por Roberto Acebo
Hay personas que hacen de su palabra el pan de muchos, grandes vivientes
que por el mundo son y que habilitan oídos, rubores, ojos, pies, sueños a los
que no hemos sabido partir como ellos.
Cuestiones de corajes y de decisiones.
Una respiración se oye en el teléfono, luego la pregunta: “¿Teuco? Hola, Teuco,
¿cómo está?”, y la espera de que la comunicación haga el resto... “Lindo”,
contesta Leopoldo “Teuco” Castilla, y uno respira aliviado. “¿Cuándo sale esta
entrevista?”, pregunta. El domingo, respondemos. Y aquí estamos, en domingo y
en el territorio de la voz genuina, la de la poesía.
El Teuco es un poeta enorme que ha conocido el diverso mundo. Inabordable por
lo mucho que ha ganado en término de premios y reconocimientos y, a la vez, la
persona más sencilla a la hora de responder una entrevista. Ha conocido mundo
decimos y, en realidad, sería más apropiado decir que ha conocido a las
personas que lo habitan, en sus lugares y belleza y penurias. Quizás porque en
él siempre ha primado lo humano, y eso es el principio de su palabra.
En la charla con El Tribuno hay varios momentos reflexivos y muchos risueños. Y
también algunos que abstraen al entrevistador por su profundidad. Una pregunta,
por ejemplo (“¿Viene con frecuencia a Salta, ¿qué cambios ha visto?”), lleva al
poeta a ¿una digresión? “Y no sé por qué te digo esto”, dice luego de comentar
el dolor que le produce un tema personal que se torna también nuestro, porque
sentimos la poesía de nuestros lugares y a nuestros poetas. Aparece el nombre
de su padre, Manuel José Castilla, a propósito del robo de placas que lo
recuerdan.
Teuco, ¿dónde vive?
Vivo en un puente entre Salta y Buenos Aires. Y después vivo viajando, aunque
esta pandemia me ha encerrado un poco; pero bueno, siempre he sido de mucho
andar, casi que te digo que he hecho la vida caminando... Lo que no sé es si he
avanzado.
¿Cuándo ha comenzado a viajar?
Cuando tenía 18 años, que fui al Perú. Allí, cruzando La Quiaca, arriba
de un camión lleno de cholas maravillosas, con la carga hasta el cielo y por
esa altipampa de piedra que es uno de los paisajes astrales más hermosos que he
visto en mi vida.
¿Entonces ya escribía?
Ya había empezado a aprender a escribir y sigo tratando de aprender todavía...
En su escritura, la poesía y los viajes están muy relacionados...
Sí, porque yo tengo más o menos -entre lo publicado en poesía- unos 22 libros y
8 que están ahí, en la gatera, esperando salir. De esos 22, por lo menos 12
hablan de mis viajes por Europa, América, África, Asia, Oceanía.
¿Qué ha visto en esos viajes?
He visto tanto. He visto obras grandiosas que el hombre ha levantado con el
arte y su cultura, templos enormes hechos tallando la roca de una montaña,
desde la punta hasta la base. Un trabajo de siglos. Y obras de arte desplegando
un universo deslumbrante y ciudades eternizadas por la belleza de su memoria. Y
he visto también poblaciones lastimadas por un terrible pobrerío, por la
miseria. Esos “condenados de la tierra”, explotados por los codiciosos,
desgarrados por las guerras, expulsados de sus lares buscando refugio, un techo
en las invisibles pero crueles fronteras. Claro, menos en el Primer Mundo, que
crece sobre tanta ceniza humana...
De un tiempo a esta parte, los bosques de la poesía han ocupado un lugar
en su vida...
Sí, yo y dos poetas enormes, realmente increíbles que son Pedro Solans y Aldo
Parfeniuk. Estamos los tres juntos en esta empresa que ha iniciado un
movimiento que es una hermosura porque la gente se ha dado cuenta que basta un
gesto de solidaridad y de alegría para fundar un bosque en su pueblo el que, a
su vez, se convertirá en un centro cultural al aire libre. Y todo hecho con la
solidaria sensibilidad de los intendentes y con casi nada, porque lo único que
se necesita son los arbolitos. Una propuesta que se está extendiendo por todo
el país, por América Latina e incluso en España. Todos los días me llaman
poetas, artistas, actores, artesanos que quieren fundar otros bosques en
distintos puntos del país.
También Aldo Parfeniuk tuvo la iniciativa de que este movimiento propicie la
creación de la ley que declare a la naturaleza sujeto de derechos y eso es
importantísimo. Se ha hecho en otros países en el mundo; en América Latina, en
Ecuador, en Bolivia y es un avance vital, importantísimo, para ver si salvando
a la naturaleza en el poco tiempo que nos queda podemos salvar a la especie
humana.
