martes

PRIMERO HAY QUE SABER SUFRIR


(SIDA + VIDA)

HUGO GIOVANETTI VIOLA

(primera edición web de una nouvelle publicada en 1997)

PRIMERA ENTREGA

Señal de ajuste

Advertimos que el material que va a exhibirse está destinado a desafiar frontalmente la sensibilidad de los lectores. Pretende ser un canto al escándalo del horror universal trasmutado en curación de amor antes de que anochezca: porque en el fondo de todos nosotros reverbera el suavísimo paisaje de la gracia, siempre que nos juntemos para expulsar al odio.

La opción SIDA + VIDA no remite a una cruz de ocaso resignado, entonces, sino a esa tablatura que va sumando vidas / muertes enamoradas de la luz general -de la gran hermosura que nos fue concedida más acá o más allá del dolor y la sombra- y les da salvación. Y, como ya se sabe, la salvación es obra de la hermandad desnuda.

Primero hay que saber sufrir está escrita en memoria del heroico talento y la inmortal bondad de Daniel Bentancourt, colega y compañero del alma fallecido en San Pablo en febrero de 1996. Aclaramos -para los habituales profanadores de intimidades biográficas- que la novela fervora sobre la cuerda de la pura ficción. Dios puede atestiguarlo.

H.G.V.

y ni vos ni yo sabíamos
adónde iba a parar tanta belleza

Verónica Pérez


primero hay que saber sufrir
después amar
después partir

Homero Expósito


A la tarde te examinarán en el amor.
San Juan de la Cruz


DICIEMBRE

1 / COCA golpeó la puerta de los Taborda y entró sin esperar que la atendieran y encontró a Shirley acostada en el sofá del living-comedor.
-No podés imaginarte lo que acaba de pasar en mi edificio -le digo, haciéndola saltar. -Prendé la luz, mujer.
Shirley estiró un brazo empenachado por su cigarrillo y accionó la perilla de una lámpara con pantalla de mimbre.
-El pintor del quinto piso -saco mis Fiesta Light y prendo uno y me siento. -Los que alquilaron hace dos años y él tiene como cincuenta y ella treinta a rabiar. Los que tienen tres hijos y el chiquito va al Jardín de tu prima. El tipo que te conté que se agarró una neumonia enseguida de mudarse y quedó por la mitad.
-Qué pasó.
-Tiene SIDA. Y la muchacha se mandó mudar esta tarde gritando por el corredor y el palier todo lo que se te ocurra. Porque parece que ayer se comprobó que ella está contagiada. Y LO MÁS HORRIBLE DE TODO es que el hijo mayor -que tiene diez añitos- no quiso abandonar al padre por nada del mundo. Se quedó allí con él. Marito.
-¿Y cómo se llama el pintor?
-Se firma Paco Rey. Tiene bastante fama.
Shirley aplastó el cigarrillo y se quedó mirando el cielorraso. Entonces veo aparecer a Ariel y a una muchacha que me resulta muy conocida en la puerta del estar y me da cosa que me hayan oído.
-Nosotros vamos al fondo, mamá -le dijo Ariel a Shirley, levantando un brazo para saludar a la vecina.

2 / MARIO corrió a atender el teléfono y la gorra de los Chicago Bulls se le voló por el camino. Pero no es mamá.
-Es tío Juan -anunció el chiquilín de complexión liliputiense, aunque el achinamiento de sus ojos celestes y el pelo rubio oscuro le otorgasen una gracia de impasibilidad más adulta que querúbica.
-Todo bien -dice papá en el teléfono, y enseguida se le aparece el Otro en la calavera y grita: -Saraca victoria, viejo. No quiero sabandijas en mi rancho. Mario se va mañana y yo me las arreglo como un general y les pido por Dios que me dejen tranquilo. Rifá los cuadros que quieras y mandame la guita y chau. O estafame y pasásela a tu hermana, si querés. Pero déjenme quieto.
El hombre de enrulada barba rojiza y perfil de aguilucho colgó violentamente y recogió la gorra de los Chicago Bulls y jadeó:
-¿Me oíste, Mario? Yo te agradezco mucho la solidaridad pero te vas mañana de mañana. Lo que yo preciso ahora es vivir y pintar todo lo que sea posible. Y olvidarme de todos. ¿La cazás?
-Mañana hablamos -digo. -¿El churrasco lo querés con puré o con ensalada?
Entonces Paco Rey bajó la cara y después le alcanzó la gorra al chiquilín y volvió al aparato y tecleó y se aclaró varias veces la garganta antes de murmurar:
-Soy yo, Juan. Perdoname, si podés.
Y ahora ya no está el Otro.

