Hugo Giovanetti viola
para Albita
Nada es más triste que festejar con odio.
Senel Rabí
Porque el hombre que es trompeta
es más pior que la babosa
y es muy fulera la cosa
reculándola en chancletas.
Tabaré Etcheverry
1 / A las diez
Senel Rabí cruzó jadeando el último piso del sanatorio y demoró en sobresaltar a la mujer que observaba el gentío de la calle:
-Buenas noches, señora. ¿Usted es la acompañante de Loreley Rial?
-No -se descuelga los lentes para ofrecerme una simpatía inarrugable. -Los acompañantes bajaron hace un rato a festejar. No pueden demorar mucho.
-¿La señora Rial está consciente?
-Sí. Muy sedada, claro.
-Yo vengo nada más que a traerle un libro, pero me gustaría charlar con ella.
-Pruebe -se alisó juvenilmente los alones de la media melena dorada la mujer. -¿Puedo contarle algo?
-Cómo no.
-Mi hijo está agonizando en el cuarto pegado a Loreley. Tiene un tumor en la cabeza y a veces lo oigo hablar con el ángel de la guarda. Hoy lo llamó por el nombre y todo. ¿No va a reírse de mí?
-Qué edad tiene su hijo.
-Veintisiete. Nació con un retardo pero llegó a escribir poemas preciosos.
El hombre-muchacho con complexión de garza sonrió celestemente hacia las explosiones y las consignas provocadas por el triunfo electoral:
-Yo le traigo un libro de poemas de mi tío a Loreley. Fueron medios novios en el liceo.
-Ah. Jerónimo Rabí -junta las manos ella derramando el inconfundible entusiasmo de las maestras-samurais. -Lore siempre habla de él.
-Y él siempre hablaba de ella.
-Perdóneme que lo entretenga un momento más. ¿Usted piensa que allá abajo hay gente capaz de festejar que un moribundo haya salido del coma y ahora yo sepa el nombre del ángel de la guarda?
-Claro que sí, señora. Hay demasiada gente.
2 / A las once
Senel Rabí estaba sentado al lado de la cama donde Loreley Rial acababa de morir y escuchó crecer un llanto en el corredor y caminó hasta la puerta, pero no se asomó.
-Que reviente ratoneándose con las ex -chilla una muchacha de voz muy conocida. -Pero después que no se venga a emborrachar aquí.
-Shhhh.
-¿Sabés lo que es encontrar dos ex en dos cuadras y comerles la boca igual que en una orgía? ¿Sabés lo que me gritó el cirujano grado 5 clon de Brad Pitt en la última borrachera? Que era una tarada con un culo digno del Hombre Nuevo. Eso sí que le gusta comer. Lo obligás a elegir entre las obras completas de Lenin y mi culo y chau PCU. Te juro. Bueno, mientras no engorde.
-Y yo te juro que si no parás inmediatamente de gritar como una yirita llamo a la nurse.
-Deben estar todas festejando.
-Basta, Lu -le alcanzó otro pañuelo la maestra-samurai a la locutora más hermosa de la televisión. -Tu suegra tiene visita. Y yo tengo que darte la mejor noticia del mundo.
-¿Visita esta noche? Un cura, solamente.
-Es un sobrino del amigovio que le escribía poemas a Loreley en el liceo. Le trajo un libro.
-Pobre Loreley.
-Y enseguida que ustedes se fueron Alejandro volvió a hablar con el ángel. Se llama Mickey.
-Quién.
-El ángel. Le dijo: Dale, Mickey. Llevame.
-Qué divino.
Entonces se oyen las zancadas del hijo de Loreley, que ya se embuchó las copas del sentimentalismo:
-¿Dónde estabas, boluda? Casi me vuelvo loco buscándote. Mi amor. Mi caramelo. ¿Por qué llorás así?
3 / A las diez
Senel Rabí apagó el televisor y se acercó a la mujer hinchada y pelada que entreabría una mirada de pez:
-Loreley.
Ella apenas mueve la boca, pero después que le explico quién soy le tengo que alcanzar el libro enseguida para que no se desclave el suero.
-Yo ya casi no veo -le desapareció el ronquido a la mujer color pus. -Quería acariciar esto, nomás. Sentate. Mi prima se enteró recién hoy que estabas en un convento. Yo tomé la comunión pero nunca creí en nada. Y la única persona que me adoró en el mundo fue tu tío. No te contó Jerónimo.
-Más o menos.
-Yo era una de las más lindas del liceo y él parecía el flaco Cleanto pero con ortodoncia y unos granos horribles. Pobrecito. Hasta que la misma prima que te llamó hoy me contó que se pasaba escribiéndome poemas. Y un día que se jugaba un campeonato de rummy interliceal en Solymar nos eligieron como pareja del 10 y llegamos a la final. Perdimos por 3 puntos, pero nadie se dio cuenta que jugamos los tres alargues con las piernas agarradas por abajo de la mesa.
-Eso no lo sabía.
-Y después él empezó a acompañarme a la salida y un día que organizamos un baile para ir a Porto Alegre se tomó como veinte chopitos y terminó gritando que era capaz de besar toda la vereda para que en un solo viaje al liceo se me pasara el dolor que sentía por la muerte de mi abuela y cuando me llamó al otro día para pedir disculpas yo le dije que iba a encontrar muchas mujeres que lo quisieran.
Entonces Loreley larga una especie de tos-eructo y sigue hablando un momento sin sonido y pierde completamente el resplandor, aunque cuando amago a levantarme ronca:
-Me falta Porto Alegre.
4 / A las once
Senel Rabí se asomó al corredor y la muchacha lo vio, pero en ese momento el hijo de Loreley apoyó la cabeza en la ventana para contarle a la maestra-samurai:
-El primero de mayo de 1975 mi viejo me llevó a jugar baby-fútbol a la iglesia de Rossell y Rius. Yo me levanté tempranísimo y lo encontré leyendo a Lenin en la cocina y me acuerdo que me explicó la teoría del reflejo. Materialismo y empiriocriticismo. Después mi madre hizo una escena espantosa pidiendo que no se metiera en nada y mientras estábamos jugando se armó una manifestación relámpago en el ombú de Anador y llegué a ver justo cuando los milicos se llevaban a mi viejo, cagándolo a palazos. Traé el Johnnie, Lu.
La chiquilina no le hace caso y yo todavía no puedo creer que sea la conductora de Rock & ratones que me excita en el convento.
-Esa vez lo soltaron -entornó un odio encandilado el médico. -Y a los quince días volvieron a llevárselo y nunca más. Yo tenía doce años. Y mi vieja hizo todo lo que pudo con las otras familias de los desaparecidos pero nunca entendió que mi viejo había caído por esta revolución. Y un día empezó a reírse a toda hora. Una risita como de porro. Linda y boba. Hasta que la primera vez que traje un compañero de facultad a casa nos ofreció una grapita después de comer. ¿Y el Johnnie, Lu?
-Tranquilo, Andrés -le acaricia un hombro mientras me relojea relampagueantemente la maestra. -Acá no es el lugar.
-No me jodas, Sofía. Hoy tengo que mamarme hasta ver a Lenin sentado en la cocina con mi viejo, explicándole al mundo que la verdad es esto: el pueblo unido en la calle y corran perros hijos de puta. Los torturadores y el alcahuetaje deben estar más cagados que los Romanov. Pero en esta Nochebuena se come caca, macho. Uh: el mensaje presidencial. Vamos a ver la tele, mi amor. Vení, Sofía. Esto es como tu pueblo zafando del faraón. Hoy los uruguayos somos todos los pueblos extirpando el tumor del imperio y el peluconerío oficial que se arrodilla a lambetearle las botas a Bush.
El médico galán cuarentón y ya con barriga de whisky despegó la cabeza del vidrio justo cuando Senel se le acercaba.
5 / A las diez
Senel Rabí esperó a que la mujer se siguiera destrancando como una computadora esmerilada y mugiente. Y después que me aprieto el tercer ojo para que me invadan los Avemarías y los Padrenuestros ella vuelve a emerger:
-Nadie más me adoró. Demoré cuatro años en enterarme que mi marido mantenía a otra mujer y otro hijo desde un año antes que se lo llevaran. Y allí empecé a tomar. Grapa pura. Nunca estaba borracha del todo. Y cuando me di cuenta que Andrés se iba volviendo alcohólico conmigo no me importó. Es pecado.
-Lo qué.
-Ayudar a que la gente que uno adora se haga mierda con uno.
-Si hay amor no hay pecado que nos mate, Loreley.
-Al final tomábamos grapitas a toda hora. Y yo sentía que Dios se nos ponía adelante y teníamos que agarrarlo y no teníamos brazos.
-Nadie puede pudrirle el alma a nadie.
-Pero mi hijo me odia. Desde que me interné me viene echando en cara que hoy no iba a poder votar y que sin la mayoría absoluta no podíamos cambiar este infierno. ¿Cómo se llama el libro de Jerónimo?
-Todo ángel es terrible.
-Y eso por qué.
-Porque el ángel nos ayuda siempre que seamos santos.
La mujer escarbó para sacar una pañoleta estrellada de abajo de la sábana:
-Me la trajo de Moscú. Yo a mi marido todavía lo quiero. Qué es ser santo.
-Ser como Dios.
-Hay gente santa.
-Muchísima gente. Aunque ni ellos mismos lo sepan. Y la única manera de cambiar este infierno es llevar puesto el pedacito de paraíso que nos tocó, igual que una pañoleta.
Ella casi sonríe:
-No me la ponés.
6 / A las once
Senel Rabí no tuvo tiempo de hablar con el médico, que corrió hasta el cuarto de su madre y prendió el televisor cuando el Presidente recién electo saludaba desde el balcón:
-Festejen, uruguayos. Festejen.
Entonces Lu y Sofía se acercan a la mirada entreabierta de Loreley y parecen espejar una pañoleta cósmica.
-Eso mismo -desenvolvió una botella de Red Label el cirujano idéntico a Brad Pitt. -Y se acabó la diversión de los hijos de puta. Mi viejo cayó peleando por este pueblo y si no pudiste entenderlo fue porque habrás nacido para Miss Punta del Este y chau.
-Loreley ya se fue, Andrés -se arrima la maestra a la pantallita donde se entreveran bamboleantemente estandartes, tamboriles y disfraces de Halloween.
El perfil del hombre retrocedió a la infancia durante una perforación de luciérnaga y emergió encapuchado por el alivio:
-Cuándo.
-Hace un rato -señalo el cuerpo de garza todavía clavado al suero.
-Y usted quién es.
-Yo estoy en San José de la Montaña. Y esta tarde me llamaron para averiguar si tenía un libro de poemas casi imposible de conseguir.
El otro rompió el tapón rojo.
-No tomes ahora, amor -trata de abrazarlo la locutora-infanta.
-Justo hoy -le sacó el volumen a la televisión y buscó un vaso el hombre descalabrado. -El surrealismo es esto, Sofía. No me vengas con ángeles.
-No tomes ahora, Andrés -se pone autoritaria la judía-samurai.
-¿Entonces usted es cura? -resopló el médico.
-Sacerdote carmelita descalzo.
-¿Y por qué le puso la pañoleta? ¿Qué es esto? ¿La Edad Media?
Y no tengo más remedio que señalar el resplandor del corso:
-La barbarie de la Edad Media la va a encontrar allí. Aunque también debe haber muchísima gente festejando sin odio.
7 / A las diez
Senel Rabí explicó:
-Mi tío Jerónimo nunca se curó del alcoholismo compulsivo. Pero terminó dando la vida por amor. Compulsivo.
-Le fue bien con las mujeres.
-Bueno, un místico enfermo es bravo de entender.
-Me acuerdo que en Porto Alegre salíamos a caminar y él me ponía el brazo en la cintura para cruzar cada calle y yo no protestaba. No me quería arreglar con él y las chiquilinas se reían, pero nunca le saqué el brazo. Hasta que le vino un cólico tan espantoso que se escuchaban los gritos por todo el hotel Vitoria y casi lo internan. Y después de pasarse un día tomando nada más que agua hervida me escribió un poema con título en inglés y se me declaró.
Loreley rompe una burbuja dorada con la lengua:
-El título del poema era I’m sorry. Por la canción de Brenda Lee. Yo le pedí la noche para pensarlo y en el desayuno le contesté que sí. Estuvimos nada más que tres días arreglados, porque al llegar a Montevideo me llamaba cada media hora y cuando vino a casa lo acompañé a tomar el ómnibus a la placita Fabini y le expliqué que había sido piedad.
-Eso me lo contó -sonrió Senel. -Decía que se pasó llorando una semana pero que con el tiempo miraba a los demás muchachos y pensaba cómo podían vivir sin haber estado arreglados con Loreley Rial.
-Yo también lloré mucho.