Es entonces una acción ambientalista fundada en la poesía y en la
adhesión de la gente de los pueblos...
La cuestión es que gracias -como te dije- a la sensibilidad de los
intendentes que han tenido, debo decir, la mejor predisposición y al entusiasmo
de los artistas en todo el país. Sólo para darte dos ejemplos, el poeta Antonio
Tello está gestionando ocho bosques en Córdoba y Pancho Cabral, gran músico, ya
consiguió que se funde uno en la capital de La Rioja y otros 17 en cada una de
las cabezas de departamento. En Salta, con todos los bosques que ya se han
fundado el mes pasado y los que están a poco de fundarse en los meses
venideros, creo que a mediados de año sobrepasaremos la quincena. Tengo la
alegre certitud de que, entre todos y con el apoyo de las instituciones y
fundaciones culturales más importantes del país, estamos creando un gesto real
y simbólico, un frente inteligente contra la depredación de los árboles, tan
espantosa. Tan poco solidaria con la humanidad, tan llena de falta de cariño a
la tierra, ¿no?
¿Cuándo escribe, Teuco?
Escribo -si la señora poesía me da permiso- por las mañanas la mayoría de las
veces, y después cuando me asalta y tengo la suerte de que me salga alguito. A
veces eso no tiene horario, y me levanto a las 2 de la mañana a escribir dos
versos totalmente inspirado y después pasa que, al otro día, son absolutamente
impresentables. Otras veces puede que pasen. Y es que la poesía no depende de
tu voluntad, pero exige tu total entrega.
¿Está leyendo?
Sí, estoy leyendo mucho a poetas jóvenes, estoy leyendo el imprescindible
ensayo sobre la creación poética “Continuidad de la poesía”, de Rafael Felipe
Oteriño, indagando en ciertos detalles de la Biblia, analizando el “Walden”, de
Thoreau, que habla de la vida en los bosques... y leo mucha poesía de todos
lados, todo el tiempo...
¿Cuándo cierra un libro? ¿Cómo decide la publicación?
Por lo general, llega un momento en que el libro cierra la puerta y me dice “ya
no molestes más, aquí ya no tienes nada que hacer, ya estoy terminado”. Se ha
completado lo mejor que yo he podido y lo mejor que la poesía me ha dejado que
yo intervenga. Eso no quiere decir que el libro quede perfecto, pero el poema
ya no admite más travesuras. Hay poemas que salen en el primer envión, otros
requieren hasta seis o siete versiones hasta dar con una factura que me
convenza.
¿Va a publicar este año?
Tengo pensado publicar dos o tres libros este año, con la editorial Nudista,
del poeta salteño Martín Maigua, señor editor, y que también ha puesto con ese
sello lo que sería mi “Poesía reunida” hasta el 2019, en Amazon y otras
plataformas.
¿Es consciente de la importancia que tiene para los escritores salteños
como referente?
Yo nunca he tenido conciencia... ¡siempre he sido un inconsciente! Y esa
generosidad que dices tienen los escritores salteños es fruto de la hermandad
que tenemos. En realidad, yo aprendo de ellos. Somos la fuente de una misma
savia, así que si de algo tengo conciencia es del valor de ellos, no del mío.
Viene con frecuencia, ¿qué cambios ha visto en la literatura, en los
escritores, en los poetas salteños?
Veo que están escribiendo con una fuerza hermosa, tanto las mujeres como
los muchachos. No quiero nombrar porque me voy a olvidar de gente que quiero
mucho, y que está creando con mucha fuerza. Además, están apareciendo muchos
poetas que yo todavía no conozco. Qué lindo que salgan poetas verdaderos,
auténticos, que dejen la vida en la poesía y que, además, honren con la poesía
a Salta, así como Salta los honra a ellos...
¿Por qué cree que en Salta hay tantos poetas?
Porque en Salta, como decía un gitano, “ese trabaja porque no sabe hacer otra
cosa” (risas). Porque Salta es muy hermosa como para no cantarle. ¿Cuántos
pájaros cantan en la altura, en la intemperie en el desierto? Cantan dos, el
bío-bío y la tuitila. ¿Y cuántos pájaros cantan en la selva, en la lujuria del
paisaje? Miles. Por la misma razón, Salta es un paraíso, tiene tantos cantores.
Son como pájaros los poetas y los músicos.
¿Cuándo viene a la provincia?
Yo estoy queriendo ir lo más pronto posible, pero calculo que dos o tres meses
voy a estar encerrado aquí, escribiendo y viajando las veces que pueda por el
tema de los bosques. Pero siempre pasa que los salteños somos volvedores.
(El Tribuno / 7-3-2021)
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