vez a la peruana Susana Baca o al brasileño Zeca Baleiro, o visto en vivo a David Broza, Pedro Aznar, La Vieja Trova Santiaguera, Totó la Momposina, Oregón o a Gonzalo Rubalcaba. Pero de todos modos pienso que en el Uruguay de los últimos cinco años hubo cambios notorios y positivos en lo que respecta a la difusión de músicos latinoamericanos y del mundo. El Sodre en sus emisoras del Sur y Babel constituye un buen ejemplo de ello. Por otra parte, muchos de estos músicos que nombré están empezando a tocar en Uruguay.
Madrid también representó un aprendizaje permanente, al alternar en boliches para cantautores como “Tramoya”, “El Tesoro”, etc. y poder captar lo que pasaba con la música uruguaya, qué eco tenía eso a la distancia. Y llegué a la conclusión de que estamos parados en una zona geográfica (utilizando el concepto de Ayestarán) de una riqueza increíble, porque nuestra rica tradición poético-musical se imbrica con el abrazo imponente de Argentina y Brasil, lo que genera una síntesis única y reafirma la concepción torresgarciana de que el mapa de Sudamérica debe visualizarse al revés. En Argentina están pasando cosas de mucho nivel, a través de músicos como Carlos Aguirre, Liliana Herrero, Juan Falú o Acá Seca. Y si pensamos en Brasil no alcanzaría el espacio de esta nota para enumerar músicos geniales. Bastaría con citar el trabajo de Adriana Calcanhotto, por ejemplo.
A fines del 2008 pude volver a España, para participar como músico invitado representando a Uruguay en una feria que tuvo lugar en Tenerife y sentí con mucha más fuerza el cariño y reconocimiento del pueblo español por nuestra música.
¿Cuáles fueron las influencias más importantes en el desarrollo de tu proceso compositivo?
En primer lugar, esa particular la síntesis del siglo XX que a mi entender constituyeron Gardel, Louis Armstrong y The Beatles. Ningún músico puede escapar de ese triángulo.
Y te sigo citando trinidades: padre, hijo y espíritu santo, aunque sin duda van a quedar fuera muchos músicos que han sido importantes para mí como espejos o ídolos (que etimológicamente son lo mismo). De Uruguay Zitarrosa, Cabrera y Darnauchans, de Argentina Charly, Fito y Spinetta, de Brasil Joao Gilberto, Caetano Veloso y Milton Nascimento, de España Serrat, Sabina y Aute, de Cuba Silvio Rodriguez, Milanés y Leo Brouwer. Aparte de mis maestros de guitarra: Eduardo Larbanois, Abel Carlevaro y Mario Payseé, entre tantos otros.
¿Pensás que existe una vita nova latente -de prospectiva similar a la que tuvo el canto popu más depurado- esperando para entrar a la cancha y pintarle la cara al pueblo de celeste? ¿Es posible este fenómeno dentro del reino del consumismo salvaje?
Sí, las condiciones están dadas, venimos de una crisis muy intensa en 2002 y es en esos períodos terribles donde surgen grandes movimientos creativos (como respuesta a la incomodidad) que siguen floreciendo en nuestros días, si a esto se la suma la revolución de la democratización de la información, léase Internet, que se ha dado en la última década. Y la ecuación es exponencial no solo en cantidad sino en calidad.
Por otro lado hay un tema importante y es el de la actividad del Estado en el terreno de la cultura artística. Son temas realmente muy complejos y hasta contradictorios, lo que se puede apreciar en sectores como la murga joven, o el candombe por los barrios y otras políticas culturales estatales que alteran los procesos espontáneos de movimientos artísticos, generando una gran masa de espectadores o artistas unidireccionalmente orientados -como sucede con el carnaval, por ejemplo- que después terminan siendo fagocitados por grupos privados que se autodenominan MPU (recurriendo a una etiqueta de los 80). Claro que esto siempre va a ser algo mejor, por lo menos, que la "tinelización", o "wachiturrización" reinante que proponen los medios privados de comunicación, socios vitalicios del capitalismo feroz y el vaciamiento de contenido.
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