Y mientras tengo que engarfiarla para que no se arranque el suero se me desboca el corazón de la cosa:
-Jerónimo decía que cuando el ómnibus salió de Porto Alegre usted le agarró la mano durante un rato largo y él se sintió en el cielo.
-Es verdad. Yo ahí me sentía una novia de verdad -implosionó voladoramente la mujer y el cura la soltó y se quedó contemplando la fluorescencia que ya no se moría.
8 / A las once
Senel Rabí aclaró:
-Hay barbarie escatológica y barbarie ilustrada. En todos los partidos. Pero la infamia más sucia es empujar a la gente a festejar mentiras.
-Y en la iglesia qué hay.
-Está el Espíritu Santo, el Hombre Nuevo y Satanás. Lo mismo que en cualquier pueblo.
El hombre sigue sin soltar la botella y pido permiso para llevarme el único ejemplar de Todo ángel es terrible que nos queda en la familia.
-¿No está divina? -tuvo que abrirle dedo por dedo la maestra a Loreley Rial.
Entonces no me aguanto y desato la pañoleta para entregársela a la locutora:
-Esto te va a ayudar.
La muchacha se peinó y miró al médico, que estaba sacando hielo de un termo.
-Ahora tenemos todo -entorna el desasosiego hacia el balcón donde empiezan a aparecer los líderes sectoriales. -¿Viste, viejo?
-Y para qué le hablás a tu viejo si creés en la nada -taconeó la maestra desenvainando un índice violeta. -A lo mejor si no te emborrachás le liberás el alma y puede irse de aquí.
-Liberarla de qué.
-Del odio -me apuro a darle la mano.
-¿Está motorizado, padre?
-Sí. Muchísimas gracias.
-¿No se llevaría la botella? -el médico sondeó asqueadamente la felicidad del cadáver. -Por favor.
-Lo único que hay que hacer es taparla y festejar tranquilo -le doy un beso a Sofía y Lu me acompaña hasta el ascensor y nos despedimos casi deseándonos.
-No sé ni cómo te llamás.
-Senel.
-Yo ayer recé por Lore.
Después el hombre-muchacho recogió la bicicleta de la administración y atravesó el gentío chiflando sin parar hasta Carrasco.
2005
para Albita
Nada es más triste que festejar con odio.
Senel Rabí
Porque el hombre que es trompeta
es más pior que la babosa
y es muy fulera la cosa
reculándola en chancletas.
Tabaré Etcheverry
1 / A las diez
Senel Rabí cruzó jadeando el último piso del sanatorio y demoró en sobresaltar a la mujer que observaba el gentío de la calle:
-Buenas noches, señora. ¿Usted es la acompañante de Loreley Rial?
-No -se descuelga los lentes para ofrecerme una simpatía inarrugable. -Los acompañantes bajaron hace un rato a festejar. No pueden demorar mucho.
-¿La señora Rial está consciente?
-Sí. Muy sedada, claro.
-Yo vengo nada más que a traerle un libro, pero me gustaría charlar con ella.
-Pruebe -se alisó juvenilmente los alones de la media melena dorada la mujer. -¿Puedo contarle algo?
-Cómo no.
-Mi hijo está agonizando en el cuarto pegado a Loreley. Tiene un tumor en la cabeza y a veces lo oigo hablar con el ángel de la guarda. Hoy lo llamó por el nombre y todo. ¿No va a reírse de mí?
-Qué edad tiene su hijo.
-Veintisiete. Nació con un retardo pero llegó a escribir poemas preciosos.
El hombre-muchacho con complexión de garza sonrió celestemente hacia las explosiones y las consignas provocadas por el triunfo electoral:
-Yo le traigo un libro de poemas de mi tío a Loreley. Fueron medios novios en el liceo.
-Ah. Jerónimo Rabí -junta las manos ella derramando el inconfundible entusiasmo de las maestras-samurais. -Lore siempre habla de él.
-Y él siempre hablaba de ella.
-Perdóneme que lo entretenga un momento más. ¿Usted piensa que allá abajo hay gente capaz de festejar que un moribundo haya salido del coma y ahora yo sepa el nombre del ángel de la guarda?
-Claro que sí, señora. Hay demasiada gente.
2 / A las once
Senel Rabí estaba sentado al lado de la cama donde Loreley Rial acababa de morir y escuchó crecer un llanto en el corredor y caminó hasta la puerta, pero no se asomó.
