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LA NUBE DEL NO-SABER - ANÓNIMO INGLÉS DEL SIGLO XIV


VIGESIMOCUARTA ENTREGA


18 / Cómo hasta el presente las personas activas critican a las contemplativas por ignorancia, lo mismo que Marta criticó a María

Así como Marta se quejó de María, de la misma manera en todo tiempo las personas activas se han quejado de las contemplativas. Sucede con mucha frecuencia que la gracia de la contemplación surge en personas de todo estado y condición de vida, tanto religiosas como seglares. Pero cuando después de bucear en su propia conciencia y buscar un consejo seguro deciden consagrarse de lleno a la contemplación, su familia y sus amigos descargan sobre ellos una tormenta furiosa de crítica tachándolos severamente de vagos. Estas personas desenterrarán toda clase de chismes horribles, verdaderos o falsos, en torno a aquellos que emprendieron esta forma de vida y acabaron en terrible males. Con toda seguridad, no tienen nada bueno que contar.

Es cierto que muchos que aparentemente habían dejado las vanidades mundanas siguieron después malos caminos. Existe siempre este peligro. Estas personas que debían haber estado al servicio de Dios como sus contemplativos terminaron siendo esclavos del demonio y contemplativos del diablo porque rehusaron escuchar el consejo de los auténticos guías espirituales. Se convirtieron en hipócritas o herejes y cayeron en delirios y otras perversidades que les llevaron a difamar a la santa Iglesia. Dudo si proseguir en torno a esta ahora, por miedo a oscurecer nuestro tema. Pero después, Dios mediante, si ve que es necesario, te diré algunas de las causas y circunstancias de su caída. Dejemos por el momento el tema y sigamos con nuestro argumento.

19 / Breve defensa del autor en que enseña que los contemplativos han de excusar a las personas activas que se quejan de ellos

Quizá pienses que he insultado a Marta, uno de los amigos especiales de Dios, comparándola con las personas mundanas que critican a los contemplativos, o por haberlos comparado con ella. En realidad, no quería ofender a ninguno de ellos. No permita Dios que yo diga algo en este libro que condene a alguno de los amigos de Dios en cualquier grado de santidad en que se encuentre, ni a uno solo de sus santos. Pues creo en verdad que debemos excusar a Marta por quejarse, teniendo en cuenta el tiempo y las circunstancias del incidente. No se daba cuenta entonces de lo que María estaba haciendo. Tampoco ha de sorprender, pues dudo que hubiera oído hablar alguna vez de la posibilidad de tal perfección. Además, fue cortés y breve en su queja, y por eso creo que debe quedar completamente excusada.

Pienso igualmente que los críticos con mentalidad mundana que encuentren faltas a los contemplativos han de ser también perdonados en atención a su ignorancia, aun cuando a veces son también desconsiderados. Así como Marta era ignorante de lo que decía cuando protestaba ante el Señor, de la misma manera estas personas entienden poco o nada sobre la vida contemplativa. Los exaspera el ardor de los jóvenes que buscan a Dios. No pueden comprender cómo estos jóvenes pueden abandonar su carrera y oportunidades y aprestarse con sencillez y sinceridad de corazón a ser amigos de Dios. Estoy seguro de que si algo de esto tuviera sentido para ellos, no se comportarían como lo hacen. Y por lo mismo, creo que debemos excusarlos. Sólo han experimentado una forma de vida -la suya propia- y no pueden imaginar otra. Por otra parte, cuando recuerdo los caminos en que he fracasado por ignorancia, pienso que debo ejercer una amable tolerancia hacia los demás. De lo contrario no los trataría como yo quiero que me traten.

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