3 / SHIRLEY terminó de contar la tragedia de los Rey mientras su marido se acostaba y agregó suavemente:
-Mirá que Ariel se vino de Valizas con Baloma y la invitó a pasar unos días en casa.
Lo tomó bien. El hombre alto y narigón se sacó los lentes oscuros y dejó al descubierto un incurable predominio de acné juvenil que lo desprotegía.
-Es horrible -le digo, agarrándole la mano. -Porque siento necesidad de hacer algo y no sé bien qué es.
-¿De hacer algo con qué? ¿Con el sidoso o con el chiquilín?
-Yo qué sé.
-Es facilísimo. Al chiquilín hay que sacarlo de ahí adentro con los bomberos o las fuerzas de choque. Y al sidoso hay que internarlo enchufándole un chaleco, además. Manga de desgraciados.
Shirley soltó al marido y apoyó un cenicero sobre su cuerpo diminuto y recién al terminar de fumar preguntó:
-Y quiénes vendrían a ser concretamente los desgraciados. Perdoname la ignorancia pero no puedo darme cuenta.
Ahora pone cara de víctima y trata de acariciarme:
-Ese tipo tendrá patente de artista, Shirley. Pero es un irresponsable del carajo. ¿Qué querés que te diga?
-¿Y vos no sos católico? ¿No pedís en la iglesia todos los domingos por el perdón de los pecados?
-No me grites.
Shirley corrió hasta la ventana y asomó la cabeza y dijo:
-Llueve. Por fin.
Y me quedo mirando la luz del quinto piso donde el hombre está muriéndose.

4 / ARIEL dormía y estudiaba en un pequeño rancho quinchado que construyeron en el fondo junto con su padre.
-Es igual que en Valizas -dice Baloma, acariciando las redes de pesca.
La muchacha usaba una gran trenza y parecía estar vestida nada más que con una blusa hindú: las dos piezas de su traje de baño emergían a contraluz como anguilas muy tenues.
-Mi abuela tiene un cuadro de Paco Rey -cuenta de golpe, con la frente apoyada en la ventana. -Un retrato de mi madre. Cuando me trajeron de Buenos Aires me pasaba mirándolo todo el día.
Me acerco y le toco el pelo.
-Era lo único que me hacía bien -agregó la muchacha. -No sabés lo que son los políticos y los periodistas todo el día arriba tuyo. Llegó un momento que odiaba más a las Madres de Mayo que a los enfermos que me criaron. Llegué a odiar a mi abuela, también.
Ahora le toco el hombro.
-Hasta que un día me mandaron decir que mis padres estaban enterrados en Valizas y fui y les puse flores y empecé a revivir. Tenía que esperar que lloviera y escaparme desnuda por la ventana.
-Para qué.
-Para poner las flores. Pude ver los esqueletos abrazados abajo de una duna porque con los relámpagos se ponían igual que las olas con las noctilucas.
-¿Pero quiénes fueron los que te mandaron decir que tus padres estaban enterrados en Valizas?
-Yo qué sé. Son mensajes que oigo. Y ahora también empecé a oír mensajes de mis padres.

5 / COCA endureció un momento sus gigantescos ojos grises y se sacó los lentes para frotarse la nariz.
-Lo peor es que sea un tipo tan bueno -digo. -Un tipo de oro. Te aseguro que no hay nadie en el edificio que no opine lo mismo. Lo que no se puede entender es que un hombre tan bueno termine por hacer tanto daño.
-Y la esposa cómo es.
-Macanuda. Pobrecita. A mí siempre me dio la impresión de que no entendía un pito de lo que hacía el marido. Pero es muy buena madre y muy buena vecina. Aunque hay algo que le quedó marcado de cuando era modelo: se muere por el lujo. Eso lo ves clarísimo.
Shirley volvió a tirarse boca arriba en el sofá.
-Tendría que haberse dedicado al modelaje de ropa y a los avisos de televisión y esas cosas -me levanto para irme. -Pero dicen que posando desnuda se gana mucho más. Tatiana fue la primera modelo de Paco. A los dieciséis añitos.
-¿Eso te lo contó ella?
-¿No te dije que lo gritó por todo el edificio mientras iban bajando las cosas al camión? Paco se pescó el SIDA con la última modelo que tuvo.
Shirley cerró los ojos.
-Y qué piensan hacer -me pregunta.
-¿Hacer? Me imagino que en algún momento Tatiana tendrá que venir a buscar a Marito, por lo menos. No se puede quedar con el padre de ninguna manera: dicen que Paco ya tiene manchas como las de Tom Hanks en Filadelfia. Aunque una de las cosas que más gritaba ella era que no pensaba hacer un maldito tratamiento, a ver si reventaba lo más pronto posible.
-¿Y los hijos la oían?
-La escuchaba todo el edificio, mija. Así que imaginate la Navidad que vamos a pasar: la Navidad y el verano y lo que dure Paco. Sin comerla ni beberla.