-Que reviente ratoneándose con las ex -chilla una muchacha de voz muy conocida. -Pero después que no se venga a emborrachar aquí.
-Shhhh.
-¿Sabés lo que es encontrar dos ex en dos cuadras y comerles la boca igual que en una orgía? ¿Sabés lo que me gritó el cirujano grado 5 clon de Brad Pitt en la última borrachera? Que era una tarada con un culo digno del Hombre Nuevo. Eso sí que le gusta comer. Lo obligás a elegir entre las obras completas de Lenin y mi culo y chau PCU. Te juro. Bueno, mientras no engorde.
-Y yo te juro que si no parás inmediatamente de gritar como una yirita llamo a la nurse.
-Deben estar todas festejando.
-Basta, Lu -le alcanzó otro pañuelo la maestra-samurai a la locutora más hermosa de la televisión. -Tu suegra tiene visita. Y yo tengo que darte la mejor noticia del mundo.
-¿Visita esta noche? Un cura, solamente.
-Es un sobrino del amigovio que le escribía poemas a Loreley en el liceo. Le trajo un libro.
-Pobre Loreley.
-Y enseguida que ustedes se fueron Alejandro volvió a hablar con el ángel. Se llama Mickey.
-Quién.
-El ángel. Le dijo: Dale, Mickey. Llevame.
-Qué divino.
Entonces se oyen las zancadas del hijo de Loreley, que ya se embuchó las copas del sentimentalismo:
-¿Dónde estabas, boluda? Casi me vuelvo loco buscándote. Mi amor. Mi caramelo. ¿Por qué llorás así?
3 / A las diez
Senel Rabí apagó el televisor y se acercó a la mujer hinchada y pelada que entreabría una mirada de pez:
-Loreley.
Ella apenas mueve la boca, pero después que le explico quién soy le tengo que alcanzar el libro enseguida para que no se desclave el suero.
-Yo ya casi no veo -le desapareció el ronquido a la mujer color pus. -Quería acariciar esto, nomás. Sentate. Mi prima se enteró recién hoy que estabas en un convento. Yo tomé la comunión pero nunca creí en nada. Y la única persona que me adoró en el mundo fue tu tío. No te contó Jerónimo.
-Más o menos.
-Yo era una de las más lindas del liceo y él parecía el flaco Cleanto pero con ortodoncia y unos granos horribles. Pobrecito. Hasta que la misma prima que te llamó hoy me contó que se pasaba escribiéndome poemas. Y un día que se jugaba un campeonato de rummy interliceal en Solymar nos eligieron como pareja del 10 y llegamos a la final. Perdimos por 3 puntos, pero nadie se dio cuenta que jugamos los tres alargues con las piernas agarradas por abajo de la mesa.
-Eso no lo sabía.
-Y después él empezó a acompañarme a la salida y un día que organizamos un baile para ir a Porto Alegre se tomó como veinte chopitos y terminó gritando que era capaz de besar toda la vereda para que en un solo viaje al liceo se me pasara el dolor que sentía por la muerte de mi abuela y cuando me llamó al otro día para pedir disculpas yo le dije que iba a encontrar muchas mujeres que lo quisieran.
Entonces Loreley larga una especie de tos-eructo y sigue hablando un momento sin sonido y pierde completamente el resplandor, aunque cuando amago a levantarme ronca:
-Me falta Porto Alegre.
4 / A las once
Senel Rabí se asomó al corredor y la muchacha lo vio, pero en ese momento el hijo de Loreley apoyó la cabeza en la ventana para contarle a la maestra-samurai:
-El primero de mayo de 1975 mi viejo me llevó a jugar baby-fútbol a la iglesia de Rossell y Rius. Yo me levanté tempranísimo y lo encontré leyendo a Lenin en la cocina y me acuerdo que me explicó la teoría del reflejo. Materialismo y empiriocriticismo. Después mi madre hizo una escena espantosa pidiendo que no se metiera en nada y mientras estábamos jugando se armó una manifestación relámpago en el ombú de Anador y llegué a ver justo cuando los milicos se llevaban a mi viejo, cagándolo a palazos. Traé el Johnnie, Lu.
La chiquilina no le hace caso y yo todavía no puedo creer que sea la conductora de Rock & ratones que me excita en el convento.
