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34/ El Caldero de la Bruja [Anna Rhogio] - La novela WEB de magia y hechicería para niños

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59 / Construyeron la aldea en un altozano desde donde se domina el paisaje marino, y el bosque la resguarda de los temporales.
No añoran demasiado el territorio donde nacieron porque han recuperado lo que habían perdido.
Laal y Nahala, por fin, se unen en un festival de la Madre Luna y después de un tiempo y con poca diferencia entre los nacimientos, reciben gozosos a Kerry y Donnell, dos niños traviesos y revoltosos.
La familia del juglar ha aumentado: luego de los mellizos vienen Woffaly y Alara, varón y mujer.
Las costumbres y los rituales perduran.
Experimentan interesantes aventuras traspasando las puertas selladas.
Una mañana neblinosa Nahala y Annikka, la madre de Kem, salen de la gruta del país de los gnomos a la hondura, rumbo a la casa de los magos.
Annikka es una señora más que alta, de cuerpo macizo e imponente presencia.
Sus trenzas sedosas y rubias le llegan a las rodillas.
Aun es joven y en esta ocasión quiso acompañar a la hechicera.
A medida que el sol se despereza, la neblina se disipa y el día se vuelve celeste.
Cantan en tanto caminan.
Un hombre que sale de atrás de un montículo rocoso las toma desprevenidas.
Va armado como para la guerra.
Los recuerdos las hacen retroceder al pasado del fuego y humo, de atropellos de la canalla, de huidas desesperadas.
Quedan inmóviles.
Annikka, con toda su voluminosa figura, se para delante del merodeador:
-Déjanos pasar, ¿quieres? -murmura con su voz profunda y autoritaria. -No deseamos querellas contigo, ni tú las provocarás con nosotras.
-No tenemos nada que puedas robarnos; somos humildes campesinas.
-Salierron de aquellas cuevas y sí, quierro saberr qué cosas hay allá; acaso, riquezas fabulosas...
-No -asegura la muchacha. -Allí recogemos hierbas curativas que no crecen en la luz.
Él duda y lleva su mano a la espada.
Nahala piensa rápido porque ve en su aura oscura la intención maligna de ese ademán.
-Mira: tengo algo que puede interesarte.
Crea un poco de suspenso al remangarse lentamente para buscar la pulsera que conserva el último dije.
La llavecilla brilla deslumbrante.
-Déjanos continuar y será tuya.
-Quierro además, la cadena de orro -dice codicioso.
-Toma. Eres un ladrón miserable; espero que tengas un resto de vergüenza y nos permitas pasar -le arroja la pulsera con bastante enojo.
-¿De dónde sacaste esta joya? Es muy valiosa. Quierro saber porque ambiciono más, muchas más.
-Me la regaló un pirata tan rapaz como tú y para obtenerlas deberás navegar por el océano. Enfrentarte a las tormentas, pelear con monstruos marinos, arribar a las costas habitadas por gigantes de un solo ojo, combatir y, con buena fortuna, vencerlos para apoderarte del tesoro incalculable que custodian.
-¿Hacia dónde navegarr?
-Hacia el sur.
Dudoso, las ve marchar.
-Apúrate antes de que se arrepienta...
-¿De dónde sacaste esas historias? -pregunta Annika a punto de reír.
-Son leyendas que aprendió Druss en sus eternos andares, pero Mortry afirma que en toda leyenda hay algo de verdad.
-¡Buena faena le espera al descarado si lo intenta!
-Creo que sí -Nahala sonríe maliciosa.
El bandolero se arrepiente porque piensa que lo engañaron y tienen más objetos valiosos de lo que dijeron.
Se larga a correr, gritando para amedrentarlas.
Pero las damas entran en la morada de piedra y desaparecen ante su aturdimiento.
Sale disparando en sentido contrario, empujado por el susto.
Ellas lo miran desde una ventana, riéndose de su expresión.
-Cuando volvamos a casa recuperaré mi pulsera. El cretino la dejó caer en sus prisas... Nunca se sabe si no he de necesitarla para salvarme de otra amenaza.
Mientras Nahala recibe su instrucción Annikka permanece aparte, más interesada en recetas de cocina que en la magia, porque está contenta así, en ser como es.

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