LOS CARTELES
Hombre que supo ser
celoso pa las intimidades de su rancho, aura que dice, Cotolengo Fortín, casau
con Hermosura Cualunque, una mujer tan bonita que la gente la veía y comentaba
“¡Qué bonita!”. Cómo sería que le decían “La bonita”.
A Cotolengo Fortín no le
gustaba que la gente se le metiera en el rancho sin llamar. Decía que antes de
arrimarse a las casas hay que avisar de lejos. Pa evitarse problemas, cuando se
casó puso en la tranquera un timbre de bicicleta.
Nunca llegó a escucharlo,
porque a las pocas horas los muchachos se lo llevaron pa hacerlo sonar en algún
carrito de mano, así que estuvo cavilando una noche entera y al otro día puso
cartel.
GOLPEAR
ANTES
DE
ENTRAR
Al poco rato la gente le
dentraba al rancho como si tal cosa pa preguntarle “¿Golpear, qué?”.
Muy fastidiau porque se
le había llenau el rancho de vecinos y estraños, y arriba los había tenido que
invitar con mate y unos pasteles, esperó a la otra mañana pa poner otro
cartelito que decía:
GOLPEAR
LAS MANOS
Al poco rato, todo el que
pasaba frente a la tranquera golpeaba las manos, y seguía de largo porque no
tenían interés ni en saludarlo, pero carteles son carteles y más vale hacerles
caso porque a veces nunca se sabe.
Se pasó otra noche sin
dormir, cavilando, y a la mañana siguiente encajó otro cartel que decía:
GOLPEAR
LAS MANOS
EN
CASO DE NECESIDA
Pal mediodía se le había
llenau el rancho de gente a preguntarle si había que golpear en caso de
necesidá del que golpeaba, o necesidá de él que golpearan, y cómo hacían pa
saber cuándo estaba necesitado y cuándo no, ya que pa preguntarle, primero
había que golpear.
Cuando pudo desalojar el
rancho con ayuda e los perros, la mujer le hizo una olla de tilo bien cargado y
se quedó cavilando.
No pegó un ojo en toda la
noche, pero a la mañana tenía el cartelito que era un lujo e letras.
SI
LLEGA DE VISITA
GOLPEAR
TRES VECES
Se tuvo que esconder en
el galpón de las herramientas, porque el rancho era un hormiguero e gente
preguntando cuántas veces tenía que golpear el que no fuera de visita.
Esa misma tarde salió
medio loco, puso una campana en el rancho con una piola que iba hasta la
tranquera, y en la punta de la piola le colgó un cartelito que decía:
POR
FAVOR TIRAR DE AQUÍ
Como pedía por favor, todo
el que pasaba tiraba porque era gente muy servicial. ¡Era una cosa que no se
podía estar adentro de aquel rancho! Era como vivir en el campanario e la
iglesia con el monaguillo mamau.
Por eso se le fue la
mujer. Tanto golpear, tanto salir a ver, tanto ver gente, tanta visita, se le
fue y le dejó un cartelito.
GOLPIA
QUE TE VAN A ABRIR
Llegó al boliche El
Resorte hecho una desgracia. Taba tan impresionau con el asunto, que no sabía
si golpear en el mostrador o esperar que le pusieran un cartelito. Cuando contó
sus problemas, todos le dieron consejos cualquier cantidá, pero el único que le
dio el consejo clavau, fue el tape Olmedo. El hombre salió loco de contento del
boliche.
Al otro día colgó
cuarenta y siete carteles distintos en la tranquera, y como la gente no tenía
tiempo pa perder leyendo las bobadas de este loco, seguían de largo sin
molestar pa nada.
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