-Esa vez lo soltaron -entornó un odio encandilado el médico. -Y a los quince días volvieron a llevárselo y nunca más. Yo tenía doce años. Y mi vieja hizo todo lo que pudo con las otras familias de los desaparecidos pero nunca entendió que mi viejo había caído por esta revolución. Y un día empezó a reírse a toda hora. Una risita como de porro. Linda y boba. Hasta que la primera vez que traje un compañero de facultad a casa nos ofreció una grapita después de comer. ¿Y el Johnnie, Lu?
-Tranquilo, Andrés -le acaricia un hombro mientras me relojea relampagueantemente la maestra. -Acá no es el lugar.
-No me jodas, Sofía. Hoy tengo que mamarme hasta ver a Lenin sentado en la cocina con mi viejo, explicándole al mundo que la verdad es esto: el pueblo unido en la calle y corran perros hijos de puta. Los torturadores y el alcahuetaje deben estar más cagados que los Romanov. Pero en esta Nochebuena se come caca, macho. Uh: el mensaje presidencial. Vamos a ver la tele, mi amor. Vení, Sofía. Esto es como tu pueblo zafando del faraón. Hoy los uruguayos somos todos los pueblos extirpando el tumor del imperio y el peluconerío oficial que se arrodilla a lambetearle las botas a Bush.
El médico galán cuarentón y ya con barriga de whisky despegó la cabeza del vidrio justo cuando Senel se le acercaba.
5 / A las diez
Senel Rabí esperó a que la mujer se siguiera destrancando como una computadora esmerilada y mugiente. Y después que me aprieto el tercer ojo para que me invadan los Avemarías y los Padrenuestros ella vuelve a emerger:
-Nadie más me adoró. Demoré cuatro años en enterarme que mi marido mantenía a otra mujer y otro hijo desde un año antes que se lo llevaran. Y allí empecé a tomar. Grapa pura. Nunca estaba borracha del todo. Y cuando me di cuenta que Andrés se iba volviendo alcohólico conmigo no me importó. Es pecado.
-Lo qué.
-Ayudar a que la gente que uno adora se haga mierda con uno.
-Si hay amor no hay pecado que nos mate, Loreley.
-Al final tomábamos grapitas a toda hora. Y yo sentía que Dios se nos ponía adelante y teníamos que agarrarlo y no teníamos brazos.
-Nadie puede pudrirle el alma a nadie.
-Pero mi hijo me odia. Desde que me interné me viene echando en cara que hoy no iba a poder votar y que sin la mayoría absoluta no podíamos cambiar este infierno. ¿Cómo se llama el libro de Jerónimo?
-Todo ángel es terrible.
-Y eso por qué.
-Porque el ángel nos ayuda siempre que seamos santos.
La mujer escarbó para sacar una pañoleta estrellada de abajo de la sábana:
-Me la trajo de Moscú. Yo a mi marido todavía lo quiero. Qué es ser santo.
-Ser como Dios.
-Hay gente santa.
-Muchísima gente. Aunque ni ellos mismos lo sepan. Y la única manera de cambiar este infierno es llevar puesto el pedacito de paraíso que nos tocó, igual que una pañoleta.
Ella casi sonríe:
-No me la ponés.
6 / A las once
Senel Rabí no tuvo tiempo de hablar con el médico, que corrió hasta el cuarto de su madre y prendió el televisor cuando el Presidente recién electo saludaba desde el balcón:
-Festejen, uruguayos. Festejen.
Entonces Lu y Sofía se acercan a la mirada entreabierta de Loreley y parecen espejar una pañoleta cósmica.
-Eso mismo -desenvolvió una botella de Red Label el cirujano idéntico a Brad Pitt. -Y se acabó la diversión de los hijos de puta. Mi viejo cayó peleando por este pueblo y si no pudiste entenderlo fue porque habrás nacido para Miss Punta del Este y chau.
-Loreley ya se fue, Andrés -se arrima la maestra a la pantallita donde se entreveran bamboleantemente estandartes, tamboriles y disfraces de Halloween.
El perfil del hombre retrocedió a la infancia durante una perforación de luciérnaga y emergió encapuchado por el alivio:
-Cuándo.
-Hace un rato -señalo el cuerpo de garza todavía clavado al suero.
-Y usted quién es.
-Yo estoy en San José de la Montaña. Y esta tarde me llamaron para averiguar si tenía un libro de poemas casi imposible de conseguir.
El otro rompió el tapón rojo.
