(reportajes recuperados)
Este trabajo fue realizado por la psicóloga y poeta Verónica Pérez, y publicado en la revista Fundación en 1994. Héctor Garbarino desapareció físicamente en 2002, y al año siguiente apareció en París LA THÉORIE PSYCANALYTIQUE DE L’ÊTRE / UN NOUVEAU MODÈLE DU PSYCHISME (Edit. L´Harmattan), con traducción realizada por Olver Gilberto De León, Sophie Repain y Josselyne Santer.
LA TEORÍA DEL SER / NUEVOS SEÑALAMIENTOS SOBRE EL MITO DE NARCISO
Héctor Garbarino, médico psiquiatra de reconocida trayectoria en nuestro país, ha sido durante años formador de psicoanalistas en la Asociación Psicoanalítica del Uruguay, de la que es miembro fundador. Fue en su momento profesor de Psicología Profunda en la Facultad de Humanidades y Ciencias. Autor y co-autor de distintos libros sobre temáticas psicoanalíticas, se ha abocado en los últimos años a la formulación y divulgación de la Teoría del Ser. Esta teoría intenta dar cuenta, por sobre todo, de la psicosis, territorio donde el psicoanálisis no ha hecho otra cosa que controvertir durante casi un siglo, pero también del arte y otros estados conexos. En este reportaje, entre la niebla de una formulación compleja pero llena de sentidos, se vuelve a cargar las tintas sobre las palabras nunca obviadas por la filosofía y la ciencia: locura, arte, muerte, tiempo y mística nos hacen hablar y preguntar otra vez, para fascinación de nuestro ser humano “constituido, en sus orígenes y en su formación, a punto de partida del universo”.
LA TEORÍA DEL SER / NUEVOS SEÑALAMIENTOS SOBRE EL MITO DE NARCISO
Héctor Garbarino, médico psiquiatra de reconocida trayectoria en nuestro país, ha sido durante años formador de psicoanalistas en la Asociación Psicoanalítica del Uruguay, de la que es miembro fundador. Fue en su momento profesor de Psicología Profunda en la Facultad de Humanidades y Ciencias. Autor y co-autor de distintos libros sobre temáticas psicoanalíticas, se ha abocado en los últimos años a la formulación y divulgación de la Teoría del Ser. Esta teoría intenta dar cuenta, por sobre todo, de la psicosis, territorio donde el psicoanálisis no ha hecho otra cosa que controvertir durante casi un siglo, pero también del arte y otros estados conexos. En este reportaje, entre la niebla de una formulación compleja pero llena de sentidos, se vuelve a cargar las tintas sobre las palabras nunca obviadas por la filosofía y la ciencia: locura, arte, muerte, tiempo y mística nos hacen hablar y preguntar otra vez, para fascinación de nuestro ser humano “constituido, en sus orígenes y en su formación, a punto de partida del universo”.
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Hablemos de su creación: ¿qué es la teoría del ser que usted y sus colaboradores han venido desarrollando en los últimos tiempos?
Lo que hemos ideado es un nuevo modelo de la mente que está destinado a una mejor comprensión de las patologías narcisistas graves (psicosis, psicosis fronteriza, autismo). Al mismo tiempo hemos logrado, a través de la “invención” del narcisismo del ser, establecer conexiones entre esas patologías y otras situaciones que antes se consideraban dispares: adolescencia, creatividad, mística.
¿Qué es esa “invención” del narcisismo del ser? Porque los trabajos freudianos toman como punto de referencia a la instancia del yo para hablar del narcisismo.
Nosotros hemos ampliado la concepción de narcisismo. Curiosamente hubo algunos colegas que me señalaron que lo que nosotros introdujimos ya estaba en el mito de Narciso. Porque Narciso estaba insensible absolutamente al mundo exterior y al amor. Enamorado de su propia imagen, se miró en la fuente y se terminó ahogando, para resurgir después como una flor, el narciso. Es decir que muerto el narcisismo yoico renace el narcisismo del ser. Porque a veces el narcisismo pierde el polo de atracción del yo y se vuelva sobre el exterior. Al nacer, pasamos de un medio líquido, en el vientre materno, a un medio aéreo, en un tránsito que, según Freud, produce un desequilibrio narcisístico. Nosotros pensamos (esa es nuestra mitología) que en ese tránsito uno se siente como suspendido en el universo, como si no tuviera límites.
¿Podemos hablar, entonces, de narcisismo del ser como un estado del bebé?
En el origen hay un narcisismo del ser que nos une al todo, después el desarrollo del yo nos va a apartando del universo, lo va segregando. Nacemos como seres cósmicos, no somos otra cosa que fragmentos del universo en un planeta insignificante dentro de un universo infinito.
¿Podemos asimilar esta propuesta suya del ser al ello freudiano?
No, estamos hablando de categorías diferentes. Freud concibió el ello como una instancia psíquica que constituía el polo pulsional de la personalidad, continente de las pulsiones de vida y de muerte. Groddeck era quien hablaba de ello ilimitado, del cual el ello freudiano es un recorte: el ser que nosotros proponemos sería la percepción de ese ello ilimitado, que no es una instancia pulsional, es energía.
¿Qué pasa después con ese sentimiento cósmico, ilimitado?
El vínculo inicial con la madre nos vuelve humanos, nos aparta del cosmos al que nacemos atados. A través de las sincronías madre-bebé se comienzan a originar las identificaciones primarias, las representaciones de sí que van formando un yo, primero corporal, después instancia del aparato psíquico.
Parece difícil de imaginar ese primer estado de la vida psíquica donde sólo existe el narcisismo del ser.
Lo que hay que entender es que en el origen el ser humano vive en un mundo diferente al nuestro, donde el espacio y el tiempo son otros. El tiempo es el de la eternidad.
¿Hablamos de un tiempo diferente o de la ausencia de tiempo?
Freud hablaba de la atemporalidad en el inconsciente. Einstein hablaba de que el tiempo y el espacio eran lo mismo cuando las partículas se aproximan a la velocidad de la luz: decía que había otras muchas realidades y es evidente que las hay. Los físicos contemporáneos hablan también de otros espacios y tiempos distintos a los que vivimos diariamente y los artistas han intentado crear otros nuevos.
¿Qué buscan los artistas con la creación de nuevos tiempos y espacios?
Creo que los artistas buscan recrear esta impresión originaria de sentirnos parte del universo. Recrear esta instancia es la obra del creador en general, artista o científico. Es necesario abordar otra realidad distinta de esa realidad sensorial de nuestras percepciones en la que estamos todos sumergidos. Creo justamente que la fascinación del arte es que nos muestra otros mundos. Porque siempre hay algo que nos queda de aquella existencia originaria: el artista está mucho más sumergido en ella y nos la muestra.
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