Al promediar la tarde de aquel día,
cuando iba mi habitual adiós a darte,
fue una vaga congoja de dejarte
lo que me hizo saber que te quería.
fue una vaga congoja de dejarte
lo que me hizo saber que te quería.
Tu alma, sin comprenderlo, ya sabia. . .
con tu rubor me ilumino al hablarte,
y al separarnos te pusiste aparte
del grupo, amedrentada todavía.
con tu rubor me ilumino al hablarte,
y al separarnos te pusiste aparte
del grupo, amedrentada todavía.
Fue silencio y temblor nuestra sorpresa,
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un jubilo tan blando,
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un jubilo tan blando,
que nuestros labios suspiraron quedos . . .
y tu alma estremecíase en tus dedos
y tu alma estremecíase en tus dedos
como si se estuviera deshojando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario