jueves

FRANCISCO "PACO" ESPÍNOLA - DON JUAN, EL ZORRO (154)

 La muerte de los Sargentos y de la Mulita (23)

 

-¿Y ese Macá, que se ha hecho, me quieren decir?

 

-Si hubiera estado en el arroyo, sentiría los tiros.

 

-Habría salido con algún “parte”. Al pobre le da un patatús cuando sepa.

 

-La noticia hay que dársela de a poco. Primero, que hay esperanzas. Y cuando lo quiera ir a ver…

 

-Sí, ahí se le dice, derecho…

 

-¿Y no se acuerda don Avestruz -interrumpió el Tamanduá- aquella otra vez?

 

-Me acuerdo, sí, ¿pero cuála?

 

-Cuando el finado se tiró al río, y los tres matreros dieron vuelta haciéndole frente, y con una mano ellos nadaban y con la otra le mandaban viajes con las dagas.

 

-¿Cómo fue? ¿Cómo fue?

 

-¡Ah, esa fue otra tamaña! -exclamaron a una el soldado Yacú y el Soldado Gavilán.

 

Su enormidad de dientes mostraba el Comadreja al elevarse como en puntas de pie en su embelesadora evocación.

 

-¡Mugrientos! ¡Mugrientos! -dirigíales por lo bajo desde su ranchejo el Voluntario Terutero, de costado sobre las pilchas de su apero, sin poder abarajar una sola frase entre el murmullo de voces que le llegaba-. ¡Mugrientos! ¡Mugrientos!

 

-Dos se ahogaron -recordó el Mao Pelada en aprontes de su propio mate-. ¿Pero el otro? ¿Se le escapó el otro, don Avestruz, o él lo agarró preso?

 

-¡Preso, m’hijito, preso!... ¡Figurate! Cuando medio quiso ese cuatrero afirmarse en los camalotes , ya me lo tuvo al finado arriba… Y haceme el favor, muchacho, agenciame el poncho… Y ya que vas, traé las galletas y un medio queso que hay en la maleta, para esta gente.

 

-¡Valiente!

 

-¡No, deje!

 

-¡Valiente!...

 

-¡No, señor, deje!

 

-¡No faltaba más…! Tanto mate solo lava el estómago. Y la madrugada da hambre.

 

En efecto: desde la alta loma del ombú se venía ya la aurora; y el apetito, como desperezándose, comenzaba a despertarse en el milicaje

 

Salió muy diligente el Soldado Cuzco Overo; corriendo salió y corriendo volvió con el poncho, justo al consumarse la desaparición de la postrer estrella. Por no demorar el abrigo para don Avestruz, prefirió traer las galletas y lo otro en un segundo viaje.

 

Entornando los ojos con cabeceo agradecido, el viejo Avestruz se dejó arrebujar por su joven compañero de armas, mientras a todos -a los sin y a los con poncho- íbalos envolviendo por igual una entonación rosa-celeste. Y ninguno, nadie, nadie advirtió el transcurrir sin sigilo del tiempo; ninguno, nadie vio cómo, en el sitio mismo desde donde, antes, sólo se habían hecho presentes algún resuello, algún sordo ronzar, ahora las cabalgaduras comenzaron a tomar cuerpo hasta asomar los cucuruchos de sus orejitas, a la vez que, del ámbito todo, despacio surgían indefinibles árboles, se alzaban piedras, comenzaban, sin apuro, a hacer su aparición colinas y más colinas, por detrás de las cuales, en tardos círculos cada vez más vastos, manteníanse vagas sombras que por grados iban resultando, también, más lomas y más lomas al recibir color.

 

Y ya eran patentes, entre los rechonchos “benditos”, aquí, casi junto al mancarrón tordillo que no sacaba los ojos del grupo policial, el bragado del Gavilán; allí, el rabicano del Tamanduá entre escuálidos cardos apenas reanimándose con el rocío, y el overo negro de la Comadreja; allá, bajo los talas, un oscuro y un malacara y el lindo doradillo del Cabo Lobo; y, más lejos, aparecía un lunarejito o rosillo -no se sabría bien- que, si era lunarejo, pertenecía al Soldado Yacú y, de ser rosillo, al finado Águila… y que era el lunarejo, no más, pronto no cupo dudas.

 

-…¡Sí, cómo no me voy a acordar de esa, muchachos! Me decía el finado que él venía teniendo en cuentas que capaz que le apagaran la luz cuando se mandara para adentro y les diera la voz de presos. Y que fue voltear alguno el candil en cuanto lo vieron en la puerta, y ya de un salto el finado había cambiado de sitio. Así, lo menos a un metro a su derecha fue que le reventaron los tiros.

 

-¡Pero qué cosa divina! ¿Y después, don Avestruz?

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+