-No tomes ahora, amor -trata de abrazarlo la locutora-infanta.
-Justo hoy -le sacó el volumen a la televisión y buscó un vaso el hombre descalabrado. -El surrealismo es esto, Sofía. No me vengas con ángeles.
-No tomes ahora, Andrés -se pone autoritaria la judía-samurai.
-¿Entonces usted es cura? -resopló el médico.
-Sacerdote carmelita descalzo.
-¿Y por qué le puso la pañoleta? ¿Qué es esto? ¿La Edad Media?
Y no tengo más remedio que señalar el resplandor del corso:
-La barbarie de la Edad Media la va a encontrar allí. Aunque también debe haber muchísima gente festejando sin odio.
7 / A las diez
Senel Rabí explicó:
-Mi tío Jerónimo nunca se curó del alcoholismo compulsivo. Pero terminó dando la vida por amor. Compulsivo.
-Le fue bien con las mujeres.
-Bueno, un místico enfermo es bravo de entender.
-Me acuerdo que en Porto Alegre salíamos a caminar y él me ponía el brazo en la cintura para cruzar cada calle y yo no protestaba. No me quería arreglar con él y las chiquilinas se reían, pero nunca le saqué el brazo. Hasta que le vino un cólico tan espantoso que se escuchaban los gritos por todo el hotel Vitoria y casi lo internan. Y después de pasarse un día tomando nada más que agua hervida me escribió un poema con título en inglés y se me declaró.
Loreley rompe una burbuja dorada con la lengua:
-El título del poema era I’m sorry. Por la canción de Brenda Lee. Yo le pedí la noche para pensarlo y en el desayuno le contesté que sí. Estuvimos nada más que tres días arreglados, porque al llegar a Montevideo me llamaba cada media hora y cuando vino a casa lo acompañé a tomar el ómnibus a la placita Fabini y le expliqué que había sido piedad.
-Eso me lo contó -sonrió Senel. -Decía que se pasó llorando una semana pero que con el tiempo miraba a los demás muchachos y pensaba cómo podían vivir sin haber estado arreglados con Loreley Rial.
-Yo también lloré mucho.
Y mientras tengo que engarfiarla para que no se arranque el suero se me desboca el corazón de la cosa:
-Jerónimo decía que cuando el ómnibus salió de Porto Alegre usted le agarró la mano durante un rato largo y él se sintió en el cielo.
-Es verdad. Yo ahí me sentía una novia de verdad -implosionó voladoramente la mujer y el cura la soltó y se quedó contemplando la fluorescencia que ya no se moría.
8 / A las once
Senel Rabí aclaró:
-Hay barbarie escatológica y barbarie ilustrada. En todos los partidos. Pero la infamia más sucia es empujar a la gente a festejar mentiras.
-Y en la iglesia qué hay.
-Está el Espíritu Santo, el Hombre Nuevo y Satanás. Lo mismo que en cualquier pueblo.
El hombre sigue sin soltar la botella y pido permiso para llevarme el único ejemplar de Todo ángel es terrible que nos queda en la familia.
-¿No está divina? -tuvo que abrirle dedo por dedo la maestra a Loreley Rial.
Entonces no me aguanto y desato la pañoleta para entregársela a la locutora:
-Esto te va a ayudar.
La muchacha se peinó y miró al médico, que estaba sacando hielo de un termo.
-Ahora tenemos todo -entorna el desasosiego hacia el balcón donde empiezan a aparecer los líderes sectoriales. -¿Viste, viejo?
-Y para qué le hablás a tu viejo si creés en la nada -taconeó la maestra desenvainando un índice violeta. -A lo mejor si no te emborrachás le liberás el alma y puede irse de aquí.
-Liberarla de qué.
-Del odio -me apuro a darle la mano.
-¿Está motorizado, padre?
-Sí. Muchísimas gracias.
-¿No se llevaría la botella? -el médico sondeó asqueadamente la felicidad del cadáver. -Por favor.
-Lo único que hay que hacer es taparla y festejar tranquilo -le doy un beso a Sofía y Lu me acompaña hasta el ascensor y nos despedimos casi deseándonos.
-No sé ni cómo te llamás.
-Senel.
-Yo ayer recé por Lore.
Después el hombre-muchacho recogió la bicicleta de la administración y atravesó el gentío chiflando sin parar hasta Carrasco.
2005
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