6 / MARIO volvió a ponerse la gorra roja y blanca con la visera para atrás y dijo:
-Yo no es por retrucar, pero podría quedarme todas las vacaciones. Ya terminé hasta el catecismo.
Papá tampoco quiere discutir o apenas me está oyendo, porque se queda mirando el balcón igual que si no lloviera y dice:
-Tratá de creer ahora.
-¿Y qué pensás ponerte a pintar?
-Lo mejor de mi vida. Pero no sé qué es.
El hombre se incorporó con disimulada dificultad y cerró el ventanal ampollado y chorreante.
-Plata -dice tocándose la mancha que acaba de salirle en la pelada. -Ya hace años que no pinto nada como la gente. Pero tu madre precisaba platita, Mario. Y si pintás mucha caquita entradora y suavetona podés ganar un toco y a veces hasta te sentís bárbaro. Fijate que llegamos a tener un cero quilómetro cada uno y a salir en Sociales y a veranear jeteando en el Verano del 94 al lado de la Gra Borges y todo. Y una vez un judío me compró un retrato tuyo que estaba bien de veras y me dijo: ¿Sabía que los milagros son cosas maravillosas que Dios les hace hacer a los buenos que sufren? Y usted logró un milagro con este cuadro. Porque apenas lo vi empecé a tener ganas de vivir otra vez desde que murió mi hijo.
-Y vos qué le dijiste.
-Yo le contesté que ya no creía en Dios ni cuando estaba borracho.
La barba de Paco Rey se reflejaba en el ventanal con el amoratamiento viscoso de una medusa. Y el Otro se da vuelta y me grita:
-Ahora preciso laburar de verdad, ¿la cazás?
Mario se dio vuelta la gorra hacia delante y bajó la visera.

7 / SHIRLEY levantó el rostro unos momentos y al volver a la cama se secó desprolijamente con la sábana y preguntó:
-¿Te acordás cuando vimos El silencio y nos pareció la degeneración más terrible del mundo?
-Sí. Parecía otro mundo. Y ahora tenemos SIDA en la cuadra y a una gurisa que hace topless viviendo con Ariel en el fondo.
Entonces saco las piernas de la cama y grito:
-Basta, Joaquín. Parecés una de esas momias del Opus Dei que vivís criticando.
-Yo te canto la justa. Baloma será muy famosa por ser la hija del Tano Regusci y la Colorada Pettorossi raptada en Buenos Aires cuando tenía seis meses y recuperada por la gloriosa lucha antidictatorial y todo el bendito verso, pero vos sabés muy bien que en Valizas hizo historia por salir a correr desnuda de madrugada y enloquecer a un pueblo en las playitas de Punta del Diablo donde sigue haciendo topless.
La mujer de osamenta infantil puso una mano arriba de los cigarrillos y el yesquero pero se quedó inmóvil.
-Adoración -digo erizada. -Ariel siente adoración por esa chiquilina. Lo mismo que fingían sentir los militantes y los políticos cuando la utilizaron para conseguir firmas. Y votos.
-Eso es exactamente lo que nos decía la gente del Opus. Ya que hablamos de Roma.
-Estoy segura de que Ariel y Baloma ni siquiera se acuestan -siento la necesidad de salir corriendo al baño. -Y ojalá se acostaran: porque hay adoración. ¿O ahora también hay que explicarle a los cristianos que eso todavía existe?
-Pero para que salga bien se necesitan dos -chistó el hombre con tristeza, cuando se quedó solo.

8 / ARIEL apagó la luz y se tiró sobre el saco de dormir que había puesto en el suelo.
-Acostarse escuchando la lluvia es divino -me animo a tartamudear después de dos cigarros. -Pero yo sabía que escucharte respirar en la oscuridad iba a ser lo máximo. -¿Estás bien?
La muchacha se arqueó en la cama provocando suavísimos crujidos, aunque no contestó.
-Es algo tan terrible lo que contó Coca de esa gente de enfrente que todavía no puedo sentir nada -digo casi por obligación. -¿Pero vos estás bien de verdad?
Entonces la muchacha atravesó la humareda rasgada por la resolana del foco del fondo y se paró adelante de Ariel y dijo:
-Desnudate.
Ella sabe que soy virgen.
-Bueno -sonrió el muchacho. -Lo malo es que no tengo condones.
Y pienso que no es tan malo que no esté enamorada de mí ni de los falsos profetas con los que transa: pienso que no está sucia y que nadie merece tanta felicidad como la que me paga.
-Quieto -ordenó Baloma.
Y cuando se arrodilla siento que me está preparando igual que a un almácigo y después que me monta le sostengo los pechos y ella grita:
-Ya voy.
Ariel vio fosforecer los ojos de la muchacha sobrenaturalmente y contestó jadeando:
-Es celeste.
Y no sé por qué lo digo ni por qué está lloviendo tanta belleza junta.

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